El rumbo de la piedra verde: Alice Walker y Maga Villalón

Dos libros álbum nos presenta Ediciones La Luz en esta XXVI edición de la Feria internacional del Libro. Sello editorial que ha logrado destacar por la calidad de sus propuestas, en las que se fusionan autores noveles y consagrados, cubanos o extranjeros, una vistosa campaña promocional y el cuidadoso diseño de las propuestas presentadas, Ediciones La Luz se arriesga y cada año se supera.

Ahora nos sorprende con un título de la autora afromericana, Alice Walker, defensora de los derechos de la mujer, los negros y de la comunidad LGTB, y otro de Maga Villalón, una chilena más experimentada en el mundo de los libros para niños y jóvenes.

Aunque ambos libros nacen bajo concepciones diferentes; los une, primero, la belleza y el colorido de las imágenes, logrado por dos ilustradores del catálogo de la editorial: Yunier Serrano (Valerio) y Alexei Alfonso, y segundo, el que los dos se alejan de los conceptos tradicionales del álbum ilustrado, sobre todo el de factura nacional, con textos muy bien ilustrados pero que apelan más a lo lúdico de una historia que muchas veces se queda en la epidermis y no llega a emocionar o los lectores, negando la tradición que de este formato existe en Latinoamérica con libros, incluso, dedicados a los adultos. Tanto Alice Walker como Maga Villalón brindan a los lectores cubanos textos hermosos y al mismo tiempo cargados de humanidad.

La autora afroamericana retoma En busca de la piedra verde uno de los temas ya conocidos en su literatura para adultos: la lucha entre el bien y el mal, y la línea finísima que separa uno de otro. El arrepentimiento, pero no desde la imposición o las reglas de la sociedad en que se vive, sino desde la concientización del individuo y de los códigos morales que sustenta. Una piedra verde brillante, símbolo del amor que puede sentir un ser humano por otro, sirve como excusa para que todos los personajes reflexionen sobre la importancia de ese sentimiento y lo que representa en la vida de los humanos.

Ubicado en cualquier paraje de la Tierra, o sea lo mismo en Alaska, Holguín o La Habana, el personaje principal y su hermana arrastran en su búsqueda de la piedra verde a sus propios padres, a los amigos cercanos, e incluso a plantas y animales que se encuentran en su camino. El lector descubrirá entonces que todo el mundo tiene su propia piedra verde y esta no es una simple roca extraída de una cantera, sino algo intangible, más típico de los humanos, algo que nace, se transforma y muere con los hombres y solo ellos tienen la capacidad de perderla o encontrarla.

Hay un momento en el texto en que Katie, la hermana del protagonista, le niega el apoyo al pequeño y disfruta de su sensación de poder, hasta que el cambio de color de su piedra, de verde brillante a gris, le indica que estaba obrando mal. Pudiera ser este pasaje un referente de la vida de Alice Walker y la relación compleja que sostenía con sus hermanos.

Al final, el lector descubre que la piedra verde de Johnny siempre estuvo ahí, al alcance de la mano y era ella la que tenía que encontrar a su dueño, siempre que él la mereciese. ¿Estará dejando esta autora una lección para encontrar la felicidad muchas veces buscada tan lejos?

Con El rumbo de las mareas, la chilena Maga Villalón entrega a los niños cubanos una historia llena de sensibilidad y humanismo. En el texto Carlos Tapia, protagonista y narrador, enlaza dos momentos de su vida: el instante en que se encuentra sólo, en medio del mar, mientras su bote zozobra, y la historia de su niñez, mucho antes, cuando vivía en un pueblo pesquero con sus padres y sus cinco hermanas y por cualquier motivo se orinaba frente a los demás.

En aquel tiempo, Carlos encuentra consuelo en la figura de don Anacleto Arancibia, el nuevo maestro, al punto de sustituir la imagen del padre como símbolo de protección y respeto por la de este. Mientras su verdadero progenitor lo critica, le grita y le dice torpe, el maestro encuentra la manera de romper el muro que este niño, ensimismado en su mundo interior, ha construido. En algún momento el narrador dice: «en la expresión de su mirada. En sus ojos, permanentemente humedecidos, había algo semejante a una chispa de luz, que parecía apenas alumbrar su interior». Sin dudas, en estas líneas la autora realza la figura del maestro y la ubica en el eslabón superior de cualquier sociedad.

Como si de consulta de psicología se tratase, Maga deriva la incontinencia urinaria del protagonista de la falta del referente paterno adecuado y elabora, con frases cargadas de lirismo, imágenes que superan lo anecdótico y provocan la emoción de los lectores de cualquier edad: «Soñaba con despertarme en una cama seca, no lluviosa de mar, sino bañada de luna, de estrellas nacientes, de planetas lejanos, de constelaciones nuevas que llevaran mi nombre». Este lirismo es un elemento común en el libro, desde el comienzo mismo, cuando el lector descubre a Carlos Tapia en medio del mar, se percata de que no estamos frente a una escritura llana y carente de herramientas, sino frente a una autora que tiene tanto dominio de la prosa como del verso y que logra una alianza efectiva entre ambos.

Otros pasajes denotan influencia del realismo mágico garcíamarquiano, y uno, como sucede con los aromas que se desprenden en la novela Cien años de soledad, puede sentir el olor a lavanda entrando por los agujeros de la nariz, las orejas y los poros de la piel, el mismo olor a lavanda que te traslada al centro de la trama y te hace sentirte partícipe de la misma.

El profesor Anacleto entra y sale de la historia como un personaje misterioso, no se conoce nada de su pasado y mucho menos qué sucedió con él cuando se marchó del pueblo; sin embargo, en algún momento se dejan pistas sobre su penitencia por querer ver el mundo de otra manera, lo que invita a buscar los referentes históricos de un país que ha sido marcado por momentos políticos distintos en poco tiempo.

Antes de cerrar el libro volvemos con Tapia al medio de mar, pero la autora nunca nos devela si el protagonista zozobra o no. Como si eso no fuera lo importante de la historia, prefiere dejarnos el aroma a lavanda impregnado en la piel y que nuestros brazos ayuden a mover el bote de Carlos Tapia hacia la costa o hacia el centro del océano, en dependencia de los intereses de cada lector.

Sin dudas con En busca de la piedra verde, de Alice Walker y El Rumbo de las mareas, de Maga Villalón, estamos frente a dos historias que prestigian el catálogo de Ediciones La Luz y al mismo tiempo ennoblecen la literatura que se escribe para todas las edades, esa que debe ofrecerse en libros hermosos e ir cargada, al mismo tiempo, de respeto hacia los lectores de cualquier edad.

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