Felipe Cazals: “El cine vive a pesar de la economía. lo indispensable es el talento”

Se anuncia su nombre y pocos (descentralizados con los movimientos de la sala y a la caza de un personaje para la entrevista) no atisban que el primer hombre que sube a la plataforma es uno de los más importantes directores de cine de todo el continente. Tiene 80 años, más de 40 películas y su trayectoria resulta fundamental para entender el cine mexicano de las últimas cinco décadas, pues en su obra existe esa mirada crítica y un compromiso natural por revisar la historia de su país, para así explicar su presente.

Felipe Cazals está en La Habana como presidente del Jurado de Ficción en la edición 39 del Festival y accede a nuestro diálogo. Con minutos contados conversamos con un cineasta de grandes convicciones que se ha enfrentado a importantes desafíos. Lo mismo ha explorado el cine documental que las películas de aliento comercial. Entre sus cintas destaca El apando, Las Poquianchis o Los motivos de Luz.

Canoa, quizás su “hija” más célebre, se estrenó en 1976 y obtuvo en el Festival de Berlín el máximo galardón, el Oso de Plata. También conocida como Canoa: memoria de un hecho vergonzoso, la cinta retrata el linchamiento de un grupo de trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla a manos de los pobladores de San Miguel Canoa, que se ubica en las faldas del volcán Malitzin. Los pobladores, que no hablaban español en su mayoría y no leían periódicos, fueron incitados por el sacerdote del pueblo, quien les advirtió que comunistas llegarían a violar a sus mujeres y robar sus cosechas.

Fueron tres de cinco jóvenes los que murieron asesinados. A pesar de que varias personas fueron arrestadas, estas salieron de la cárcel a los pocos meses y a la fecha nadie ha pagado realmente por el crimen que se cometió. Cazals puso su dedo en la llaga de un país sumido en la violencia y el caos. En un momento uno de los personajes dice: “estábamos mal, ahora estamos peor”, lo cual funge como una suerte de profecía de lo que vendría después para la sociedad mexicana.

Quienes se han dedicado a estudiar su filmografía, catalogan a Cazals de renovador, inquieto y polémico. Sus personajes intentan mostrar una complejidad similar a lo que es la propia vida, como se muestra de forma palpable en La furia de un Dios, al contraponer el materialismo de los tiempos modernos con la alienación social. A partir de ahí, es el espectador quien debe verse afectado en su interior por estos planteamientos y decidirse a actuar.

A decir de la crítica especializada, su brillante legado fílmico sobresale por su capacidad para captar la médula misma de una sociedad mexicana cruel, siempre a punto de estallar, capaz de crímenes atroces y esfuerzos fútiles, condenada, por no querer entender su pasado, a empezar siempre de cero. 
Felipe Cazals fue reconocido con la medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico de la Cineteca Nacional, el Premio Coral a su Trayectoria en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana en 1993, con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y con la Medalla Filmoteca UNAM, entre otros galardones. También fue uno de los fundadores del grupo Cine Independiente de México. Es miembro activo de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas desde 1998.

A inicios del 2017 se anunció su retiro. Varios medios (sobre todo en México) dieron a conocer la noticia y después aquella novedad cayó al piso: Cazals tiene proyecto y seguirá sentado en la silla de la creación. “Solo los monjes se retiran”, dijo en una entrevista.

Le preguntamos exactamente sobre los destinos más próximos de su trabajo, a lo mejor una película cerca: “Probablemente eso sea en el año entrante, pero es una hipótesis; todavía no hay nada seguro”, afirma. 
Hace muchos años Cazals viene a La Habana. Nos dice que para los cineastas, esta es una ciudad entrañable.

“Por aquí han desfilado los mejores directores latinoamericanos y de todos ellos, sin dudas, el primero en la fila fue Tomás Gutiérrez Alea. Cada viaje es un recordatorio a Titón y a todos los cineastas cubanos que hemos conocido”. Tener frente a frente a uno de los maestros de la cinematografía mexicana, obliga a pedirle un juicio sobre el cine actual, no solo de su país sino del resto del continente.

“Sería muy presuntuoso de mi parte hacer un juicio severo sobre el cine actual. Siempre propone cosas distintas, y para comprender las cosas que son distintas hay que tener un criterio amplio y eso lo da la experiencia. Por lo tanto, no tengo juicios terminantes. Dudo que los juicios terminantes no sean prejuicios, de tal manera estoy abierto siempre a conocer lo nuevo. 
Insistimos (maldita manía del plural). ¿Es tan nuevo el cine que se hace hoy en México o va, como en otros países, dominado por lo comercial?” 
“Lo que sucede es que hay una plataforma sólida (de unos diez o doce nuevos realizadores mexicanos) no necesariamente con proyectos comerciales que tienen un renuevo en su lenguaje y se van a consolidar.

“En México nunca hay crisis de talento. Lo que sucede es que son cineastas comprometidos con sus propias ideas y no necesariamente con la comercialidad de las películas”.

Este señor es un provocador, de los que no se venden. Más allá de los años (cuando algunos creen que todo quedó y nada pasará) Cazals dice con pocas palabras, algo que bien deberían aprender los realizadores noveles, los que aún no han descubierto todavía su manzana de Adán y reclaman las sumas de dinero más exorbitantes a la hora de filmar. Lean, esto es lo que vale: “El cine vive a pesar de la economía. Lo que es indispensable es el talento”.

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