Caribe


Taller en Cuba actualizará sobre las técnicas del tatuaje

El II Taller sobre las técnicas del tatuaje volverá a ser novedad en la programación de la edición 41 del Festival Internacional del Caribe.
 

De acuerdo con los organizadores, expertos de varias naciones del área tomarán parte en esas sesiones, que transcurrirán del 4 al 8 de julio próximo en el Club Santiago, situado muy cerca de la rotonda del reparto Vista Alegre y de la Casa del Caribe.

El evento será un paso más en los empeños por la asunción de esos trazos sobre la piel como un arte y en el intercambio y la actualización de conocimientos y experiencias en una técnica de larga data y de amplia difusión en el mundo actual.

En julio del 2021 tuvo lugar el primero de esos encuentros, auspiciado por la filial local de la Asociación Hermanos Saíz de Jóvenes Artistas y la Casa del Caribe, con novedades relacionadas con los procedimientos de perforación, la ecología y la sicología del tatuaje.

Están a punto los preparativos para la Fiesta del Fuego, que se realizará del 3 al 9 del séptimo mes y contará con la participación de una veintena de países y la reverencia a los 40 años de la institución que impulsa el evento.

Tras la pausa impuesta por la Covid-19 y en medio de severas restricciones económicas, el Festival volverá por sus fueros con la modalidad presencial y el respeto a las normas epidemiológicas derivadas de una pandemia que no se ha ido del todo.


Almas Nuevas: «Crear ya es resistir» (+Galería)

I

La resistencia cultural es sin dudas una acción en favor de la vida. Nuestros códigos sociales se traducen a partir de nuestra idiosincrasia, hábitos populares y prácticas artísticas. En ese terreno se definen elementos indispensables para la supervivencia de nuestra especie. Algunos de ellos son más sensibles que otros, pero en ningún caso, contradicen esa construcción a la que nombramos: memoria. Los pueblos son su memoria. Los pueblos son la construcción emotiva de la historia vista desde la experiencia como rutina simbólica.  

foto: rubén aja

Santiago de Cuba posee zonas donde el concepto de memoria se convierte en una noción perdida en la costumbres de nuestros abuelos. Sin embargo, en otras áreas, la fertilidad es tal, que no permite que la celulitis neoliberal invada nuestra carne. Esta es una provincia donde la historia juega un papel simbólico a una escala, como tal vez no se vista, en ninguna otra parte del país. Un simbolismo que no puede eludir al Caribe como no puede evitar el clima y la musicalidad que habita en cada fragmento de tierra. Para Santiago de Cuba, el Caribe es un solo cuerpo que se viste de mar. Una tierra que se une a partir de sus diferencias y sus lazos comunes.

foto: rubén aja

II

La cuadragésima edición del Festival del Caribe ha sido muestra de lo importante que son esos vínculos para nuestros pueblos en el área. ¿Por qué sostener un espacio como el festival para resaltar nuestras afinidades? ¿Por qué desde la fiesta como noción desprejuiciada de panfletos y normas? La vitalidad de este espacio está dada a parir de la necesidad de encuentro y diálogo. La fiesta, el macro-areito y la musicalidad que años tras años acompañan las calles de Santiago del 3 al 9 de julio, son –en principio– la punta del iceberg. La Fiesta del Fuego también es un espacio de pensamiento, debate crítico y entropía artística.

Esta edición estuvo dedicada a exaltar la resistencia cultural de los pueblos de la región que enfrentan la arremetida neocolonizadora en medio de la crisis económica derivada de la pandemia de la COVID-19. Las plataformas digitales funcionaron como escenario para que Santiago fuese capital del Caribe por unos días.

Desde los distintos programas y talleres, la conexión espiritual de nuestros pueblos emergió y dotó cada acción realizada con la misma mítica de siempre. En tiempos de crisis la unión es un camino ineludible.

foto: rubén aja

III

Para la Asociación Hermanos Saíz, el Festival sigue siendo un espacio legítimo al que debemos pertenecer por necesidad creativa y compromiso cultural. Para los jóvenes creadores santiagueros, pensar y hacer el Caribe desde sus obras, es una máxima. Una voluntad que se traduce en lo que se conoce como Almas Nuevas. Se trata del taller donde se invita al encuentro necesario con los contemporáneos y los maestros de la región. De ahí que Almas Nuevas sirva para: el diálogo intergeneracional/interdisciplinario/intercultural/interracial, y el intercambio con lo más auténtico de la producción artística del área. Este programa que cada año desarrolla la AHS, aproxima a los creadores jóvenes a las expresiones tradiciones desde una creación en ocasiones virgen/puras, lo cual posee un discurso muy rico visto desde lo sociocultural/lo antropológico.

foto: rubén aja

Es importante para la organización sentar el debate sobre conceptos como las tradiciones y lo popular. Hay que entender que ambos conceptos son el resultado de la memoria, que su valor radica en una práctica viva, respirable. Que los moldes destruyen, y que nuestro sistema de tradiciones necesita de un elemento esencial que es la espontaneidad. 

foto: rubén aja

foto: rubén aja

En ese punto, la AHS viene desarrollando una labor importante en la salvaguarda de nuestros valores culturales. Para ello, las relaciones institucionales con la Casa del Caribe enriquecen la agenda de trabajo de la filial. Almas nuevas es más que un programa colateral con el fin de que todas nuestras interrogantes y dudas puedan ser compartidas, también es el signo de la juventud artística dentro de la celebración. 

foto: rubén aja

IV

Muchas fueron las motivaciones para enfrentarse a la adversidad y desarrollar un taller tan inclusivo y tan profundo en todas sus dimensiones. Los 35 años de la organización y los 60 del discurso de Palabras a los Intelectuales fueron temas recurrente en los espacios teóricos y de intercambio. Aunque vale resaltar que el Caribe fue la principal motivación de los jóvenes que integraron el programa. Algunos de los artistas que participaron fueron los santiagueros: Oscar Pérez Portales, Alejandro Lescay, Enrique Pérez Fumero, Frank Lahera, Rubén Aja Garí  Lisbeth Lima, Yasmani Herrera, Giselle Lage (Santiago de Cuba), Onel Pérez , María de Jesús, Aracelis Avilés, Carlos Gil, Darlenis Blanco, Renier Fernández Fong, Carmen Montalvo, Tania Lescaille, Roberto Carlos Founier, Ligia Lavielle, Nelo Gonzales y Yorisel Andino. Así como los grupos D´Nova (Santiago de Cuba), Proyecto VT ( La Habana), Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA (Santiago de Cuba), Consortes Jazz (Qatar), El Proyecto Diversas (Santiago de Cuba), AKM SQUAD (Santiago de Cuba), La Reina y la Real (La Habana), DjazzVi (Santiago de Cuba) y Jazz D Bess (Santiago de Cuba)

foto: rubén aja

También invitados estuvieron MC Xiomis (Cienfuegos), Luis Emilio Aybar Toledo (La Habana), DJ Kelly Sugarface (Canadá), Carmen Barruecos (La Habana), Lady Step (Puerto Rico), Inmaray Tillet Fonseca –The black Queeny (Cienfuegos), José Ernesto Novaez  (Villa Clara), DJ Hits Wonders (México), de La Fina (La Habana), Yeni Turiño y Yatser Rodriguez (Villa Clara).  

foto: rubén aja

Todos ellos participaron desde distintas modalidades, algunos desde el debate en los espacios diseñados para eso, otros desde su obra, y muchos desde la producción de materiales artísticos con y para la AHS. También se hizo una selección de creadores que han estado en distintas jornadas virtuales de la filial y se programaron por su calidad y coherencia con el Festival. Todo el programa del evento está público en el canal de YouTube de la AHS Santiago de Cuba, así el festival sigue vivo y cercano.

 

foto: rubén aja

foto: rubén aja

V

Crear ya es resistir. El arte (el verdadero) es tal vez nuestra expresión más fuerte. El arte es la integración de todas nuestras emociones, percepciones y la memoria. Es naturaleza pura. Es capaz de sembrar en nosotros las sensaciones más primarias, sublimes y aterradoras. El arte existe para recordarnos lo que no podemos ser. Resistir a través del arte es el ejercicio más difícil y hermoso jamás conocido. Ver el Caribe como resultado de esa resistencia hace de nuestra región un lugar fuerte y esperanzador.

foto: rubén aja

La organización de la joven vanguardia del arte cubano a sus 35 años de fundada, tiene un compromiso con el Caribe: no dejarlo morir en el arte. Hay que adentrarse sin miedos en su simbología y en su cosmovisión del mundo. Cuba es una extremidad del Caribe, así lo dice el mar, así lo dice la memoria.

foto: rubén aja

Programa del Evento Almas Nuevas 2021.

Festival del Caribe del 3 al 8 de Julio

Santiago de Cuba

Día 3

10:00 am/ Conferencia A propósito de seis décadas de Palabras a los intelectuales/ Por el investigador Oscar Pérez Portales (Santiago de Cuba).

11:00 am/Cápsulas El Creador/ Al artista visual Alejandro Lescay/ Dirige Enrique Pérez Fumero (Santiago de Cuba)/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con la narradora Lisbeth Lima (Santiago de Cuba)

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 1 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/ Exposición Personal / COSASMALAS /  Por Carmen Barruecos (La Habana)/

5:00 pm/ Concierto Giselle Lage (Santiago de Cuba).

6:00 pm/Presentación de la obra Ofelia/ Por el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA (Santiago de Cuba)

8:00 pm/ Concierto de DJ Kelly Sugarface (Canadá)

 

Día 4

10:00 am/ Conferencia A propósito de seis décadas de Palabras a los intelectuales/ Por el investigador Luis Emilio Aybar Toledo (La Habana).

11:00 am/Cápsulas El Creador/ Al Poeta Onel Perez/ Dirige Enrique Pérez Fumero (Santiago de Cuba)/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con la narradora María de Jesus (Santiago de Cuba).

 

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 2 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/Conversación sobre el Caribe que investigan los jóvenes/ Por MS.c Aracelis Avilés.

5:00 pm/ Concierto de Consortes Jazz (Qatar)/

6:00 pm/ Exposición personal/ African woman sketch / Por Inmaray Tillet Fonseca – The black Queeny (Cienfuegos)/

8:00 pm/ Concierto de MC Xiomis (Cienfuegos)/

 

Día 5

10:00 am/ Conferencia A propósito de seis décadas de Palabras a los intelectuales/ Por el escritor y coordinador de las Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad José Ernesto Novaez  (Villa Clara).

11:00 am/Cápsulas El Creador/ A la promotora Darlenis Blanco/ Dirige Enrique Pérez Fumero (Santiago de Cuba)/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con el artista visual y poeta Carlos Gil (Santiago de Cuba)/

 

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 3 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/Intervención del Proyecto Diversas/Conferencia: Dramaturgia escrita por mujeres en Cuba entre 1959-2020 y su contribución al discurso de genero/ Por Sandra de la Caridad Gómez Cisneros (Santiago de Cuba).

5:00 pm/Concierto Proyecto VT ( La Habana) /

6:00 pm/Presentación de la obra Cartografía para elefantes sin manada/ Por el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA (Santiago de Cuba).

8:00 pm/ Concierto de DJ Hits Wonders (México).

 

Día 6

10:00 am/ Conferencia A propósito de seis décadas de Palabras a los intelectuales/ Por el investigador y periodista Yasmani Herrera Borrero (Santiago de Cuba).

11:00 am/Cápsulas El Creador/ A la actriz Maibel del Rio Salazar/ Dirige Enrique Pérez Fumero/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con el narrador y poeta Darío Cisneros (Santiago de Cuba)/

 

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 4 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/Concierto AKM SQUAD (Santiago de Cuba)/

5:00 pm/Concierto DjazzVi (Santiago de Cuba)/

6:00 pm/ Concierto del trovador Renier Fernández Fong (Santiago de Cuba)/

8:00 pm/ Concierto de La Fina (La Habana)/

 

Día 7

10:00 am/Conferencia: Lo latinoamericano como provocación para los intelectuales cubanos/ Por la Dr.C Tania Lescaille (Santiago de Cuba)/

11:00 am/Cápsulas El Creador/a la historiadora Carmen Montalvo/ Dirige Enrique Pérez Fumero (Santiago de Cuba)/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con el poeta Roberto Carlos Founier (Santiago de Cuba)/

 

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 5 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/ Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/Conversatorio: La presencia de la mujer en el Hip Hop cubano y del Caribe/ Por la investigadora Ligia Lavielle (Santiago de Cuba)/

5:00 pm/Concierto Grupo Jazz D Bess (Santiago de Cuba)

6:00 pm/Exposición personal / Rostros del Hip Hop / Por Sahily Borrero – SahiCuban (Cuba)/

7:00 pm/ Concierto del trovador Nelo Gonzales (Santiago de Cuba)/

8:00 pm/ Concierto de La Reyna y la Real (La Habana)/

 

Día 8

10:00 am/Conferencia: Participación y discurso femenino en el Hip Hop cubano (Aproximaciones a la escena santiaguera)/ Por la investigadora Yorisel Andino (Santiago de Cuba).

11:00 am/Cápsulas El Creador/ Al músico Camilo D´Bess/ Dirige Enrique Pérez Fumero (Santiago de Cuba)/

12:00 am/ Cápsulas Al Dorso/ Con el escrito y director teatral Juan Edilberto Sosa (Santiago de Cuba)/

 

2:00 pm/Cápsulas Antena Este – Capítulo # 6 /Desde la sección de Crítica e investigación de la AHS en Santiago de Cuba/Dirige Yasmani Herrera y Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba)/

4:00 pm/Intervención del Proyecto Diversas/ Mujeres Piensan a Martí/ Por las investigadoras Sahay Fajardo, Ada Lescay y Taïna Barthel Gonzales (Santiago de Cuba).

5:00 pm/ Concierto Lady Step (Puerto Rico)/

6:00 pm/Concierto de trova por Yeni Turiño y Yatser Rodriguez (Villa Clara)/

8:00 pm/ Concierto Clausura/Descarga final entre distintas agrupaciones de Jazz/


Odilius Vlak: «La escritura no es para lobos solitarios»

Si la memoria no me falla, corría el año 2013 cuando visité por primera vez la Feria del Libro de Santo Domingo. Allí tuve la oportunidad de dialogar y conocer a Odilius Vlak. Nos unía no solo la idea de ser isleños, caribeños, sino además el amor por el género de la literatura especulativa y su difusión en nuestros comunes ámbitos geográficos. Como en aquella primera conversación, esta entrevista también busca las raíces de quién es Odilius Vlak, el escritor que taladra las puertas de la página en blanco.  

—¿Por qué decides firmar tu obra con el seudónimo Odilius Vlak?

—Bueno, es el resultado de cierta incomodidad con mi nombre de pila, Juan Julio Ovando Pujols, el cual, si bien funciona de manera excelente en la jurisdicción de la vida civil mainstream, no me gustaba como nombre que identificara mi arquetipo de escritor de literatura especulativa, o aspirante a expresarme a través de ella. Entendí que, lo mismo que los miembros de las bandas de black metal y demás géneros musicales extremófilos —de los cuales soy consumidor—, la literatura de género me exigía igualmente un nombre más simbólico. Así que hice un ejercicio de desdoblamiento imaginándome ser un monje medieval especialista en traducir grimorios de civilizaciones prediluvianas y míticas, ya pertenecieran a la tradición esotérica o a las creadas en la literatura de fantasía, especialmente las de los subgéneros mundos perdidos y fantasía oscura de la era pulp. Entonces me dije «ok», ese monje se llama Odilius Vlak [momento «¡Eureka!» sin dudas]. Desde ese momento, ese monje soy yo.

 

—¿La literatura especulativa del Caribe tiene una pauta o marca de estilo que la diferencia del resto de la literatura especulativa latinoamericana?

—Definitivamente. Como toda expresión caribeña, desde su música hasta su gastronomía, su forma de hablar, su energía e idiosincrasia general. Y esa marca y ese estilo no son algo retórico, sino fruto de un proceso histórico que incluye mezcla racial, adaptación al suelo, a sus frutos, su clima, la dimensión mágica religiosa, etc. No en balde por aquí arrancó el lío de la conquista; por aquí llegaron Cristo y Satanás al continente, así como los orishas africanos, sin que la magia de los behíques taínos y sus mitos hayan sido exiliados del todo de nuestro inconsciente colectivo. Pienso en el Caribe como una nueva Tierra Media; un espacio mitogeográfico a mitad del continente, haciendo equilibrio entre el tío Sam y la utopía de la Gran Colombia. Por ejemplo, es imposible que si hacemos una literatura especulativa contextualizada en todo ese acervo cultural y que exprese la dinámica social del isleño, no salga a flote esa musicalidad propia del Caribe. Cuando leí Tercer Mundo, del escritor boricua Pedro Cabiya, me dije: “uffff, esto es un cóctel que lo tiene todo, especialmente la incorporación de la idiosincrasia popular de la isla y su «cantaíto» al hablar, y ni mencionar el estilo del autor que es puro Caribe; y ese jodido worlbuilding tan auténtico y orgánico al cual la isla le ajusta como la zapatilla de la Cenicienta”. Esa novela es, en mi opinión, una muestra arquetípica de lo que podría ser la literatura especulativa caribeña en su máxima expresión de autenticidad; sin que por ello se entienda que la incorporación de tales elementos sea una receta de esas que finalizan recomendando “solo agregue agua y agite fuerte”.

fotos cortesía del entrevistado

—Entonces, ¿hasta qué punto ser isleño signa tu escritura?

—Aparte de lo argumentado en la respuesta anterior, cuyos elementos podría decirse que son la «materia prima creativa», lo que está ahí, dentro y fuera de nosotros, la condición de isleño solo empieza a signar nuestra escritura cuando nos hacemos conscientes de ella y asumimos nuestra responsabilidad. En mi caso eso implicó aceptar esa realidad. Dejar de evadirla o sentirme avergonzado de ella, partiendo de que mi aspiración no era escribir realismo mágico, sino ciencia ficción y fantasía. ¿Pero cómo?, si no soy gringo ni europeo; tampoco japonés. Cómo hacerlo si se entiende que son modalidades narrativas demasiado sofisticadas y, en el caso de la ciencia ficción, demasiado inteligente para un mulato de una isla que no exportaba precisamente tecnología de punta o grandes teorías filosóficas. Pero nada, la epifanía eventualmente llegó. Creo que en el momento preciso, donde hay toda una corriente mundial que apela a descentralizar los intereses de la literatura especulativa fuera del nicho anglosajón. El ciclo de Crónicas historiológicas es el primer fruto de ese reconocimiento de que un futuro proyectado desde el Caribe es tan válido como el yanqui —aunque no hayamos desarrollado el Proyecto Manhattan—, y que los mitos taínos y los importados de África son tan fantásticos como los que inspiraron a Tolkien. Todo ello sin caer en un activismo que en nada va con mi personalidad, o sin dejar de venerar mis maestros made in USA o UK.

fotos cortesía del entrevistado

—¿Es un desafío enfrentarse a un género que posee una vasta historia y tradición enfocada en la cultura anglosajona, o piensas que los caminos de la ficción especulativa caribeña deben mirar hacia otros horizontes de referencias?

—Vaya que lo es. Como puntualicé al final de la pregunta anterior, puedo mirar a otros horizontes de referencias sin que eso implique que deje de ver en la tradición anglosajona una inspiración permanente. Y esas otras referencias están, en primer lugar, en lo caribeño y latinoamericano; luego en el resto del mundo. He logrado romper el condicionamiento mental que me hacía reaccionar de manera instintiva con indiferencia ante un autor que no fuera anglosajón. Me siento bien conmigo mismo en ese sentido. Me desconecté de esa Matrix. Igual: Mary Shelley, Edgar Allan Poe, H. G. Wells, H. P. Lovecraft, Clark Ashton Smith, Abraham Merrit, Francis Steven, C. L. Moore, Arthur C. Clarke, Frank Herbert, y el gran montón que todos conocemos, estarán siempre fuera de competencia.

—Las relaciones escriturales con otros países de la misma franja geográfica caribeña: ¿una necesidad, un reto o una utopía? ¿Por qué?

fotos cortesía del entrevistado

—Una necesidad. De orden pragmático y, si se quiere, hasta del ser colectivo. Y ahí Cuba sería la llamada a guiar esas relaciones por su larga tradición y aporte a la literatura de género. La veo como el cuartel general. Otra dinámica que podemos emular de los países anglosajones, entre los cuales siempre ha existido una gran retroalimentación y colaboración entre sus autores, editores, ilustradores, colectivos y los diferentes premios. Sostengo que el sueño de la Confederación Antillana podría tener su verdadero “episodio piloto” en dichas relaciones, ya que lo real maravilloso de Carpentier o el realismo mágico, por su propia naturaleza quizás demasiado conceptual, no pudieron desarrollar a nivel de una interacción entre autores, obras y temática, eso que en la praxis de la literatura de género es intrínseco: la autorreferencia interna que permite de una manera más deliberada crear bloques equivalentes a los geopolíticos. Lo real maravilloso y el realismo mágico pecaron de no reconocerse como “géneros”; la alta cultura los jodió a pesar de su boom editorial. Otro gallo canta en nuestro patio. Puedo, como dominicano por ejemplo, seguir expandiendo o ubicar una historia en la geografía cyberpunk de Vladimir Hernández. Ese tipo de “apropiación” y enriquecimiento es la sal de la literatura especulativa. También la ventaja que brinda el pertenecer a una subcultura literaria marginal pero que, por lo mismo, posee más coherencia y sentido de identidad. Solo fíjate en los últimos cinco o seis años cómo ha ido creciendo cada vez más el dialogo entre los protagonistas de esta subcultura en el Caribe y el resto de Latinoamérica. Aparte de necesidad podría ser un reto, pero jamás una utopía. Esas relaciones ya están. Solo falta, para usar un término del protocolo político, oficializarlas.     

—¿Cuáles son los principales temas que abordas en tu obra?

—Mi obra está permeada de fantasía oscura y mundos perdidos, ambos filtrados —ya en un plano un tanto de fantaciencia— a través del cyberpunk. Eso en cuanto a los subgéneros. Siempre hay magia, aun a nivel genético o cuántico. Me parece que el concepto más importante que he desarrollado desde lo caribeño ha sido el de “la post singularidad cultural”. Eso en Crónicas historiológicas, que es un ciclo de siete historias. Es decir, cómo podría sobrevivir la “identidad” —sobre todo colectiva— en un futuro transhumano o post biológico. Ahí también exploro, en una combinación dialéctica entre un pasado y un futuro imaginarios, otra de mis fascinaciones: la historia. Creo que con sus torpezas de estilo y tramas, en ese ciclo pude combinar muy bien mis intereses con los subgéneros que me maravillan. Lo mismo que en Viaje al centro de los mitos. Un ciclo inédito que combina la ficción histórica y la fantasía oscura, mezclando la mitología taína y la magia católica. Ya en la novela que estoy desarrollando vuelvo a la cuestión de la identidad, la historia, el cyberpunk, la magia, el ADN como última frontera. Todo, claro, desde mi experiencia como dominicano. El tema de la identidad colectiva, por ejemplo, es una cuestión traumática en nosotros. Siempre con ese complejo de que no somos una nación, que nunca llegaremos a serlo. Siempre con el temor de ser absorbidos por Haití… y un largo etcétera.

—¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

—A veces cogiendo la misma lucha de Sísifo: un volver de nuevo a intentarlo. Otras teniendo éxito, solo para tener que correr como loco tras la roca que desciende por la pendiente opuesta de la montaña para que la historia no se salga de mis manos. Pero lo disfruto un montón. Cada día planifico más. Trato de insertar técnicas del guion de cine en la literatura, sobre todo en la novela que escribo actualmente, la cual asumo como un techno thriller. Ahí diseño las escenas luego de un concurso donde gana la que mejor beneficie el hilo narrativo. Igual hay zonas nebulosas. Y qué genial que así sea. Otra cosa es un principio, una mecánica convertida en ley personal de escritura: lo primero es el título. Ahí soy muy simbólico. Solo cuando capto intuitivamente el título perfecto para esa idea indefinible que me carcome el cerebro, es que puedo ver el mapa de ruta de la historia que promete dicha idea. Pero ya sabes, la creatividad avanza a saltos entre los tiempos que sobran del trabajo diario. Vainas del cyberpunk dominicano, como le llamo.

—Como escritor autodidacta, ¿cuáles han sido tus mayores desafíos? ¿Piensas que la literatura, el arte en sentido general, puede aprenderse sin una guía? ¿Cuáles fueron tus principales patrones a seguir y las herramientas que más útiles te han resultado?

—Desafíos: no dejarme secuestrar por el pensamiento de que estoy perdiendo mi tiempo. Confiar en mi potencial aun sin haber estudiado literatura creativa en una universidad gringa, por ejemplo, sino gestionando y optimizando el talento personal. El arte es guía desde que te identificas con autores o creadores en general a los cuales intentas emular como punto de partida. La iniciativa implica buscar esas guías [estudiar la técnica de un autor, leer sobre ellas, asistir a un taller, etc.]. Mis patrones son mis autores favoritos. Sus obras. Qué tanto sacrificaron para construirlas. En cuanto a las herramientas, bueno, desde el punto de vista psicológico, hacerme el “chivo loco” como decimos por acá y no escuchar consejos que me desvíen de mi norte. En la parte física, tener siempre ready mi PC; escribir para el Blogzine Zothique The Last Continent [hasta el 2014]; involucrarme en el colectivo Mentes Extremófilas; escribir para la revista digital miNatura [desde el 2012]; colaborar en el proyecto mexicano El Teatro de las Ánimas [podcast de narraciones y contenido musical]; participar de ferias del libro y la gestión cultural a nivel general.  

—Ya hablábamos de la importancia de las relaciones escriturales que podrían establecerse en nuestro contexto geográfico; pero, ¿cómo valoras la conexión y el trabajo en equipo cuando colaboras con creadores de diversas manifestaciones en la propia República Dominicana?

—Es vital. Este business no es para lobos solitarios. Sobre todo cuando sabemos que es una cruzada por el reconocimiento y por dejar una huella en este bueno, bello y verdadero universo de la literatura de género. En mi caso la mejor conexión ha sido con el artista Eddaviel: mi principal cómplice en el crimen de imaginar. Las conexiones y el trabajo en equipo deben darse con personas que no te hagan perder el tiempo. Somos caribeños, no germanos. Nos hace falta aún más disciplina y sentido del compromiso en ese sentido. Pero igual, ya en República Dominicana tenemos la conciencia de lo colectivo y la libertad para conectarnos con equis parte de este.  

—Más allá de la página en blanco, ¿quién es Odilius Vlak?

—Odilius Vlak es sobre todo una persona que ama la soledad. Más que la misma escritura. Me gusta estar solo, físicamente hablando. Literal. Eso me define más que cualquier otra cualidad o costumbre. Más allá de eso: muy sociable cuando es necesario y dotado de la simpatía propia del Caribe. Alguien que intentó ser periodista, pero solo lo estudió y ahora edita libros y traduce para ganarse la vida. Lector empedernido. Amante del metal extremo, de la música clásica, el noise, el industrial dancing y el merengue urbano o de calle; de ver documentales sobre ciencia, historia y de los animales salvajes de la sabana africana cortejándose a mordidas; identificado con la derecha en términos de política y con una gran envidia por los monjes Shaolin y… Mmmmm: bueno, eso. Por ahora.

—A la hora de escribir, ¿qué es lo más y lo menos importante para ti?

—Lo más importante es poder aprovechar el tiempo en el cual sé que debo plasmar una idea aunque sea de una manera esbozada; de avanzar la historia; de solucionar un problema. No divagar. No desperdiciar energía creativa, pues sé que no podré recuperar esa precisa combinación entre idea, entusiasmo y momento. En eso hago un gran esfuerzo. Sobre todo porque no tengo todo el tiempo para dedicárselo a la escritura. No existe algo como “lo menos importante”, o no sé, quizás sí. Lo pensaré.


Compás #1: Jazz Namá a ritmo del Caribe (+Galería)

La jornada del día 25 de febrero ha superado nuestras expectativas. Cuando Nataly Ruiz, presentadora de nuestra cartelera, hizo sonar el primer compás, Santiago de Cuba volvió a ser epicentro de la buena música.

 

Esta (la primera) jornada del Jazz Namá nos regaló llegó la exposición colectiva virtual Raíces y compás. Una muestra donde se aborda la presencia africana en nuestra ciudad, captada por la magia de los lentes y pinceles de un grupo de jóvenes santiagueros. En las palabras del catálogo, la historiadora del arte Sara Valdés Legrá afirma:

El género jazzístico emprendido por jóvenes talentos de la ciudad héroe ya tiene un plató amplio de presentación, un espacio propicio que lo da a conocer y ahora lo afirman estas fotografías que hoy se exponen en esta plataforma online que lleva por título: “Raíces y compás”.

Como joven expresión sonora, y por demás, venida de las ágiles manos de esta generación, la más fresca con la cual cuenta la ciudad, posee un sugiéneris compás. Todo bien concatenado, tanto imagen, desde el punto de vista técnico, compositivo, cromático y temático, siempre sin dejar de lado ese compás del santiaguero que es bicharachero, locuaz, muy extrovertido y en constante movimiento, expresión por antonomasia de los valores raigales que nos definen como ese cuero del tambor del cual bebe el jazz en Santiago y lo hace merecedor de un sello distintivo, dentro del género, en todo el país.

Asimismo, se advierte fotografías como las de marcado énfasis en las formas, y que por el poderoso poder del monocromo que las embisten, se encuentran dentro de los ejemplares de plausibles reconocimientos, sobre todo por el sentimiento con el que se perciben los personajes retratados en ellas.

Y qué decir de las muestras de la cotidianidad de las calles de nuestra ciudad con los tambores que no faltan en el género musical sobre el escenario de sitios tan emblemáticos como el Iris Jazz Club, que a él le rinde tributo siempre que abre sus puertas”.

Yadasny José Portillo Herrera, reconocido pianista, arreglista y compositor, Director del Grupo Cauce, protagonizó el estreno de las cápsulas Jazz Namá Plus. Esta es una iniciativa que se muestran por primera vez (desde que fuera fundado el evento) y sirven para presentar a los grupos y artistas que participan. Portillo pertenece al catálogo del Centro Nacional de Música de Concierto, y desde el 2003 se ha estado presentando como pianista junto al destacado bailarín cubano Carlos Acosta, en los más importantes escenarios internacionales. Su figura prestigia indudablemente el Festival.

El movimiento jazzístico dentro de la ciudad va respaldado de estilos marcados dentro de la comunidad de músicos que desde aquí emergen y se posicionan con su hacer. Camilo de Bess asegura en su cápsula promocional: Para mí el Jazz es lo más realzado de la música clásica unido con la música popular, una mezcla de las dos corrientes. El programa del evento nos regaló para el cierre de esta primera jornada el concierto de su grupo Jazz D´ Bess. Uno de los anfitriones y que por tercer año consecutivo tiene, bajo su responsabilidad, el concierto inaugural.

El Jazz Namá propone para la segunda jornada más cápsulas promocionales, challenges y conciertos. El momento especial del día, con transmisión en vivo, será el encuentro con los directivos y artistas vinculados a la Casa del Caribe. Esta institución recibirá a nombre de todos los miembros de nuestra filial, un reconocimiento por los 40 años de la Fiesta del Fuego. La Casa del Caribe y su Festival han servido como plataforma para que confluyan en la ciudad de Santiago tradiciones de muchas culturas con una raíz común: África.

Es un privilegio para la ciudad poder contar con la Casa del Caribe y toda su historia. Es una necesidad para la joven vanguardia (AHS) honrar ese legado que ha construido y salvaguardado parte de lo que somos. Santiago de Cuba es muchas cosas, pero algunas serían solo memoria y olvido, sin la Casa de los hombres y las mujeres que portan/piensan/y construyen la cultura de la región.

 

fotos frank lahera


Rap a lo tricolor: una escena musical con sabor local

Cantar, saltar, bailar, tomar, pinchar la pista de discos, alzar la voz en responsorio cantado cuando el intérprete convite, levantar un brazo en señal de apoyo, moverlo de arriba hacia abajo, ladearse la gorra y hacer todo esto imbuidos en frases como “tá’mo aquí” o “I don´t believe in Babilon”, dice mucho de la salud de la escena rap-reggae en Santiago de Cuba. Si bien resultará propicio acercarse a esta producción musical en un momento en que sus músicos, apoyados por la Asociación Hermanos Saíz, mantienen sus propuestas y conforman una comunidad ya con más de 20 años en cocción.

La mirada que propongo no se dirige a analizar precisamente su desarrollo zigzagueante, sino hundir las raíces en su rótulo mixto. En suma, diseccionar las razones que conducen a entender dicha escena bajo el título rap-reggae, en vez de separarla en virtud de cada género musical constituye el tema central del presente texto.

Las huellas de profunda afinidad entre artistas de rap y de reggae se observan tanto de forma explícita como cuando se profundiza en su análisis. Enumero algunas de las pistas que permiten visualizar la estrecha sintonía:

(1) La continua colaboración fuera y dentro del estudio musical que conduce a featurings bajo el predominio de uno de ambos ritmos pero con la inclusión de sendos tipos de intérpretes;

(2) sus relaciones más explícitas sobre el escenario, tan comunes en peñas o en propio patio de la AHS santiaguera;

(3) la incorporación de accesorios estéticos procedentes de los movimientos culturales vecinos, hip hop y Rastafari, en la creación del estilo visual, por ejemplo, cuando los raperos usan algún elemento tricolor verde, amarillo y rojo;

(4) la propia identificación personal con tales culturas vecinas y su expresión artística mediante la canción, por ejemplo, cuando la concepción Babilonia procedente de Rastafari adquiere importancia en el discurso del rap;

(5) por último, el compartir ideas comunes contenidas en sendas culturas, por ejemplo el ideal antirracista y la re-significación de la deuda  cultural cubana con África.

No es intención de esta autora abordar con todo el peso de la semiótica, la sociología y la historia, las peculiaridades de la escena antes citada. Los límites editoriales del texto no lo permitirían. Sin embargo, declarar los hechos fundamentales que conducen a una escena mixta, sí posibilita transitar por un breve análisis culturológico donde salta uno de los sellos identitarios de una vertiente musical contemporánea con sabor local, de parecer folclorista para algunos, sinceros matices regionales para otros, e indudable enlace de tradición y actualidad.

Ante todo, considero preciso puntualizar el significado de escena musical, cuya utilización en el contexto cubano le debe mucho al periodista y crítico musical Joaquín Borges Triana. Constituye una de las últimas conquistas terminológicas del post-subculturalismo contemporáneo, probablemente gracias a su cómoda amplitud significativa. Esta díada, alcanza mayoría de edad en los predios del periodismo musical, pero son los sociólogos post-subculturales, especialmente dedicados a la música, quienes en la postrimerías del siglo XX elaboran un marco teórico para explicar las comunidades de consumidores y productores musicales, una de las formas de contrastar con el enfoque sustentado en la disección clasista inherente a los clásicos subculturalistas de Birmingham.

Foto cortesía del artista Edgar Brielo. Patio de la AHS durante Festival de hip hop. 2016

De esa manera, junto a subculturas, culturas juveniles, culturas de club, tribus y neo-tribus, llega a bien posicionarse los enclaves conceptuales y empíricos de la escena musical. Aunque su procedencia sociológica se deriva de las investigaciones de Barry Shank y las del canadiense Will Straw (1991), es el último quien alcanza mayor repercusión en las investigaciones sociales de música.

En síntesis, la escena musical se conforma tanto por la comunidad flexible y porosa de productores y consumidores de algún ritmo en específico, como por sus enclaves espaciales fundamentales, sus redes de producción, distribución y comercialización, el movimiento nómadas de los seguidores de dicha música, y una comunidad de gusto con base en un género o como aquí se observa, géneros en específico, comunidad de membranas móviles, inclusivas y cambiantes.

Una vez entendida la escena como una relación en movimiento entre los creadores y su público, vale volver la mirada hacia la historia de los géneros musicales que nos ocupan. El acontecer del rap santiaguero se ha trenzado con otros movimientos musicales que florecieron en el Caribe hacia finales del siglo XX. Primero el reggae, luego el raggamuffin, su variante el dancehall, e incluso el incipiente reguetón, acompañaron los ánimos creativos que hacia las postrimerías de la década del 90 e inicios del nuevo milenio motivaron a varios jóvenes a destacarse en el estilo recitativo con inclusión de jergas característico de la canción de rap.

Si miramos a fondo, hallaremos que las conexiones entre el reggae, sus derivados sonoros y el rap, ya habían sido forjadas entre los padres de estos ritmos. El profesor estadounidense Mickey Hess, por ejemplo, recuerda que el rap halla raíces en la práctica artística del toasting jamaicano, una forma en que los DJ de Kingston animaban aquellas fiestas informales de barriadas al margen conocidas como sound system. Si a ello le sumamos que todos los géneros mencionados constituían, de alguna forma, crónicas sociales donde se plasmaba el pensamiento crítico de sectores pobres así como su espiritualidad o, en el otro extremo, se vertía un discurso nihilista, lúdico y con alto contenido sexual, también como parte de una subjetividad social que describía un pretendido estilo de vida, entonces, las conexiones son evidentes.

Lo cierto es que la histórica mixtura entre creadores del rap y reggae adquiere un cariz más sólido en el caso santiaguero y las primeras sospechas de este hecho emergen cuando nos percatamos del afianzamiento del reggae en el gusto popular de la ciudad, amén de involuntarios desconocimientos en las herramientas de investigación social como las encuestas de consumo. Las causas deberían rastrearse en el apego emocional y cultural del santiaguero a la cultura y sonidos caribeños, pero, una aseveración así parecería pecar de folclorismo. Con ella, se pretende poner en debate el esencialismo de nuestra identidad que, en tiempos actuales de hibridación cultural, se permea de variopintas influencias, de suerte que es preferible aportar datos en los cuales se explicite la incidencia de lo reggae en la ciudad.

Los investigadores Samuel Furé y María Elena Orozco recuerdan que la llegada de estudiantes caribeños y entre ellos jamaicanos a universidades capitalinas y de Santiago de Cuba, así como el arribo en 1976 de obreros, también con jamaicanos en sus plantillas, en busca de cursos de superación; fueron hechos que estrecharon el contacto con la cultura de Jamaica y, por extensión, con el reggae. En este punto, el lector juzgaría imperdonable la no mención de las oleadas inmigratorias jamaicanas hacia el Oriente cubano, antes de los pretéritos años 50 y el supuesto espaldarazo que pudieron proveer al gusto local por el reggae. Sin embargo, S. Furé responde al cuestionamiento con justicia cuando explica que al momento de la ascensión de este ritmo como música popular, bailable y globalizada, ya dichos inmigrantes y su descendencia poseían tal integración a la estructura social cubana que el reggae era tan nuevo para ellos como para los demás cubanos.

Promoción y portada del álbum de dúo Golpe Seko «Golpe Seko brothers» cortesía del MC Darwin Sibadie. Su diseño resalta los colores de la bandera Rastafari como alusión no sólo a esta cultura sino también al Caribe.

Considerado sobremanera por músicos, integrantes de Rastafari y estudiosos de procesos culturales en la región Este de Cuba, otro elemento que ha cimentado el gusto en el reggae ha sido la posibilidad de sintonizar estaciones radiales jamaicanas desde algunas zonas orientales, Santiago de Cuba entre ellas. S. Furé también adiciona la influencia del turismo en los 80, que acercó más la cultura jamaicana del momento a la cubana. Por último, pero no menos importante, debo destacar siguiendo dicho autor, la influencia que dejaron algunos eventos donde confluían figuras del reggae internacional: el de Varadero, el Carifesta y el Festival del Caribe. Lo que no menciona este exégeta de la cultura Rastafari es que de los tres, el último todavía se lleva a vías de hecho cada verano y su realización impacta directamente en la configuración de la escena rap- reggae.

El desarrollo anual del festival o Fiesta del Fuego probablemente representa una de las motivaciones más antiguas y reiteradas para llevar a cabo conciertos de rap y reggae, en conjunto con la AHS, como uno de sus espacios neurálgicos. Con este juicio no pretendo desconocer la convergencia, en el marco del evento, de numerosos ritmos tradicionales, caribeños y latinoamericanos, empero, el carácter participativo de la música urbana citada, esto es, la dinámica relación in situ de los artistas con su público mediante el baile o cualquier otra manifestación de sinergia colectiva, acentúa su significación y conduce a la activación de la escena puesta en la mira. Se explicaría entonces por qué mientras se trova, la música adquiere función de telón de fondo, pero cuando se canta reggae, los partícipes, otrora conversando, se levantan de sus asientos, cantan o corean al cantante mientras este repite alguna frase significativa como la inicial I don´t believe in Babilon.

Volviendo a mi objetivo inicial, creo necesario señalar que la mayor parte de estas condicionantes no corresponden exclusivamente al territorio santiaguero, sino que, en relativas medidas se hallan diseminadas por el resto del país. Por ejemplo, los estudiantes jamaicanos no solo arribaron a Santiago, sino también a La Habana y, en menor escala, a otros territorios como Santa Clara.

Ahora bien, su convergencia en adición a los factores históricos que funcionaron como puente de relaciones culturales con el área caribeña desde la época colonial, sí debe considerarse en su conjunto elemento exclusivo de esta ciudad. En mi consideración, la comunión de todos ellos ha condicionado al sujeto social santiaguero, en especial una sensibilidad cultural que se aviene a la conciencia de caribeñeidad que mencionara un autor ya clásico: Joel James. Se trata de una histórica disposición estética con relieves característicos del Caribe que ha influido en buena medida en el gusto y, en consecuencia, en la creación musical de la urbe.

No quisiera ahogar la interpretación sobre la creatividad santiaguera en materia de música con el lazo del determinismo cultural; por tanto, no pienso que todos los músicos santiagueros y los melómanos expresen por fuerza el vaso conductor con dicha sensibilidad caribeña. Aun así, ha sido válido analizar una escena musical donde la expresión caribeña resulta palpable debido a la estrecha y sólida relación emocional y artística entre raperos y músicos de reggae.

Otra ejemplificación de este vínculo descansa en la frase metonímica, probablemente oportuna, sostenida por algunos raperos que reza: “Mientras La Habana mira al norte (o lo que es lo mismo, a Estados Unidos), Santiago observa al Caribe”. La probable certeza o desmesura de esta frase no es lo importante aquí, sino el hecho de hallar entre quiénes la afirman, identidades sustentadas en la auto-calificación como parte activa de esta región cultural.