Báguanos


Entrega sus premios “el árbol que silba y canta”

Con la entrega de los premios del concurso El árbol que silba y canta, en trova y poesía, concluyó en el municipio holguinero de Báguanos el XXIII evento Del verso y de la miel, organizado por la AHS y dedicado al trovador Raúl Prieto y al poeta Rolando Bellido.

En la gala de clausura del encuentro se realizó un homenaje a Bellido, investigador, promotor y profesor, creador en 1993, en el central López Peña, del proyecto sociocultural del que parte el evento, con el objetivo de elevar, con gestión participativa y equidad, la calidad de vida de los vecinos del central azucarero.

Fotos cortesía del evento

El jurado de trova, integrado por Ivette María Rodríguez, Freddy Laffita y Amaury del Río, entregó el Premio El árbol que silba y canta a Yanco León, de la provincia Granma.

Mientras que en poesía, el jurado integrado por Alfredo Zaldívar, Senén Orlando Pupo y Erian Peña, decidió por unanimidad «celebrar la realización de esta nueva convocatoria de un concurso necesario que estimula la creación poética entre las nuevas generaciones de autores de diversos intereses y estilos; agradecer a los organizadores del mismo y subrayar la necesidad de su fomento y preservación; y destacar la calidad de gran parte de las obras presentadas, lo que demuestra el interés por el Premio y resulta una sui generis cartografía de las búsquedas y miradas de los jóvenes autores», leemos en el acta.

Fotos cortesía del evento

Así como entregó una Mención al cuaderno «El lado convexo», de la poeta holguinera Idania Salazar, por «moverse con facilidad en los terrenos de la prosa poética y el verso libre, logrando un discurso coherente donde el yo asume búsquedas, diálogos y dudas; y por reafirmarnos, además, “la sospecha de mirar al cielo y pensar en si nunca más nos llueve”». El pasado viernes, Idania recibió, por su cuaderno «Foramen», el Premio Nuevas Voces de la Poesía 2023, certamen organizado por la sección la AHS en Holguín, la emisora provincial Radio Angulo y el Centro Provincial del Libro y la Literatura.

Fotos cortesía del evento

Finalmente el Premio El árbol que silba y canta 2023 fue para el poemario “Los límites de la cicatriz”, del joven Tomás Eugenio Escobar Ávila, de Las Tunas, por «lograr, a través del manejo de diferentes recursos poéticos asumidos, una voz original que se (nos) sumerge entre pasillos de hospitales e instrumentos del dolor, entre pérdidas y cicatrices, y que hace de su cuerpo (¿acaso el cuerpo poético?) un sitio para el corte, la interrogante y la sobrevida; por mostrarnos “constantes signos” por los que el poeta camina para convencerse de que, aún, posee (poseemos) humanidad», nos asegura el jurado.

Fotos cortesía del evento

El evento contó con recitales de poesía; conferencias; intervenciones artística-literarias en las comunidades La curva y La pelota; una gala homenaje, en el cine de la localidad, a Raúl Prieto, recientemente fallecido, con Ivette María Rodríguez, Freddy Laffita y Amaury del Río; la presentación del poemario Traducción apócrifa de Mailín Castro ganador del pasado concurso, publicado en la colección Analekta de La Luz, entre otras acciones que acercaron a esta comunidad azucarera de Holguín la trova y la joven poesía.


Voz de azúcar y batey: Ivette María Rodríguez

Báguanos es un batey azucarero, un lugar que bien define la expresión “dulce por su azúcar y fraterno de corazón”. Es, además, la cuna de un fuerte movimiento cultural que ha trascendido las fronteras territoriales y le ha legado al país un grupo de artistas y escritores que luchan por mantener latente su identidad por encima de todo.

Sin lugar a dudas es Ivette María Rodríguez una de esas voces indispensables de la cancionística cubana. Autora de un amplio repertorio, Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz Provincial y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Desde lo más auténtico del batey azucarero ha sabido ganarse un lugar indiscutible en el corazón de todo el que la conoce, ya sea atraído por su música o por su personalidad maternal y de extrema sinceridad.

Mi formación viene de la EPIA (Escuela Profesional de Instructores de Arte) El Yarey, en aquel entonces ubicada en el municipio Jiguaní, de la provincia Granma. Ahí estudié cuatro años: de 1984 a 1988. Me gradué en la especialidad de Dirección Coral en Música, excelente escuela, por su claustro de profesores muy experimentados… salíamos muy bien preparados.

La graduación de mi grupo fue en el Monumento de Dos Ríos. Siento orgullo que en este sitio histórico me entregaran mi título y me reconocieran ser una de los dos mejores expedientes de mi año.

Gracias al Yarey, también disfruté de varios conciertos de Pablo Milanés en la Plaza del Himno de Bayamo, así como Silvio Rodríguez, de la Sinfónica Nacional y de lo más representativo de nuestra cultura en esta etapa.

 Soy abril precipitada, Cuatro puntos de riesgo, Mago de Oz, Tus manos a mi orilla… son algunos de los temas que la identifican y la sitúan como una de las voces femeninas más auténticas y sensuales de su generación.

Me recuerdo de niña participando en el programa televisivo “Recreo”, que se hacía en Telecristal. Me acompañó en la guitarra Alfredo Wenceslao “Puchi” e interpreté Fusil contra fusil, de Silvio Rodríguez. Ya como compositora… me había ido al Yarey de las Mercedes con algunas canciones hechas, por ejemplo Mediodía de amor”, que fue Premio de la Ciudad de Holguín en Música, en el año 2009.

Cuando regresé a Báguanos, ya graduada como Instructora de Arte, me empiezo a nutrir de la obra de algunos poetas de la localidad, como Luis Martínez, Rolando Bellido… después Orestes González. Comienzo a cantar en las peñas literarias y mi obra en lo adelante cobra otra vida, diría, hacia lo trovadoresco. Es entonces cuando nacen temas como “Largometraje”, “Cuando eres mi escalera”, “Soy abril precipitada”, “Cuatro puntos de riesgo”, entre otros.

Mi primera guitarra fue una “Sindo Garay”. Me la regaló Félix Viamontes en mis años de estudios en El Yarey. En 2002, Tatiana Zúñiga y Alina Alarcón, presidenta y vicepresidenta de la AHS holguinera, respectivamente, me hicieron entrega de la guitarra electroacústica con la que trabajo actualmente.

Un día llegué a la AHS para no irme nunca. Encontré oídos sensibles a mis canciones. En la AHS de Báguanos fundamos, realizamos sueños. La Asociación me dio la oportunidad de participar en las primeras Romerías de Mayo. Me dio la oportunidad de cantar junto a voces muy importante del país. De participar en festivales como el Pepe Sánchez, en Santiago de Cuba, La Canción Política, en Guantánamo, Cayamba in Memoriam, en Baracoa, Trova Viva, en Moa… entre otros.

La pérdida de la identidad cultural y la desapropiación de la cubanidad es un tema que se debate cada día con más fuerza. Pero el que conoce a Ivette sabe que para ella ser de Báguanos es un honor que no se discute, muy a pesar de todas las limitaciones que posee un pueblo alejado de las grandes ciudades.

Ha sido complejo llevar mi obra desde aquí. He soñado con realizar más, interactuar con otros músicos, otros formatos, pero desde un municipio se hace muy difícil. Me he perdido importantes momentos artísticos de la ciudad. Sin embargo, siempre he dicho que soy de Báguanos. Aprendí a quererlo. En el orden artístico lo que recibo es el impacto, la espiritualidad de las personas del pueblo.

Estuvo en México con su hija en los meses de julio y agosto de 2022. Su música fue acogida y aclamada por el público en cada uno de los sitios donde se presentó.

Fuimos invitadas por la Universidad José Martí de Latinoamérica, localizada en la hermosa ciudad de Monterrey, Nuevo León. Realizamos un grupo de actividades allí, pues en esos días cumplía aniversario de creada. Presenté un recital en la Casa Paz, de la propia universidad. Canté en el lanzamiento de un CD de un destacado vocalista del patio, el tenor Oscar Martínez, que grabara junto a la agrupación Cadetes Linares. Fui invitada a una importante peña de música cubana y de jazz en el centro de la ciudad e hice varias presentaciones todos los domingos en un espacio encantador, rodeado de una hermosa vegetación: “El Rincón de mi Ranchito”, en el municipio “Los Cavazos”, y donde mi bella Daniela me acompañó cantando temas míos y de otros compositores.

Nos sentimos muy a gusto y agradecidas por la acogida de los mexicanos, que son muy educados, tienen cultura, son generosos y son conocedores de la música cubana. Fue una experiencia hermosísima, que también agradezco a la UNEAC en Holguín su colaboración en materializarla.

Compartí musicalmente con el trovador Alex López (excelente juglar del género), el joven trovador Manuel Talancón, y con Roberto Biosca, músico cubano, director de la Orquesta Filarmónica de la Universidad de Monterrey. Proyectos y propuestas artísticas no faltaron y la invitación a regresar sigue en pie.

La trovadora no solo es conocida por sus canciones, sino por el trato amable y bondadoso que la caracteriza. Los jóvenes que acuden cada año al Evento Nacional Del verso y de la miel, o que participan en el concurso para poetas y trovadores El Árbol que silva y canta, que la AHS territorial realiza desde el 2000, hablan de la ternura de sus tratos y la humildad de su proyección. Esto es, sin dudas, una de las razones por la que se ha mantenido a su alrededor la unidad de la célula municipal. Incluso en los tiempos de más dispersión y carencia, el espíritu de su voz (siempre mas apegada a lo maternal que a lo protocolar) ha fungido como piedra de fundamento.

El ARTISTA, así con mayúsculas, no ha de manifestar que es el mejor. O sea: reconoce que no es el único que existe en los predios artísticos y, por supuesto, es capaz de ver el talento en su colega. Es lindo disfrutar de la obra del otro. Eso también nos legitimiza; todo esto relacionado con la falta de sencillez y la gran mancha de la vanidad que se vive actualmente.

Soy de las que me gusta ayudar y dar ánimo a estos jóvenes talentosos que llegan con un decir auténtico. Lo he vivido aquí en el evento Del verso y de la miel con muchos de ellos, que vienen creciendo junto a sus canciones. Te puedo hablar del tunero Jesús Ricardo Pérez Cecilia, o el guantanamero Javier Jesús Zaldívar; de Alito Abad, ingenioso, muy bueno; de Adrián Álvarez… por solo mencionar algunos. Es significativo todo el enjambre de ideas, estilos, maneras distintas de escribir las canciones e interpretar la guitarra; también los jóvenes artistas en general… y de tal manera los jóvenes escritores cubanos.

Calidad y talento hay: no tiene precio una bella canción, profunda, enaltecedora. El tiempo y las oportunidades la equilibran dándole su lugar, su luz.


Premio de poesía El árbol que silba y canta para Yeilén Delgado

“La ingratitud de predicar” es el cuaderno ganador del XXI Premio de poesía “El árbol que silba y canta”, convocado por la célula de la AHS de Báguanos en Holguín, como parte del evento de trova y poesía “Del verso y de la miel”, que cada año se celebra en este municipio.

Yeilén Delgado Calvo, periodista y escritora matancera residente en La Habana, es la autora galardonada, que bajo el seudónimo de Leba, presentó a este premio “una propuesta desde la que alienta una voz poética personal, razonada y humana a la vez, tentando y proponiendo desde un lenguaje comedido y sin artificios”, según destaca el jurado, que integraron Luis Yuseff, Adalberto Santos y Elizabeth Soto.

La joven escritora es egresada del Centro de Formación literaria Onelio Jorge Cardoso y ha ganado entre otros concursos el nacional de poesía Delia Carreras, de narrativa Portus Patris 2021 y ha publicado sus versos en varias antologías dentro y fuera de Cuba.

Para los lectores del Portal del Arte Joven Cubano, Yeilén esclarece los derroteros del cuaderno ganador de esta edición de “El árbol que silba y canta”:

Son poemas que hablan esencialmente de la maternidad y el paso del tiempo.

Cuando me convertí en madre gané en conciencia de lo rápido que pasa el tiempo, y de cómo lo mucho que dejo de mí en esa “tarea” es algo que o se me devolverá.

¿La madre poeta es muy distinta de la poeta que eras antes?

Es distinta porque soy una mujer distinta. Creció mi autopercepción. Tengo menos tiempo para escribir y más ganas de hacerlo. Más que decir. Por eso los poemas son más escasos y concentrados. Y escribo sobre la maternidad desde la ambivalencia.

Cuando tus hijos sepan leer ¿se encontrarán en esos versos?

Me gusta creer que me encontrarán a mí, que sabrán que mientas los criaba era una persona con miedos, con desafíos, con tantas ganas de salir corriendo como de protegerlos del mundo.

¿Tu narrativa también es atravesada por estas preocupaciones?

Todo lo que he escrito después de ser madre es atravesado por esa experiencia, no puedo desprenderme de ese traje, que es muy diferente a lo que la sociedad supone o vende, es tan dulce como áspero.

Si el acto de la escritura es siempre un parto, y el encuentro con el lector, esa presentación en sociedad del hijo propio, hay mucho de “mater-paternidad” en el gesto de la creación literaria, pero si esta se haya transida de los dolores de la maternidad otra, la real, la de esta circunstancia caribeña, insular, de siglo nuevo y de futuro azaroso, tiene connotaciones mucho más complejas, inenarrables.

Para una madre es fácil conectarse con los versos de Yeilén, ya lo dirán los lectores cuando en 2022 se presente su cuaderno en la colección Analekta, para demostrar que hay ingratitud en predicar, pero que la gratitud asume muchas formas, como la de la poesía, en el hecho de “maternar”.


Báguanos Indígena: cuando el pasado habla a través de los libros

Todo comenzó cuando el joven graduado de la UCI colaboraba con una enciclopedia virtual donde encontró errores que aludían al pasado aborigen de su municipio natal. El muchacho que parece tener un fiel compromiso con la verdad y la Historia asumió como misión personal deshacer este entuerto que, de no corregirse, generaría desinformación y confusión.

Además, sus móviles se justifican en el hecho de que la literatura especializada tiene tal vez una deuda con algunos sitios de elevado valor histórico cultural, deuda que viene tal vez a honrar Báguanos indígena. Arqueología y patrimonio, de Ivan Rodríguez, la más reciente inclusión en la categoría de investigación al catálogo de Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín.

La motivación del joven investigador, que se movió de la Ingeniería Informática a la Historia, y que se especializa en Egiptología, es una apasionada defensa de su patrimonio arqueológico, movido por la necesidad de poner luz, de aclarar errores sedimentados también en el saber popular.

“Cómo iba yo a imaginar que aquel mismo suelo pedregoso sobre el que discutíamos al sol del mediodía –cuán diferente de este otro sol abrasador de mis mañanas como investigador fuera, medio milenio antes, abra bendecida por la corriente del río Tacajó que hacía recodo al fondo del paisaje; tierra cultivada por los indígenas y por donde fue paseada, en batey fabuloso de areítos y juegos de pelota, la rana mítica en ritual propiciatorio para la cosecha.”

Rememora el autor en el prefacio del título que resulta una vehemente mirada, pero de alta significación científica, a los valores históricos de una demarcación, a sus primeros habitantes. La búsqueda de la verdad, la meticulosa exploración del pasado, de sus indicios latentes, así como la precisión, redacción cuidadosa, detallado esbozo del capital indígena del municipio, adornan las páginas del volumen.

Una especie de vindicación de los pueblos originarios del municipio Báguanos, del pasado aborigen del pueblo, es en este libro sustrato esencial para enriquecer seis capítulos de una investigación acuciosa y seria.

Con habilidad admirable el autor se mueve entre distintas ciencias, así realiza un análisis preciosista para aclarar el origen del topónimo Báguanos y su ortografía y génesis. Indaga sobre los antecedentes de la actividad arqueológica y patrimonial en el territorio estudiado; revela detalles de los primeros exploradores de los valores indígenas locales, a veces estudiosos empíricos, otras más preparados. Aborda las peculiaridades de paisajes y sitios de alto valor en cuanto a su tesoro aborigen, colecciones personales y privadas, inestimables hallazgos y objetos de gran significado simbólico ayer y hoy.

Confiesa en el pórtico a sus páginas el vehemente escritor. Y regala en el novedoso libro, profusión de imágenes de piezas y vasijas tan vetustas, mapas, fotografías, evidencias de la labor de arqueólogos, de la dedicación del joven investigador, de la contrastación de fuentes.

Ya Ediciones La Luz había abierto sus puertas al autor en 2011, con el título Anáhuac: el Martí Místico. Y su producción literaria para compilaciones y revistas en Cuba y el exterior, no se detiene. Otros temas le rondan y lo urgen a indagar, porque Ivan Rodríguez asegura: “Mis hijos son los libros y mi compañera la investigación.”