Deporte y teatro, no tan distantes, sino en Conjunto

¿Qué tan diferentes cree usted pueden ser el teatro y el deporte? Esta interrogante que quizá para unos cuantos puede resultar un tanto contradictoria, no es motivo de asombro para la revista Conjunto, que en este número 201 nos regala diferentes propuestas que involucran temas de clase, género y raza desde la mirada del feminismo.

Presentada en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas, llegó virtualmente Jorgelina Cerritos, Premio Casa 2010, quien desde El Salvador comentó las tres obras teatrales contenidas en esta entrega: Las niñas juegan al fútbol (Amaranta Osorio), Aquiles o el guerrillero (Teatro Quimera), y No fue penal (Juan Villoro).

Cerritos comentó que en esta edición encontraremos textos dramáticos que nos hacen un cruce muy necesario entre dramaturgia, memoria y el ser mujer. “Parte de nuestro imaginario cultural es que nada de lo que es humano nos es ajeno; tenemos que señalar que para el teatro, todo lo humano se sitúa frente al drama”, dijo.

Explicó que Amaranta nos plantea en el texto una singular pareja conformada por un hombre y una mujer jóvenes que se desempeñan como fútbolistas profesionales. “El texto hace una comparación de género ineludible, las experiencias, la remuneración, el posicionamiento social e incluso las aspiraciones personales de ella y él respecto a su carrera deportiva”, comentó.

Argumentó que ella sortea las dificultades por el hecho de ser mujer: “El cuestionamiento está construido en un texto ligero, tan ligero como el fútbol, pero con la carga histórica que esto significa para nosotras las mujeres”, como las confrontaciones que muchas veces tenemos al tener que decidir entre nuestras aspiraciones y las de otras personas, en este caso, la de los hombres que circundan nuestra vida y profesión.

Por su parte Villorio, detalló, alude a la tecnología en el terreno de juego. El fútbol con sus pasiones y el alto grado de subjetividad no termina con el silbato del árbrito. ¿Puede entonces la tecnología garantizar la objetividad si detrás del ojo frío de la cámara hay un ojo humano que premia o castiga?, pregunta la dramaturga. A ello, añade una interrogante de Ulises Rodríguez Flebes en el artículo “Maratón y batazos en la dramaturgia cubana” de por qué el tema del deporte es tan escaso en la escena.

El otro cruce dramático Jorgelina lo establece en Aquiles o el guerrillero, del grupo Teatro Quimera, entre dramaturgia y memoria, un texto que elogia por su riqueza literaria al emerger en el mundo interno de sus personajes. Aquí se detuvo en los femeninos, y cómo las manifestaciones de sus pérdidas son resultado de decisiones masculinas, como históricamente ha sido.

También hizo mención al escrito del cubano Abel González Melo, Bayamesa, Premio Casa 2020, el cual nos pone en contacto con la poeta María Luisa Milanés, quien encuentra en el suicidio a inicios del siglo XX y en plena juventud la única salida al patriarcado en una época que la reprime y la violenta.

“Dramaturgia, deporte, memoria y personajes femeninos se cruzan en estos textos con nuestro tiempo, dejando clara la vigencia del teatro y del texto dramático, para recordarnos que hay mucha Historia (con “H” mayúscula) que debe ser transformada”.

El periodista Haroldo Miguel Luis Castro, de Cubahora y colaborador de la revista Alma Mater, se refirió específicamente a la presencia del deporte en Conjunto, y apuntó que sus trabajos, al ser escritos desde teatrólogos y directores de escena, le otorga una visión distinta a lo que se publica en la prensa cubana. “A veces en el periodismo deportivo, propio de las dinámicas que se dan en las redacciones, nos olvidamos que el deporte forma parte de un contexto social, y nos ceñimos solo a los resultados”, detalló.

Osvaldo Cano Castillo, crítico e investigador teatral, abordó que desde el punto de vista del imaginario de algunos se podría pensar que el deporte y el teatro se excluyen uno a otro, “y nada más alejado de la vida, pues en ambos se viven en conflicto, hay una batalla por prevalecer”, puntualizó.

Dijo que le llama la atención los diferentes temas y obras que recoge el número, como Las niñas juegan al fútbol, que toca realidades de géneros. “La mujer sigue siendo objeto, no sujeto en la puesta en escena”, dijo.

Ejemplificó que hoy día en la champions masculino se puede ganar hasta 80 millones de euros si ganan todos los partidos, sin embargo, en el femenino, con ese mismo rango, no llegarían al millón de euros. Asimismo, analizó que temas como el dilema de la raza, de la orientación sexual desde la legitimidad, del amor, son esencias fundamentales que en el teatro y el deporte tienen un compromiso extraordinario y no se explotan fervientemente.

Se detuvo en el texto de Jorge Eines “El fútbol y el arte del teatro”, y confesó que disfrutó el de Graziella Pogolotti y sus planteamientos de la “canibalización” del juego de pelota, y abordó también algunos aspectos que plantea Ulises Rodríguez en su artículo.

Vivian Martínez Tabares, directora de la revista, señaló que la publicación despide este año para abrir también un nuevo centenar de ediciones, y sobre la entrega aclaró que no es ocioso decir que el teatro y el deporte lo unen muchos elementos, como el desempeño fundamental del cuerpo, el compromiso del cuerpo del actor o el deportista en hacer su papel, el vínculo que ambos tienen con el juego y la necesidad ineludible de contar con espectadores, además de esos estereotipos humanos que se configuran desde el otro lado de la «valla».

 

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