¡Qué comience el festín!

Toda lectura debiera ser asumida desde la rendición al goce, pues cada línea, por muy tortuosa o simple que parezca, invita al redescubrimiento, a la exploración de pulsiones creativas. Una verdad así en manos del lector, incluso en las del menos avezado, incita a «devorar» el texto.

¿Sabes quiénes son los monstruos?1 responde a esa dialéctica extraña del goce antropofágico, mientras mayor es su propuesta de tortura, mayor el placer al deglutirlo. El texto se presenta como un volumen de poemas sin nombre con tono narrativo y coloquial que convida a descubrir el placer en sus varios niveles. El primero y muy elemental, el del mero acto de lectura. El segundo y metatextual, el de la lascivia de sus «narraciones poemáticas» que a la vez invitan a “engullir” el cuerpo físico o sicológico de sus personajes hasta llevarlos al extremo del sacrificio: el desdoble monstruoso, que a su vez es bello, disfrutable, único.

Poemas llenos de contradicciones y de subjetividades que parecieran el fluir mismo de la conciencia. Realidades confusas y desdibujadas, pero con una atracción semántica sobre los temas que conforman la periferia social.

Nos encontramos con personajes e historias que marcan lo diferente, lo deforme, donde la categoría del monstruo remite a la extrañeza del individuo como sujeto, objeto social y a sus prácticas, señalándolo como un ente fuera del alcance y la salvación divina, es decir, como “desvío de Dios”.

En ¿Sabes quiénes son los monstruos? del escritor Ariel Maceo Téllez (Editorial Guantanamera, España, 2016); victimario se convierte en víctima y viceversa en un juego macabro donde los monstruos, que por momentos no son más que el reflejo de los hombres en sí mismos, en otros o de otros en muchos más, crean, a modo de fotogramas, fragmentos de historias de vidas inmorales y pérfidas. Así se mezclan las voces del voyeur sexuado, HC, Fredo, el borracho, la prostituta carente «para susurrarnos asquerosidades al oído». Entes sociales que conforman los rizomas de una ¿Habana?, ¿Cuba?, plagada de sus traumas internos y externos, una ciudad microcosmos donde el vicio, el morbo y los estereotipos se construyen y deconstruyen para dar paso a nuevos modelos de interpretación de los fenómenos culturales.

Estos poemas, que funcionan como “monstruos textuales”, están marcados por la introspección de un cronista omnisciente que domina toda la información de sus personajes, lugares y acciones, que remite a modo de leitmotiv a las antiguas teorías del psicoanálisis sobre la construcción del placer. Ese goce real, de naturaleza humana, sea el que encuentra realización física con descripción explícita, o el que queda suspendido, en pausa, interrupto, transmitiendo sensaciones cuasi patológicas, de incesante cuestionamiento sobre el ser y el pensar más elemental.

En ¿Sabes quiénes son los monstruos? disfrutamos de imaginaciones convulsas, patrones conductuales “obscenos”, libido exacerbada, padecimientos de ausencias, juegos terribles, a través de un lenguaje grotesco, descriptivo y ansioso como los temas que trata.

Con un ritmo acelerado, a fin de crear nuevas y constantes expectativas, el autor mismo declara su ars poética: No esperen poemas dulces porque estos monstruos son temperamentales. Hace que el lector se reconozca en estos textos para descubrir que la historia es más que el puro acontecimiento, más que la obra desafiante, más que los personajes subalternos que están, y se redescubre en cada otro desenfreno poético, quedando atrapado en el multitexto, en la historia individual que puede ser de todos o de cada uno que la sienta como suya.

De forma nada sutil siempre interpela:

(…) disculpa que te pregunte, pero…/ Sabes quiénes son los monstruos?/ Esos cadáveres que chorrean sangre de la boca?/ Que no tienen dedos en los pies pero sí tentáculos/ en los que corren líquidos amarillos?/ que tienen dos cabezas y ningún ojo?(…)/ crees que esos son los monstruos?

Y sin titubeos, siempre responde a modo de terapia de choque:

(…) los monstruos viajan al lado tuyo en el autobús./ los monstruos te dicen el estado del tiempo./ los monstruos son los que dan discursos./ los monstruos son los que dicen te amo.

Desde la propuesta de un título que reclama y tienta la curiosidad al lector, hasta la forma en que se conectan los poemas a través de una idea, un color, un personaje o un suceso en particular, ¿Sabes quiénes son los monstruos? logra no solo la invitación al goce, sino que lo garantiza.

Sean entonces bienvenidos la otredad, los sujetos diferentes, liminales, estrafalarios y sus lecturas subliminales, los monstruos apacibles y violentos de este libro y la rara naturaleza de estos poemas.

Ojalá despierte el apetito del «ciudadano adiestrado» este banquete creativo, y que la potencia arrasadora de la idea haga doblegar la más firme voluntad al placer de la palabra escrita.

¡Qué comience el festín!

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