cómic


Siempre me he considerado un narrador visual

El Caribe tiene de magia y de mito, tiene rostros de dioses y voces disímiles, y Edison Montero (Eddaviel) ha intentado atrapar sus esencias, sus rastros. Su memoria espiritual es un mapa de referencias que despliega en sus ilustraciones, en sus cómics, en sus murales, en las múltiples maneras de arte que Eddaviel abarca y contempla. Desde República Dominicana, Eddaviel sabe que el mundo es síntesis y sumatoria de todo lo que somos y de lo que llegaremos a ser.

Muchas veces, las memorias de nuestra infancia, de lo vivenciado en esa etapa de la existencia, acompañan a nuestra creación con el paso de los años, ¿tu infancia ha servido de influencia en tu trabajo?, ¿cuáles son las memorias de ese tiempo que han tenido un impacto en ti?

Claro, las memorias de mi infancia han sido parte fundamental en mi desarrollo personal y creativo. Nací rodeado de los hermosos paisajes del sur de Kiskeya y me adentré en sus montes, ríos, montañas, playas y en su gente, conocí la magia de las tradiciones, los mitos, creencias, leyendas y supersticiones; mis abuelos me contaron grandes historias sobre el bosque, los Bacá, las brujas, galipotes y otros seres que habitaban nuestra tierra; dancé al compás de los tambores en una fiesta de palo, fui monaguillo en la iglesia católica y descubrí los misterios del Liborismo con mi padre; jugué al topao con mis amigos y monté bicicleta por todos los rincones de mi pueblo natal; navegué en las aguas de la literatura con las aventuras de Julio Verne, fui El Principito y me perdí en la Nada de La Historia Interminable, calqué dibujos de Dragón Ball y Caballeros del Zodiaco, aprendí a contar historias con el Cuentacuentos e imaginé el futuro con Back to the Future. Recordar mi infancia es conectar con esas emociones y ver en mi obra la influencia de todos esos maravillosos momentos.

¿Sientes que eres pionero en el trabajo y el género que has seleccionado para encaminar tu creación, dentro del contexto regional y geográfico que habitas?

Mientras más me adentro en la historia de la ciencia ficción y la fantasía en la literatura, la ilustración y la pintura de Kiskeya, me doy cuenta de que son géneros muy poco explorados en nuestra región, a pesar de que tenemos grandes creadores en la literatura especulativa como Francisco Javier Angulo Guridi, Virgilio Díaz Grullón, Virginia de Peña de Bordas (escritora de La eracra de oro, uno de mis cuentos favoritos que explora lo fantástico en el Indigenismo), mi contemporáneo Odilius Vlak; y en la pintura contamos con las mágicas y monstruosas visiones de Vladimir Velázquez, el arte de Samuel Gómez, Welinthon Nommo, AJ Marti y Markus Edgical Goth.

Siento que aún hay muy pocos creadores y que las obras más cercanas en la literatura —y sobre todo en la ilustración y la pintura— se han enfocado en el costumbrismo y la religiosidad popular que en sí mismo es pura fantasía, pero muy pocos han creado un mundo mágico o de ciencia ficción a partir de nuestra realidad mágica-caribeña. Ese es el espacio en donde siento que mi obra se va abriendo un camino con elementos como una intervención extraterrestre en la creación de la mujer en la mitología taína, la búsqueda de un mundo ancestral robótico-mágico caribeño, la creación de un steampunk en nuestra isla o las visiones afrofuturistas plasmadas en mi obra.

cortesía del entrevistado

¿Qué tal la salud del arte vinculado al género fantástico, en cualquiera de sus registros y formas, en República Dominicana? ¿Percibes un cambio, una evolución, en la última década?

Sí, estos años me han llenado de felicidad, sobre todo al poder compartir espacio creativo con mi cómplice en el crimen de imaginar, el escritor Odilius Vlak, con quien desarrollé “Caribe Extremófilo”; el primer congreso de Ciencia Ficción y Fantasía en la República Dominicana, y además publicamos una primera antología de ciencia ficción y fantasía dominicanas titulada Futuros en el mismo trayecto del sol.

Es genial ver cómo ha ido avanzando todo al leer los textos de Junot Díaz o Peter Domínguez, ver las obras de Vladimir Velázquez, Welinthon Nommo, Markus E. Goth y otras en el mundo del cómic como Bacá, de AJ Marti o Duarte como nunca antes visto, un proyecto de cómic histórico-fantástico desarrollado por Moro Studio del que pude ser parte; películas como “Azul Magia” y festivales como La Fiesta del Cómics, SketchDom o MaCo Expo.

Al recordar todas estas acciones y creaciones siento que esta década ha estado aportando mucho a lo fantástico desde todas sus manifestaciones y espero que siga dando mucho más.

cortesía del entrevistado

¿Cómo definirías tu estilo? ¿Qué referencias acompañan la visualidad de tu arte?

Es una pregunta difícil, pero si tuviera que buscar una definición para mi estilo diría “Popsurrealismo Mágico-Caribeño” y “Afro futurismo Caribeño”, ya que ahí estarían abarcados todos los elementos que componen mi obra: surrealismo, realismo mágico, pop art, cómic, ilustración, literatura especulativa, mitología, fantasía, Afro Indigenismo católico, esoterismo, ocultismo y religiosidad popular. Dejo ver en mi arte la exploración sobre la realidad cultural y mágico-religiosa del ser afrolatino caribeño, esa fusión de las expresiones africanas, indígenas y europeas que conforman el Caribe: tres continentes en una sola geografía mágica.

cortesía del entrevistado

Como muralista, ¿de qué manera valoras la intervención de espacios en la ciudad?, ¿sientes que la relativa fugacidad de los espacios intervenidos aportan a tu proceso creativo?

La magia del muralismo radica en lo efímero. Nos hace ver que incluso las obras de arte que pensamos eternas están expuestas a la destrucción en manos del tiempo, en la creación de armonía y embellecimiento de los espacios públicos, y en el poder de comunicación e interacción con el espacio y el público sin necesidad de ser un lugar especializado para el arte. Para mí, el muralismo ha sido un medio más de expresión en donde compartir mis ideas. Nunca me he considerado completamente muralista, sino más bien un narrador visual que usa las paredes como el lienzo, como el papel o un medio más para poder compartir mis visiones con otro público, ese que a veces no tiene el acceso a un museo, una biblioteca, un libro u obra de arte.

A la hora de crear una pieza en las calles y seleccionar el muro se genera una interacción entre idea y espacio sin un orden objetivo. A veces busco un espacio que coincida con lo que quiero plasmar; otras veces creo una obra sugerida por el ambiente en donde estoy pintando, o simplemente adapto mis ideas al espacio encontrado o sugerido por un cliente, un proyecto, un festival.

cortesía del entrevistado

Me fascina cómo haces visible en tu creación los cuerpos y las identidades afro. Lamentablemente, en el género fantástico, casi siempre se sigue un patrón eurocentrista y racialmente exclusivo (y excluyente). ¿Hasta qué punto sientes que esta es una de las líneas de pensamiento (político) que acompaña y guía a tu creación?

Al final del día todo es político. Somos entes que vivimos en sociedad y hemos sido marcados por el espacio geográfico que nos ha concebido. En mi caso, como caribeño y amante de lo especulativo no he buscado como punto principal ser inclusivo, ni tener un pensamiento político enfocado en nuestra herencia afro, indígena o europea, sino más bien capturar la magia que me rodea utilizando todos esos elementos que han construido mi personalidad y mundo creativo. Así puedo reinterpretar con mi arte esas historias que me contaba mi abuelo, visualizar las locuras que habitan en mis sueños, las voces de mis vecinos, el Bacá que tenía Deoleo, la nave espacial qué pasó la noche anterior por el Patio de Pipí, los rituales que hacían antaño en el corral de los indios de Maguana, las almas vendidas en la frontera RD-Haití, la mitología de mi tierra, los misterios de nuestras montañas, los portales y todas las curiosidades científicas y espirituales que viven en mí. Al leer y ver cómo los autores que me encantan han plasmado sus mundos en obras literarias, cinematográficas o pictóricas, al analizar mi mundo e influencias puedo ver que todas, absolutamente todas estas historias tienen rostros: rostros mulatos, negros, indígenas y europeos, esos rostros que crecieron conmigo, que me han acompañado toda la vida y todos los rostros que siguen apareciendo en cada paso, con cada historia.

cortesía del entrevistado

Para el artista joven, ¿cuáles son las principales dinámicas de inserción en el mercado nacional y en el internacional? ¿Existen suficientes oportunidades?

Siempre he sido hiperactivo y he venido creando proyectos artísticos con nada desde antes de empezar la universidad; ya en la universidad empecé a realizar los primeros festivales de cómic, exposiciones de arte estudiantiles, participé en cortometrajes y demás proyectos junto a otros amigos. Poco a poco fui creando un portafolio variado en donde plasmaba todas mis curiosidades y deseos como artista y así creé nuevas amistades. Para mí,  lo principal es tener una base o proyecto creativo que represente lo que eres y quieres para ti. A partir de eso es solo mostrarlo, compartirlo con amigos, con instituciones, festivales, concursos, centros culturales y editoriales que estén acordes a nuestras visiones y, sobre todo, visibilizarte en las redes sociales.

Las redes sociales son la mayor oportunidad que tenemos en la actualidad y mediante ellas he podido proyectar mi arte a nivel nacional e internacional. Me han dado la oportunidad de compartir mis visiones con diversas casas editoriales, centros culturales, me han permitido crear murales y otros proyectos en Argentina, Perú, Estados Unidos, Haití, Puerto Rico, Canadá, Suecia, Francia y otros países. Instagram me permitió ser el artista visual invitado al Afropunk Paris 2015, allí pude compartir espacio con grandes artistas como Lenny Kravits, Zoé Kravits, Willow y Jaden Smith, Lianne La Havas, Leon Bridges y otros, mientras que mediante Facebook pude conectar con algunas personas para desarrollar un proyecto expositivo y crear un mural en Suecia.

Mi recomendación principal es crear nuestra obra y empezar a compartirla en todos los medios ya mencionados, en algún momento encontraremos alguien con interés en lo que estamos haciendo.

cortesía del entrevistado

¿Cuáles son los desafíos que se presentan en el contexto dominicano, caribeño e hispanohablante a los artistas de cómics e ilustradores?

¡Ups!, lo primero es que no tenemos un mercado en nuestros países. Eso nos da tres posibilidades: ser pioneros, enfocar nuestra obra a otro mercado (razón por la cual muchos creadores hispanohablantes siempre publican sus creaciones en inglés) o morir en el intento.

En 2009, junto a otros artistas, creé Moro Studio, una compañía de cómic e ilustración con el objetivo de realizar nuestros propios cómics. Durante años intentamos posicionar nuestras historietas a nivel nacional: el problema principal era que no habían muchas librerías o espacios para la distribución del material, y muy poco apoyo o incentivo institucional a proyectos literarios e historietísticos. Con los años eso ha ido cambiando un poquitito y el mayor de los aportes ha venido de mano de las publicaciones digitales y las redes sociales, que suplen el espacio de distribución y llegan así a un mayor público con un mínimo de inversión monetaria.

cortesía del entrevistado

¿Qué estrategias de conexión, con creadores de otros países, fundamentalmente los caribeños, piensas que podrían facilitar vínculos tanto espirituales como creativos?

Lo primero sería crear puentes, investigarnos más, generar más diálogo, más congresos y festivales sobre nuestro onírico y especulativo Caribe, y convertirlo en un espacio geográfico unido por nuestras voces creativas. Vernos, leernos, escribirnos, filmarnos y dibujarnos más, ya que en el Caribe no tenemos una buena conexión y generalmente no sabemos lo que se está creando en cada país.

Para mí en particular es una sorpresa siempre que encuentro un nuevo proyecto de Martinica, Cuba, Puerto Rico, Haití o Guadalupe, saber cómo nuestros vecinos plasman sus visiones, esas visiones que tienen más conexiones que las existentes actualmente entre nuestros pueblos.

Formas parte del colectivo de literatura especulativa Mentes Extremófilas, ¿qué aporta lo literario a la visualidad de tu quehacer?

Sin la literatura, mi obra no existiría. Siempre me he considerado un narrador visual y uso la ilustración como un medio narrativo para poder contar mis historias. Si nos trasladamos al origen del lenguaje escrito, podemos ver que los primeros textos o formas de comunicación eran una secuencia de imágenes que estaban más cerca del cómic o arte secuencial que de las letras actuales; razón por la cual me es imposible desconectar mis visiones de lo literario.

Desde niño he sido un lector fascinado por la mitología, la fantasía, el ocultismo y la ciencia ficción, siendo estos los puntos de inspiración para mi creación visual, de arte secuencial y literaria que me llevaron a crear el proyecto Mentes Extremófilas junto al escritor Odilius Vlak, un proyecto que busca ante todo mostrar lo especulativo creado en el Caribe desde diferentes medios narrativos.

cortesía del entrevistado

En el Caribe se fusionan tres culturas fundamentales: la africana, la europea y, en menor medida, la taína. Sé que una de tus principales búsquedas es crear una fantasía afrocaribeña, que es también un espacio espiritual y creativo de inclusión y de síntesis. ¿Se ha conseguido ya este bellísimo objetivo? ¿Estamos en vías de llegar a él?

Aún seguimos en el camino creativo y mi obra, junto a la creación del escritor Odilius Vlak, son un vivo ejemplo de exploración a la amalgama caribeña desde el espacio mágico, espiritual o metafísico a través del arte.


«Cada ilustración es una parte de mí que le entrego al mundo»

Recuerdo, o al menos eso creo, que nos conocimos en el año 2010. Hugo Abeis Ruiz Toranzo era un joven artista escénico con el que compartía la afinidad del teatro, ese vínculo poderosísimo que el teatro es en todos los órdenes de la vida. Desde entonces, su obra ha caminado por diversas rutas, por la infinita senda del arte, con los pasos firmes de quien sabe que una ilustración contiene no solo al mundo, sino también al pensamiento.

¿Cómo nace tu interés en el Diseño Escénico? ¿Qué aporta a tu visión como artista de cómic, el concepto y la comprensión de la teatralidad?

Hugo Abeis Ruiz Toranzo_retrato/ cortesía del entrevistado

Recuerdo que desde niño me sentía atrapado por el magnetismo que ejerce el teatro cuando se ampara por una elaborada escenografía. Tal espectáculo solo podía ser descrito como mágico. ¿Cómo hacen para esconder la hoja de la espada cuando apuñalan al actor? ¿De dónde viene esa sangre? ¿Cómo es que se mueve eso que parece una montaña en el horizonte? ¿Cómo es que en un momento parece que estoy presenciando un campo al mediodía, y de pronto me transportan a una ciudad a medianoche? Todas estas preguntas y más rondaban mi cabeza, y siguiendo ese impulso de curiosidad infantil, quería desentrañar el misterio de cómo se elaboraban esos trucos. Ese afán por convertirme en un mago de los bastidores fue lo que impulsó mi interés por el Diseño Escénico. La capacidad de transformar y manipular la realidad , y condicionar una experiencia donde el espectador se siente inmerso en la dramaturgia, sumado a los elementos técnicos como la iluminación, ambientación, maquillaje y vestuario, son las herramientas que he extrapolado de mi entrenamiento escenográfico y he utilizado para nutrir mi quehacer como ilustrador e historietista.

¿Hasta qué punto impacta, positiva o negativamente, una formación académica en el desarrollo de la libertad creativa del artista visual?

Considero que una formación académica no es indispensable para el desarrollo de la libertad creativa del artista visual. Indiscutiblemente aporta y hasta diría que pone al estudiante en una posición aventajada ya que se le inculca los complejos aspectos técnicos y teóricos de la manos de mentores experimentados; además de que entran en contacto con otros intelectuales de disímiles procedencias, estéticas, y afiliaciones, lo cual es influyente en una proyección más universal del panorama artístico, y estimula la creatividad. Las escuelas de arte auspician una serie de eventos: dígase coloquios, bienales, concursos, convocatorias y becas que sirven para catapultar la labor artística de los jóvenes creadores.

Sin embargo, la Historia nos ha demostrado que de entre las filas de los autodidactas, también han surgido brillantes artistas que enfocaron todo su tiempo y atención en desarrollar sus aptitudes artísticas, concentrándose únicamente en asignaturas que podrían aportar a su obra, y descartando otras, no tan imprescindibles, que son impartidas por defecto en el entorno académico.

A tu criterio, ¿qué tal la salud del cómic nacional? ¿Cuáles son sus principales carencias, tanto materiales como estéticas y espirituales? ¿Cuáles son sus puntos fuertes?

Este es un tema que me apasiona. Podría escribir todo un ensayo, por lo ligado que está la historieta a la Historia de Cuba, y su triste deterioro con el devenir del llamado Período Especial, pero para los propósitos de estas cuartillas trataré de limitarme y ser lo más preciso posible.

En mi opinión, el cómic nacional está herido, pero no muerto. Su principal carencia es que no hay una industria como tal. Es decir, no tenemos una plataforma editorial (ya sea particular o gubernamental) donde se pueda divulgar periódicamente la obra de nuestros creadores. Al no existir esta, tampoco hay una manera de remunerar satisfactoriamente a nuestros artistas, por lo cual muchos de ellos optaron por mudarse a diferentes sectores del arte. Otros, en el mejor de los casos, fijaron su mirada más allá de nuestras fronteras, y se lanzaron a la aventura de intentar ganar renombre y prestigio en los mercados extranjeros.

cortesía del entrevistado

Como toda obra artística, la creación de una historieta requiere de materia prima de difícil alcance para los cubanos, dada su escasez y, en ocasiones, alto costo.

Como resultado de las carencias materiales sufridas en la década de los 90 y principios del milenio, nos sobrevivieron las revistas Pioneros, Zunzún, Palante, Mar y Tierra y Caimán Barbudo, las cuales incluían entre sus páginas uno que otros ejemplares de muñequitos (como también se le conocen a los cómics en nuestro país). Desde el punto de vista dramatúrgico, sus temáticas, salvo pocas excepciones, son de corte didáctico, humorístico o épico, donde resalta la falta de matices en los personajes, impera el maniqueísmo de estos, y se enfatiza la deificación de la Historia y los héroes.

Esto mantuvo al cómic cubano fuera de las llamas, pero desafortunadamente ayudó a arraigar en el subconsciente popular, el anticuado estigma de que la historieta es para un público infantil y adolescente. Lo que es peor, hay quienes aún la ven como un subgénero donde solo habitan superhéroes que sirven para exportar la ideología capitalista yanqui, y corromper la mente de nuestros jóvenes.

Quisiera aprovechar este espacio para dejar algo en claro: ¡la historieta no es un género! La acción, el drama, la comedia, la tragedia, la fantasía o la ciencia ficción son géneros. La historieta es una manifestación artística; es considerada el noveno arte. Para muchos sigue siendo la hermana bastarda del cine o la fotografía, cuando en realidad es más vieja que ambos, y por ende se merece el respeto y admiración que, me temo, le hemos negado últimamente en nuestro país. Los superhéroes no son más que un subgénero de esta manifestación artística. Parafraseando al gran escritor Neil Gaiman: es un vaso donde puedes echar cualquier tipo de líquido; no el líquido en sí.

cortesía del entrevistado

Si bien existen reconocidos autores como Paquita Armas Fonseca, Caridad Blanco y Antonio Enrique González Rojas que han investigado sobre la historieta en nuestro país, no contamos con una crítica especializada que otorgue validez a esta manifestación artística en las más altas esferas del sector intelectual.

Ahora hablaré de sus puntos fuertes. La primera virtud del cómic cubano es que existe, en yuxtaposición a otros países del mundo, donde nunca gozaron de un movimiento de historietistas, o existieron pero están muertos y enterrados. Con el paso de los tiempos, nuestros creadores han sabido adaptar los códigos estéticos del cómic al criollismo cubano. Tenemos muchos jóvenes creadores que se sienten con genuinas ganas de contar sus historias a través de esta expresión artística. La evidencia de ello está en los talleres de la Vitrina de Valonia, y los concursos anuales auspiciados por los eventos Behíque y Arte Cómic. Contamos con talentos en el dibujo que están a la par de los mejores artistas internacionales. De hecho, tenemos la dicha de que algunos hasta trabajan para ese mercado, y nos han transmitido sus experiencias para ponernos al día con el resto del mundo.

Anualmente, durante la Feria del Libro, vemos en creciente número, publicaciones de cómics por autores cubanos y foráneos que rápidamente desaparecen de las taquillas debido a la alta demanda del público. Y aunque aún cojeamos en los guiones, por lo menos la variedad de géneros y temáticas es cada vez más diversificada.

Con el devenir del Internet y las redes sociales se han abierto nuevas posibilidades para la historieta en Cuba. Para los creadores, esto ha significado que hemos podido acceder con mayor facilidad a las obras de reconocidos autores foráneos, y su influencia se ve reflejada en la creciente calidad artística de nuestros productos. Nos ha dado la posibilidad de promover nuestros trabajos y darnos a conocer, no solo en el resto del mundo, sino también en casa. Otro aspecto que va de la mano con la informatización de la sociedad cubana es que ahora, más que nunca, existe una red de artistas de todo el país que, por las redes sociales, dan a conocer su obra, debaten, comparten gustos en común y crean puentes para colaboraciones.

Sí, el cómic cubano está herido, pero tengo fe de que pronto tendrá una sana inyección de innovaciones y reformas que lo harán volar al infinito y más allá.

¿Existe en la historieta cubana una tendencia hacia el localismo? ¿Acaso desde lo local se puede accederse a lo universal? ¿Cómo?

Pienso que sí. A nivel provincial, el afán creativo de los artistas emergentes los conduce a publicar en las editoriales provinciales más cercanas. No son pocos los ejemplares del Centro y el Oriente del país que han visto la luz del día, cuya calidad en general, en muchas ocasiones, ha superado la de sus contrapartes occidentales. En ese sentido, creo que existe un aura de competencia sana, que no veo con malos ojos, puesto que fomenta la creación de productos más refinados y en mayor cantidad. 

Aunque las influencias extranjeras son algo evidentes en nuestros cómics, cierto es que, en su mayoría, abordan elementos de puro criollismo cubano que nos permite identificarlas como nuestras, ya sea en el habla coloquial, los paisajes autóctonos, el vestuario o los escenarios históricos que se ven ilustrados.

Para los extranjeros, Cuba siempre ha estado bajo un velo de misticismo y misterio que forma parte de su encanto. Nuestras historietas pueden ser una vía para apartar ese velo y proyectar un poco de luz sobre la visión que tenemos los nativos de nuestro entorno a partir de nuestro arte.

cortesía del entrevistado

¿Piensas que existe una saludable emulación estética entre los jóvenes referentes del arte del cómic o hablamos acaso de un vacío de sentido en nuestra producción nacional?

Existe un relevo de artistas muy talentosos, que poco o nada le tienen que envidiar a sus contrapartes extranjeros. El problema es que solo son conocidos por los miembros del gremio de historietistas, ilustradores y escritores de nuestro país. Las escasas publicaciones, la falta de promoción y el desestímulo económico (entre otros) son factores que contribuyen a que permanezcan en el anonimato público.

¿Qué particularidades presenta tu proceso creativo?

En mi trabajo trato de utilizar elementos propios de la estética del grabado o trabajos con pluma. A pesar de que utilizo soportes digitales, trato de reproducir una variedad de líneas con diferentes grosores para enmarcar los elementos, el contraste del blanco y negro para aludir a la iluminación de los personajes y su entorno, y el uso de tramados para dar valor y volumen. Últimamente he experimentado mucho con el uso de texturas que, pienso, enriquecen considerablemente mis obras.

Cuando trabajo con colores, trato de evitar a toda costa paletas monocromáticas. Me gusta trabajar con un esquema de colores complementarios, variando la saturación según lo que demande la emoción que estoy tratando de inspirar en los espectadores, además de la temática de la obra.

¿Cómo definirías tu poética?

Si tuviese que definirla en dos palabras: “mitología moderna”. En mis obras trato de exponer personajes heroicos, fuertes, titánicos… a semejanza de cómo los antiguos grecolatinos representaban a sus figuras mitológicas. Cuando trabajo, siempre trato de infundir una buena dosis de dinamismo y acción en lo que dibujo, de forma tal que los personajes parezcan que van a salir del marco de la página hacia la vida real. Para lograr esto, me apoyo en un lenguaje visual dotado de elementos caricaturistas, pero que se inclinen más hacia el realismo.

¿Te consideras un artista abierto a la colaboración creativa o prefieres trabajar selectiva e independientemente?

Me considero alguien flexible y abierto a la colaboración. Si bien es cierto que trabajo individualmente y me he dedicado a desarrollar mi técnica en todos los perfiles de la historieta (guion, dibujo, entintado, color, letrado, etc.), reconozco que el trabajo en equipo acorta considerablemente los tiempos de producción, lo cual es un factor indispensable en la industria del cómic.

¿Crees que solo puede hacerse arte cuando se entra en contacto con otros creadores?

Es algo muy relativo porque depende de cuál es la definición de cada cual de lo que es arte. Según mi concepción, sí considero que uno debe entrar en contacto con otros creadores para enriquecer su obra.

Siento que cada ilustración que hago es una parte de mí que le estoy entregando al mundo. Cuando dibujo, no puedo evitar canalizar mis emociones hacia el soporte. Son horas de mi vida que impregno en la tinta, junto con una mezcla de pasión que se ve reflejada en el producto final.

¿Cómo ocurre la inserción del arte joven dentro de los circuitos nacionales e internacionales? ¿Sientes que existen barreras o condicionantes?

cortesía del entrevistado

En ambos casos es muy difícil. Por lo general, los realizadores de cómics a nivel nacional empiezan a darse a conocer a través de talleres o concursos donde ponen a prueba sus habilidades y las van desarrollando. A partir de ahí, los ganadores tienen la dicha de ser publicados como parte del premio. Otra vía es que presentan sus proyectos, ya sea parcialmente o totalmente concluidos, a casas editoriales como Abril, Gente Nueva (con su colección Ámbar) o Pablo de la Torriente, entre otras; de ser estos proyectos aprobados, se demoran aproximadamente un año en salir a la venta, sumado a otros varios meses para recibir el pago. Otra alternativa es tratar de insertarse en la plantilla de realizadores de las revistas mensuales, las cuales son bastante exclusivas. En caso de que no busque remuneración monetaria, está la alternativa de trabajar en los llamados fanzines, que son auto publicaciones sin fines de lucro, o publicar directamente en plataformas digitales.

Trabajar “para afuera” no es menos difícil. Existen un sinfín de editoriales especializadas, pero todas son muy competitivas, por lo que se demanda una calidad técnica extraordinaria. Además de las barreras idiomáticas, el artista tiene que demostrar que tiene la capacidad de narrar una historia de manera secuencial, además de una buena habilidad en el dibujo.

Hay quienes han tomado ventaja de las nuevas tendencias de Internet y han logrado exponer sus obras satisfactoriamente en sitios como Webtoon que, a mi entender, es como un YouTube para los cómics; pero en este caso, el lastre principal es la accesibilidad a las conexiones, a la cual ningún cubano residente en Cuba está ajeno. Otra posibilidad es entrar en contacto con otros creadores internacionales a través de grupos afines en las redes sociales, díganse Facebook, Instagram, Twitter, etc., y dar a conocer su disponibilidad para colaborar. En este caso la traba sería buscar la forma de recibir el sueldo, y es ahí donde se ponen en práctica los efectos crueles y reales del bloqueo hacia nuestro país.

El acceso a premios dedicados a tu perfil creativo, ¿es suficiente en Cuba? ¿Qué necesitarían los artistas visuales y de cómics para que su trabajo sea más difundido dentro y fuera de nuestros márgenes geográficos?

Al final del día, no son los premios lo que realmente cuentan, sino la obra en sí. Es lo primero que te piden cuando entras a una editorial o estás solicitando un trabajo. Eso es lo que es realmente imprescindible para que salga a la luz y sea más difundido.

¿Qué buscas en otros artistas cuando decides trabajar en colaboración? ¿Cuáles son las historias y las visiones que te atraen?

Profesionalismo ético, creatividad, buen dominio de la técnica y amabilidad.

Soy un fiel defensor del potencial que tiene el cómic para crear historias para un público maduro. Me interesa crear historietas que aborden temas políticos, psicológicos, filosóficos y sociales de gran complejidad, sin importar el género que utilice para canalizar estos aspectos. Me gustaría colaborar con otros creadores que apoyen estas ideas, y me ayuden a llevar a cabo ese fin.

En el ejercicio de tu creatividad, ¿qué consideras elemental y qué imprescindible?

Lo elemental vendrían siendo los aspectos técnicos de mi obra. Ahora bien, lo que para mí es imprescindible es la emoción que quiero evocar en el espectador o lector al verla.


Hablando con Gato… ¡perdón!, con Irán

Sí, dibujaba mucho cuando niño; pero las suyas eran composiciones diferentes porque incluía sets donde estaban cámaras filmando una escena de Parque Jurásico o de Tiburón. En esa etapa, a Irán Hernández Castillo lo apasionaba la historieta y la animación, mas su interés pareció cambiar una vez que ingresó en la Universidad de las Artes de La Habana para estudiar Dirección. El corto Molotov (2013) —con el que obtuvo Premio especial de la Escuela Internacional de Cine y TV, y Premio Caracol de la Uneac— es irreverente, como lo es hoy su historieta Hablando con Gato. Y volvemos al comienzo: el dibujo.

¿Influyeron las historietas en tus estudios profesionales?

Leía todo el cómic que podía conseguir, tanto los nacionales como extranjeros, ya fueran de Mickey Mouse, Spiderman, Mortadelo y Filemón o Elpidio Valdés. Fue bien temprano, en mi infancia, cuando descubrí que me podía dedicar profesionalmente a las artes visuales.

Tenía la influencia de mi papá, que es artista de la plástica, así que la referencia era muy cercana. Luego se abrieron varios caminos y tuve la posibilidad de tomar mi propia decisión. Después de San Alejandro, donde me gradué en la especialidad de Arte Digital, entré en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), pues ya en ese punto sabía que me gustaba contar historias y se me daba bien.

Son tuyos los cortos Voluntad, Carne, El mar cambia, Un huevo de elefante, Molotov y Nosotros, la banda. ¿Por qué desde 2015 no has vuelto a dirigir?

En breve voy a dirigir un telefilme. Es un guion en el que estoy trabajando desde 2017, destinado a jóvenes y adolescentes. Estuve una temporada actuando en teatro para aprender a dirigir actores, pues la preparación de la FAMCA no me era suficiente y no quería volver a enfrentarme a la dirección de ficción sin saber comunicarme con los actores. Trabajé en tres obras, eso incluye trabajos de mesa, procesos de ensayos, intercambio con profesionales de mucha más experiencia que yo; tengo nuevas herramientas que deseo poner en práctica.

Página de Feedback

Antes de Hablando con Gato hiciste Feedback. ¿Qué sucedió que apenas se conoce?

Si tenemos en cuenta lo que se tiende a publicar por las editoriales, entonces Feedback es en extremo subversiva, pues hay violencia, sexo y drogas. Este proyecto de cómic tiene como protagonistas a jóvenes friquis de un universo delirante que conviven con animales antropomórficos, seres de otras dimensiones, extraterrestres; todo en tono de sátira, parodia y humor extravagante. Nada que me permitieran publicar las editoriales nacionales… y lo intenté. También busqué vías para publicarlo de manera independiente, pero entonces el acceso a Internet en Cuba era más difícil que ahora. 

De Feedback tengo montañas de bocetos entre diseño de personajes, búsqueda de expresiones faciales, diseño de utilería, pruebas de color, story boards de la historia completa, versiones del guion (versión seriada, versión de un solo libro); además de que llegué a terminar casi una veintena de páginas. Todo eso está engavetado.

Hablando con Gato es muy seguido en Facebook y también se puede encontrar en Instagram. ¿No retomas allí Feedback porque te has acomodado con el felino?

Desde los primeros cómics de Hablando con Gato supe que iba a funcionar, llámale corazonada si quieres, para tener un término en común. Aunque no me imaginé la respuesta de las personas que siguen el cómic, ni las posibilidades que a cada rato descubro tiene esa obra. Lo que estoy haciendo es sacar provecho a ese personaje que llegó de manera espontánea, sin forzarlo y desarrollar todas sus posibilidades, enfocarme en ese Gato y todo lo que puede ofrecer. Intento fluir con los hechos, no forzar nada. No es comodidad, es ser práctico. Ya Feedback tendrá su oportunidad. Pero todo en el momento justo.

¿Los editores de historietas en Cuba salen a buscar las obras o deben llevárselas los autores en bandeja?

Me han contactado cuatro editores para incluir al felino en varios proyectos. Por otro lado, he incursionado en el periodismo en cómic; la propuesta vino del editor Rafael Grillo, de El Caimán Barbudo. También he recibido propuestas de publicaciones independientes como la revista AMPM, donde hice un cómic sobre un breve pasaje de la vida de Benny Moré. Al parecer la Editorial Oriente va a imprimir este año Hablando con Gato. He recibido propuestas de editores como mismo he ido yo a tocar sus puertas porque creo que como profesional debes saber venderte.


Cómic nacional en un fanzine

Una vez más la AHS en Sancti Spíritus apuesta por el cómic y sufraga la edición de un fanzine impreso a propósito de la Feria del Libro en este territorio. Si en entregas anteriores (2017, 2018 y 2019) se agrupaba a guionistas y dibujantes locales, ahora amplía la selección a diferentes provincias, aunque varios de ellos no radiquen en el sitio donde nacieron.

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