Soy todos mis personajes y a la vez no…

Ariel Fonseca escribe historias escuálidas y conmovedoras como las de J. D. Salinger. Historias donde soplan, además, ciertos aires de Charles Bukowski, Raymond Carver, Ernest Hemingway… Muchos de los maestros a los que rinde homenaje en sus historias. Sus personajes, según nos dice, son «personas que sienten, respiran, sufren y dañan». Historias de gente común, sin muchas o grandes expectativas en la vida…

Dice Ariel que él es todos sus «personajes y a la vez no». Esto notamos al leer los trece cuentos que conforman Hierbas, libro publicado por Ediciones La Luz con el que obtuvo el Premio Celestino de Cuento en 2015, cuyo jurado fue Nelton Pérez, Juan Siam y Pablo Guerra.

Acortamos las distancias conversando esta vez de manera electrónica. Hierbas fue la excusa para el diálogo que iniciamos hace algún tiempo…

En la contraportada de Hierbas leemos: «Afincado en los más puros principios del realismo sucio, el texto natural y limpio, cuenta de modo minimalista esos hechos intrascendentes donde aparentemente no sucede nada, historias ordinarias de gente común, desarraigados, desalmados, marginales y marginados…» ¿Hasta qué punto crees que tu libro está afincado en los principios más puros del realismo sucio?

Antes de comenzar vale aclarar que el término realismo sucio responde a la realidad de personajes en ambientes urbanos, sin escatimar los aspectos más sórdidos, que se pretende reducir el hecho narrado hasta sus elementos fundamentales.

La verdad es que no quiero pasar por pretencioso, pero estos textos tienen una influencia muy fuerte de Bukowski, de Carver, y un poco el aliento de las narraciones cortas de Hemingway. Algo que me llegó tras la lectura de estos grandes maestros. Es una especie de homenaje o deuda, llámese como quiera. A veces sabemos quiénes son pero no somos capaces de reconocer la fuerza que hay en sus textos. Me propuse describir de manera objetiva, a veces vulgar, el mundo que rodea a estos personajes. No puedo asegurar que está afincado en los más puros principios, esa también es una verdad; no soy capaz de hacerlo.

¿Te interesa específicamente escribir «historias sobre gente sin historias» basadas en los elementos de la cotidianidad con personajes marginales…? ¿Quizá personajes antihéroes, gente común sin grandes expectativas en la vida?

Ya lo dije en otra ocasión y lo seguiré afirmando, me interesa la cotidianidad porque de alguna manera me siento atada a ella, tal vez de manera casi traumática. Digo que me asfixia hacer lo mismo todos los días, pero al final me aterra hacer algo nuevo y, a veces tan sencillo, como cambiarme el peinado o salir en camiseta a la calle.

Mis personajes son personas que sienten, respiran, sufren y dañan. Detrás de todas las cosas hay una historia, que no sea la más impresionante, grandilocuente o importante para unos, no significa que para otros no lo sea. Me gusta buscarle sentido a lo más pequeño y sacar una historia de ello. La gente común es la más interesante (si es que existe gente no común), al menos para mí. Las expectativas varían entre una persona y otra. No es correcto decir que alguien no tiene grandes aspiraciones porque no aspira a comprarse un yate.

Vivir implica cada día luchar una batalla y al final del día salir airoso es un logro. Para unos, seguir respirando conforma todas sus expectativas y no me parece que haya algo más importante que vivir. Mis personajes, si salen airosos o si continúan en el camino son héroes. Siempre he creído que si no eres el héroe de tu propia vida, nadie lo hará por ti. Me gustaría recordar a uno de mis personajes cuando cita a Bukowski: «Mi única ambición es no ser nada de nada». Al final tenemos que ser algo, o alguien. Eso es lo más triste.

Háblame de tus influencias ¿Qué autores incluirías en un canon creado por ti? Digamos un canon Ariel Fonseca… Lo mismo cubanos, extranjeros…

Te confío que no soy fácil de impresionar y hay gran cantidad de autores que me han dejado su huella o me han impresionado de alguna manera. También puedo decirte que aún me rijo por el gusto y si algo no me llega, suelo abandonarlo con rapidez. Prefiero autores por encima de otros, pero si quieres nombres te los daré. Raymond Carver, Ernest Hemingway, Antón Chéjov, J. D. Salinger y Charles Bukowski, serían los que encabezan, lo que tú mismo llamas el canon Ariel Fonseca. También me gustaría incluir a autores más contemporáneos como Margarita García Robayo, Samantha Schweblin y Andrea Jeftanovic. También hay muchos autores y libros cubanos, si los menciono todos no acabaría jamás, pero voy a darte los imprescindibles: Guillermo Vidal, María Elena Llana y Anna Lidia Vega Serova…

¿Cuánto hay de ti en los personajes de Hierbas, en ese personaje que parece ser el hilo conductor de los relatos? Pues, según noto en los cuentos, es aspirante a escritor, trabaja como informático… Aunque es un personaje –a su manera, claro– un poco insensible, crudo, complejo, irreverente, bukowskiano… quizá un poco alejado al Ariel «real» que conocemos…

También lo dije con anterioridad: soy todos mis personajes y a la vez no. Es imposible dejarme a un lado a la hora de escribir, me inmiscuyo, espío. Pero sí te digo algo, ese hombre que se comprará una máquina de escribir no es exactamente el mismo tirado en la hierba del jardín japonés, porque el Ariel que imparte clases no es el mismo que espera el autobús en la mañana, así como no lo es el que escribió el primer cuento, ni el tercero y mucho menos el último; pero en el fondo soy todos aunque no fume, ni sueñe con golpear la cabeza con la pared, o no me masturbe mirando por la ventana.

Los personajes de Hierbas son cínicos y duros, fríos, calculadores, indiferentes y un poco insensibles, así como lo hemos sido todos alguna vez, ¿verdad? Quizás esas características son las que los hacen tan vividos.

¿Qué te propones con Hierbas? ¿Cuál, digamos, es el hilo conductor de estos cuentos, la obsesión común que los mueve?

Con Hierbas quise ser lo más natural posible y neutro, aunque fueron creados con el mayor deleite y sin querer impresionar. Disfruté cada palabra, así como mis personajes hicieron con el alcohol, las cebollas y el cigarro; sí, en algún momento imaginé un hilo de mi sangre corriendo libre y la verdad es que también eso me hizo sentir vivo. Pero no tengo grandes expectativas, solo que el lector no sea indiferente ante ellos. Fíjate que ni siquiera hablo de que le guste, si ocurre y llega a disfrutarlos, me alegraré más. Pero, si se siente ofendido, disgustado, o le trae repulsión, miedo, alegría o lo que fuera menos indiferencia, entonces se cumplirá el propósito con el que Hierbas fue concebido.

Las derrotas. Creo que ese es el hilo conductor de Hierbas y un poco también es la obsesión común, así como el intento fallido de escapar de una vida hueca. A fin de cuentas son personajes sin grandes expectativas, ¿verdad?, hostiles, desarraigados, desencantados, marginales y marginados, y solos, principalmente eso, muy solos.

Hay una cosa muy cierta, el hombre ha luchado contra dragones, ejércitos y siempre ha obtenido la victoria. Existe algo contra lo que el hombre ha luchado y nunca gana: uno mismo. Al final eso pretendía con Hierbas, buscar una manera de decir, gritar que debemos aceptarnos tal y como somos, con nuestras potencialidades y limitaciones, porque si decidimos luchar contra nuestros propias miedos e incertidumbres, nos será imposible respirar otro día. Eso es lo que les pasa a estos personajes, aún no han aprendido a aceptar lo que son y justamente por ello fracasan.

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