En la cuerda floja de la Trova

Entre las propuestas del V Festival de Canto Adentro -evento liderado por la AHS en esta ciudad legendaria- estuvo la proyección del documental, Trova en la Cuerda Floja, del realizador avileño Jorge Neyra, quien repite su presencia en el certamen de noveles creadores.

Neyra, quien confesó para su realización inspirarse en las reales barreras que posee este género musical para su promoción en la nación cubana, logra más que un producto comunicacional, exhibir sin duda la consolidación de la trova en Cuba, desde su surgimiento, hasta nuestros días.
 
La Trova vista en este audiovisual como símbolo de cuabanía e identidad muestra a grandes cultivadores del género, Silvio Rodríguez, Sara González…, solo por mencionar dos de los más grandes, y a jóvenes talentos ofreciendo sus perspectivas acerca de las barreras que vencieron para legitimarse como trovadores.
Otro de los buenos puntos que fortalece y apuntala Trova en la Cuerda Floja es el peso que impone Neyra al rol desempeñado por la mujer dentro del desarrollo del género, al representar en este audiovisual a una Cuba de equidad, donde la mujer y su empoderamiento en todas las esferas y sectores de la sociedad cubana es una realidad.
 
Lo anterior adquiere mayor relevancia en un contexto donde últimamente, hasta los productos audiovisuales premiados solo ven -desean ver- a féminas como símbolos sexuales y no como seres activos y participativos, las cuales deciden en el desarrollo socio-económico-cultural de la nación cubana.
 
Entre los méritos contundentes de este audiovisual, de unos 20 minutos de duración, es el llamado que hacen los experimentados creadores de la más auténtica trova cubana a no dejar morir el género, a pesar del silencio de las grandes discográficas de la nación y el enmudecimiento prologando y casi total de espacios locales y nacionales, que una vez tuvieron en cuenta a los cultivadores de esta genuina música.
 
Y aunque Neyra se adhiere a una visión un tanto disminuida de las muchas causas que pueden originar la limitada y muy necesaria promoción de quienes no renuncian a su guitarra, tal vez por la premura del tiempo que imponen los recursos propios y preestablecidos para la realización documental, este material polemiza sobre la defunción de un género, que al decir de Ariel Barreiro, joven trovador cienfueguero: « es como la Palma Real, que aunque se caiga por la envestida de los vientos o la corten, vuelve a brotar silvestre, porque forma parte de nuestra naturaleza, de nuestro suelo y de nuestra identidad»
 
Podríamos sumar en este parecer la falta de calidad de las letras y de su musicalización en algunos creadores, y hasta de la carencia de estrategias locales y nacionales, -más allá de la creación de eventos que difunden esta música-, para lograr una exitosa divulgación del género, que implique además a otras intituciones como los Medios de Comunicación Masiva.
 
El problema de la casi nula promoción de la trova en Cuba, -como perspicazmente asume este documental- no puede ser vista solo por el mal traído y ya gastado enfoque, -que desde mi percepción pesa más como facilismo que como argumento para el cierre de las puerta hacia la tan necesaria difusión-, «No hay seguidores o el público no gusta de esta música»
 
.Anularía ambas consideraciones; marcadas con una profunda intención reduccionista del debate prolongado por los artistas de la AHS en el país, y antepusiera otra: «no se puede amar o seguir aquello que no se conoce».
 
Si la trova es símbolo de cubanía; sinónimo también de identidad y tradiciones, porque no mirarla con ojos amantes de una música que refleja la realidad de esta Cuba en su amplia dimensión; en su abanico multicolor.
 
Para traspasar esa puerta de la promoción se necesita no solo querer hacerlo, sino poder hacerlo, lo cual conlleva o debe sustentarse en una acentuada intención de quienes deciden en las estrategias promocionales y de divulgación de y para la cultura nacional.
 
Ante este dilema queda muy claro que el género sí gusta y sino lo cree así lo invito a sumarse a las miles de expediciones de los trovadores cubanos, de la AHS, en comunidades distantes y en plazas de esta Isla.
 
Ya verán los defensores del tan traído y llevado argumento de sí la trova es o no del gusto del público cubano. Cuando las cuerdas de los más noveles y experimentados empiezan a sonar el espectador se le mueve el alma, el pensamiento; y hasta la conciencia, porque la trova es también identificación y realidad circundante.
 
A quines duden de si hay o no buena factura musical y de géneros tan auténticos como la guaracha, el son, los boleros, la canción… la fusión en toda su diversidad los vuelvo a convidar a que escuchen en algún periplo juvenil, nunca en disco, porque no existen o casi ningún novel trovador cuenta con uno, las bellas obras de los talentosos exponentes como Jorge Barret (Yoyi) y Annalie López, ambos de Guantánamo; Ariel Barreiro, de Cienfuegos; Ramón David, en Santiago de Cuba; Carlos Dragorí, Daniel Velázquez (El Gato) e Iraida williams, de Las Tunas; Harold Díaz y Reinaldo Rodríguez, de Camagüey; y de ese grupo exquisito de muchachas avileñas, Motivos personales, quienes dirigidas por Massiel Rueda Ãvila interpretan piezas que estremecen por su impronta y altísima calidad.
 
Todos los artistas citados los he escuchado hasta la saciedad y al igual que yo miles de camagüeyanos caen rendidos ante los acordes de sus guitarras. ¿Qué hacer para tenerlos bien cerquita en mi hogar cuando el antojo de escuchar algo nuevo y verdaderamente auténtico sea lo que más anhele en cada amanecer? Por el momento me tengo que conformar a seguirlos de evento en evento para disfrutarlos.

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