Café con tinta: una fórmula sanadora

Su nombre siempre llama la atención de quien lo escucha: ¿Café con tinta será alguna suerte de bebida especial u otra invención del cubano ante los tiempos complejos que se viven? ¡Café con tinta! Se lee en los promocionales de redes sociales, en la sede de la Asociación Hermanos Saíz… la gente quiere saber qué es, ¿qué saldrá de esa mezcla?

Aydée Rodríguez Infante, promotora principal de la iniciativa, conoce mejor que nadie las delicias que trae esa inventiva. Fue su idea, una que surgió, ante todo, para contribuir a combatir la violencia de género, para educar, utilizando como pretexto las artes visuales, en específico el arte del tatuaje…

“¿Y el café? ¿¡A qué cubano no le gusta el café!? Y si le añades tinta, pues resulta más curioso, y ha sido efectivo tanto el nombre como el invento. Sí, es algo diferente”, comenta Rodríguez Infante justo cuando el equipo de Venceremos se le acerca para conocer desde dentro las particularidades del proyecto.

Contra los prejuicios… ARTE

Dice Aydée que Café con tinta surgió en 2023, al amparo del proyecto Selene, y la Asociación Hermanos Saíz, esta última interesada en estimular las artes visuales en los jóvenes, pues era esta sección, y aún lo es, la más deprimida de la organización.

“Ahí entraron a jugar su rol los tatuadores. Siempre ha sido un gremio visto con prejuicios, apenas se les visibiliza, sin embargo, tienen gran aceptación entre el público juvenil, e incluso adultos que ven en el tatuaje una forma de expresión, con gran valor estético y artístico.

“Enseguida varios se acercaron para sumarse al proyecto, que no solo se dedicaría a crearles un espacio a los tatuadores, sino que como objetivo macro tendría que ir a las comunidades y hogares afectados por la violencia intrafamiliar, de género, elevado índice de agresividad, consumo de alcohol y otras drogas para trabajar el arte del dibujo y otras manifestaciones con los niños llevando a través de ellos mensajes de paz, amor, por una vida más feliz.

“Llevamos más de un año, y hemos logrado sensibilizar a otras instituciones, como la Federación de Mujeres Cubanas, así como individuos dentro y fuera de Cuba que, como colaboradores, deciden apoyarnos con recursos materiales para los tatuadores y para el trabajo con los pequeños desde nuestro espacio Dibujando con las familias”.

Rodríguez Infante explica que en este periodo de trabajo han logrado ayudar a más de una veintena de casos afectados por violencia de género, personas a las que se llegó a través del trabajo con los niños, pero también a partir de la sensibilización que despertó el proyecto en los jóvenes que lo integran, que más que tatuadores son también activistas sociales.

Otras voces

2edMichel Ramírez, uno de los fundadores del proyecto.

Michel Ramírez Pineda es miembro fundador del Café con tinta. Mientras dibuja el tatuaje de La Fama en la piel de una chica (es esa la última moda ahora, impuesta por ellos mismos para enaltecer desde el arte el orgullo de ser guantanameros), revela que del proyecto se enamoró al instante, por el hecho de defender la cultura del tatuaje aquí en Guantánamo.

“En aquel entonces no había mucho conocimiento al respecto y yo creo que un aporte nuestro ha sido ese, contribuir a entender más nuestro trabajo como un arte, pues lo es. Luego de saber que, con lo que hacía, íbamos a ayudar a niños y familias llevándoles desde simples dibujos hasta donativos, entonces comprendí que esto era lo que quería hacer.

“Hemos estado en diferentes lugares de Guantánamo, incluso en Santiago de Cuba, y te puedo decir que somos únicos en el país, al menos, con esta concepción más social del arte y en específico del tatuaje. Todos hemos aprendido mucho y somos como una familia, aunque algunos se han ido y otros se van sumando, creo que al final estamos agradecidos de sabernos parte de esto”, indica Ramírez Pineda.

3Lexander Laffita, artista visual.

El artista visual Lexander Laffita Ordúñez también considera imprescindible para su crecimiento personal y profesional al Café con tinta.

“Hago los diseños para los tatuadores, pues tratamos de proponerles a las personas creaciones auténticas, incluso guantanameras como La Fama. Hubo un tiempo en que hasta vinculábamos la poesía con las artes visuales, y si leíamos un poema y a alguien le gustaba, le proponíamos tatuarse algo que representara el texto y así quedaría grabado siempre en la mente y en la piel.

“El hecho de ver mi obra llevada a otro plano más personal como es la piel de alguien, es reconfortante, por eso trato de que todo tenga un significado, un lenguaje, que enaltezca cuestiones como nuestra digna afrodescendencia en oposición al racismo, pero también tengo dibujos que denuncian la exclusión de las personas que son autistas o tienen alguna discapacidad.

“Mis obras van desde lo más surrealista, hasta lo más simple, para ser replicado y coloreado por los niños que ven en el arte un vehículo para recrearse, pero también contarnos sus preocupaciones y ayudarlos”, asegura Laffita Ordúñez.

Hoy integran el equipo de Café con tinta unas siete personas, entre tatuadores, dibujantes y otros promotores que se han sumado para enseñar a los pequeños del proyecto a bailar y disfrutar de una infancia sana y divertida. Realizan actividades los sábados en la Plaza polifuncional Pedro A Pérez, donde siempre un público los espera…

También están en el parque José Martí y, de vez en vez se les ve salir con sus niños a repartir dibujos a los ancianos, quienes agradecidos aguardan por ese momento inolvidable en que los pequeñines, con los ojos llenos de entusiasmo les entregan el dibujo que tras gran esmero hicieron de la mano del proyecto.

Café con tinta no es una fórmula mágica, pero sí sanadora. Sus frutos están más allá de lo que alcanza a ver quien se detiene a observar a sus integrantes grabar sobre la piel grandes edificios, leones, peces, a Martí, una palma o las estrellas.

Los beneficiarios anónimos saben mejor que nadie de la utilidad de esta inventiva que aspira en el futuro a convertirse en un proyecto de desarrollo local, en el que los tatuadores tengan un espacio para crear y ganarse el pan nuestro de cada día, mientras con sus ganancias continúen ayudando a personas, hogares, o más bien a la sociedad misma, que necesita hoy más que nunca disfrutar del dulce sabor que deja contemplar la felicidad de los demás.

*Publicado originalmente en periódico Venceremos.

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