El efecto de Google o la Era de soplones voluntarios

De las sorpresas gratificantes recibidas en el último trimestre del pasado año en nuestra Isla recordamos con cariño la visita del reconocido periodista Ignacio Ramonet, uno de los invitados de honor al IX Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación (ICOM 2017), celebrado en esta capital.

La conferencia “La sociedad digital y el imperio de la vigilancia” fue uno de los momentos especiales en el que el autor de Cien horas con Fidel, dialogó con intelectuales, periodistas y escritores acerca del reto de las sociedades modernas y las transformaciones que vivimos en la era de la Red de Redes.

¿Qué promesas nos trae la Era de Internet? ¿Cuáles son las consecuencias reales de exponernos a este fenómeno? ¿Estamos realmente consientes de los riesgos?

El Imperio de la Vigilancia, escrito por el destacado investigador español, es un texto de consulta donde se pueden explicar estas interrogantes. Editado originalmente en 2015 por la editorial francesa Éditions Galilée, el libro realiza un recorrido genealógico por las políticas y dispositivos de vigilancia desde la II Guerra Mundial hasta la actualidad, haciendo especial incidencia en la explosión del estado de vigilancia global de la actualidad.

El libro es una especie de faro para entender, reflexionar, conocer la evolución y el cambio comunicacional que ha traído la Internet tomando como hilo argumental del análisis las revelaciones que Edward Snowden (ex agente de la CIA) y Julian Assange (fundador de Wikileaks) realizaron acerca de las agencias de vigilancia internacional; al tiempo que advierte las consecuencias culturales, políticas, sociales y religiosas de esta invención.

Ramonet habla de dependencia, no de los medios de comunicación dominantes, sino de una plataforma que tras la máscara de libertad y empoderamiento, mediante fotografías, correos y emoticones se apodera de datos aparentemente insignificantes que, a largo plazo, les brinda información generalizada de nuestros gustos, preferencias, relaciones sociales.

“Sin que nos demos cuenta, estamos, cada vez más, siendo observados, espiados, vigilados, controlados, fichados. Cada día se perfeccionan nuevas tecnologías para el rastreo de nuestras huellas. Empresas comerciales y agencias publicitarias cachean nuestras vidas. Con el pretexto de luchar contra el terrorismo y otras plagas”, escribió el profesor en uno de sus análisis.

Ya no se trata de dictaduras que prohíben o vigilan tu proceder, afirma, sino de aparentes democracias que “han levantado sofisticadas redes de vigilancia clandestina, a veces en contradicción con sus propias tradiciones”.

El catedrático y politólogo pone el ejemplo de Estados Unidos. Nos habla del control que el auge de Internet y las nuevas redes electrónicas ofrecen actualmente a los principales servicios estatales de escucha de las comunicaciones, citando a las grandes transnacionales de la comunicación.

Nuestros datos se han convertido en la principal materia de la llamada economía digital e Internet es el sustento de la economía global, del conocimiento, la información, la política y la vida sociocultural de la humanidad.

Así se muestra en la película Snowden, proyectada en Cuba durante la Trigésimo Octava edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en la que se narra la historia del joven luego de revelar las escandalosas violaciones y el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de los Estados Unidos.

Hoy todos los estadounidenses están bajo escucha, dijo Edward Snowden. Sin embargo, ya no se trata solo de los americanos. “Con la ayuda de algoritmos cada vez más perfeccionados, miles de investigadores, ingenieros, matemáticos, estadísticos, informáticos, persiguen y criban las informaciones que generamos sobre nosotros mismos”. A través de nuestros gustos, contactos y gracias a la súper era tecnológica que ha traído la “Internet de las cosas” pueden elaborar exhaustivos archivos, extraídos de los diferentes soportes electrónicos.

Los receptores prefieren interactuar en la Red, ya sea para cuestiones de negocios o placer. Artistas y periodistas, por ejemplo, acuden a las redes sociales en busca de interacción con su público, para conocer su estado de opinión o promocionar alguna obra.

Lo habitual, ante cualquier duda, ya no es acudir al diccionario, preguntar a un amigo o visitar la biblioteca. “Gugléalo” así se dice en buen cubano. Eso demuestra nuestra dependencia de Google y así lo afirma el experto.

En pocas palabras y sin redundancias: Internet nos delata. “Con la centralización de Internet, la ‘democracia digital’, en la que se pudo creer en los albores, se ha revelado como una impostura y un engañabobos”. Internet se vuelve una adicción y nos convertimos en lo que Ramonet denomina como “soplones voluntarios”.

Todo este fascinante avance tecnológico encubre el fin de la seguridad, la vigilancia sin límites, la recolección de nuestros datos personales para enriquecer a megaempresas. Pero lo peor es que la culpa recae sobre nosotros que confiamos en los maquiavélicos algoritmos. 

Sin embargo, la intención no es censurar o atemorizar sino despertar conciencias y ser más responsables del uso que damos al espacio digital. Ramonet nos invita a apostar por la resistencia y la denuncia, utilizando herramientas de seguridad informática, a la vez que aboga por la existencia de un pacto global sobre los derechos digitales, su defensa y su garantía.

Este texto constituye, sin dudas, una guía sobre los peligros y retos tras la revolución de las tecnologías de la información. La guerra ahora es cultural pero también electrónica y es necesario estar listos para el bombardeo.

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