Cuando los dioses peregrinan

Malena Salazar: Premio Calendario de Ciencia Ficción 2017

Sorprenden siempre los autores con una carrera en meteórico ascenso. Algunos —que han probado suerte en lides semejantes— se preguntan cómo es posible y por qué un creador llega a la cima en tiempo relativamente breve. Son cuestionamientos que no tienen respuesta y que es mejor (y preciso) olvidar. Malena Salazar Maciá no se preocupa por preguntas como esas. Prefiere probar suerte en los juegos de azar que son siempre los concursos y, de una manera u otra, los premios continúan sonriéndole. Han pasado algunos meses —casi un año— desde la última entrevista que me concedió y aquí estamos ambas de nuevo: retomamos el escenario de las preguntas.

Un año no ha pasado en vano para ella.

El Calendario ha galardonado la obra de algunas de los más influyentes autores del fantástico cubano actual. Entre ellos también se encuentra un grupo selectivo de escritoras femeninas. Tu libro Las peregrinaciones de los Dioses acaba de alzarse con el máximo lauro en la categoría de ciencia ficción, lo que supongo marca un punto de giro en tu escritura, ¿cuán importante es este premio para la vida de una escritora joven?

El Calendario es el premio insigne de la AHS, es la manera de reconocer a los jóvenes artistas y escritores de todo el país y lo considero tan importante como haber ganado el Premio David en el año 2015. Honrada de recibirlo, es la expresión que describe mi sentir. Principalmente, porque quizás siento que marca cierta madurez en mis textos, una palmadita amigable en el hombro que me indica que voy bien pero —también— que el camino es largo y no lo he aprendido todo, no significa la cumbre, no significa el final. Solo es un fragmento de sendero. Debo seguir avanzando.

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Desde tu Premio David hasta Calendario, ¿cuánto crees que ha cambiado o evolucionado tu literatura? ¿Percibes cambios notables o piensas en la idea de lo continuo, del proceso sin comienzo ni final, solo como largo intermedio de aprendizaje?

Leo Nade, mi novela del premio David, y leo Las peregrinaciones de los Dioses, del Calendario y la diferencia en el estilo escritural es perceptible, a pesar de que casi escribí un libro detrás de otro. Me negué a dejar escapar muy pronto la idea de Las peregrinaciones, casi igual a como intenté retener la idea que dio comienzo a Nade. No es una diferencia abismal, pero se palpa en cuanto a técnica y manejo del oficio. Nade me dijo que me faltaba mucho por aprender y me propuse avanzar en Las peregrinaciones aunque fuera un poquito.

En mis escritos más recientes, la diferencia continúa creciendo y creo que en mis escritos futuros este progreso continuará porque —y esa es la respuesta a la próxima pregunta— me aferro a la idea de lo continuo. Como la leyenda del ave fénix: el final es el principio y así sucesivamente. Cada oración que construyo para contar una historia me dice que siempre hay algo nuevo que aprender.

¿Cuáles son las autoras cubanas e internacionales que más influyen en tu trabajo, ya sea por asimilación o diferencia?

Las influencias debo decir que, por ahora, son internacionales. Mi primer punto de referencia fue J. K. Rowling con Harry Potter, un poquito de Louise Cooper, con su escritura de mitologías y la trilogía El Señor del Tiempo y, actualmente, Robin Hobb, con su fantástica Saga del Vatídico y la trilogía de Las Leyes del Mar, que —aunque alejadas de la ciencia-ficción (la obra de estas tres escritoras se enfoca esencialmente en la fantasía)— conocen al dedillo el cómo contar una historia de manera cautivante, aspecto válido a la hora de echar a volar la imaginación y encontrar un nuevo mundo que deba ser narrado. Así que fue inevitable que bebiese de estos textos con avidez. Pero sospecho que en un futuro cercano encontraré más autoras (nacionales e internacionales) con las cuales sentirme identificada y continuar aprendiendo de ellas porque, sin temor a decirlo, mis lecturas son jóvenes aún. Ahora es un buen tiempo para madurarlas.

Ambar

¿Es cierto que el mundo de la literatura fantástica en Cuba se encuentra regido fundamentalmente por hombres y que es mucho más difícil para una mujer abrirse camino en este intrincado mainstream?

Pienso que sí. La mayoría de las figuras del fantástico cubano son hombres (Yoss, Encinosa, Eric Flores, Raúl Aguiar, Carlos Duarte, por mencionar algunos…) y, por desgracia, pocas mujeres, ¡aunque las que conozco son excepcionales! Como Yadira Álvarez y, por supuesto, la entrevistadora. Pero no creo que sea más difícil para una mujer abrirse camino en medio de tantas voces masculinas. Nosotras también tenemos voces fuertes y la determinación para escribir y, por qué no, contamos con el gusto de los lectores (eso lo sabré pronto). Que seamos pocas… ya ese es otro asunto.

En mi caso debo confesar, como autora del fantástico, que percibo una tendencia a incorporar a la mujer creadora en paneles, debates y discusiones siempre con un mismo tema: el de las diferencias —existentes o no— entre la escritura femenina y la masculina. ¿Por qué existe esta salvedad? ¿Te sientes cómoda siendo parte de debates semejantes? ¿Acaso no se debería ampliar el margen para las autoras? ¿Forman estas diferenciaciones, estas convocatorias a hablar de mujer y fantástico, como una manera (menos o más silenciosa) de exclusión o marginación?

Creo que lo comentaba en una entrevista (casualmente, en tu espacio Punta de Flecha, que compartí con Yadira Álvarez): no comprendo por qué existe la salvedad, por qué debe diferenciarse la literatura fantástica escrita por mujeres de la escrita por hombres, ni ser tan puntillosos al respecto: cosa que, en la actualidad, parece tema de moda. Tiemblo cuando me invitan a algún espacio literario porque sé que vendrá la pregunta. Parece algo por default. Pero no creo que deba ser objeto de enfoque en los paneles de discusión literaria porque es una forma disimulada de exclusión. A fin de cuentas, se resume a que todos escriben el mismo género literario: el fantástico y la ciencia-ficción, y cada cual goza de un estilo propio que los caracteriza como escritores y los identifica a ojos del lector, sin importar si son hombres, mujeres o marcianitos. En lo personal, que me inviten a hablar de literatura fantástica o de la vida de los topos, no acerca de cuáles elementos poseen mis textos que los diferencian de los escritos por los hombres.

Revélanos un poco la trama del libro ganador del Calendario, Las peregrinaciones de los Dioses, y cuánto de conexión tiene con Nade, tu primera novela, ganadora del Premio David.

Pienso en este libro como una cuentinovela, ya que su columna vertebral es un cuento fragmentado que nos narra lo que sucede en varias caravanas de peregrinos que se refugian en un oasis para huir de una tormenta, en un futuro lejano (¿o no tan lejano…?) y post apocalíptico. Existen cuentos adosados a esta línea central, que amplían la percepción y comprensión de este universo y lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en él. Los temas van desde el tráfico humano, el poder del misticismo sobre las personas, la adoración de deidades, el cuestionamiento a la pregunta de que si detrás de las leyendas se esconde o no una verdad, qué ocurre cuando en una sociedad se privatiza la información y el acceso al conocimiento se vuelve algo estrictamente selectivo.

Sí, este texto está íntimamente enlazado con la novela ganadora del Premio David, Nade, porque ocurre en el mismo universo y los protagonistas (quizás de manera indirecta) son los cinco místicos dioses-bestias que leeremos en Nade, plus algún que otro guiño directo a la novela. Las peregrinaciones de los Dioses puede tomarse perfectamente como una precuela de Nade, porque nos narra eventos ocurridos cincuenta años antes.

¿Continuará la historia de Nade y del mundo que presenta siendo desarrollada? ¿No temes repetir temas o aburrir a los lectores? ¿Cuándo sabes que un libro llega a su punto final?

Si los lectores quieren (aunque mis queridos lectores de pruebas ya lo están pidiendo), Nade continuará. Por ahora, la tengo planeada para una trilogía (sin contar con esta precuela), pero quién sabe si se convierte en una tetralogía o una saga. Soy una escritora de largo alcance. ¡No logro escribir algo cerrado! Mis historias, creo que incluso los cuentos, siempre dan la impresión de que pueden seguir un poco más. Puede producirse la repetición de temas, no voy a cerrarme a ese evento, es natural en algo que se piensa para que sea largo y, por supuesto, siempre está el temor latente de que puede aburrir a los lectores por caer en «lo mismo», pero existen recursos para evitarlo y pienso aplicarlos.

Por ahora, Nade es joven, debo desarrollar la historia para saber cómo seguirá su curso, tengo una idea de cómo puede terminar pero… ¿quién sabe? A mis personajes no les gusta quedarse callados y tienen libre albedrío. Pueden generarse nuevos puntos de giro que provoquen un final diferente al que tengo pensado, no planeado, porque sigo la máxima de Terry Pratchett: los planes arruinan la imaginación. Desde mi punto de vista, un libro llega a su final cuando los personajes ya no tienen nada para contar y, con ellos, muere la trama. Puedes inventarles las más disímiles situaciones que, según la forma en que esté concebido ese personaje, no vale la pena contarlas porque simplemente no encajaría en el nuevo argumento y, casi siempre, termina leyéndose muy deus ex machina, ¡y no me gustaría hacerle eso a los lectores!

En una anterior entrevista que me concediste, me comentabas que no era de tu interés emular con otros autores. Sin embargo, un concurso es siempre una manera de competir, de lanzarse en una carrera (a veces larga, a veces corta) en busca de un lauro, ¿cómo concilias la idea de no emular con otros y sin embargo insertarte en la dinámica de concursos?

Sí, tienes razón en ello y admito mi contradicción. Incluso voy a alimentarla más: personalmente, no me gustan los concursos. Pero cuando comencé a enfocarme cada vez más en desarrollar mi escritura no existía en las editoriales cubanas un agujerito para la literatura fantástica y de ciencia-ficción, al menos, no de forma directa o en el sentido estricto de un proceso editorial normal (presentación del autor, la obra y la propuesta editorial). Apoyada y alentada por amigos y compañeros de trabajo, busqué teléfonos y conversé con muchas personas. Todas las respuestas dieron resultado nulo. A quienes que me atendieron les causó un poco de gracia que les dijera que escribía fantasía (en ese tiempo, no era muy cercana a la ciencia-ficción). Incluso me sugirieron que escribiera «algo serio» y quizás entonces pudieran echarle un vistazo a mis textos. Y para mí, la literatura fantástica era (y es) lo más serio del mundo. Me ofendí bastante. También fue muy desalentador. Pero lo llevo en las venas y no iba a rendirme tan fácil. Hasta que alguien me dijo que existían algunos concursos que iban con mi literatura, entre ellos, el de la revista Juventud Técnica y el Premio Hydra de novela. Al inicio estaba reacia en participar. Contradicción: no me gustaban los concursos. Y también influía que eran, precisamente, enfocados en la ciencia-ficción y me gusta más la fantasía. Pero me decidí a usar las vestimentas de escritora mercenaria y probar suerte en un campo totalmente desconocido, porque poco o nada había leído del género. No estaba lista para escribir toda una novela, pero sí un cuento.

Así llegó la primera sorpresa: mención y premio de la popularidad en el concurso Mabuya, luego, mención en el concurso de cuentos de Juventud Técnica, sucedido por premio en el proyecto comunitario los Juegos Florales, para después, digamos que un poquito más segura en el género, lanzarme a escribir Nade… que primero resulta mención en el Hydra. Luego de recibir buenos consejos de amigos y hacer una corrección concienzuda, Nade fue coronada con el Premio David 2015. Resumiendo: en mi momento de mayor desolación, los concursos fueron la única puerta que vi abierta para adentrarme en el mundo editorial, como también una forma de superación personal a través de la competencia sana y deportiva (desde mi punto de vista). Al menos, esta vez nadie se me acercó a decirme que escribiera algo más serio.

¿Cuánto falta aún para que los jóvenes escritores cubanos sean reconocidos más allá de las fronteras? ¿Qué se necesitaría para ello?

Poco a poco nos insertamos en el mapa. Poco a poco hacemos camino, nos volvemos visibles de una u otra forma, principalmente, a través de los medios sociales e Internet, porque ahora la sociedad se mueve de esa manera. A través de los medios se rompen las principales barreras que nos aíslan: fronteras y lenguaje, con la posibilidad de conocer a personas extraordinarias y hacer contactos relevantes en muchas partes del mundo. Todo eso sin la necesidad de moverte de una silla. Gracias a estos medios, el resto del mundo puede conocer que en una isla del Caribe existen voces que merecen ser escuchadas. O leídas, en este caso. Nuestra infraestructura tecnológica todavía no permite al cubano trabajador disfrutar de teleconferencias. ¡Ojalá lleguemos a ello algún día! Les doy, aproximadamente, cinco años. Y no tomen la predicción al pie de la letra, porque puede tratarse de más tiempo. Eso seguro.

Como ha sucedido con otros autores, una vez que se llega a un punto en que se han batido en varios concursos literarios, comienzan a buscar una mayor validación en las publicaciones, en la búsqueda de proyectos editoriales, ¿crees que te sucederá lo mismo o por ahora la dinámica de los premios te satisface?

Quiero entrar en proyectos editoriales, me gustaría mucho. Principalmente, formar parte del catálogo de la Colección Ámbar de Gente Nueva, que reúne a los grandes escritores cubanos contemporáneos del fantástico y la ciencia-ficción. Creo que no es la primera vez que comento este deseo. Veamos si el próximo año me trae sorpresas en ese sentido.

Una pregunta de rigor, ¿qué esperas suceda con tu obra luego de este Premio Calendario?

Tengo demasiadas historias en mi cabeza para quedarme solo con dos libros. Seguiré escribiendo nuevos textos y claro, segundas y terceras partes de las historias que ya están en busca de aprobación editorial… Pero principalmente, creo que estaré leyendo y en constante aprendizaje. Así como seres humanos que somos, necesitamos comer y beber para vivir; el escritor necesita leer para escribir, ¡y mi menú de futuras lecturas tiene muy buena pinta!

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