Todavía no Somos Familia

Durante mucho tiempo la televisión cubana pareciera sin combustible para crear un programa con la capacidad de paralizar a los hogares del país frente a la pequeña pantalla en las noches del sábado. Pese a varios intentos, la mejor opción al término del Noticiero (o incluso antes) es ahora la fuga hacia otro tipo de consumo audiovisual, basado, en la mayoría de los casos, en preferencias individuales.

El más reciente y ambicioso de los proyectos, Somos Familia, se estrella contra esa realidad con la que apenas puede competir. El sinsentido, la incoherencia y lo baladí son códigos reiterados en cada emisión del espacio, a la 8:30 minutos de la noche del sábado por el canal Cubavisión. Sus propósitos resultan tan incomprensibles como el nombre en sí: ¿qué pretende?, ¿cuál es el mensaje?… ¿jugar juntos nos hace familia?

Con producción de RTV Comercial, la televisión cubana y Cinesoft, la nueva propuesta comenzó a transmitirse el pasado mes de julio, como respuesta a la  “necesidad manifestada por una buena parte del público de tener un programa de diversión los sábados (…) Es una proposición para que el televidente lo disfrute en familia (…)â€, subrayó Gustavo Fernández Larrea, quien comparte la dirección con Ernesto Fiallo.

Si bien desde lo visual Somos Familia consigue al menos sorprendernos, con una excelente escenografía, el problema aún reside en el concepto. El resultado de un show televisivo con tan pretencioso nombre y orientado al ocio colectivo entre los miembros del hogar, no puede ser la indiferencia o dispersión de ellos en casa. Es una cuestión de objetivo hasta este minuto incumplido.

A casi cinco meses de su estreno, podría afirmarse que la idea de concebirlo en tanto espacio de participación no ha sido la más saludable. Ante sólidos referentes como ¿Quién Sabe?, Sorpresa XL o La Neurona Intranquila —sin disponer incluso del compuesto técnico-artístico de Somos Familia— luce menor, algo sonso y en la cuerda del tedio, si situamos en la balanza sus particularidades. Cosas que pasan: unos con limitados recursos para alcanzar sus fines; otros con los necesarios y sin lograr consumarlos. Hasta injustificados equívocos en la edición, iluminación y fotografía le fueron señalados durante las primeras emisiones.

Mucho antes del inicio, el programa se vendió a la teleaudiencia cubana como “lo más grande y revelador jamás visto†en la televisión nacional, casi a la manera de los tráileres hollywoodense, que convencen al receptor de la calidad de la propuesta, aunque su posterior consumo lo decepcione. Similar sucedió con Somos Familia: demasiado ruido y pocas nueces. El diseño de las competencias, la proyección de los conductores y su vestuario, los momentos de humor…fallaron desde el principio. Era una larga letanía de cosas sin fundamento, sin  pretensiones, sin desenlace. Marino Luzardo y Maurín Delgado, dos excelentes profesionales de la conducción, desentonaban dentro de un espacio quizás no hecho para ellos. Al decir por la ropa que les seleccionaban, ¡vestimenta de gala!, tal parecía que iban a casarse cada noche de sábado.

Por suerte en el camino algo logró enmendarse. Desaparecieron las competencias más tontas y se dinamizaron otras, la conducción pasó  a cargo de los actores Alain Aranda y Heydi González —tal vez sin el rigor profesional de los anteriores, pero ciertamente con mayor carisma—, el humor llegó al rango de gracioso…; pequeños cambios ante los que hoy es posible guiñarle un ojo al programa, sin sentir el repentino deseo de apagar la TV. No obstante, las expectativas todavía están lejos de la intención original. Son, con el tiempo, horas acumuladas de carente creatividad y facilismo, un desperdicio en términos de producción.

Es cierto que el contexto sociocultural se ha transformado. Las nuevas tecnologías y las formas alternativas de consumo audiovisual (Internet, el Paquete Semanal), constituyen fuertes opciones de competencia, las cuales debieran considerarse al esbozar cualquier proyecto televisivo, en aras de conseguir una factura decorosa y cierto nivel de aceptación. El éxito depende también de un estudio precedente de los gustos y preferencias del público, ejercicio poco habitual en el ámbito de los medios en Cuba. Somos Familia es un punto negro en esa nube. El mayor de sus pecados continúa siendo su escasa familiaridad.

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  • A pesar de los esfuerzos, que no dudamos que se hagan,no se acaba de dar en el clavo con los programas de entretenimiento en nuestra televisión,no se si será que los estándares están muy altos y novedosos, a mí me encanta la televisión,recibo el «paquete» que tampoco le hace la competencia,pero no se acaba de proporcionar al televidente cubano una propuesta de sábado por la noche.Salgan a la calle,escuchen propuestas y después,saquen uds. sus conclusiones,

  • Es un reto que aún la Televisión Cubana no logra vencer y tendrá que buscar formas y métodos más novedosos o darse por vencidos ante tanto producto foráneo que reconozcamos, no siempre es de mala factura, confio en que no ocurra porque sería lamentable.

  • Yo estaba escribiendo un artículo como este pero el colega se me adelantó. Coincido enormemente. Somos Familia no deja de ser un programa sinsentido, incoherente y baladí. «Una larga letanía de cosas sin fundamento, sin pretensiones, sin desenlace»

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