Réquiem para un trompeta

Nunca me acostumbraré a la ausencia y sus golpes. Avocada en los preparativos para la creación del Museo de la Música en la santiaguera urbe, me había decidido a entrevistar a unos cuantos de esos personajes a los que la cotidianidad se encarga de volver cotidianos. Solo había transcurrido un mes y seis días desde que tuviera el encuentro con el maestro Inaudis Paisán Mallet, figura eminente de la música en Cuba, cuando llegó la noticia de su deceso. No era un presagio, incluso llegamos a burlarnos de la posibilidad. ¿Quién no se acostumbra a los achaques? Uno siempre piensa que los viejos le acompañarán un tiempo más…

Hoy que no son días de festival de la trova ni se conmemora fecha alegórica alguna, aprovecho para compartir aquel encuentro y de paso sirva un día cualquiera para recordar a los grandes.

Yo nací el 17 de agosto de 1930, pero me inscribieron dos años más tarde, en el ʻ32. A los cinco años comencé mis estudios en una escuela paga, de ahí a la escuela número 5 en Moncada entre Trinidad y San Germán.

Se activan las alarmas. Escritora detiene tecla.

Inaudis Paisán Mallet y La Estudiantina Invasora.

Marta, la hija, vive con el señor mayor y además de encargarse por los horarios de medicinas y alimentos, es una especie de albacea familiar. Ambos se comprometieron vía telefónica a hurgar entre maletas y papeles, en todo aquello que pudiese contribuir a la salvaguarda del patrimonio musical.

Sí, yo la voy a ayudar, ¿cómo es que se llama usted?, pero fíjese, yo estoy vivo, no he muerto.

Y ambos echamos a reír. El encuentro quedó pactado para el lunes 21 de julio de 2014, a las 10:00 A.M.

Marta toma el auricular, tú preguntas que a mi papá todos lo conocen por aquí.

Estoy a tres días de sentarme frente a uno de los trompetas fundadores de la Orquesta Sinfónica de Oriente en 1962; trompeta también de la legendaria orquesta Chepin-Chovén. De lo clásico a lo popular, o viceversa, estos hombres solían ser geniales en todos los ámbitos.

Aunque vive con Marta, también sus hijos varones están cerca. Nuestra conversación sería custodiada por la albacea y su hijo Tomás. Poco tiempo después pasarían uno de los nietos, y su otro hijo, director de la orquesta Sonora Huracán. Su hermano menor llegaría desde El Cobre. No es nada extraordinario, es habitual.

Viaje de ida

En el Distrito no he tenido amigos ni enemigos. Solo había llegado en alguna ocasión. Pero ya Teresa, autóctona ciudadana y defensora de la zona me ha explicado la ruta. ¿Dónde está la shopping? Sigo la calle en línea recta, camino un poco y allá quedan los edificios R. 14.

Ya he dicho que es julio. No hace falta describir el clima. Llego. Es el último piso de cinco. La puerta entreabierta, toco.

La conversación

Un apartamento común y corriente, sin nada de más ni de menos. De pronto se borran algunas interrogantes previstas. Tengo frente a mí a Inaudis Paisán y su familia, prestos todos a brindar tiempo e información.

¿Tú trajiste con qué grabarme?

Luego de la escuela no. 5 paso a la superior de Romero, en Carnicería, ahí curso el bachillerato. Todo esto paralelamente a la música.

Mi interlocutor realiza pausas, lleva la mirada a algún archivo de esos primeros años.

Comencé mis estudios musicales con mi padre Juan Paisán y Mallet, quien ejecutaba el saxo y el clarinete. Fue músico de la banda municipal, de las orquestas La Caribe y la emblemática orquesta de Mercerón.

Inaudis Paisán/Foto Giusseppe lo Bartolo.

Marta rebusca en el archivo del padre, trae fotos, distinciones, partituras, y una guayabera que usara con frecuencia en las presentaciones con La Estudiantina Invasora.

Llega la enfermera. Hay que chequearle la tensión arterial al viejo por las cosas de la edad.

Seguimos saqueando la memoria.

Al fallecimiento del padre en 1946, Inaudis comienza su vida musical de modo perseverante. Aunque buena parte de su vida profesional fue casi autodidacta. No es hasta que siendo músico de la Sinfónica de Oriente, sale una circular donde se exige que todos sus integrantes debían poseer el nivel medio, titulación que alcanza en 1986.

Su primera agrupación fue el conjunto del tresero Mozo Borgellás. En este periodo integra varios conjuntos como el grupo Maracaibo de José Castañedas, el Actualidades; después el Maravillas de Beltrán, hasta llegar al Copa Club. En este lugar vivió el inicio de Los Modernistas de Pacho Alonso.

Sin embargo, a pesar de integrar numerosas agrupaciones, sería la orquesta Chepin-Chovén la que marcaría su carrera en lo popular.

También pertenecí a Chepín y su Orquesta Gigante, con la que grabé números como Bodas de oro, El Platanal de Bartolo, Diamante Negro, Reina Isabel, entre otras piezas populares.

Gracias a la idea y la obra de Juan Almeida en 1972, Chepin y Chovén se unen nuevamente, yo salgo de la Sinfónica de Oriente para integrarme otra vez a la orquesta. No obstante regreso a ésta cinco años más tarde, cuando era dirigida por el maestro Enrique Castro.

Hacemos un alto, nos sentamos en el pasillo exterior a los apartamentos. Paisán aprovecha para mencionarme su integración a la banda municipal, y a la del Ejército Rebelde en 1959. Sus hijos me muestran lauros como las medallas por la Cultura Nacional, la Lázaro Peña, la Jesús Menéndez, la Raúl García; la distinción José Martí; y la placa José María Heredia, entre tantas otras.

Tengo frente a mí a un viejo excepcional, que vive en un quinto piso, donde cuesta subir los años.

Y llega la Invasora

En 1991 Inaudis Paisán Mallet pasa a dirigir la Estudiantina Invasora hasta su jubilación en el 2013 por afecciones de salud.

Me recuerda que la Estudiantina nace el 24 de febrero de 1927 y sus directores fueron Luis y Manuel Varela, Pedro Fernández, Roberto Nápoles, hasta que él asumiera la responsabilidad. Cuando Paisán toma la dirección mantiene prácticamente el formato con que se creó, aunque dejó un solo Tres, dos guitarras, dos cantantes encargados del güiro y las maracas, un timbal, contrabajo y una trompeta. En este periodo la agrupación realiza grabaciones con los sellos Magic Music y EGREM.

De su obra como compositor Paisán distingue piezas como los danzones Mayarí arriba, Magalis, Belkis, Yaquelin, Yamila y Yamilé, Veracruzana. Similar importancia otorga a  Katerine, Mónica, Esmilda, Claramina, Descarga en el Monte, En el tiempo, Konacli, Milurgia para un flautista, dedicado a su amigo Enrique Navarro, flautista de la Sinfónica de Oriente.

Viaje de regreso

La trompeta de Inaudis está en el son santiaguero, en el legado a la Sinfónica, la Estudiantina, en mis oídos, en los oídos de quienes fueran sus discípulos, en la gente que lo escucha y no sabe que ese sonido lleva un nombre.

El viejo sonríe el cansancio de los años, la familia me despide.

No necesito preguntar, conozco bien el camino. Abordo la camioneta, es un milagro tomar asiento. Pasan algunos días para que los apuntes lleguen a tecla.

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