En un solo medio no pudiera hacer todo lo que deseo

No lo recuerdo con exactitud pero posiblemente una de las primeras referencias que tuve de Ana Chelys, joven actriz integrante del grupo Teatro Ríos de Guantánamo, fue su interpretación como la payasita Lolita en el Rincón de los amigos, un espacio para niños del telecentro provincial transmitido también por el canal Cubavisión.

Más tarde pude disfrutar de algunas presentaciones en el teatro y, recientemente, junto a los humoristas del grupo Komotú.

No solo por las obligaciones laborales, sino porque para mí es muy grato encontrarme con Chelys; quedamos en un pasillo de la Casa del Joven Creador…

Muchos no saben que naciste en Maisí, el municipio más oriental de Cuba, ¿cómo llega el teatro a tu vida?

Bueno…, desde niña siempre quise ser actriz y, como la mayoría de los niños, me disfrazaba, maquillaba y demás. A los ocho años empiezo en el grupo Fantasía con una profesora instructora de arte y aunque la Casa de la Cultura quedaba lejos ensayábamos en su casa o en la de algún niño, buscábamos alternativas.

Participamos en muchas actividades pero, entre todo, lo que más influyó en mí o lo que casi siempre viene a mi memoria —cuando me preguntan— fue la llegada año tras año de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, de la que puedo decir fue mi primer referente artístico.

Después, cuatro años en Bayamo, en la escuela de arte…

Eso fue en la Escuela Provincial de Arte Manuel Muñoz Cedeño. Con un grupo de zanquería de la escuela íbamos cada año a las Romerías de Mayo y nos escogían también para realizar escenificaciones o decir textos en los actos nacionales de Cinco Palmas y Las Coloradas. Una etapa muy interesante.

Durante mi segundo y tercer años trabajo por primera vez para los niños en un cabaret, que en las mañanas ofrecía actividades para este público. Recibíamos sobre todo teatro dramático, así que lo hice sin tener experiencia. Creo que en las escuelas de arte debiera desarrollarse mucho más el teatro para niños; los egresados por lo general no conocen la belleza de este arte, y sienten temor y desconfianza cuando se enfrentan a este público.

¿Al regreso, cómo enfrentas entonces el trabajo con niños?

Realizo las prácticas pre-profesionales en el Teatro Guiñol de Guantánamo. Estoy un año con ese grupo y de ahí mi graduación… con una obra de títeres. Después de La cerquita de la abuela Pirulina nunca he renunciado a ejercer el teatro para niños.

Ya en el grupo Ríos me desarrollo y evalúo como actriz titiritera. La poca experiencia que tengo se la debo a este grupo: es el centro de mi vida. Aunque realice otros trabajos siempre regresaré.

Pero al principio, lo difícil era vivir en Guantánamo. Cuando entro en Ríos me hospedan en la Escuela de Arte. Estuve dos años allí y luego, como aún no tenía hogar propio, empecé a alquilarme. Andaba de un lado para otro, roté por todo Guantánamo. (Risas). Supe lidiar con ello pero psicológicamente fue difícil: sentía que llevaba un peso mayor que mis compañeros. Pude abandonarlo todo y volver a Maisí; pude decir me voy, me cansé, pero entonces no tuviera nada.

¿Qué es ser titiritera para ti?

El títere normalmente es muy subvalorado, por desconocimiento y porque no se ha impuesto al teatro dramático… en el buen sentido, ¿no? Cuando tienes la experiencia de estar dentro de este mundo es que comprendes su valor, te enamoras de su magia. En el títere esa magia debe pasar a una tercera persona; se crea un círculo entre tres: actor-títere-público. El muñeco, por muy bien construido que esté, no puede expresarse como un ser humano; debe fluir una sola energía.

Este trabajo suele ser ingrato. A veces te gustaría que el público te viera, pero no es hasta el final que puedes mostrarte. Tendrás que esperar a menos que de antemano reconozcan tu voz.

Ahora que te refieres a la «voz», ¿cómo ha sido tu experiencia en la radio?

De las cosas que hago esa es una de las más importantes. Debo agradecer por esto a Marlene Salazar Salazar, directora y escritora por mucho tiempo del programa Los Pinos Nuevos, donde incursioné con un personaje fijo. Otro espacio infantil que he hecho es Carrusel de colores. Y también he interpretado papeles dramáticos para adultos.

La Emisora CMKS, de Guantánamo, me ha dado algo especial y es que, como el proceso de crear y realizar un personaje es más rápido, se lee y enseguida se ejecuta, me ha facilitado la tarea de hallarle intenciones y matices a los textos, componentes que por lo general se van incorporando con el tiempo.

¿Y la televisión?… ¿te sientes como en la radio y el teatro de títeres o es diferente?

Entre la radio y el títere existe un vínculo: el público no te ve; a través de la voz el público te dibuja. La televisión te da cierta fama. (Alarga esta última palabra mientras sonríe). El público te reconoce enseguida, y te sigue. Es hermoso por lo que piensan los niños de ti. En una ocasión una niña me preguntó: «¿Cómo tú te metes dentro del televisor?». Es la fantasía. Cuando se acercan de este modo no dejo de conmoverme: «Mira, mi querer, les digo, tú abres el televisor por atrás y vas metiendo a los personajes uno por uno y poniéndolos en un rinconcito para que todos quepan…». Por nada en el mundo querría que perdieran esa imaginación.

El Rincón de los amigos ha sido el programa que más me ha marcado, por dos cosas: porque es el que más hago y porque es para los niños.

¿Cómo llegas a Komotú, un grupo tan reconocido a nivel nacional?

En el 2015, Yasnay, Alexis y Miguelito, La Llave, estuvieron en la Cruzada Teatral y les hacía falta una actriz para una función en Palenque de Yateras. «¿Te atreves?», me dijeron y a pesar del temor enseguida dije que sí.

He ido y voy de a poco adentrándome. En la escuela me decían que tenía vis cómica, pero nunca me había enfrentado a un trabajo humorístico profesional. Komotú es para mí como un camino sin explorar.

En el Aquelarre de este año, en el Mella, me sentí deslumbrada. El público habanero no tiene miedo pararse y aplaudir. Obtuvimos cuatro premios y recibimos muchos aplausos. En el humor, cuando el público aplaude y no solo sonríe, es porque el chiste es muy bueno, porque eso que dijiste le llegó.

El camino transitado ha sido poco menos que desafiante…

Con mi anterior experiencia ahora la Universidad me ha refrescado. He vuelto al teatro dramático, puedo hacer un tiempo para el análisis, algo que entre tanto trabajo no podía, ha revivido mi faceta de actriz, pues no solo soy titiritera. Me encantaría hacer cine. Llegar también a la televisión nacional. Me encantaría hacer doblaje de animados. Me gusta hacerlo todo. En cada medio yo saco algo de mí. Siento que en uno solo no pudiera hacer todo lo que deseo.

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