Conocà a Elaine durante una fiesta en casa de Yoss, era el año 2006. En aquel entonces yo aún no habÃa ganado mi primer premio en solitario y mucho menos soñaba con la oportunidad de publicar un libro. Sin embargo, esa muchachita, un poco extrovertida y que apenas acababa de sobrepasar la mayorÃa de edad, ya tenÃa archivado en su corazón estas y mil metas más. Hoy, un decenio después, es un placer ver que ha hecho realidad cada una de sus fantasÃas, mas todavÃa se permite soñar en superlativo.
Culto de acoplamiento, es un tÃtulo necesario en la poética de Elaine Vilar, es un libro que nos debÃa a sus amigos, a sus seguidores, incluso a sà misma. No importa que haya publicado casi dos decenas de tÃtulos entre varias editoriales, fuera y dentro del paÃs; no, nosotros sabÃamos que faltaba algo, algo quedó atrás, pero nunca fue olvidado. Eran los relatos de juventud de la novÃsima escritora, esos cuentos debatidos con saña en los exquisitos comienzos del taller literario Espacio Abierto, las narraciones que sin duda alguna demostraban el talento, el amplio manejo de las estructuras de la Ciencia Ficción y la indiscutible riqueza escritural en la prosa de Elaine. Ella, quien jugueteaba con sus veinte abriles, hacÃa nacer en más de uno de nosotros la envidia sana por emularla y el orgullo proveniente de compartir espacio con una persona de ingenio sin par.
Por tales motivos, cuando en la pasada Feria del Libro se anunció la presentación de una colección que recogerÃa todos aquellos relatos, la expectativa fue total. Debido a problemas ajenos a la editorial y la autora, nos vimos forzados a esperar casi tres meses por el ansiado volumen. Ahora, con el libro en mis manos y tras haber tenido el honor de presentarlo a mediados del pasado mayo en la librerÃa Alma Mater de la capital, puedo decir con franqueza: valió la pena. En un tÃtulo asà se agradece el excelente acabado de la edición, la cual estuvo a cargo de Ana MarÃa DÃaz Canals; más aún esa imagen de cubierta fácil de asociar, difÃcil de olvidar, y que Leila Amat Ortega obsequió a la autora. Pero sobre todo, quisiera distinguir la labor de la Editorial José Martà y su apuesta por las temáticas de la Ciencia Ficción. Comentando con Yoss, adelantado del género, llegábamos a las mismas conclusiones, escogieron a la mejor escritora y la mejor manera para dar el primer paso en esta senda.
Hablando de apuestas, la organización de los textos es digna de una mención especial en ese sentido. Once narraciones, entre ellas un mini-cuento con evidentes raÃces en el génesis bÃblico; y que sea este y no otro quien dé entrada a las páginas del libro resulta cuando menos atÃpico, pero ciertamente funcional. Los que conocemos la obra de Elaine enseguida podremos descubrir relatos premiados en el concurso Juventud Técnica y otros conocidos gracias a antologÃas que recogen lo mejor de la Ciencia Ficción cubana en estos últimos años. Entre estos últimos resulta imposible dejar de mencionar aquel que brinda su nombre al tÃtulo, «Culto de acoplamiento». Decirles que esta narración, en sus diferentes versiones, ha sido publicada más de cinco veces en diferentes antologÃas es tan solo la punta del iceberg. TodavÃa hoy, Elaine se rÃe cuando le preguntan cuál es su cuento más difundido. Sin embargo, contrario al maestro Conan Doyle, ella no reniega de sus hijos, otorgándole un sitio de honor al cierre del volumen.
Pero en esta colección no agrupa solamente relatos emblemáticos, premiados y antológicos, también hay cosas nuevas, diamantes que muestran sus destellos aún entre los brillos refulgentes de los consagrados. Son algunos de estos: «Tigre» y «Tableux vivants», ambos exponentes del cambio evolutivo en las temáticas y la madurez en la pluma de la autora a la hora de abordar tramas argumentales y las técnicas narrativas de turno. En el primero de estos dos, nos transporta a una situación de caja cerrada en la cual el progresivo desarrollo psicológico del personaje se haya tratado de manera magistral. «Tigre» evoca en su estructura, ciertamente cinematográfica, esos filmes de autor con pocos personajes, una única locación y un argumento tan sólido cuya función reside en sostener toda la carga de las lecturas entre lÃneas junto con esa corriente subterránea que aflora aquà y allá en medio de la prosa lineal y directa.
No serán exclusivos de este relato los rejuegos temáticos y los mensajes subliminales. Elaine siempre nos dice más de lo que expresan las oraciones llanas que conforman sus cuentos. «Tableux vivants» es un buen ejemplo de ello. Enriquecido por el hecho de compartir universo con «Los curtidores», una magnifica historia que obtuvo en el 2014 un merecidÃsimo primer lugar en el concurso Juventud Técnica, «Tableux vivants» renueva las estructuras de Elaine, se aproxima a los argumentos cÃclicos, los cuales vemos representados en esta colección por textos como «Tiempo cero», «CacerÃa cÃclica» (valga la redundancia) y «Casa de muñecas» (tal vez en menor grado). A pesar de ello, con la gran profesionalidad que la caracteriza, la autora sale airosa del aprieto de presentarnos varias historias con un sentido común. Es imposible poner en tela de juicio su imaginación y el cambio de perspectiva con que enfoca la temática; asà como, también los disÃmiles mensajes que nos hace llegar a través de sus narraciones.
«Tableux vivants», es todo esto y más aún. Es un ciclo más, pero además constituye una oda a la erudición, un homenaje a las pinturas y cuadros más universales, un bosquejo de un mundo de ilustración auto-impuesta en forma de tatuajes; quizás ilusorio, quizás demasiado cercano. Durante la lectura de cada una de sus cuartillas se nos presenta una disyuntiva, ¿es este un relato donde los seres humanos son tratados como objetos o es una narración con la facultad de humanizar, personificar, los trazos de una obra pictórica? ¿Es Guernica un objeto viviente o un ser convertido en pieza de disfrute al mejor postor? Dejo al lector la respuesta de estas y otras.
SerÃa injusto culminar este trabajo sin profundizar de nuevo en una decisión que todo escritor debe tomar en el momento de preparar un volumen de este tipo: organización cronológica de los textos contra orden estético. Las opiniones pueden estar divididas y alguno habrá que apueste por una escala progresiva de los textos con la finalidad de hacer notar el crecimiento del autor. No es este el caso. Aquellos que no conozcan la obra de Elaine podrán hallar en las páginas de Culto de acoplamiento relatos viscerales, historias de amor desgarradas por la realidad de la vida, niños y mujeres que protagonizan impÃas odiseas; guiños todos a un futuro sospechosamente poético, aunque al mismo tiempo brutal. Eso sÃ, en el resultado final el placer está garantizado; pues cual inmortal kundalini, la autora muda sus escamas, renueva prosas y argumentos. Es cÃclico el proceso, mas no cansino.
Elaine, nos desafÃa con la belleza en sus oraciones y la crudeza en los mensajes. Duerme plácida cubierta por la nieve, en nosotros está la potestad de descubrir lo que oculta el blanco manto más de los márgenes de la cubierta. Afirmar entonces que Culto de acoplamiento es un punto de inflexión en la obra de su autora resulta sencillo y obligatorio. ¿Motivos? Basta con citar a la propia Elaine cuando nos dice que «este libro marca un cierre en mi trayectoria como escritora». Al menos este fanático de su obra ve en ese planteamiento verdades y quimeras por igual. Cierto que la poética de mi amiga ha evolucionado, que ya no es una niña y su madurez la impulsa a nuevos caminos plagados de triunfos en géneros dispares; no obstante, ¿acaso un fénix al quemar sus alas deja de ser quien fue? Renacimiento podrá asociarse con transformaciones, pero discrepo con aquellos que opinan que sea sinónimo de ruptura con el pasado. Elaine es y siempre será, en corazón y alma, una escritora fantástica y del Fantástico, es mera cuestión de esperar qué novedades nos traerá dentro de muy poco.
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Un libro muy interesante. Me encantó.
Una mirada intima, del corazon a la obra de nuestra Elaine Vilar. Erick Flores ha penetrado la prosa de esta autora con eficacia y delicadeza. Gracias a ambos por esta oportunidad de conocer y degustar lo bueno.
Milho Montenegro