Jaurías de la urbe

Tirarle el hueso al perro no es caridad.

Caridad es compartir el hueso con el perro

cuando se está tan hambriento como él.

Jack London

Eric Flores Taylor —uno de los escritores jóvenes más reconocidos en el marco de la literatura de fantasía y ciencia-ficción en Cuba— tiene esa magia hábil para crear argumentos que convencen en lo que para muchos suele ser despiadado. Elaborar personajes que juegan dentro de todos los matices de la muerte es parte de sus ejes. El narrador es miembro de la UNEAC y la AHS. Entre sus publicaciones se encuentran los libros: Guerra de dragones, en coautoría con Jesús B. Minsal (Gente Nueva, 2013), Crónicas de Akaland, (Gente Nueva, 2014) y En La Habana es más difícil (Premio Calendario 2015 en la categoría de Ciencia-Ficción). Lo anterior es resultado de toda la fuerza, coherencia de sus escritos.

Una muestra de lo anterior es el libro Jaurías de la urbe con el que obtuvo el Premio Pinos Nuevos de Narrativa, 2013. Publicado por la editorial Letras Cubanas posee seis cuentos bien estructurados, los cuales transcurren entre lo real y lo irreal. Flores Taylor ha demostrado gran talento para fabular historias. En las 101 páginas de este libro, usted podrá ser testigo de las relaciones existentes entre el perro y el hombre. Un dueto legendario en la vida cotidiana y en la literatura, ejemplos de esto son: El coloquio de los perros (Miguel de Cervante), Colmillo blanco (Jack London), Corazón de perro (Mijaíl Bulgákov), Cujo (Stephen King), etc.

Jaurías de la urbe comienza con «El Perro de la Muerte», el cuento más complejo de la obra en general por las disímiles aristas que trata. La acción se mueve en el sigilo de un perro que siempre se encuentra en lugares donde han acontecido sucesos criminales. Como en una caja china la historia del perro y el «investigador» urdido en el enigma del animal, superpone otros planos que narran los crímenes de manera desgarradora. El narrador ambiguo, parece saber hacia dónde se mueve la historia, pero al mismo tiempo nos deja un cúmulo de interrogantes sobre lo sucedido con el supuesto investigador, curioso o simplemente rastreador del can, si existió, si fotografiaba o era el fotografiado. Es un cuento con escenarios de terror, misterio y sombras bien logrados. El narrador sabe que lo contado puede resultar oscuro para el lector : …Si llega a comprenderla del todo, sabrá que el destino acaba de alcanzarlo y afuera, a las tres de la mañana, alguien lo espera y desea que le haga compañía. «El Perro de la Muerte» está hecho para los amantes del suspenso.

«El caso de la Sra. Gómez» dispone de cuatro personajes (la Sra. Gómez, Robert, Sultán y los chiquillos del barrio). Manuela de Gómez una señora viuda que subsiste gracias a la pensión de la fábrica donde su esposo falleció, víctima de un accidente laboral, vive sola con su perro Sultán y prefiere estar lejos de las personas. Robert, el hombre de las facturas y los correos, sufre los malos tratos de la señora y los ladridos del pastor alemán Sultán —ente importante en el desarrollo de la trama y en la obra en cuestión. De esta suma de protagonistas resulta otra buena historia de espanto, otro suspenso. Tras las burlas de los chiquillos del barrio y su decisión de llamar a la policía, la Sra. Gómez se percata que el teléfono no funciona. Más tarde le interrumpen el servicio eléctrico y sufre un accidente doméstico. La pérdida de la llave que le impide comprar los alimentos y algunos comportamientos del perro, propios del tratamiento cruel de la dueña, desatan una crisis nerviosa que termina en la mutilación de Sultán y la arremetida contra Robert. Otra historia bien relatada con un lenguaje que permite al narrador omnisciente exterior contar, al tiempo que nos adentra en las características lóbregas de los actores.

El tercer relato: «Un cuento de perros» lleva consigo la fuerza de las historias de transformación. En esta se tejen conflictos psicológicos que se evidencian en un inesperado final. Se narra en tercera persona y desde el principio se anuncia lo que sucederá. El narrador lo sabe todo, no forma parte de ese mundo, pero lo muestra desde afuera. Momentos llenos de pánico. La sangre y los gritos son actores necesarios en la representación de la tortura de estos tres ladrones asaltados por dos perros que de pronto y bajo los efectos del miedo y del dolor van aumentando hasta convertise en diez. El personaje principal no tiene nombre, pero el receptor podrá identificarlo como Él y entenderá que es el líder, el que toma las decisiones. Las escenas se describen de manera que se pueden vivir. Usted se encontrará rodeado de perros, que solo sabrá identificar por las orejas puntiagudas y el hocico largo. No se menciona la raza de los caninos, por lo que queda a su representación las cualidades físicas de los mismos. Él es quien siente todo el delirio o el desespero de escuchar a los perros hablar, unirse, planificar la forma de acabar con los bandidos. Es Él quien habla de los finales de sus compañeros, del fracaso del robo. Por tanto Él se convierte en un perro más dentro de la mansión de dos pisos, puntal alto, columnas y capiteles. Es sin dudas un cuento de perros, ellos priman, son mayoría y por supuesto cumplen con la misión que a través de la historia han tenido: ser guardianes del hombre y de sus propiedades. Con esta obra Flores Taylor, recibió el premio del concurso La Casa Tomada (2011).

Le siguen cuentos como «Omar Sánchez Aguiar», «La gran pelea». Ambos ostentan los mismos rasgos de violencia de los anteriores. El crimen, la crueldad y la intimidación típico de grandes leyendas urbanas, imprimen el protagonismo en lo que se cuenta. Personajes con características bien marcadas, elaborados con gran maestría. No te queda otra opción que odiarlos y presenciar sin sorpresa sus finales.

«El perro y el mar» es la última narración. Un momento para relajar tensiones, amén, de que el sujeto de la historia es un borracho, rechazado por su familia y amigos que solo cuenta con la compañía de un perro sato. Se narra de manera privilegiada todo el sentimiento de arrepentimiento, nostalgia, amistad, cariño de este hombre por su perro, al cual debe abandonar en el mar para sobrevivir hasta que lleguen los guardacostas a salvarlo. En este caso el narrador es diferente. Un narrador-personaje, que narra desde la primera persona gramatical y utiliza el tú, segunda persona, para referirse al perro. Es una conversación entre grandes amigos. La relación entre el perro y el hombre sirve de punto de partida para describir un escenario recurrente en la literatura cubana, se trata, de la emigración ilegal hacia los Estados Unidos. Para los que agradecen los dramas éste puede ser su cuento preferido. No hay paisajes sangrientos, golpes, ni furia; solo será testigo del sacrificio del animal para salvar a su dueño.

De manera general, es un libro que merece todos los créditos que le han dado. Puede sustituir una película de terror del sábado por esta ingeniosa lectura, no se arrepentirá. Eric está hecho para este tipo de narrativa.

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