Una cima con el arte de los jóvenes

El ascenso al Pico Real del Turquino impulsado por la Asociación Hermanos Saíz fue una iniciativa de jóvenes en la década difícil de los ´90, pero las metas como los sueños no podían quedar truncas porque eran señales de la esperanza.

José Martí seguía siendo lo más alto de Cuba y había que encontrarlo y abrazarlo en la cima del país, como metáfora heredada de una generación comprometida con su tiempo.

Sin embargo, no fue posible mantener la hazaña física hasta el 2013, cuando el II Congreso de la organización de escritores, artistas e investigadores cubanos de hasta 35 años, compulsó al encuentro vivo con la historia nacional.

Desde entonces, cada agosto, alrededor de una treintena de asociados como simbólica representación de los más de tres mil miembros, toma la ruta a la Sierra Maestra, la imagen natural de los mayores sacrificios y rebeldías.

Y desafía al cuerpo el ascenso de 13 kilómetros, concebido en dos momentos, con la acampada del 12 para el 13, para llegar justo el día del cumpleaños de Fidel Castro y de la herida abierta en 1957 cuando fueron asesinados los hermanos Luis y Sergio Saíz Montes de Oca.

Quienes ya subieron el Turquino hablan de las recompensas para el alma, por la riqueza de la biodiversidad y la intensidad del abrazo de un grupo que comparte sueños y traza metas más altas, a mil 974 metros sobre el nivel del mar.

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