Nueva trova


Elvira, la guitarra y la Nueva Trova

Ella es, sin dudas, una de las guitarristas más conocidas en el país. La vemos caminar a menudo con la guitarra a cuestas por las calles de Las Tunas, su ciudad de adopción; aunque se le ha visto por otras provincias cubanas defendiendo la música clásica. Recientemente fue merecedora de la Distinción 50 Aniversario del Surgimiento del Movimiento de la Nueva Trova. Conozcamos más sobre esta concertista y sus empeños.

• Eres guitarrista concertista, ¿por qué entonces conducir una peña, por casi nueve años, donde incorporas la trova y la nueva trova?

En primer lugar, porque la anfitriona de la peña no es la nueva trova, sino la guitarra; es lo que me gusta decir. Por eso inicio cada encuentro con una obra del repertorio de concierto para ese instrumento, a modo de ilustración. Resulta algo didáctico y de presentación de quién soy a nivel profesional.

En segundo lugar porque es la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Las Tunas la que me hizo la invitación de tener un espacio en su sede. Por tanto, me debo a sus intereses artísticos y estéticos. En este caso, como tienen muchos trovadores en su filial de música, ese fue el propósito inicial.

En tercer lugar, porque no descubro la trova ahora. La nueva trova siempre me ha acompañado (la nueva y la vieja). Desde muy jovencita me aprendía las canciones y las cantaba para mí, todo un disfrute personal que compartía con colegas y amigos.

• Háblame de esa primera vez que realizaste arreglos de temas de la nueva trova para la guitarra de concierto.

Fue a petición de Jesús Ortega. En aquel tiempo era guitarra principal y vicedirectora de la orquesta de guitarras Sonantas Habaneras, de la que fui fundadora e integrante durante 14 años.

Ese maestro tenía pendiente un concierto en el Instituto Superior de Arte (ISA), una entrega de condecoraciones a personalidades de la cultura. Le habían encargado repertorio de la nueva trova porque en este evento estarían presentes Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Él, que sabía que me gustaba la trova, me dijo que por qué no lo hacía yo, que era la más indicada. Le dije que nunca había hecho eso y podía equivocarme, pero respondió que lo hiciera, que me ayudaría y revisaría.

Es algo que le agradezco eternamente. A partir de ahí lo que hice fue seleccionar dos temas de cada uno, buscar las canciones (si algo aprendí fue a hacer los arreglos de la canción original). Hice todo a mano. En aquel momento no tenía computadora, mucho menos los programas que existen hoy en día para escribir la música. Lo hice todo a mano en papel pautado y con una walkman. Grababa un pedazo, digamos la armonía, y a partir de ahí la escribía e iba grabando cada voz.

Luego iba a casa del maestro, que sí tenía computadora y el programa Encore. Él pasaba a la computadora, nota por nota lo que le dictaba de mis arreglos. Al terminar la transcripción, escuchaba lo que había escrito.

El acto se realizó en el ISA. Recuerdo que estaban Silvio Rodríguez, Sara González, Santiago Feliú, Harold Gramatges, entre muchos otros. Todavía se conservan las fotografías. Fue un día memorable. A medida que ha pasado el tiempo, me he percatado, aún más, de lo importante que fue para mí haber realizado los arreglos que se estrenaron para ese público tan importante.

• Hace más de 20 años trabajas junto a trovadores y con música de la nueva trova. ¿Qué te atrae o motiva realizar arreglos para este género?

Es justamente el respeto que tengo hacia este género y estos autores, a las personas que inspiraron o motivaron estas canciones. Es un disfrute interpretarlas y arreglarlas en un formato para compartirlas con el público.

Me motiva -también- porque no es un género que conozco ahora. De hecho, en la etapa estudiantil, en mi aula éramos siete alumnos de Guitarra y yo, la única hembra. Recuerdo que, en los turnos libres, nos poníamos a cantar. Esos muchachos cantaban temas de la nueva trova y así empecé a aprendérmelos y a cantarlos con ellos. La estética literaria de estas canciones siempre me ha llamado mucho la atención. Son diferentes puntos de vista y perfiles.

La nueva trova es una extensión de mí misma. Mi formación es básicamente instrumental y hacer canciones de este tipo hace llegar un poco más allá, tener acceso directo a un repertorio que no es al que estoy acostumbrada. Entonces, es eso, una manera de llegar a ese repertorio y crecer musical, artística y sentimentalmente. Los arreglos que he hecho son de temas que tienen gran significado para mí, que hablan de cosas que necesito expresar.

• Mujer que sueña guitarras es un fonograma nominado al Premio Cubadisco 2023 en la categoría Instrumental. Este es un disco grabado por cuatro mujeres, en cuatro secciones y con cuatro obras por sección. La última sección es de arreglos tuyos realizados a canciones de la nueva trova. Háblame sobre ello. ¿Qué te motivó a insertar esta sección como cierre del disco?

El fonograma Mujer que sueña guitarras está compuesto por 16 obras, todas con arreglos míos. Son cuatro secciones, cada una con cuatro obras. El primer bloque está integrado por obras del siglo XIX, originales para piano. Esta es nuestra carta de presentación: la identidad nacional cubana; justamente con los creadores del nacionalismo musical cubano: Manuel Saumell e Ignacio Cervantes.

El segundo bloque contiene creaciones de José María y Sergio Vitier. Son obras del cine y la televisión cubana, por el impacto que han tenido sobre nuestro país a nivel emocional e histórico. El tercer bloque está integrado por obras del repertorio latinoamericano. Son piezas de cuatro países diferentes: México, Venezuela, Paraguay y Brasil. Resulta una ventana al mundo, un saludo a la música de otros países desde mi visión guitarrística y de mujer concertista.

El último bloque está integrado por cuatro obras, cuatro íconos de la nueva trova, cuatro autores diferentes. Además, son temas con nombres de mujer, un poco representativo de nosotras las integrantes del disco, se trata de GiovannaClaudia vendrá, Giselle y Para Bárbara

• Has realizado muchas colaboraciones con trovadores de primer nivel a lo largo de tu carrera. ¿Por qué crees que sea esto? ¿Cuál consideras que sea la razón por la que te convoquen para estos trabajos?

Desde hace bastante tiempo realizo colaboraciones con intérpretes de la nueva trova. Siendo estudiante del conservatorio Amadeo Roldán, se convocó al coro de la escuela y a mí, tocando la guitarra, para acompañar a Teresita Fernández en lo que es hoy el Instituto Cubano de la Música. Esa fue mi primera experiencia acompañando a una trovadora: precisamente a Teresita Fernández.

Alrededor del año 2003 tuve la oportunidad de conocer a Silvio Alejandro Rodríguez, Inti Santana, Yosvani Bernal, quienes me invitaron a acompañarlos en sus conciertos. En el caso de Silvio Alejandro e Inti Santana, los conciertos ocurrieron en el centro Pablo de la Torriente Brau y fueron grabados para formar parte de un fonograma. Yosvani Bernal me invitó a su concierto en la sala Thalía de la Universidad de La Habana.

De allá para acá, trovadores como Raúl Torres y Ariel Barreiros me pidieron que los acompañara en conciertos aquí en Las Tunas. Entre los más jóvenes están Iraida Williams, Jesús Ricardo Pérez Cecilia y Amaury del Río, tanto en sus peñas como en las mías, hemos hecho varias colaboraciones.

Pienso que me piden hacer esto dada la experiencia que tengo a nivel guitarrístico, así como el dominio técnico interpretativo desde la guitarra de concierto, lo que da un resultado muy completo, además de contemplar sus canciones desde la visión de una guitarra clásica.

• Por lo general, artistas de primer nivel, del catálogo de excelencia de la música, como lo eres tú y el cuarteto de guitarras Sultasto, buscan colaborar con otros artistas de su nivel. Aunque has compartido profesionalmente con varios de los mejores músicos de este país, no te limitas solo a eso. Realizas una peña mensual en la sede tunera, que ha abrigado a trovadores jóvenes (Amaury del Río, Ali Abigaíl, Martha Borrell…), incluidos estudiantes de escuelas de arte del país y escritores consagrados o no. ¿Por qué haces eso? ¿Por qué con y junto a los jóvenes?

Escribió Rudyard Kiplin que «la juventud no es una etapa de la vida, es un estado mental». La juventud es contagiosa. No solo he trabajado con jóvenes, sino con escritores y trovadores que son mayores que yo. El arte no envejece, sino lo contrario, el arte crece, crece en todos los sentidos mientras más tiempo pasa porque, justamente, se afirma. Cuando es un arte auténtico, se reafirma.

Me gusta en mis espacios tener colaboraciones con jóvenes y con los ya profesionales. Sobre todo para los primeros es una oportunidad de presentarse, compartir y aprender. Muchos de ellos han tenido su primera vez en público en mi peña Del sueño a la poesía y, a partir de ahí, los he visto crecer. Para mí es un voto de confianza, un regalo que les hago, mientras para el público es una oportunidad de descubrir a un nuevo intérprete. Justamente de ahí han salido otras presentaciones. O sea, es una vocación de servicio que me queda como intérprete y maestra.

• Recientemente, como solista y con el cuarteto de guitarras Sultasto realizaste conciertos en La Habana y colaboraste con prestigiosos trovadores y escritores. Además, interpretaron arreglos tuyos en presencia de autores de las canciones. Cuéntame sobre ello.

Este año he tenido la oportunidad de retomar mis conciertos por otras provincias, pues por la pandemia hubo un receso general en el país. Estoy feliz porque fui invitada con el cuarteto al Festival Guitarras en Santiago, donde realicé clases magistrales y presentaciones en el conservatorio de música Esteban Salas. También me presenté en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba de allí y en la Catedral de Santiago de Cuba. Después estuve en el Festival A Tempo con Caturla, en Santa Clara, encuentro que se realiza anualmente en esta ciudad, dedicado a la música de concierto.

Luego, estuve en La Habana donde realicé seis presentaciones. Pude hacer, desde conciertos en La Madriguera, en el Patio de la Egrem, hasta conciertos en el Pabellón Cuba, sede de la AHS nacional y, en especial, en la Casa del Alba Cultural, invitada por el maestro Jesús Ortega. Él fue mi maestro, el gran maestro de la guitarra en Cuba, el maestro de todos los maestros. Para mí fue un reto y un regalo igual para él. Tocar, después de tantos años de graduada y que él dedicará tiempo a escucharme, junto a sus alumnos e integrantes de Sonantas Habaneras…, una dicha. También realicé una presentación en Mayabeque, invitada al concierto de Inti Santana, donde compartí también con escritores.

Lo más importante es eso, seguir trabajando, estudiando. El músico, al igual que el escritor, el artista plástico y otros creadores nunca descansa porque la mente no recesa. Mientras la mente esté activa y el corazón encendido, siempre estaremos soñando obras, soñando cosas que se hacen realidad al momento del contacto con el público.

Ciertamente, he tenido la oportunidad de tocar mis arreglos frente a los autores, como es el caso de Pepe Ordás, Raúl Torres, Eduardo Sosa y Gerardo Alfonso. Particularmente, estos dos últimos estuvieron presentes en uno de los conciertos que realizamos en el Pabellón Cuba, en La Habana, con el cuarteto de guitarras Sultasto.

Fue muy lindo porque, mientras nosotras tocamos los arreglos de sus temas para música instrumental netamente, ellos iban, muy bajito, cantando las canciones. En el caso de Gerardo, cuando interpretamos su tema Giovanna, me estremeció muchísimo escuchar su voz cantando bajito mientras tocaba la línea melódica de la obra. Fue realmente muy, muy emocionante para nosotras, y para ellos también. Quedaron impresionados, nos lo expresaron y, de hecho, quieren hacer colaboraciones con nosotras.

En total tengo más de 30 arreglos de temas de la nueva trova, y muchos de ellos han sido escuchados por sus autores.

• Vienes de la música clásica y la insertas en la trova, la música popular. ¿Aconsejas a los concertistas a acercarse a estos géneros musicales? ¿Crees que los trovadores deberían hacer lo mismo con la música y la guitarra clásica?

Antes de mí, otros intérpretes de música clásica o música de concierto hicieron trabajos maravillosos con los trovadores. Recuerdo a Hernán López-Nussa acompañando a Miriam Ramos cantando temas de Noel Nicola, a Frank Fernández con sus maravillosos arreglos de Unicornio y Melancolía, de Silvio Rodríguez. De hecho, en el tema de Unicornio está acompañándolo la esposa de Frank, que es una excelente chelista. En el caso de Pablo Milanés, su grupo estaba integrado por excelentísimos intérpretes: Dagoberto González al violín y Miguelito Núñez al piano. Son grandes intérpretes de su instrumento que abordaron el repertorio de la música clásica. O sea, la base técnica e interpretativa estaba garantizada.

Sí, pienso que para los trovadores ha sido un crecimiento. A través de su obra logran que estos grandes intérpretes de instrumentos como la misma guitarra, el violín o el piano hagan su versión a estos temas. Crecen los dos: el autor con una nueva proyección de su obra y el músico porque (como dije anteriormente) se acerca a un repertorio que no es el habitual. De ahí salen cosas bellas.

 ¿Qué representa la nueva trova para Elvira Skourtis como músico y como cubana?

Para mí, la trova representa muchísimo, porque me da la oportunidad de tocar nuevas obras, nuevos repertorios y, aunque muchos lo minimizan al verlo como «popular», no es así. De hecho, está demostrado que llega de manera más directa y certera una canción, que ya tiene un texto. La música clásica posee otros requisitos, debe ser escuchada con más atención, con mayor silencio y conocer sus códigos de interpretación.

Además, la trova es parte de todo, no hay historia de la música cubana sin trova. Y como cubana, aún más porque el repertorio de nuestra cancionística es amplio, pero creo que los mensajes más significativos y trascendentes están en la trova. Hay otros géneros muy conocidos, pero es ella la que tiene mayor peso. Por eso quizás también me acerco, porque la necesito y me alimenta.

• El pasado 24 de junio recibiste la Medalla por el 50 Aniversario de la Fundación del Movimiento de la Nueva Trova, por estos más de 20 años trabajando con trovadores y realizando arreglos a canciones de estos autores. El reconocimiento lo recibiste junto a músicos de tu provincia como Iraida Williams, Guislaine Ochoa, Jesús Ricardo Pérez Cecilia, entre otros, y en especial junto al maestro Delfín Ramos, quien es considerado uno de los más significativos trovadores de la provincia, según las palabras de Pablo Milanés. ¿Qué representa eso para ti?

Es un gran reto integrar la lista de personas condecoradas con esa medalla, pues justamente le ha sido otorgada a otros grandes músicos, intérpretes y personalidades de la música en Cuba, un grupo selecto que me honra poder integrar. Ha sido algo muy lindo. Lo que sentí, a nivel personal, cuando recibí el estuche, abrirlo y sacar la medalla, acariciarla y que al dorso tenga una guitarrita, no puedo describir tanta alegría sentida. Además, es un compromiso de ser mejor músico y persona.

 ¿Cuáles son esos sueños por cumplir?

De niña mi sueño era tocar en un teatro y siempre lo visualizaba con el público de pie, aplaudiendo. Eso lo he logrado, de hecho, en varias ocasiones en Cuba y el extranjero.

He soñado con acompañar a grandes intérpretes y también es un sueño. Raúl Torres fue uno de ellos. Soñé con acompañar a Pablo y lo acompaño ahora desde otra dimensión.

El sueño principal, artísticamente hablando, es conmover a los que me escuchan, es lo que siento cuando me expreso musicalmente, un fenómeno que se genera desde que llega la obra, la aprendo, memorizo y la trabajo…, busco que llegue del mismo modo al momento de interpretarla, ese en el que puedo estremecerme por la intensidad del mensaje sonoro, algo increíble.

Me ha sucedido, en numerosas ocasiones, que al estar tocando y terminar la obra he visto al público con lágrimas, emocionado. Me pasó con el compositor Ñico Rojas después de tocar su obra Lilian, dedicada a su hija fallecida. Al terminar se me acercaron él y su esposa, me abrazaron y estaban temblando. Esa es una de las cosas más impactantes que me han sucedido en la vida, sentir tan cerca la emoción y el temblor en la mano que me saluda y agradece.

 

*Tomado del Periódico 26.


Entre arte y literatura… Casaus

Conversar con Víctor es un deleite, no solo por su elocuencia y facilidad para comunicar, sino por la sensación de cercanía que produce en quienes tienen el privilegio de escucharlo por primera vez.

Un hombre que desborda humildad y sencillez a pesar de que sus logros no caben en su ser; son esas cualidades las que hacen aún más fácil admirarlo y amar su obra.

Durante el encuentro “Estrechando espacios” que organiza la Casa del Joven Creador de nuestra urbe agramontina, el público tuvo la oportunidad de conocerlo y ser partícipes de un encuentro entre amigos, como lo denominó el propio Casaus.

El actualmente director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau comentó que encontró en el periodismo las bases para formar su inclinación por la escritura y su desarrollo profesional en general.

«Mis primeras letras fueron a través del periodismo y la poesía… era insoportablemente joven y esas ansias de búsqueda vibraban en mi constantemente», confesó.

Es fundador de El Caimán Barbudo, una generación que marcó pautas y aún mantiene su esencia. ¿Qué significó para usted ser parte de su concepción?

Significó muchísimo por la importancia histórica literaria que posee la revista, es realmente entregador de cosas hermosas continuar la vida de El Caimán Barbudo.

¿Cómo surge su vinculación con la trova a pesar de no tener formación musical?

A pesar de no tener una molécula musical en mi ser, he tenido la suerte de estar cerca de la música, de vivir la música en el sentido de quien trata de apropiarse de ella e insertar parte de lo que uno hace con los trovadores; por eso he promovido siempre esa unión de la poesía con la música. Precisamente es a través concursos, eventos y lanzamientos de discos que se le da continuidad a esa premisa.

En cuanto al Centro Pablo de la Torriente Brau y su vinculación con el arte digital, coméntenos hasta qué punto influyó el Centro en el desarrollo de esa manifestación.

Hubo un tiempo en el que había muy poco conocimiento sobre el arte digital, en un encuentro de varios artistas cubanos y extranjeros nos llamó la atención la muestra de unos artistas boricuas que resultó ser arte digital, los invitamos a exponer en el Centro y así fue como se trazó el camino en el que comenzamos a adentrarnos en esa forma artística de utilizar las tecnologías.

Programas artísticos como «A guitarra limpia» y «Sala Majadahonda» han caracterizado el Centro, que durante los años de su funcionamiento se ha convertido en el espacio donde confluyen juventud y experiencia a favor del arte y la identidad cubana. ¿Que motiva a Víctor y al centro por continuar apostando por el arte joven?

Creo que es un mandato del propio Pablo de la Torriente Brau que hizo tanto por los jóvenes en su tiempo siendo él mismo joven, y que es hoy un ejemplo para los de nuestro tiempo, con esa inspiración considero que le debemos mucho a esos que se acercaron a nuestra institución en el sentido de confiar en aquellos viejos que teníamos la idea de hacer un concurso de diseño de carteles, y a partir de ahí recibimos una energía de esos artistas jóvenes que se conserva hasta hoy.

¿Qué consejo les daría a esos jóvenes artistas, afiliados de la AHS, cualquier muchacho o muchacha que estén buscando un espacio para dar rienda suelta a su creación?

Más que un consejo quisiera compartir algo que por supuesto trataré de hacer cumplir en estos años, y es un texto que redactó Pablo en su exilio neoyorquino, donde definió el valor que veía en la sinceridad, la honestidad y la autenticidad, de la siguiente manera:

«Las cartas son para mí como el acta de nacimiento de mis pensamientos y no tengo miedo a equivocarme en política, porque solo no se equivoca el que no labora, el que no lucha».

Como un bálsamo para el alma llegan las palabras de Víctor Casaus, incansable predicador de la figura de Pablo, amante de las artes y las distintas visiones de los nuevos creadores, alguien que sabe hacer coincidir la sabiduría del pasado con la osadía del presente, y continuará siempre apostando por las maravillas que salen de esa unión.


Trova para vivir

Parece que la tierra va a temblar, anuncia con voz fuerte Annalie López, “Azucena», en una de sus canciones. La cantautora guantanamera, invitada a la X edición del Festival Nacional “Canto Adentro” de la Asociación Hermanos Saíz en la provincia de Camagüey, lo sabe muy bien y lo grita para que lo escuchen los corazones: sin clave no hay rumba.

Una verdad. Mil ramificaciones.

Un río, cientos de cauces.

Sus palabras retumban cual ecos internos y dejan ver (u oír) cómo crecen y florecen las ramas de un arte que, sin poder verlo, guarda en sí toda la pureza de la naturaleza y las contradicciones de la sociedad. Cuba va en una canción y la humanidad se esconde entre seis cuerdas. Sin uno, no hay otro, y en Canto Adentro, como reza su nombre, esas verdades brotan desde el interior de una isla y se muestran, con todos sus matices, a flor del rasgado de la guitarra. 

foto: Ricardo de la paz

Sin música la vida sería un error

A una década de fundado el evento de música de la filial agramontina de la AHS, resonaron del 24 al 26 de noviembre, entre coros y acordes, las letras de cantautores de diversas provincias (Guantánamo, Las Tunas, Camagüey y Villa Clara), quienes se dieron cita en la urbe principeña para, como desde hace diez años, compartir canciones entre amigos trovadores que defienden la canción de autor. 

“Azucena”, Pedro Sánchez Zapata, Amaury del Río, Yordan Romero, Rolando Berrío, Reinaldo Rodríguez, Adrián Cancino, Dawlyn Aldana, y los dúos Dulce Kpricho y Mantra, acompañados de artistas del patio como Eduardo Campos, Rachel Pérez, Wendy Hernández, Roly Suárez, Breismer Hernández, Joaquín Pérez, Juan Pablo Palmero, Linnet Molina y Yury del Río, participaron de conciertos, descargas y recitales, en los cuales interpretaron temas que forman parte de su repertorio; que, aunque diferentes como sus autores, guardan más de una conexión en contenido, forma y raíz, entre músicos que mantienen estrechos vínculos afectivos entre ellos.

Son estos lazos imperceptibles (junto a la dedicación y amor por la trova) los que han mantenido el latido de este festival de la organización durante dos lustros y los que enlazan el entramado de la joven canción de autor en Cuba, cual cilindro que aúna un caleidoscopio de voces y miradas que se atraen. Parafraseando a Nietzsche: la música, sin amigos, sería un error.

foto: Ricardo de la paz

Sin pasado no hay presente 

Dedicado a los 50 años de la Nueva Trova y a la figura de Miguel Escalona, la presente edición de Canto Adentro también tuvo un acápite, tan necesario, enfocado a la salvaguarda del patrimonio musical e histórico de la nación. Cerebro y corazón se conjugaron en este sentido, principalmente, en dos actividades que realizó la filial de la Asociación Hermanos Saíz en la región.

Por un lado, el Centro de Convenciones Santa Cecilia de Camagüey acogió el panel teórico por el 50 aniversario del Movimiento de la Nueva Trova, con la participación de la profesora del Centro de Estudios de la Fundación “Nicolás Guillén” Ángela Benítez, y la musicóloga del territorio Heidy Cepero, en el que se abordaron temáticas relacionadas con las principales características y representantes del movimiento cubano y su trascendencia para la cancionística nacional. Además, se debatieron aspectos vinculados con la necesidad de la realización de estudios e investigaciones culturales por los musicólogos de la localidad para reconstruir la memoria histórica de los cantautores camagüeyanos.

Por otra parte, como es tradición cada año, los participantes realizaron la peregrinación al cementerio de la ciudad, en tributo a Miguel Escalona, fundador de la Nueva Trova e impulsor del género en la comarca principeña. Igualmente, espacios de reflexión y conciertos fueron dedicados a la figura e impronta del recién fallecido Pablo Milanés; encuentros en los que un hilo invisible unió, en el silencio del camposanto y en la mitad del concierto, el pasado y el presente, en la voz de Harold Diaz, fundador del festival, quien confesó de niño haber conocido a Escalona sin que el músico nunca lo supiera, y en el aletear de una mariposa que revoloteaba mientras Dawlyn Aldana cantaba “Para vivir” de Pablo, como un recordatorio perenne, casi místico, del epitafio del trovador camagüeyano: “No es muerte la del hombre que se queda”. 

foto: Ricardo de la paz

Sin trago se traba

Hasta diferentes espacios de la localidad agramontina arribó la X edición del evento de la AHS Camagüey, con el objetivo de contribuir a visibilizar la obra y los artistas que defienden la canción de autor. El Alberto’s Café, el Bar Katarsis, la Casa Madiba, el Seven Bar, el Melange Club, la Galería “Alejo Carpentier” y, por supuesto, la Terraza Arte Joven de la Casa del Joven Creador, fueron los sitios escogidos para la presentación de los cantautores, en una estrategia que involucró la colaboración con emprendedores locales.

«Dale Cucucun», nueva modalidad de descarga realizada en el evento, aunó en las tardes agramontinas al público, músicos del territorio e invitados, en citas en las cuales la canción y la amistad llenaron el espacio de bares y cafés de la ciudad principeña, con acordes y melodías trovadorescas.

Una práctica que, de sistematizarse, puede, por una parte, revitalizar locales culturales y de esparcimiento y, por otro lado, contribuir a la promoción, desarrollo y sustentabilidad de la obra y los artistas que trabajan la canción de autor, género que encuentra normalmente su talón de Aquiles en la comercialización. Un hecho a tener en cuenta, pues como diría Frank: la trova sin trago se traba.

foto: Ricardo de la paz

«Sin clave no hay rumba»

Aún queda mucho. Demasiado.

A diez años de fundado el Festival Nacional “Canto Adentro”, todavía existen barreras que los trovadores deben derribar a golpes de guitarra, como lo hicieron hace medio siglo aquellos muchachos de la Nueva Trova y como lo realizaron, antes que ellos, Ñico, Sindo y otros tantos que han dejado su vida entre las seis cuerdas. Falta de promoción y comercialización, dificultades para la profesionalización, carencias de instrumentos, desatención por instituciones de la cultura, son algunas de constantes negativas que comparten, tristemente, gran parte de los cantautores del país. Y como “Azucena” tiene claro: el dominó de la esquina queda tablas cada vez que acontece esto.

Sin arte no hay sociedad, y sin trova no hay Cuba. Forma parte del pasado que se une con el presente. Es el pensamiento hecho canción y la canción, en sí, lleva adentro almas enteras de pueblo y nación. Promover esta creación, más que la crítica (y apoyo) a procesos y manifestaciones culturales divergentes, será la mejor manera de contribuir al desarrollo de los cantautores y del arte cubano.   

Mientras tanto, estos jóvenes continúan alzando su voz, en cualquier espacio, con diez o cincuenta personas, al año o una vez al mes, para evitar que la trova no sea invisible a los oídos y al corazón. Sin clave no hay rumba, dice la letra, tan cierta como que la tierra tiembla por un sentimiento, que no se ve, pero que está.

foto: Ricardo de la paz

«Solo temo a desafinar o quedarme sin voz delante de mi público»

Cada vez que había galas o cualquier otra celebración en la Universidad de Oriente, Ronaldo Rodríguez Hernández tenía que cantar. De solo notificar su presencia no quedaba espacio vacío. En aquel tiempo pocos gozaban de la popularidad del entonces aspirante a Ingeniero Industrial. Ni el reggaetón más conspicuo convocaba mejor audiencia que aquel guantanamero de canciones pegadizas. A gritos, la multitud le pedía bis pero, al cambiar su carrera por la música, aquel público quedó huérfano de sus coplas y muy pocos supieron a dónde había ido el bardo de apariencia rasta.

No fue hasta la gala de premiaciones del Festival Cuerda Viva 2019 cuando volvimos a verlo, ya en la televisión nacional: Ronaldo Rodríguez ganaba el máximo galardón en la categoría de música alternativa. El tema “Deséame lo mejor”, perteneciente a su primer fonograma “Raros Pasos”, volvió a colocarse ante su público.

Al graduarme de periodismo contacté otra vez con él por las redes sociales y vía WhatsApp me contó parte de su historia.

fotos cortesía del entrevistado.

 “En la Universidad me gradué de cantautor y no de ingeniero industrial que fue a lo que fui allí” –me dijo, y luego contó que esa ni siquiera era la carrera por la que optó al culminar el preuniversitario–. En duodécimo grado obtuvo la carrera de Derecho y cuando terminó el servicio militar, por negligencia de alguien su boleta había desaparecido, no tenía carrera; sin embargo, en esa época había aprovechado tanto el tiempo que hasta ganó el Gran Premio del Festival de artistas aficionados de las FAR .

Tras reclamos de su familia, le ofrecieron una serie de carreras y cuenta, que ninguna pertenecía al perfil de su preferencia. Para él, la más decente era Ingeniería Industrial y con ella se quedó.

Ahí estuve tirando pa’ lante, de Mundial en Mundial, me costaba muchísimo trabajo vencer asignaturas como Cálculo 1, 2, 3. Aún así llegué hasta el cuarto año. Y si le sumo a esto que todo lo que aprendí del universo musical que descubrí en Santiago de Cuba, me interesaba muchísimo más que mi carrera, no fue muy productivo mi paso por las aulas de la Universidad de Oriente. Sin embargo, creo que le agradezco muchísimo a esa institución y lo mejor que me pasó en ella fue la posibilidad de ser mucho más culto.

fotos cortesía del entrevistado.

Las galas inter-facultades, los festivales de artistas aficionados de la FEU, los Festivales de la Trova Pepe Sánchez, los Festivales del Caribe y la tercera edición del Concurso de captación de talentos “Oye mi canto”, del que fue finalista, fueron una plataforma y una oportunidad para definir que cantar era lo que él quería hacer. Es precisamente ahí donde se dio cuenta del alcance que tenía la música que hacía. Los resultados en “Oye mi Canto” le abrieron las puertas a la membresía de la Asociación Hermanos Saíz.

Normalmente yo hacía mi música para mí, para mis amistades y para mi familia, pero cuando me paré en el teatro de la Universidad frente a mucha gente que me aplaudía con el corazón y me pedía otra canción, me di cuenta que ellos no podían estar equivocados y que definitivamente ese era mi camino.

La Universidad fue un período de 4 años, pero la música ha estado en mi vida desde que nací.  En el cuarto año decidí irme. Se lo comuniqué a mis padres y familia; y ellos estuvieron de acuerdo porque todas las cosas se estaban alineando para que mi futuro se encaminara por la música y no por la carrera que estaba estudiando y decidí que esa era mi felicidad, y era lo mejor que podía hacer.

fotos cortesía del entrevistado.

En 2017 se funda la banda RONKLUNGA. ¿Cómo surge el nombre de esta agrupación?

Ronaldo Rodríguez me parecía muy “cheo” para ponerle a una banda. Tampoco quería ponerle Ronaldo Rodríguez y su Banda o Ronaldo Rodríguez y su grupo, eso para mí estaba en candela. Y cuando grabamos el video clip de mi primer sencillo “Likidao” que lancé aquí en la capital, empezó el debate con los realizadores del video de que mi nombre no era comercial pa ponerle en los créditos.

Y junto con Mauricio Figueiral, que fue uno de los realizadores junto a Adrián Berazaín, surge este juego de palabras: El Ron, por mi nombre, y el Calunga, un apellido con mucho peso en mi familia paterna que vive en Santiago de Cuba. Llegamos a ese consenso, buscamos en Google RONKLUNGA y no aparecía ninguna coincidencia; y eso es súper importante. Cuando tienes un nombre original para que la gente te siga y te busque, hace que no se desvíen de su atención.

fotos cortesía del entrevistado.

¿Qué ha sido lo más grande que has logrado en tu corta carrera como músico?

Lo más importante es la aceptación del público. Yo nunca me he sentido fuera de lugar con mi música, y la gente siempre reacciona positivamente a mi voz, a mis canciones. He tenido que enfrentar muchísimos obstáculos en mi carrera, mis logros no son cuestión de buena suerte, son resultado de mi sacrificio y esfuerzo. Pero te puedo mencionar mis dos premios Cuerda Viva. En 2019 gané el galardón en la categoría de Música alternativa, y en 2020 en la categoría de Covers y versiones.

¿Qué significa haber compartido escenarios con Silvio Rodríguez?

Compartir escenarios con el maestro Silvio Rodríguez en sus giras por los barrios, algo que enaltece mi trabajo, me hace creer que lo estoy haciendo bien, y ese reconocimiento y esa presentación junto a él es de lo mejor que me ha pasado.

También estuviste en el festival intercultural de las naciones en Santander, España, una satisfactoria experiencia…

Sí, ofrecí algunas presentaciones en Bilbao y es súper lindo andar por las calles y ver los carteles con la promoción de tu concierto, ver tu foto y la gente señalando y haciéndose fotos conmigo. Una vez que llega el día del concierto y la gente reacciona súper bien a una música que no los identifica mucho realmente, con la que no tienen mucho que ver, ritmos que les son un poco indiferentes y aún así, ves que la energía es muy positiva, eso te da esa sensación de que tu música va más allá de tus fronteras y es universal.  

¿Por qué decidiste hacer música alternativa?

Creo que la música que hago es para todo tipo de receptor y, en efecto, no veo una diferencia significativa entre un público y otro. Hasta ahora, por suerte, mis canciones son aptas para todas las edades. Y realmente no me importa si alguien la llama música alternativa. Música es música y no le temo a esas etiquetas. A lo que sí le tengo miedo es a amanecer y no tener voz para cantarle a mi público, o no tener la musa pa’ poder hacer canciones o desafinar en vivo en un concierto.

Cuerda Viva, el primer paso a la televisión nacional…

Sí, Cuerda Viva fue el primer programa de la televisión nacional que me abrió sus puertas. Me mostró a un público inmenso que no conocía mi trabajo. Ese programa me dio esa oportunidad y siempre les voy estar agradecido, más por la oportunidad que por los dos premios. Es de las acotaciones fundamentales en la trayectoria de mi carrera. Eso quizás dio paso a que uno de mis temas se convirtiera en la música de presentación y cierre del programa de televisión “Súmate a mi show”, de la productora discográfica Bis Music, en conjunto con Artex.

En 2019 la agrupación de la que es líder se llevó el galardón en Música alternativa con la canción “Deséame lo mejor”, y en 2020 se alzaron en la categoría Covers y versiones gracias a una novedosa variante al clásico tema “Lágrimas Negras” de Miguel Matamoros.

fotos cortesía del entrevistado.

¿Por qué insistes en ese acento cubano en tu música?

Más que intencional, creo que es algo que llevo en la sangre. Y esto es paradójico porque desde pequeño la mayoría de la influencia que tuve era música internacional, cantaba canciones de artistas foráneos. Sin embargo, sin darme cuenta, cuando decidí hacer seria mi carrera, terminé volviendo a mis raíces, a lo cubano.

¿Por qué no haces música más comercial?

Te diré como dice Calle 13: Si yo quisiera vender algo, montaba una tienda, prefiero regalarte música aunque tú no la entiendas.

En tiempos de pandemia, este joven creador trabaja en la grabación del video clip de su tema “Refranero”, uno de los que dan vida a su disco “Raros pasos”, fonograma licenciado con la disquera Bis Music el pasado año. Se encuentra inmerso en la producción de su segundo CD.

Mientras, selecciona las canciones, realiza los arreglos y espera el regreso a la normalidad para empezar los conciertos y las presentaciones que le coordina la AHS en el Pabellón Cuba, se arma de mejores crónicas de la realidad de nuestro país con el afán de superar ese primer compendio musical con arraigo en lo tradicional y lleno de un sonido alternativo, donde confluyen el legado intelectual de la nueva trova con ritmos caribeños y tradicionales.


«Lo que nos interesa es llevar un mensaje, sin recetas» (+ video)

En el centro de Cuba, específicamente en la cosmopolita y siempre animada ciudad de Santa Clara, la canción de autor es asidero para novedosas sonoridades. Cada viernes en la tarde noche, el dúo Círculo de Tiza se da cita en la casona sede de la Asociación Hermanos Saíz en Villa Clara para compartir con su público el gusto por la música rural de Norteamérica.

Víctor Daniel Évora Mendoza y Yasmany López Cuella (El Baby) se conocieron en agosto de 2004 mientras planeaban el acto del primer egreso del Programa Especial de Instructores de Arte en el país. Emergieron intereses profesionales y el gusto por arquetipos como Santiago Feliú, Carlos Varela y Polito Ibáñez. También por el rock and roll y el country.  

En septiembre de 2007, poco después de graduados como instructores de arte, fundaron el dúo a guitarra y dos voces Círculo de Tiza, que les ha hecho crecer como músicos hasta convertirse a profesionales. Y es que Víctor y Yasmany coinciden hasta en la fecha de nacimiento: 10 de mayo de 1985. Quizá por eso en su repertorio es difícil determinar la autoría de una y otra pieza.

—¿Componen a cuatro manos?

—Víctor: Solo un tema, Pacto de humo, que se estrenó hace 11 años. Él tiene sus composiciones y yo tengo las mías — responde mientras fuma un cigarrillo.   

“Yasmany abarca temas diversos, resaltando más lo existencial, y yo tengo una inquietud más acentuada hacia las canciones sociales. En el plano personal compuse mi primera canción a los 14 años, pero realmente comencé a sentir que surgía algo nuevo dentro de mí cuando llevábamos un año con el dúo, que montamos mis primeras composiciones y pude sentirme cantautor”.

En su repertorio en general, estos músicos recrean el panorama musical de los pueblos periféricos (o sea, del campesinado) de Estados Unidos y Canadá, sustentado en géneros como el folk country, el blues, el funk y el rock-pop, aunque según hacen constar ellos mismos; «con reminiscencias de lo que aportó para el Movimiento de la Nueva Trova en Cuba, los elementos del llamado rock nacional, en Argentina y el reggae en Jamaica». 

cortesía de los entrevistados

Te hablo, por ejemplo, del swamp rock, este rock and roll que resalta la guitarra y la voz. Además, trabajamos el blues, el reggae de Jamaica nos llama mucho la atención y recurrimos también al funk conocido en los años 70 en Cuba como pastilla”, explica Yasmany y Víctor argumenta: “Es una línea que desde la canción de autor trabaja elementos de esos géneros, pero últimamente estamos centrados en explorar diversas variantes del country; por ejemplo, la balada country y el bluegrass. Actualmente vamos por el camino de la experimentación alternativa, por ejemplo, te puedes encontrar el reggae, con rock alternativo, con el country.  

Y aunque esta se ajusta al formato de banda (bajo, guitarra, guitarra eléctrica y teclado fundamentalmente), Círculo de Tiza hoy día está integrado solo por sus dos fundadores, Víctor y Yasmany, quienes protagonizan junto a otros trovadores el espacio Cañasanta a la Hora de los Mameyes en la Casa del Joven Creador de la ciudad santaclareña. Allí ofrecen desde hace siete años esta línea de composición rara frente a un público mayoritariamente de miembros la joven vanguardia artística del país.

 —Defienden esta música de habla inglesa preferiblemente, ¿pero cantan todos sus temas en español?

—Sí, casi todos, excepto algunos cover —contestan casi a dúo y se ríen.

Entonces presumo que no soy la primera en acotar la paradoja. “A mucha gente, sobre todo extranjeros que nos escuchan a dos cubanos sin banda y cantando country en español, creo que “no les da la lista con el billete” explica Yasmany sin dejar de reír. Luego se ponen serios, pues lo que hacen constituye “un reto”, sostiene Víctor.

Pienso también en el hecho de cantar country en una plaza frente a otras sonoridades como la timba, la guaracha, el punto; y otro folclor, digamos, caribeño, latino, afrocubano.

—¿Han pensado en la experimentación con mezclas cubanas que les permitan acercarse más al público hispanohablante?

—Yasmany: En ese sentido, específicamente nosotros hemos tenido que lidiar con los cuestionamientos de cerca de por qué no componemos música cubana, y siempre explicamos que defendemos la música cubana en todas las instancias que haya que hacerlo, pero nuestra línea de trabajo es otra, sin que esto constituya una camisa de fuerza para la experimentación futura con los ritmos predominantes o representativos en nuestro país.

—Víctor: En nuestras canciones hay mucho rejuego de palabras, doble sentido, frases que escuchamos en la calle. Son guiños a la cultura cubana más popular. También en la sonoridad nos hemos acercado a nuestras raíces campesinas.

tomada del perfil de facebook círculo de tiza

“Por ejemplo, tenemos un country bluegrass, Pieles de corderos, que es una chota, una descarga a los cornudos, ya que trata sobre prejuicios hacia los hombres que consienten el adulterio femenino; y al final incorporamos unos compases del punto cubano. Es un homenaje que quisimos hacer a nuestro folclor; pero también representan las dos orillas: lo cubano y lo extranjero desde su ruralidad”.

“Observamos la realidad, la gente, sus expresiones y todo eso lo incorporamos a nuestro repertorio,” explica Yasmany, con aire evocador. “Nosotros nacimos en el campo, en pequeños pueblos alejados de la ciudad cuya ruralidad está impregnada de un folclor muy hermoso tanto en el habla como en la forma sana de ver la vida. Subyace la poética del lugar de donde venimos en nuestros temas, que a veces contienen dicharachos propios del campesinado nuestro”.  

—Me comentaban que no les interesa el verso fácil y que les gusta mucho abordar contenidos sociales ¿Cómo se ven dentro del movimiento de la canción política actual?

Lo que nos interesa es llevar un mensaje, sin recetas”, me contesta Víctor con rapidez, y su amigo lo apoya casi sacándole las palabras: “Sencillamente planteamos un punto de vista y la gente lo digiere como mejor entienda. Y las etiquetas no nos interesan mucho.  

“El ser humano trata de etiquetar, de engavetar o encuadernar las cosas; pero tratamos, en la medida de lo posible, de estar por encima de eso y crear sencillamente”.

tomada del perfil de facebook círculo de tiza

—Entre los temas que abordan está presente también la religiosidad…

Víctor: Abordamos temas reflexivos, las preguntas existenciales que se hace el ser humano, y dentro de esto la relación con Dios, como un referente; tanto si las personas creen que existe como si no.

—¿Cuáles son los desafíos actuales de Círculo de Tiza?

—Yasmany: No hemos abandonado el sueño de tener una banda —responde con los ojos chispeantes—. De hecho, las grabaciones del disco que estamos haciendo ahora van acompañadas por instrumentos reales, gracias a la ayuda desinteresada de algunos amigos músicos.  

—Por último, lo primero: ¿por qué Círculo de Tiza?

tomada del perfil de facebook círculo de tiza

—Víctor: Es una obra de teatro de Bertolt Brecht que se llama El Círculo de Tiza Caucasiano, inspirado en el cuento chino El círculo de tiza; y a su vez da nombre a una canción de Carlos Varela. Todo esto se mezcla con la mitología escandinava, que refiere aquel círculo de sal que protege a las personas de buena voluntad de las malas acechanzas.

Yasmany: También tiene que ver con la lectura que nosotros le damos a esa frase. Un Círculo de Tiza puede ser efímero. Es como el círculo de la vida, que también es frágil. Como mismo se puede borrar de un plumazo un trazo de tiza, se puede borrar la vida de un ser humano.

Víctor: Y estamos empeñados en que dentro de ese círculo solo entren los buenos seres humanos, la gente de buen querer, la buena voluntad. La paz, la esperanza y el amor. Sobre todo, esas tres cosas.  

Así el repertorio de ambos —de Círculo de Tiza, al fin y al cabo— aboga por temáticas de valor universal; el amor, la libertad, la patria, la nostalgia y la crítica social. Estas pasan por la subjetividad de los creadores, cosmovisiones y sensibilidad artística que tributan a la construcción de un discurso de lo cotidiano que se funde en sentimientos y proposiciones más generales.


Guantánamo, otra vez ciudad de trova y pensamiento

Online y con transmisión televisiva en las noches por Cubavisión y el Canal Clave, la 44 Jornada de la Canción Política este año volverá a convidar a cultores de la música trovadoresca cubana para intercambiar y promover lo mejor de ese peculiar canto en Guantánamo del 1 al 4 de agosto, esta vez velando por el cumplimiento de los protocolos sanitarios post COVID-19.

A través de las redes sociales consagrados y noveles artistas unirán voces desde sus respectivos hogares para homenajear a los mártires caídos en la Villa del Guaso el 4 de agosto de 1957.

Entre los invitados confirmados vale destacar a Liuba María Hevia, Nelson Valdés, Marta Campos, Heidi Igualada, La Trovuntivitis, Yaima Orozco, Iraida Williams, así como Josué Oliva y Annalie López, Premio Cuerda Viva 2019 y nominada a los Lucas.

También se sumarán al evento online intelectuales de otras ramas artísticas como la pintora cubana Diana Balboa, la mexicana Berenice A. Moreno, las literatas Elizabeth Reinosa y ElaineVilar (Premios Calendario 2019 y 2020), e historiadores como el guantanamero José Sánchez Guerra, para un total de 30 participantes nacionales y seis desde México, unidos virtualmente.

La creación de un canal de YouTube para la Jornada será otra novedad de esta edición, que además cuenta con una multimedia creada por la propia Asociación Hermanos Saíz, organizadora de esta cita, la más antigua de las vigentes dedicadas a la Nueva Trova en Cuba.

Cinco nuevos espacios en el escenario digital se prevén este año: Te presento a (suerte de ficha biográfica de algunos cantautores invitados); De que callada manera, conjunto de capsulas que aúnan el verso y la música en perfecta simbiosis; además de los esperados Fuera de foco y La ciudad que quiero, con retrospectivas de pasadas ediciones y pronunciamientos de nuestros artistas sobre la villa de Guantánamo, próxima a cumplir 150 años.

El programa abarcará descargas musicales, muestras de las artes visuales, lecturas de jóvenes escritores cubanos, tres paneles especializados (sobre la mujer en la trova, el devenir de la urbe del Guaso y los hechos del 4 de agosto), además de forodebates sobre las nuevas formas de promoción alternativa.

Los perfiles de Facebook del sector cultural en el territorio se harán eco de las actividades, como en anteriores eventos realizados en medio de la pandemia.

La cita servirá de pretexto para recordar la obra de figuras inolvidables como Sara González, y realizar la habitual peregrinación y descarga trovadoresca en el Obelisco a los Mártires, ahora con elenco local y reducido público.

Al encontrarse la provincia en fase recuperativa tres, es posible realizar pequeños conciertos en recintos culturales de la localidad, los que serán transmitidos en paralelo por Internet y la TV.

La Casa de la Trova se anuncia como uno de las sedes de las presentaciones, aunque se prevé que acoja un 50 por ciento de su capacidad, para respetar las normas sanitarias establecidas.

Música, poesía, historia, presentaciones de recientes Premios Calendario, y expediciones artísticas al centro penitenciario y a la Brigada de la Frontera, conforman el amplio programa de la Jornada de la Canción Política, que tomará las plataformas de las páginas Streaming Cuba, el Portal del Arte Joven Cubano y el Noticiero Cultural, para demostrar la vitalidad y capacidad de reinvención de uno de los más trascendentales eventos de la provincia.


Jornada de la Canción Política celebrará la presencia de la mujer en la trova

A la presencia de la mujer en la trova estará dedicada la edición 44 de la Jornada Nacional de la Canción Política, que en contexto pandémico global aprovechará las potencialidades de la multimedialidad para redimensionarse, contando como siempre con notables de la Nueva y Novísima Trova cubana, entre ellos la cantautora Liuba María Hevia.

Este año el evento tendrá canal de YouTube y escenario fijo en otras plataformas alternativas, como la página oficial de Facebook de la filial guantanamera de laAsociación Hermanos Saíz -que lo auspicia- y junto a los hoy socorridos sitios virtuales su programa trascenderá además en transmisiones televisivas desde Cubavisión y el Canal Clave, e igual en actividades presenciales diversas.

La cita, la más antigua de las vigentes dedicadas en Cuba a la Nueva Trova, y que desde sus inicios atrajo a Guantánamo a estrellas del género como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, esta vez no tendrá sus multitudinarios conciertos en las calles, pero su prometedora cartelera volverá a convertir los primeros cuatro días de agosto en jornadas de la canción inteligente y comprometida.

Respondiendo a su dedicatoria este año, a la impronta femenina en la obra trovadoresca, se ensalzará a figuras icónicas como la inolvidable Sara González, quien varias veces prestigió el evento en la Villa del Guaso, en tanto dignas herederas de su savia encabezarán los conciertos en tiempo real: la propia Liuba, Marta Campos, Heidi Igualada, Yaima Orozco, Iraida Williams, y otras.

El cronograma mantendrá su habitual peregrinación y descarga trovadoresca en el Obelisco a los Mártires -ahora con elenco local y reducido público-, y sus otros momentos para las artes visuales, la poesía, la historia, las presentaciones de recientes Premios Calendario, fructíferos intercambios teóricos y expediciones artísticas a centro penitenciario y a la Brigada de la Frontera.

Este capítulo propone cinco nuevos espacios, en el escenario digital, entre ellos Te presento a… y De que callada manera, con contenidos biográficos, música e invitados en línea, y los espacios Fuera de foco y La ciudad que quiero, con retrospectivas de pasadas ediciones, y cápsulas promocionales en homenaje a la Villa de Guantánamo, próxima a cumplir 150 años.

Inmediatamente lanzada la convocatoria del evento, a inicios de julio, confirmaron su presencia online destacados escritores, teóricos, la pintora cubana Diana Balboa, la mexicana Berenice A. Moreno, trovadores cubanos notables como Nelson Valdés y los chicos de La Trovuntivitis, y fundadores de la Jornada en la década del 70, como Lorenzo Cisneros (Topete) y Noel Nicot.

Igual aseguraron su asistencia las literatas Elizabeth Reinosa y Elaine Vilar (Premios Calendario 2019 y 2020), historiadores como el guantanamero José Sánchez Guerra -quienes disertarán lo mismo en sitio virtual que presencial-, y en total una treintena de intelectuales y artistas de varias provincias cubanas, más seis que gracias a la magia de Internet participarán desde México.

La Jornada de la Canción Política, que se hará lugar también desde las páginas Streaming Cuba, el Portal del Arte Joven Cubano y el Noticiero Cultural, tiene una inspiración histórica: cantar a la Patria, al amor, a nobles sueños de la humanidad, y a la memoria de los revolucionarios miembros del Movimiento 26 de Julio caídos en Guantánamo el cuatro de agosto de 1957.

A lo largo de sus 44 años la cita se ha convertido en vitrina del talento de noveles cantautores, apostando por la vitalidad trovadoresca, y esta venidera edición, al decir de los organizadores, será valiosa porque permitirá revisitar y celebrar su trayectoria, ahora desde el alcance internacional e interactivo que le imprimirá su presencia en el ciberespacio.


Sobrepasar los límites del sonido

A partir de las redes sociales y de una colaboración para un videoarte pude llegar hasta la obra de este artista, cuya mayor virtud podría ser la de estar siempre en constante movimiento y búsqueda interior.

René Rodríguez (Trinidad, 1979) es compositor y artista visual, graduado del Instituto Superior de Arte, con una Maestría en Composición. Ha obtenido diversos premios como compositor, entre ellos el Alejandro García Caturla de la UNEAC, el Premio por mejor música original en el Festival Broadcasting Caribbean de la UNESCO, Premio de composición en el Festival de la Canción por los 500 años de la fundación de Trinidad, y el Caracol de la UNEAC. Así mismo obtuvo tres premios de fotografía en el 22 Salón de la Ciudad de Arte Contemporáneo de La Habana en 2018. 

Su obra ha sido expuesta en importantes eventos y festivales dentro y fuera de Cuba. Como fotógrafo ha desarrollado varias exposiciones colectivas y personales.

Desde los inicios ha desarrollado su estética creativa a partir de la música electroacústica en relación con la poesía, las artes plásticas, el teatro, la fotografía y el cine, inquietudes creativas que han nutrido su sensibilidad y que le permiten ir redescubriendo el mundo con los mismos ojos asombrados y, siempre, desde la humildad.

Desde pequeño comenzaste estudios en el conservatorio de tu provincia natal, Sancti Spíritus, en la especialidad de piano, incluso formaste parte de un grupo musical infantil llamado Juventud 2000, desde donde empezaste a incursionar en el mundo de la composición musical, pero, qué fue lo que realmente te enamoró de la música.

Comenzar a estudiar desde los ocho años el piano e integrar una banda musical infantil desde 6to grado fue la consecuencia de un primer amor, de una certeza que anteriormente se venía enramando. Más que haberme enamorado de la música diría que experimenté un deseo muy fuerte desde niño por descubrir sonidos, puedo afirmar que de manera inconsciente.

De mi primera infancia trinitaria recuerdo que mi abuelo tenía un escaparate viejo en el traspatio, en él conservaba un mundo de entonadas herramientas y objetos con los que construía artefactos y me inventaba historias. Sin quererlo se convirtieron en mis primeras elaboraciones primitivas como artista. Un sonajero de botellas, hierros de diferente peso y tamaño, trozos de madera y cristal, hilos de pescar tensados, el traquear del café mientras se tostaba, trotes de caballo desde el callejón empedrado, más la fauna sonora del platanal, son algunos de los sonidos que inundaron mi entorno y de cierta forma propiciaron una necesidad. En medio de toda esa amalgama de sensaciones descubrí de a poco con el tiempo, un lenguaje por el cual podía conciliar con entera libertad mis emociones.

Durante tus años de estudiante en la ENA, desde tu experiencia como pianista y compositor, integraste varios grupos y lograste nutrirte de géneros tan diversos como el rock, la trova, fusión, pop, los géneros de la música popular tradicional cubana y el jazz. ¿Cómo aportó esta dinámica sonora a tu proceso creativo como compositor? ¿Consideras esto un ejercicio necesario para el proceso formativo de un estudiante de nivel medio?

Es, sin dudas, un camino necesario para cada estudiante en proceso de formación. La interacción con otras fuentes de conocimiento contribuyó a moldear lo que soy ahora. La academia –en mis inicios– fue un poco rígida en este aspecto. Los métodos que se manejaban no daban paso a excepciones, dentro del programa, tan imprescindibles como las expresiones populares o tradicionales. No obstante, a estas limitantes le surgieron fisuras inevitables, pues el entorno era más fuerte que los métodos implantados de la escuela europea.

Ya en Nivel Medio la dinámica fue diferente, la interacción con la música popular (el jazz, la timba, la trova y el rock, fundamentalmente, fue bien intensa. A pesar de no formar parte de la metodología habitual en este tipo de academias, de manera natural gracias al contexto y a una necesidad económica devenida de las ganancias que producen ciertos géneros populares, se fomentaron sin duda una serie de conocimientos y herramientas que enriquecieron mi arsenal de variables y estilos composicionales. Este encuentro espontáneo, casi un “quiéralo o no lo quiera” que les toca a todos los estudiantes de Nivel Medio, es fundamental para su formación, porque aporta, redirecciona y define los caminos a seguir.

Durante un tiempo te desempeñaste como profesor en la ENA y el ISA, coméntanos un poco sobre el proceso de formación que tienen los estudiantes de música en las escuelas de arte.

Bueno, siempre he creído que la enseñanza de música en las escuelas de artes es fundamental para el desarrollo de la música cubana. Los aciertos o deficiencias que pueden tener los jóvenes músicos cuando cursan la enseñanza siempre estarán reflejados en su desempeño como profesionales.

Anteriormente hablaba de aciertos, soy defensor de que la música popular cubana en los estudios es beneficiosa para el futuro de los jóvenes músicos, así como también la de América Latina que muchas veces es olvidada, o desplazada por la preferencia de nuestros ritmos y el jazz. Afortunadamente, estos repertorios están hoy mucho más presentes, sobre todo en las asignaturas de práctica de conjunto. Por otro lado, esto no implica que deje de tocarse la música clásica por ser la base del entrenamiento de todo músico, sin importar su preferencia. Creo que esto no puede perderse de vista.

¿Qué experiencias, obras, vivencias… han marcado tu formación artística?

Es difícil definir particularmente una determinada experiencia, creo que el cúmulo de acciones vinculadas al arte han ampliado mis conocimientos. Te comento algunas sin establecer un rango de importancia entre otras. No podría dejar atrás la interacción con los poetas y el canto. La trova desde niño ha sido un eje en el que permanezco rotando hasta el día de hoy. En este sentido debo citar a una persona que fue y es muy importante en mi vida y en mi carrera, un grande de la trova trinitaria: Pedrito González, fundador del movimiento de la Nueva Trova en nuestro país.

cortesía del entrevistado

Pedrito alimentó la sensibilidad artística en mí a través de las espontáneas tertulias trovadorescas que “accidentalmente” ocurrían en la sala de mi casa trinitaria. Con sus canciones, que incluían inevitablemente a Manuel Corona (obligadas Santa Cecilia y Longina), Sindo Garay, Eusebio Delfín, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat, entre otros, me cautivó de poesía y trova en su totalidad. Como él, también fueron importantes las sonoridades callejeras de aquel entonces en Trinidad, cuando la añeja villa transcurría en una atmósfera apacible, lejos del actual bullicio de visitantes foráneos, denigrante música souvenir y negocios pululantes que laceran la médula espinal de las tradiciones populares. Entre estos sonidos propios, diría entrañales, se destacaban los tambores de algún toque, las canturías en la cercana Casa de la Trova, los cantos litúrgicos en la Iglesia de la Santísima Trinidad y las peñas que frente a la casa realizaba la orquesta de charanga típica Estrellas del 48 que entre boleros, danzones, sones y chachachá deleitaba con deliciosa cadencia mis oídos.

En casa tenía un viejo tocadiscos y un grupo de placas con tesoros ocultos que más tarde apreciaría en su verdadero valor. En particular obras como Las cuatro estaciones de Vivaldi, algunas cantatas de Bach (como la 121), el segundo concierto para piano y orquesta de Rachmaninov, el tercer concierto para piano y orquesta de Bartok, Manita en el suelo de Alejandro García Caturla, Las Rítmicas y el Ballet La Rebambaramba de Amadeo Roldán, un disco de Jazz con temas relevantes de Duke Ellington, la ingeniosidad al piano de Keith Jarrett, las atmósferas de Pat Metheny, Yellow Jacket y un disco con poemas de Roque Dalton y Thiago de Mello, acompañaron mis vacaciones, las noches y sus amaneceres. Debajo de la almohada mientras escuchaba esos tesoros yacía mi imprescindible Dulce María Loynaz, la edición de su poesía completa me abrió las puertas al mundo de la literatura. Así también entre obras musicales apareció Samuel Feijóo, Wichy, entre otros.

Una de las experiencias que, aunque sucedieron en momentos diferentes de mi vida, marcaron de manera trascendental mi concepción de la creación, fue la simbiosis entre dos grandes de la cultura nacional, el destacado compositor y maestro Carlos Fariñas, de quien tuve la enorme dicha de ser parte de su aula, y el importante realizador y Premio Nacional de Cine Enrique Pineda Barnet, quien me dio la oportunidad de adentrarme de manera profesional al mundo del séptimo arte. Curiosamente, ambos trabajaron en estrecho vínculo durante muchos años dando a luz resultados artísticos memorables como Soy Cuba y Cosmorama, por solo citar dos ejemplos. De alguna forma esa interacción llegó hasta mí, tanto desde la formación-profesión hasta la puesta en marcha de proyectos que articulan la trama de imagen y sonido.

¿Qué géneros musicales son más frecuentes en tus obras?

Nunca me he cuestionado la búsqueda de un género a la hora de componer, principalmente para la música culta o contemporánea de concierto, simplemente direcciono la creación según el objetivo al que va dirigido. No creo que uno sea un objeto de determinado color y textura, creo que nos movemos en direcciones de búsqueda siempre inquietas, aunque sí con un específico centro de atención.

Existen dos direcciones básicas en mi labor creativa: una vinculada a la función del oficio propiamente a través de la exigencia de los encargos, los que deciden por lo general el tipo (género) de música a desarrollar, de tal forma que deriva en una gama amplia de diversos géneros de la música culta o popular; y la dirección personal. Es en esta línea que prefiero no definirme porque considero que (como acontece generalmente en todos los casos) siento la necesidad de caminar, de cambiar, de descubrir, indagar, romper. Todos los elementos antes mencionados que marcaron mi universo en la infancia son la materia prima genérica principal, su uso no está determinado por una decisión consciente sino como un resultado de la misma interacción acumulada por años.

Ahora, sí considero una identificación con la corriente de la música experimental que pretende fundirse a través de la búsqueda de nuevos timbres. Para ello me apego a una plataforma que por sí misma cumple con todos los requisitos para volar en grande a la hora de elaborar, transformar y transmitir criterios artísticos: la música electroacústica. Pudiera decir que esta línea resulta ser la más recurrente en mi obra. A partir de esta manera de expresión he coqueteado con géneros como el Jazz, el pop, la música popular bailable, lo incidental o puramente experimental por citar algunos que vienen a mi mente, unas veces consciente –de manera que aporte al discurso audiovisual– y otras veces de forma espontánea, como bombeos intrínsecos del alma.   

Durante tu carrera has tenido la suerte de coincidir y recibir clases de destacados compositores como Carlos Fariñas, Juan Blanco, Roberto Valera, Calixto Álvarez, Tulio Peramo, Harold Gramatges, entre otros, incluso formaste parte del taller formativo de música electroacústica en los tiempos de Juan Blanco (ISA) y tuviste la oportunidad también de generar tres obras allí. Háblanos de esta experiencia en particular.

Me agrada mucho responderte esto, porque soy un poco de todas esas sabidurías académicas que recibí, más la suma de lo que cargamos en el bolso emocional del pasado. Mi desempeño en el arte habla con elocuencia de estas conexiones. Primero te mencionaré un nombre que no incluyes pero que repercutió mucho en mi inclinación por la composición: Amado Touza, mi profesor de Piano en la Escuela Nacional de Arte. Este maestro de la interpretación me enseñó a “componer” de cierta manera mientras ejecutaba a Bach, Scriabin, Debussy, Ravel, Beethoven, Lecuona; lo hacía mediante sus charlas que antecedían cada lectura, charlas en las que descubría a través del marco histórico, el análisis armónico y estructural, la esencia misma del compositor, su tema, la historia que se propone en cada obra.

Cuando me tocó “cruzar” el camino que separaba la ENA del ISA, el encuentro con las destacadas figuras que mencionas fue como el premio de la primera fase donde indirectamente inocularon en mis entrañas el placer por la creación: Touza, el medio y las circunstancias.

Catálogo. Regiones de fe/ cortesía del entrevistado

En el Instituto (actual Universidad de las Artes) tuvimos –los de mi aula– grandes privilegios al ser testigos de la sabia de glorias de la composición. Particularmente haber cursado mi carrera bajo la guía de Carlos Fariñas fue altamente significativo, tanto así que todavía hoy rebusco y hallo en sus partituras un espacio siempre elocuente de transmisión de conocimientos y alternativas, como si el comprometido maestro y obstinado compositor estuviera vivo a través de sus notas, guiando los pasos como solía hacer, con resuelto celo. Fue con Fariñas que me sentí inclinado hacia la música electroacústica. Despojado él de reservas o secretos, me reveló las mieles de la composición como si se las dictara a sí mismo. Fuerte de carácter, recio en su disciplina e inclinado con pasión a la enseñanza, fue y es como una luz para mis pasos en el oficio de la creación.

Recuerdo con mucha nostalgia a Harold, quien me preparó para las pruebas de ingreso al Instituto (curiosamente él fue el primer maestro de Fariñas). A su decir no enseñaba la composición, sino que señalaba las descomposiciones. Incentivaba el fuego interno creativo de cada alumno desde su clase de Audiciones Analíticas infundiendo en nosotros, con la dulzura que lo caracterizaba, la formación de criterios a través de la pintura, el teatro, la literatura y la danza. Casi era una exigencia al grupo de los compositores, el autoexamen con respecto al uso de las variables experimentales, las tendencias, los modelos y métodos de la música culta del siglo XX; todo ello para avivar la creatividad.

El apego a una formación integral en relación a la cultura también fue un ejercicio recurrente entre los maestros del claustro, entre ellos Juan Piñera, Roberto Valera y Tulio Peramo con especial interés, estimulaban y observaban esta inclinación en cada prueba de composición, en cada encuentro espontáneo de pasillo. Todos ellos condicionaron un criterio que asumo como baluarte junto a los ya forjados en mi experiencia de vida.

Durante nueve años, formaste parte de la compañía artística Creación, realizando trabajo comunitario en la Sierra de los Órganos, con el objetivo de difundir el arte entre los pobladores de la región. Coméntanos sobre este proyecto.

Esta experiencia marcó mucho mi vida en lo emocional y lo profesional. Recién graduado del ISA, después de todo ese cúmulo de enseñanzas recibidas, mi ritmo habitual dio un giro inesperado. Cuando muchos de mi generación siguieron desarrollando su espacio propio dentro de la creación artística, yo preferí tomarme una “pausa” en ese escenario y prestar mis conocimientos a una comunidad rural que al principio veía como ajena y que, al término del trabajo, la sentiría tan mía y cercana a partir de los lazos familiares que establecí dentro de ella. Un amasijo de nostalgias me cobija cuando pienso en esos años.

Aunque en lo aparente rompí el ritmo de búsqueda desde la escritura en el medio composicional, en realidad establecí otro patrón de pesquisa a través de la enseñanza de las artes y su puesta en práctica (aún en terrenos inexplorados como la actuación teatral y la realización de trabajos audiovisuales). Asimismo, alimenté con mayor libertad mis inquietudes por la fotografía y el video desde mi afán por archivar historias, las que más tarde serían contadas a través de documentales que testimoniaron el intenso trabajo.

Variación del alba/ cortesía del entrevistado

Todo esto sería inmencionable sin el soporte que fue la compañía artística Creación, integrada por músicos formados en nuestras academias de arte y dirigida por Omar Rojas y Manyú Bernal. Creación trazó como meta sembrar –con ambicioso empeño– cultura en un terreno áspero y en apariencia difícil de penetrar: una comunidad donde la tendencia al alcoholismo primaba en sus derredores por la ausencia de propuestas culturales frecuentes. En Cabeza, Minas de Matahambre, Creación apuntó con el arma de la cultura y la sensibilidad del arte para dar en el blanco. Así muchas personas entregadas al ocio, la violencia y el alcohol, cambiaron esa situación por un instrumento musical. También impartimos talleres de pintura, música y teatro para los pequeños de la comunidad y de otras zonas aledañas. A estas clases alternábamos programaciones de cine móvil para niños y adultos. Hasta cada rincón llegábamos en tractor o en carreta, no importaba el medio, solo importaba llegar y hacer la función.

Desgraciadamente, muchas de estas poblaciones serranas padecen de hábitos negativos motivados por el ocio. Aún no es suficiente el sano esfuerzo de las organizaciones del Gobierno y la cultura. La concientización al respecto por los promotores culturales es vital, de no ser así, la globalización cultural –mediante las tendencias comunicativas actuales– propiciará quebrantar principios y valores necesarios para engranar con tino el motor de la sociedad. Como diría nuestro José Martí: “La ignorancia mata a los pueblos”. Una muestra así, sencilla, donde un puñado de voluntades se unen para llevar luz a través del arte, es un ejemplo de lo mucho que puede hacerse. 

En casi 10 años se hicieron muchas cosas, no solo talleres, actuaciones de música, de teatro infantil, también se organizaron conciertos y festivales que fueron cimiento de muchos artistas reconocidos hoy en la escena nacional e internacional, y que en ese entonces incursionaron como aficionados al arte. Cabe añadir que lejos de la sensación del aplauso de los grandes escenarios, experimenté una emoción insuperable: el milagro oculto detrás de una sonrisa agradecida.

En diversas ocasiones has incursionado en el teatro y el cine, ¿qué retos debe asumir el compositor musical cuando se enfrenta a estos medios?

Como primer requisito, y diría que fundamental, respetar la obra con el fin de establecer un discurso narrativo equilibrado entre las partes. El compositor debe adaptarse al canon previamente establecido por el libreto teatral o el guion cinematográfico. La música debe apuntalar psicológicamente la trama, pero nunca prevalecer donde no se establece como protagonista sino como parte del engranaje total.

Es imprescindible que haya un orden entre la exposición de los diferentes elementos que componen la escena para apoyar finalmente la narrativa de la misma, he aquí donde radica el desafío del ejercicio composicional. Es de por sí un reto negarse a sí mismo hasta cierto punto (sin dejar de serlo) y corresponder estrechamente las exigencias del director. Cuando esta línea de trabajo se respeta, por muy simple que sea el acabado, habrá sin duda un resultado óptimo, el deseado. Fariñas me legó una enseñanza con respecto a esto, él insistía en hacer énfasis en la objetividad dramática, pero siempre yendo más allá en busca de una estética más subjetiva y evitando el realismo frío.   

En medio de tu obra como compositor, despertaron en ti fuertes inquietudes hacia otras ramas del arte. Has incursionado en la fotografía, y en el XXII Salón de la Ciudad, organizado por el Centro Provincial de las Artes Plásticas, obtuviste varios reconocimientos, entre ellos el Premio de la Universidad de las Artes, por tu obra “Coreografía ideológica”. Desde el 2008 hasta la fecha vienes realizando audiovisuales, en los cuales la música, como elemento predominante, dialoga con lo visual y lo poético a modo de experimentación, recurrentemente en colaboración con otros artistas. ¿De dónde surgen estos impulsos, y cómo se mezclan en tu creación musical?

Como bien te decía, el cúmulo de experiencias antes mencionadas, dieron al traste con una serie de herramientas que fui asumiendo como derroteros en mi manera de contar historias (cada obra se debe a un acontecimiento determinado). La articulación entre la música y otras expresiones artísticas como la fotografía y el video se me hace necesaria una vez que descubro en ellas una manera más de componer: veo a estos medios “externos” como “instrumentos musicales” con los cuales se sustenta el objeto temático de cada obra.

Para explicarme mejor: cuando ejerzo la creación a través de la fotografía es imposible no incorporar en ella los sonidos cotidianos que acompañan la instantánea, esto no siempre condicionado hacia la realización de una obra musical, pero sí como inminente acompañamiento. Lo mismo sucede cuando compongo música electroacústica. En este último caso, por lo general, cada sonido utilizado lo trato de forma natural (fijado esto en parte por los fundamentos estéticos de la escuela “concreta” de Pierre Schaeffer), a partir de lo cual implemento una mixtura tras la relación visual que se desprende de cada sonido, a veces utilizada en contraste o contraposición, otras apoyando fielmente lo expuesto.

Uno de los resultados que surgen como consecuencia de esta necesidad de “contar” a través de diferentes fuentes sonoras y visuales son mis electrodocumentales o también llamados poemas visuales. En estos trabajos (con características análogas al cine documental) dispongo con absoluto empeño unificar estos lenguajes para, a través de los procesos de desarrollo comunes en cada obra, mostrar un resultado artístico.  

¿Consideras que, al nadar entre tantas aguas, tu proceso creativo como compositor musical te permite generar un universo más rico y propenso a la experimentación, teniendo en cuenta que el impulso creativo es único y que lo que varía es el modo de manifestarse?

Realmente lo considero una ventaja a mi favor. Partiendo de la música como eje principal, creo que en la gama de alternativas se fortalece aún más el objeto final del arte. Por poner un simple ejemplo: entre los medios expresivos, el tratamiento del timbre siempre ha centrado mucho mi atención. A lo largo de la historia, este elemento no ha dejado de corresponder al desarrollo técnico de los instrumentos y, posteriormente, a los progresivos avances tecnológicos en el campo de la música por computadoras. Hasta el día de hoy, esta búsqueda de sobrepasar límites en la exploración de nuevos paisajes tímbricos confluye a la par de los convencionalismos estéticos.

Una de las herramientas fundamentales que articulo en mis trabajos, por este motivo, es la transformación del sonido a través de estos mecanismos de síntesis a partir de sonidos acústicos o puramente electrónicos, previamente procesados. No obstante, mis recursos no cesan de inquietud y búsqueda, por lo que no se limitan solo a esta corriente –que de por sí tiene aún mucha tela por donde cortar si de descubrimientos se trata–, sino que toma prestados elementos “ajenos” al mundo sonoro musical para asimilarlos como si fueran notas de un pentagrama, tal es el caso de la fotografía y la edición de video, como bien dije antes. Estos últimos elementos fungen como herramientas que aportan, dosifican y sostienen el discurso del material de arte.

Hace unos meses, tras haber colaborado con otros artistas, tuve la oportunidad de trabajar contigo, a través de tu poema “Otra vez en el principio”, imágenes del malecón habanero, sonidos ambientales del entorno, la voz de la poeta y otros elementos afín a la estructura dramatúrgica del trabajo, pude dar a luz al audiovisual titulado “Adagio”. Este material es ejemplo de los excelentes resultados de una colaboración donde la simbiosis entre sensibilidad y sencillez, conspiran en el acabado de una obra, tanto partiendo de la búsqueda de nuevas herramientas expresivas como de la comunión estrecha entre artistas en dinámica consonancia. 

¿Qué rasgos definen a René Rodríguez, como artista y ser humano?

Me cuesta responderte eso, pues no me lo pregunto ni a mí mismo. Me considero un ser contemplativo, amistoso, familiar… mi música es resultado de ello. La gran mayoría de los procesos creativos intervienen con el fin de fomentar esta necesidad espiritual; lo considero el combustible vital para la armonía de las cosas que me rodean. Para darle forma al mundo necesito sentir que cada paso está acoplado a ciertos hilos invisibles que mueven la maquinaria de la vida: la magia de un abrazo, de una sonrisa, el milagro del perdón y del deseo.

Pareciese que tu obra está en constante crecimiento y búsqueda, ¿en el espacio creativo, con qué sueñas?

Creo que con todo, se quiera o no, de forma natural se mantiene en eterno crecimiento. Aun cuando dejamos de caminar, solo lo hacemos en relación a un criterio, bien sea propio o social, más allá de cada postura a través del tiempo se perpetúan inevitablemente ideas y sueños.

Los míos en particular surgen casi siempre del espontáneo paso a paso. Creo que la sucesión de eventos del día a día nos depara un mundo de preguntas por contestar o por dejar en blanco (esto también contiene música), muchas de ellas acumuladas en el pequeño closet del alma, amontonadas y alocadas, prestas a brindar su servicio cuando el intelecto lo precise.

¿Con qué sueño? Con soñar siempre. El día que deje de anhelar un proyecto me habré perdido a mí mismo dentro de todo.


José Martí, razones para la música (+ video)

  • Cuando proscrito en extranjero suelo/ La dulce patria de mi amor, soñé/
  • Su luz buscaba en el azul del cielo/ Y allí su nombre refulgente hallé./
  • Perpetuo soñador que no concibo/ El bien enajenado que entre sueños vi./
  • Siempre dulce esperanza va conmigo,/Allí estará en mi tumba junto a mí.
  •                                                                                                (El Proscrito, José Martí)

Preludio

Tal vez sea José Martí el cubano a quien más se ha cantado. Ya en 1906 y 1909 Antonio Morejón,  de quien se dice fue el primero en grabar puntos cubanos, dejó registrado para los sellos Edison y Columbia el tema Al Apóstol Martí. Otros títulos musicales y autores del periodo clamaban la resurrección martiana.  Particular tratamiento reciben las figuras de los próceres en la primigenia trova, y Martí ocupa eje principal en estas composiciones.

Surgen obras como tributo que rinde el trovador a los héroes de las gestas recientes, en admiración y añoranza por la esperanza perdida.  Títulos como Los tres Patriotas (1919) de la firma de Manuel Corona brindan fe de ello.  Dos figuras descuellan en estas composiciones: Antonio Maceo y José Martí. Los títulos Dos patrias, de Salvador Adams, y Pobre Cuba, de Manuel Corona, son  una síntesis de la vastedad de canciones que al respecto emergieron.  

Sindo Garay aseguró en testimonio para Carmela de León que conoció a Martí en Dajabón en 1895, momento a partir del cual y en más de una ocasión le dedicó su poética. Así lo atestigua entre otros, el título Martí.

Canción a Martí (1901), con letra de Francisco Eligio y musicalización de Alberto Villalón, fue cantada en el teatro San Carlos, de Tampa, Cayo Hueso, por la contralto Susana Mellado, el bajo Santiago Lima, y otros músicos.

Recuerdos de Martí, también de Villalón, Clave a Martí, de Emilio Billillo, constituyen unos pocos ejemplos de la vastedad de títulos con temática martiana aportados por los trovadores en la primera mitad del siglo XX.

También, aunque menos conocidos, llega el Apóstol en canción desde los códigos de los soneros. Es el caso de Arsenio Rodríguez en el tema  Adórenla como a Martí, en clara referencia a la tierra cubana.

En lo adelante el canto a José Martí es un punto de encuentro entre los cantautores cubanos y otros hacedores del pentagrama. La musicalización de la poesía martiana y otros textos llegó con la Nueva Trova de la guitarra de Pablo, Sara y Amaury. Teresita Fernández brindó sus acordes para el Ismaelillo.  Las sucesivas promociones de jóvenes trovadores además de musicalizar textos martianos, entregan temas donde Martí deviene sujeto lírico; en otros, la esencia de su pensamiento deviene motivo textual  y paratexto.

La música coral y sinfónica en Cuba cuenta con sendas composiciones, musicalizaciones y arreglos a la obra del universal cubano.  

Post-vida: esto nos dice en sus palabras mágicas la música

Pretexto me resultan las canciones que lo evocan.

¿Qué cantos tocaron la sensibilidad de Julián? ¿Cuáles acordes se replicaron en su tarareo? ¿Dónde hallaron musical remanso sus angustias en tiempos de exilio?  ¿Quiénes fueron los músicos cubanos en cuyos acordes visualizó Martí la patria a la distancia de una nota? ¿Cómo se trueca música la prosa y la poética martiana? ¿Qué paralelismos acontecen entre el romanticismo literario de Martí y los compositores del homónimo periodo musical?

¿Cuáles sitios frecuentó para asistir a las presentaciones de las que gustaba? ¿Qué compositores e intérpretes hoy considerados “clásicos” conmovieron la pluma del crítico, poeta y periodista?

Estas y otras interrogantes quedan satisfechas a la lectura de José Martí y la música, un volumen del Centro de Estudios Martianos (2014), cuya selección, introducción y ensayo corresponde a la autoría de Salvador Arias, en suma con textos complementarios que indagan en el criterio martiano ante hechos musicales.

Los autores en convite ofrecieron sus estudios y criterios en diversos momentos que van desde la tercera década de la República, a una Cuba reciente y que, desde la diferencia de enfoques evidencia el interés de los estudiosos por la obra martiana y en particular en relación a la temática musical:

De Gonzalo de Quesada y Miranda se acude al  título Martí y la música, el que apareció en la revista Bohemia en 1935. Pasión de la música en Martí, es la conferencia que pronunciara Orlando Martínez en conmemoración al centenario del natalicio martiano en La Habana, la que por su extensión solo se presenta para la oportunidad en fragmentos. También de 1953 es la publicación de Alejo Carpentier en El Nacional, de Caracas, en la que el autor descubre al Martí, estudiante de música. De 1972 data uno de los más bellos análisis que guarda la relación martiana con el arte sonoro, de la autoría de Cintio Vitier es el título Música y razón. Este decenio, pero dos años después ve la publicación en el Anuario Martiano, Música en el periódico Patria, por Zoila Lapique.  En 1978 la revista moscovita América Latina, publicó de M.A. Sapónov el trabajo José Martí y la música, la versión al español para el Anuario del Centro de Estudios Martianos, 1981, corresponde a Eduardo Heras León. La Gaceta de Cuba, dio luz en el no 3 de 1985 a Referencia martiana al jazz, de Armando Caballero. De las páginas del periódico Granma fueron seleccionados los títulos Martí en la música, cuya autoría responde a Omar Vázquez, 1985, y de Sonnia Moro, Mozart en Martí, 1991. Concluye el volumen con José Martí y la ópera italiana, en la firma de Diana y Rodolfo Sarracino,  tomado del Anuario del Centro de Estudios Martianos, 2001.

En síntesis, los principales aspectos que guían estos acercamientos al interés martiano por la música se refieren a la musicalidad inherente a la poética y la prosa martiana en consonancia a ciertas características del Romanticismo literario y algunos paralelismos con el impresionismo pictórico. Otros, versan acerca del periodismo y la crítica musical que ejerció Martí tras su asistencia a presentaciones musicales lo mismo de coterráneos en el exilio norteamericano, que en grandes Salas de Europa con el apogeo de la ópera. Varios autores coinciden en la significación que cobraron las reseñas a las presentaciones de compatriotas cubanos en el exilio, no solo en tanto suceso artístico sino como forma de acercamiento al suelo patrio. Algunas de estas páginas se acercan al Martí cuyos oídos se entregaron a las esencias musicales de los pueblos.

Lapique brinda un acucioso estudio acerca de la presencia de la temática sonora en emisiones del Patria. Aunque era un periódico fundamentalmente político, Martí no se sustrajo a escribir sobre otras cuestiones. Legó numerosas páginas sobre artistas cubanos y extranjeros de su época: Ruiz Espadero, White, Díaz Albertini…, y en especial, de aquellos comprometidos con la causa independentista como el tenor Emilio Agramonte y Piña, y Ana Otero, notable pianista puertorriqueña. Se trata de la primera publicación que dio a conocer La bayamesa, himno patriótico cubano, y la danza La borinqueña, por tradición, himno de los boricuas. Estos dos himnos son las únicas piezas musicales que publican, acompañadas de textos históricos  que exaltan el patriotismo y la unidad antillana de esos dos pueblos, entonces bajo el yugo español.

Hermosas son las páginas que coinciden en presentarnos a José Martí en su faceta como autor de un texto para canción. Su liderazgo político y el interés por la música cubana le llevaron a escribir la letra de El proscrito, que musicalizó el tabaquero emigrado Benito O’Hallorans. Llegó a conocerse entre los cubanos de la Florida como La canción del Delegado.

Omar Vázquez recrea en la publicación del Granma correspondiente al 28 de enero de 1985 el relato de cómo 20 años antes, en la entonces popular Peña de Sirique, se le escuchó por primera vez a María Granados, quien la interpretó acompañada por el guitarrista Rafael (Nené) Enrizo.  

María  —quien falleció en La Habana, el 30 de enero de 1971, a los 91 años de edad, pocas horas después de participar en varias actividades con motivo del aniversario 118 del natalicio del Maestro— gustaba de contar la historia de El proscrito, que por primera vez se la cantara a Martí cuando apenas contaba 11 años de edad.

La canción se redimió  para la posteridad gracias al interés del investigador, compositor y apasionado martiano Hilario González. Hoy puede disfrutarse la grabación en las voces del dueto que a tal fin conformaran Eduardo Sosa y la maestra Digna Guerra.

En sus valoraciones, Arias toma como elemento importante los espacios de las presentaciones y divulgación del hecho sonoro a finales de la decimonónica centuria, sobre todo con escenario en el Nueva York entre 1881 y 1895. Sitios diversos cuyo centro según la ocasión se ubica  en un teatro, lo mismo que en salones de baile, fiestas populares, paradas militares, circos y parques. Asimismo, la existencia del piano en varios hogares definió momentos importantes al interior de las familias y en el intercambio de éstas con amigos según los intereses sociales. Es Nueva York una ciudad a la que las oleadas de inmigrantes aportan su folclor.

El siglo XIX,  con el triunfo del romanticismo, es escenario de intensas y nuevas relaciones entre la música y la literatura. Para Arias Martí se siente atraído por las deslumbrantes sonoridades. Los conocimientos musicales de Martí fueron, si no los de un profesional, si de un fervoroso oyente.

En este sentido, Sapónov atribuye especial interés a aquellos aspectos del sistema creador de Martí en los que se interpreta de manera original las influencias de la estética romántica con su culto a la música, y la aspiración a sintetizar los elementos del arte musical con la literatura. En su prosa, plantea, el romántico descubre en el conjunto de ruidos del paisaje campesino, un legítimo encanto en las leyes musicales.

Un ejemplo de lo anterior lo halla Vitier en tierra cubana, un mes justo antes de caer Martí en Dos Ríos:

La noche bella no deja dormir. Silba el grillo; el lagartijo quiquiquea, y su coro le responde (…) entre los nidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, como de finísimos violines; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, titila y se eleva, siempre sutil y mínima –es la miríada del son fluido; ¿qué alas rozan las hojas? ¿qué violín diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a las hojas? ¿qué danza de almas de hojas?

Para Vitier, la música en el poeta es “sustancia de su propio estilo. Musical en alto grado, tanto como pictórica, fue la palabra de Martí”. Lo describe como al “irreprimible músico de la palabra”, que apoyaba su prosa en octosílabos y endecasílabos.

Otro aspecto relevante para Arias y varias de las voces aupadas en el concierto martiano lo constituyen las cartas a María Mantilla. En este epistolario las alusiones a la música aparecen en repetidas ocasiones, incitándola a estudiar y tocar el piano. En carta escrita desde alta mar, el 2 de febrero de 1895, identifica a la música como alta expresión del afecto, y define la de su preferencia: «A mi vuelta sabré si me has querido, por la música útil y fina que hayas aprendido para entonces: música que exprese y sienta, no hueca y aparatosa: música en que se vea el pueblo, o todo un hombre, y hombre nuevo y superior.»

A las atenciones por su formación  cultural y humana, la conduce por primera vez a la ópera cuando María era apenas una adolescente de 12 años. Representaban Carmen, del francés Georges Bizet en la interpretación de Enma Calvé. Se afirma que era vasto el conocimiento que José Martí poseía sobre el argumento y los pasajes musicales.

De estos afectos Gonzalo de Quesada extrae algunas conclusiones de las músicas que pudieron interesarle a José Martí.  

Entre las piezas que la niña Mantilla interpretara al piano y que a Martí proporcionaban tanto placer se citan Evening Star de la ópera Tannhauser de Wagner, una Gavotte, de Nebvin, la Rapsodia no.2 de Lizst, y la música de la ópera Carmen, de Bizet.

Por testimonio de María Mantilla se conoce que a él le gustaba tararear El negro bueno, de Francisco Valdés  Ramírez.  Se presume debió atraerle que esa guaracha se cantó en el Teatro Villanueva de La Habana, el 22 de enero de 1869, hecho que trasciende hasta unos conocidos versos de Martí. Aquella célebre guaracha, cantada en todas partes con más o menos disimulada intención, era una especie de canto de guerra.

Según lo que aportara María a Gonzalo de Quesada, a Martí le gustaban mucho las danzas y también una pieza de Gonzalo Núñez, La mariposa  y Las campanillitas del cubano Pedro Fuentes.

El Delegado participó en veladas hogareñas de amigos en las que entre otras músicas se conoce se interpretó al piano La borinqueña, danza típica de Puerto Rico, y la canción cubana La bayamesa. Alguien recordó tarareando, los versos iniciales de esa antigua canción del oriente de Cuba:

No recuerdas, gentil bayamesa,/ que tú fuiste mi  sol refulgente…

Al encontrarse en los años de la emigración con destacados músicos cubanos que se encontraban en el exilio, como Ignacio Cervantes, pianista y compositor y uno de los fundadores de la corriente romántica nacional de la música cubana, y con el eminente violinista José White, escribió Martí varios artículos en los que expone las ideas sobre el arte de sus coterráneos, sobre la naturaleza del arte musical y sobre la música clásica europea.

Nicolás Ruiz Espadero también mereció la admiración y el entusiasmo de Martí. De él dijo que puso en música el gemido del alma cubana, y a veces su majestad y su tormenta. En una crónica publicada en Patria, en mayo de 1892, Martí habla del famoso acto celebrado en los talleres de tabaco de Tampa, en el que tomaron parte Ignacio Cervantes y Rafael Díaz Albertini

Muchos de los juicios expresados por Martí sobre compositores están vinculados con sus apreciaciones de intérpretes, incluidos numerosos cantantes de ópera italiana y francesa. Para Diana y Rodolfo Sarracino “la opera ítalo-francesa, escuchada por Martí tanto en La Habana como en Madrid y México, tuvo mucho peso en los inicios de su formación musical. Sobre los contactos del joven Julián con las funciones operísticas en La Habana por la década de los 60, los autores aducen la posibilidad la probabilidad de que las haya presenciado al impulso del preceptor Rafael María de Mendive.

Martí es testigo de cómo las óperas de Wagner  ganan terreno  en la gran ciudad, incluso imponiéndose a las italianas o francesas. En consecuencia dedica el mayor número de referencias a este compositor. Del concierto sinfónico de fines de mayo de 1882 en Nueva York, encontramos la vivencia de un testigo presencial, particularmente  cuando habla de la ejecución de Los troyanos de Berlioz. Otros músicos, como Brahms aparecen en sus textos.  

Descubre “las melodías inefables” de Chaikovsky. A la música de Schubert le dedica una sutil definición y de Mozart los elogios. Un músico por quien parece haber sentido indudable empatía fue el polaco Federico Chopin.  Su “música vívida”, con “melodías dolientes o rápidas polonesas”, lo lleva a pensar  que “solo ama y entiende a Chopin quien le conoce a la música lo más fino y misterioso del alma”, esto fue quizás lo último que escribió públicamente sobre un asunto musical, el 26 de enero de 1895. La empatía  tenía una raíz extramusical, al ser el compositor polaco un ardiente defensor de la independencia de su patria.

Mientras convierto este libro en relecturas escucho las mismas músicas que el Apóstol. Su fe de vida inunda los silencios. Cada una de estas páginas da la posibilidad de conocerle un poco más. En sus expresiones se ven identificados con la música a los que aman y fundan, para conseguir ese ideal suyo de Cuba como “futura universalidad americana”.


Destrabando la trova I

 Salud pá tus ojos, ashé pa tu herrumbre

que el sol brinde para todos su justa lumbre

 mucha fortuna y salud pido sobretodo en amores

que a golpe de labios tibios me nazcan flores.

(Nelson Valdés)

                                                                    

Para destrabar la trova no hay manuales. Esencia de la cultura musical cubana los trovadores legan la guitarra y la voz, el pensamiento en síntesis de las generaciones. Un país necesita de sus trotamundos, de esos que ensillan las ideas y con furia las cantan, otras veces, con dulzura desenfundan la verdad. Las ideas trascienden los límites y las molduras. Por eso el mundo y sus heridas resultan insuficientes para detenerles. No son estas las Romerías de siempre, nada lo es. El set puede ser tu casa, o la mía, el teléfono móvil, una Pc, o la TV. La trova se desentiende de obstáculos. Las guitarras levantan sus manos.

Tecnología mediante y ganas de sobra se obra el milagro. La cita está pactada casi a las tres. El anfitrión es Eduardo Sosa, trovador en cuyas cualidades musicales habita un hermoso ser humano, lo he dicho ya, vacilador, jocoso de espléndida carcajada, alguien para quien la trova es su casa.

Su quehacer como cantautor, intérprete y gestor de eventos lo lleva por disímiles contextos de la geografía nacional. Cuando indagué para lo que escribo, esa es mi ventana abierta, sobre las incidencias de esos trasiegos me respondió:  

«He aprendido muchísimo porque tengo un espacio que se llama “Destrabando la Trova”, es, según por quienes llevan las encuestas, uno de los más importantes hoy en las Romerías. Suceden entrevistas a camisa quitá, desde Pedro Luis Ferrer hasta Tony Ávila, Buena Fe, Polito Ibáñez, Willian Vivanco, Raúl Torres. Abogo por el respeto que deben tener las nuevas tecnologías para con la posición de las personas. Este espacio ayuda a conocer más a quienes hacen las canciones que yo respeto, quiero y admiro, a confrontar su pensamiento y conocer la persona detrás de las canciones.»

El espacio que comenzó en la Casa de la Cultura holguinera con posterioridad se trasladó al Club Siboney. Otras ediciones de manera excepcional, como el protagonizado por Buena Fe, aconteció en la Casa de la Música.  Este es el quinto año, y acoge en la primera emisión al cienfueguero Nelson Valdés como invitado.

La poética del joven juglar marca un punto de encuentro de la cancionística  con eje al centro de la isla. Su hoja de trovas se habilita desde las entrañas mismas de la Asociación Hermanos Saíz, presentaciones y premios organizados por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, las ediciones de la Feria del libro en varias provincias cubanas, el Longina, las Romerías de Mayo y otras celebraciones donde la guitarra y la voz se entrelazan. Varios fonogramas registran la autenticidad de canciones que se aferran a crecer justo Al sur de mi mochila.

En la opinión de Nelson, las romerías son parte de la célula cultural cubana y es imprescindible que se siga haciendo evento tan importante para la creación y el arte joven. El ambiente, el suceso cultural y el protagonismo de casi todas las manifestaciones del arte, es un lujo.

Sus ojos cantan en libertad, confiesa el trovador, las cuerdas van a donde la reina de los mares:

Si alguna vez tú fuiste río, llévame al mar/ si alguna vez tu amor fue mío, Yemayá venlo a buscar.

A la interrogante del anfitrión acerca de la relación de Nelson Valdés con la AHS y en particular con la organización del evento  Al sur de mi mochila, el agasajado aportó:

«Al sur de mi mochila es un evento que ha ido creciendo, lleva el título de una canción de nuestro emblemático Lázaro García, fundador del Movimiento de la Nueva Trova y uno de los hombres más importantes dentro de la canción de autor cubana y cienfueguera. Es un evento que trata de hacer alianzas  entre los jóvenes cantautores y los consagrados. Hemos logrado que sus propuestas lleguen a la comunidad, por los diversos espacios donde se hacen los conciertos y descargas. Pasamos a compartir con la EGREM el centro cultural Julio A. Mella, y eso propició que el festival creciera. Han pasado por cantautores muy importantes, han salido de ese escenario jóvenes para la canción de autor cubana. Es un evento que hoy es puntera dentro de la AHS en Cienfuegos. Es de los que mantienen viva la obra de muchísimos amigos, como otros que  hay a lo largo y ancho del país.»

Y es que para salud de la trova en Cuba la parada en Cienfuegos es uno de los eslabones que hoy signan una especie de red de eventos trovadorescos en el país, en su mayoría con el protagonismo de la AHS.

Sal a caminar porque el tiempo se nos va casi siempre a indiscreta velocidad, es la segunda invitación musical de la tarde. Quien ahora le escucha sentirá la avidez por otras de sus canciones. Una palabra, santa caricia bastaría para borrar todas tus desdichas. El vínculo añejo de los trovadores con el panteón afrocubano aparece junto al eros, el deseo por la salud, el retorno de los amores y otras humanas causas:

Si el mar se te alarga junto a Yemayá moja tu camisa/ bastaría para borrar todas tus desdichas/ si yo te beso muchacha oye y te devuelvo la risa/ bastaría…/ abuelo no, abuelo no, la tarea difícil déjesela a Changó/ Santa Bárbara bendita/ la tarea difícil déjesela a Changó/ Santa Bárbara bendita …/ la tarea difícil déjesela a Changó siete rayos…

Eduardo Sosa reconoce en la obra del amigo una coherencia artística que contra los pronósticos de vivir a kilómetros de la capital, logra una presencia en los medios desde Cienfuegos. Un grupo de proyectos ocupan la creación de Valdés:

«Yo creo que la gente agradece el que hayamos homenajeado a Santiago. Y yo feliz porque pienso que homenajear a quien te ha dejado un legado y que ha sido importante en tu obra pues forma parte de lo mínimo que podemos hacer. También hicimos un tema que se llama Querido viejo con los arreglos del maestro Emilio Vega que es un homenaje a Lázaro García con la dirección de Omar Leyva; terminamos también con la dirección de Omar un video dedicado a los doscientos años de la ciudad de Cienfuegos que estrenamos en el cumpleaños 201. Ha sido parte de este trabajo en conjunto. Muchos amigos han puesto su mano para apoyar las cosas que a veces se me ocurren y que creo pueden contribuir a aportar un grano de arena a lo que somos y a lo que pretendemos crecer como nación, como país.»

Desde Graciano Gómez, Sindo Garay, María Teresa Vera, Miguel Matamoros y una amplia representación de trovadores de éstas y sucesivas generaciones le han cantado a la Virgen de la esperanza, mambisa, morena, Imagen Protectora.

Por estos anclajes en el repertorio de la canción cubana y por la trascendencia como símbolo de religiosidad y cultura cubanas, Nelson decidió destrabar la tarde con una canción con remedos vocal-instrumentales de conga que estará en su nuevo fonograma y que a su decir  tiene mucho que ver con tu identidad, las raíces, porque es una canción que le hice a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de todos los cubanos:

Madre no me lleves a la conga oriental/ mira que después yo no puedo parar/ qué no que yo no voy a mirar/mira que después yo no puedo parar/ piensas demorar mis ojos/ mira que ya se respira tu necesidad de bailar/ sin que nos toque luna, hoy nos compondrá la lluvia/ paso por reír atento cuando apareces madre/ (…)

Estribillo. Pero no me lleves a la conga oriental/ mira que después yo no puedo parar.

Un abrazo a Cuba abrió los caminos a las trovas de mayo en Romerías, a la trova toda, espíritu de la nación cubana.