Ciencia


Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (10/10)

Ya obtuve el título que buscaba… ¿y ahora qué?

El último título: Doctor

En cierta ocasión, escuché a un colega recién titulado decir: “¡Ya soy doctor y no siento nada!”. Recuerdo reírnos de la ingenuidad de la frase; no obstante, en realidad, expresaba algo que todos sentimos. Has pasado tanto tiempo empeñado en alcanzar una meta que por momentos te pareció tan distante, que una vez lograda esperabas sentirte más… no sé… más alto, más bello, más rico, con un cierto brillo en la piel y venerado por tus pares. Nada eso sucede. Los días siguientes a la defensa, además de tu nuevo andar inflado por el orgullo, te insultará la descortesía de una cotidianidad que prestó muy poca atención a una victoria que, para ti, tiene magnitudes telúricas. A fin de cuentas, el sol salió a la misma hora de siempre y puso en la tarde, justo igual que el día anterior. Aparentemente, nada se ha alterado… mas, para ti, todo cambió. ¿Qué hacer ahora?

Una vez que alcanzas el grado más alto que ofrece la ciencia, tu espectro de acción dentro del medio académico se transforma considerablemente. Ahora hay nuevas responsabilidades y otras expectativas. Desde un punto de vista formativo, poco hay que añadir. No me malentiendas, esto no significa que lo sabes todo y que no necesitas estudiar más. Eso no tiene sentido. Además, si pusiste en práctica tu programa de formación de habilidades como describimos en entradas anteriores, lo más probable es que continúes con los hábitos de estudio que desarrollaste en los últimos años. No obstante, hay otros modos de actuación en los que no tienes el mismo nivel de experiencia y en los que trabajarás en lo adelante.

Me refiero, en específico, a aptitudes personales que facilitarán tu desempeño en la diplomacia social del medio universitario. Estos tejemanejes se conocen como soft skills. Mientras, por un lado, las hard skills corresponden al núcleo duro que te hizo alcanzar el título de doctor -básicamente el dominio de teorías y metodologías de tu campo- y que, obviamente, a estas alturas ya adquiriste; las soft skills, por otro lado, te proporcionan un desenvolvimiento eficiente en tu entorno a partir de la interacción con subordinados, colegas y superiores. Es decir, no se trata de cómo performas con respecto a tu objeto de trabajo, sino de cómo te relacionas con el resto de tus compañeros.

Te recomiendo atender tres de estas softskills: organización, comunicación y liderazgo. La primera, tiene que ver con la facultad para establecer un orden efectivo de elementos y eventos; la segunda, es la propiedad de conectar con audiencias y trasmitir tus ideas; y la tercera, involucra la capacidad de establecer metas y guiar a otros hacia objetivos comunes. Como ves, son artilugios transferibles a todas las actividades de la vida diaria y, en efecto, hallarás numerosas ocasiones para ponerlas en práctica. Asegúrate de hacerte bueno, muy bueno, en ellas.

Entre las actividades que tendrás que realizar dentro de los predios académicos como doctor se encuentran las siguientes:

  1. Actualización de tus cursos con énfasis en el posgrado. Sí, ya sé que has dado clases y que tu jefe de departamento tiene la docencia como prioridad. Pero también sé que estos últimos años no estuviste frente a un aula durante mucho tiempo. Y si lo hiciste, impartir tus conferencias no estuvo entre tus tareas preponderantes, ya que la investigación absorbió tus intereses y energías. Dar una buena clase no es como montar bicicleta, sí se olvida; requiere un cuidado constante y alto nivel de preparación. Además, es muy probable que te inviten a participar de claustros de programas de maestría, que exige la reconfiguración de tus materias hacia objetivos y niveles donde no has trabajado antes. Posicionarte como un buen docente es garantía de admiración entre tus estudiantes.

Asegúrate de incorporar a las clases tus temas de investigación demostrando necesidad, importancia y actualidad. Este elemento calará en tu audiencia y, si lo manejas adecuadamente, verás como pronto muchos de tus alumnos se acercan a ti en busca de guía para desarrollar sus propias investigaciones en los tópicos que propones. Esto es fantástico. Te permitirá construir equipos y te posicionará como líder en tu ámbito.

Dos consejos al respecto: Uno, disfruta el proceso. Si te dedicas a esto es porque instruir a otros y asistirlos a alcanzar el éxito te resulta placentero. La supervisión implica poner tu tiempo y esfuerzo en función de otra persona. Como doctor, tienes la obligación ética de formar a otros. Pero ello no tiene por qué estar divorciado de tus propios planes y, por eso, he aquí mi segundo consejo: articula tus tutorías en estrategias de socialización de resultados a largo plazo. Por ejemplo: proponte organizar un libro a partir de 3 o 4 tesis que supervises. Considera que tus alumnos de hoy son los colegas de mañana y planificar un resultado mayúsculo como la publicación de un libro en junto a ellos los posiciona de manera excepcional en el terreno profesional. Todos ganan.

  1. Publicaciones y redes profesionales. El periodo siguiente a la discusión es el momento ideal para sacarle partido a los cientos de páginas que has escrito y a los muchos datos que compilaste. Como sabrás, el rendimiento de un investigador se mide por la cantidad de publicaciones en revistas académicas y las citaciones que éstas reciben. Considera que el proceso que va desde el borrador hasta su salida final en el journal toma meses y, las más de las veces, años -en dependencia de tu campo-, por lo que debes empezar a preparar tus manuscritos cuanto antes.

El poder de los artículos es tal que, en algunos países europeos, para poder aplicar a un puesto de profesor debes contar con al menos cinco textos publicados en revistas indexadas en la Web de la Ciencia (WoS) o en Scopus como primer autor. Y eso solo es el requisito mínimo para poder optar. Razón por la cual es preciso que aproveches el momentum de entusiasmo luego de tu incorporación y realizar esta tarea de inmediato. De no hacerlo, te arriesgas a perder la motivación, a que tus disminuyan actualidad y relevancia o, peor, que alguien se te adelante y presente resultados similares antes que tú.

Igualmente, distingue las asociaciones que reúnen los profesionales de tu sector y cerciórate de incorporarte a ellas. Allí podrás realizar networking y de seguro surgirán nuevas posibilidades para ti.

  1. Posdoctorales. Podría decirse que este el paso natural para un graduado. Es un puesto de investigador generalmente asociado a algún proyecto de un profesor de experiencia. Seguramente, a lo largo de tu tesis reconociste muchos posibles temas que, aunque no pertenecían al núcleo de tu estudio, aun así, los identificaste como relevantes. Exploraste un poco, reconociste un camino interesante a seguir, pero comprendiste que consumían tiempo y te llevaban hacia otro rumbo, por eso los marcaste para después, para “algún día”. Bueno, esta es la oportunidad para desarrollar esos caminos.

Los posdoctorales pueden durar hasta tres años y en muchas partes del mundo, para alcanzar un puesto de profesor asistente es menester contar con uno o varios en tu currículo. Esta es una deuda del sistema académico en Cuba, que no otorga ningún valor a estos programas. Evalúa las convocatorias internacionales y ten tu propuesta lista. Ojo, para aplicar es requisito demostrar competencias en lengua extranjera, valora entonces la posibilidad de tomar los exámenes IELTS o TOEFL.

  1. Líder de proyectos. He aquí las Grandes Ligas de la ciencia académica. Ninguna investigación se hace sin dinero y los fondos se mueven a través de los proyectos. Lo sabes perfectamente porque tu propia tesis doctoral fue financiada por uno de estos. ¿Recuerdas las soft skills que te mencioné más arriba? Pues, es este es el patio donde no se sobrevive sin esas cualidades.

Un proyecto involucra un conjunto de investigadores que trabajan juntos en una rama muy específica y realizan aportes de diverso nivel en un marco estricto de tiempo (3-6 años). Ser líder de proyecto es un puesto prestigioso por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque te coloca a la cabeza de un equipo de personal altamente calificado y ejercer el trabajo conlleva no solo los títulos y experiencia requeridos, sino, además, talentos en la planificación y en la gestión de presupuestos y personal. En segundo lugar, porque los proyectos son una de las formas en que las universidades atraen capital, por lo que son muy valorados en el mundo académico. Ser una persona con experiencia trayendo dinero a la institución es un punto que se ve muy… pero muy… bien en tu currículo.  

  1. Política universitaria (Administración). Lo dejé para último, pero no es menos importante. Sí, ya me imagino lo que piensas, que no quieres tener nada que ver con burócratas y la retahíla de documentos y disposiciones legales interminables que preciso conocer para participar de la política universitaria; que no quieres salir de tu campo (donde te costó tanto hacerte un hueco) y lo tuyo es la ciencia y ya está. Lo sé y también pienso así.

Pero inmediatamente a tu incorporación, notarás que ahora tienes más que decir, ya tienes cierta experiencia y, de seguro, provees ideas frescas acerca de cómo debería funcionar tu entorno. También, te sorprenderá que los decisores de tu institución te escuchan más que antes. Encima, es muy probable que tu departamento o facultad ya previó que podrías ser una opción para dirigir alguna instancia. Mi consejo: no te cierres.

La dirección te permite conocer a profundidad la organización en la que operas y eso es una gran ventaja para maximizar tu presencia e impacto. Se aprende mucho desde dentro y, si te encuentras la silla apropiada, puedes lograr una verdadera transformación en tu colectividad. Planifica esta etapa como formativa y temporal. Al igual que la dirección de proyectos, la experiencia administrativa es un activo valioso en el campo laboral académico.

Una vez leí, en una entrevista realizada por Studs Terkel a un corredor de bolsa en los años ochenta, cómo este planteaba que en la sociedad contemporánea había una nueva clase de pobreza, la de tiempo. La expresión causó un profundo impacto en mí y me ha hecho extremadamente sensible respecto a cómo gestiono mi tiempo. La insoslayable realidad de su finitud es espeluznante. Por eso apareció esta serie, para ayudarte tomar consciencia de tus necesidades, desarrollo y medir tu progreso.  

Estas fueron mis recomendaciones para tus primeros años luego de obtención del título. Como joven investigador, son ideas con las que yo mismo lidio día a día. Espero que te sean provechosas y las puedas adaptar a tu espacio. Recuerda invertir siempre en ti mismo y visualizar las dificultades como oportunidades disfrazadas. Suerte.


Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (8/10)

¿Cómo lidiar con las (malas) revisiones?

El proceso de redacción es un asunto serio que exige un esfuerzo ciclópeo. A veces uno encuentra una inspiración y las palabras caen solas como preseleccionadas por la providencia. En otras ocasiones –la mayoría–, las ideas no hallan su apropiada envoltura y el texto se convierte entonces en una jerigonza sin gracia que avanza a tropezones, como si de repente nos hubiesen cambiado de lugar los muebles de la casa justo a esa hora de la madrugada en que te levantas por un vaso de agua.

Al poner punto y final a tu primer borrador, y a veces hasta varios días después, seguimos encasillados en la realidad de tus propias palabras y las de otros que convocaste en tus referencias. Pero ya está. Después de muchas vueltas, te has decidido a compartir tu texto y exponer tus criterios al mundo. Ahí mismo te asalta la duda, ¿mi artículo tiene suficiente teoría o ejemplos? ¿la metodología es apropiada? ¿qué pensarán mis compañeros acerca de esto? Y caes en un bucle de inseguridades que te lleva a preguntarte hasta si es Times New Roman la fuente ideal para inscribir tu trabajo.

Precisamente porque hacer el informe conlleva tanto tiempoy energía, es que otorgamos un valor tan alto a las evaluaciones que otros hacen del mismo. Esperamos que nuestro sudor sea visible en cada letra. Pero, lamentablemente, no es así. El tesón no se lee ypor eso nos duele tanto cuando los criterios que recibimos no son satisfactorios. Es en ese momento cuando cada señalamiento parece una daga hundida en carne propia. ¿Cómo reaccionar entonces? ¿Qué hacer?

No importa si es un artículo, un capítulo o tu tesis entera,es inevitable atravesar el calvario de la evaluación. Pero también te adelanto que sí es posible gestionarlo, de modo que puedas convertir cada revisión en una herramienta que actúe en tu beneficio. El objetivo de este post es compartir algunas ideas que te ayudarán a lidiar con las revisiones, especialmente las negativas.

Esta entrada quizás resulte un poco más larga de lo habitual. Es que, para ser verdaderamente útil, el tema involucra irremediablemente el debate de los recursos técnicos, así como de cuestiones emocionales. Discutiré contigo las tres estrategias que, en mi opinión, te ayudarán asacudirte deexámenes innecesarios y convertir las críticas en elementos positivos. De esa manera, podrás justipreciar las nociones que sí valen la pena tomar en consideración para luego proceder a la transformación del texto.

Las estrategias son:

  1. Gestionar las expectativas.
  2. Escoger bien a tu revisor.
  3. Identificar la naturaleza del señalamientoy asegurarse de ofrecer respuesta a todos.
  4.  

It’s all about the work: gestionatusexpectativas

Al recibir una revisión severa nos sentimos ofendidos, abandonados, e incluso, traicionados. La causa es simple: no queremos ser criticados. Sí queremos, en cambio, ser reconocidos. Tanto en la una como en la otra, colocamos en la otra persona la responsabilidad de nuestros sentimientos. Le atribuimos poder sobre nuestro mal/bienestar. Mala idea.

Una vez que el trabajo sale de tus manos y es puesto en función de una audiencia debes marcar conscientemente una distancia, esto es, es reajustar tus expectativas. Ponte en los pies del revisor. Es el primer paso para reconocer que sus indicaciones no son sobre ti: son sobre el texto. En la capacidad para reconocer los puntos de vista de otros radica el principio capital para no tomar los asuntos como agresiones personales y te permitirá preguntarte ¿qué ha visto y por qué? Identifica sus intenciones y confía. Quién sabe, quizás tenga razón.

Desembarázate del lazo enfermizo que hace del trabajo hecho una extensión de tu anatomía. No lo es. Así podrás desarrollar pensamiento crítico y ser tú mismo, el censor más exigente, o mejor, más justo. Te permitirá aumentar el sentido de comunidad y construir empatía con el evaluador. La autocrítica es sinónimo de madurez y seguridad.

La táctica fundamental: escoge bien a tu revisor

Esta es la regla de oro.Por un lado, porque no todo el mundo es un buen evaluador de tu trabajo.Por otro, porque debes asumir de inmediato que el primer borrador que escribas no será suficiente para completar la tarea y requerirá muchas revisiones antes de que el texto sea evaluable ante un tribunal. Todos tenemos opiniones, por tanto, una vez que tu escrito salga de tus manos, estará sometido a los dictámenes de otros. De eso no hay escape.

Elegir un mal lector puede desvirtuarte por completo de las metas que has trazado y generar un caos total en tus proyectos. Lo peor es que afecta tu autoestima e incide negativamente en tus análisis, por lo que no solo destroza el fruto de tusdesvelos, sino que cercena la capacidad para sobreponerte a las críticas.  

Pero no tiene por qué ser así. Si lo piensas bien, el revisor es una persona que dedica su tiempo en atenderte y corregirte. Es decir, es una oportunidad para que otros trabajen en favor de tu gracia. Además, en cierto sentido, cuando escribiste el texto ya estableciste tu recepción ideal y conun poco de cálculo, advertirás quiénes son los lectores correctos para ti.

Solo hay tres tipos de evaluadores verdaderamente útiles para un investigador: el tutor, los colegas del mismo campo y los revisores de publicaciones.

No menciono aquí a los editores.No porque no sean valiosos, nada de eso;sino todo lo contrario, los señalamientos de éstos van encaminados en un 95 % a cuestiones formales de uso del lenguaje, por lo que con ellos no se discute, se les obedece y punto. Si un editor te dice que tu oración es oscura y que empleaste incorrectamente un tiempo verbal, no hay nada que hacer: se transforma.

Ahora bien, en primer lugar,tu tutor es el evaluador más importante tu trabajo. Esto es claro. Él es la persona devota a tu formación y el especialista fundamental con quien tu tema se relaciona. Además, se trata de un vínculo que se construye durante años, por lo que evalúa además tu progreso. Ten en cuenta que, la mayoría de las veces, tu trabajo con él se hace de formapresencial, o sea, que recibirás feedback y podrás tú mismo valorar el nivel de satisfacción que profesa.

Una revisión totalmente positiva no es una buena señal. Normalmente indica dos cosas: una, tu tutor no se lo leyó y por tanto solo quiere que lo dejes en paz; dos, no tiene la menor idea de lo que estás hablando, lo cual significa que no comparten áreas de experticia y, por tanto, no tiene la capacidad para ayudarte. Fatal.

Por otro lado, una revisión totalmente negativa tampoco es algo bueno. Quiere decir que tu tutor difiere de los axiomas que sostienen tu pensamiento, por lo que encuentra inapropiadas todas operaciones que de allí se desprenden. Comúnmente, tal animadversión involucra discrepancias de corte político o ético. El problema aquí no tiene que ver, por tanto, con la valoración per se, sino con la relación entre ustedes. Es resultado de una mala elección de tu director de tesis, y eso ya lo hablamos en trabajos anteriores.Frente a esta situación, aunque será un paso bien complicado, mi recomendación es quecortes por lo sano y cambies de tutor o de programa. En ese contexto te será muy arduo progresar.

¿Cómo responder? Antela revisión de tu supervisor, lo más importante es que sepas traducirlas a prácticas cotidianas. Me refiero a que sus criterios no solo están orientados hacia el resultado que recién analizan, sino a tu programa de desarrollo en sentido general. Consecuentemente, la solución a los apuntes recibidos toma tiempo y debe tener expresión en tu plan de habilidades. Por ejemplo, si una de las acotaciones indica un error en la metodología, no saltes de inmediato a reescribir la falta. En cambio, primeramente, haz algunas lecturas sobre el tema, luego discute con él interrogantes y dudas, a continuación, haz ciertas prácticas donde las apliques, y solo entonces, vuelve con el manuscrito corregido. Verás que encontrarás una respuesta diferente.

Segundo, las revisiones de colegas del mismo campo te aportan otros elementos. Date cuenta que un colega de un doctorando significaexclusivamente otro doctorando.Aquí no hay una relación de jerarquía, sino de camaradería. No hay superiores ni subordinados y, por eso, las más de las veces, estas valoraciones se hacen con mucho respeto y tienen un carácter positivo. Se cuida más la cordialidad de la relación, que juzgar con objetividad el trabajo. Encima, al compartir logros y penas similares hay un aura de empatía que siempre incide sobre el juicio.  

¿Para sirve entonces? El principal beneficio de la revisión de un colega es la identificación de nuevas fuentes de conocimiento de las que no estás al tanto o que no has explorado aún. O sea, referencias actualizadas que ignoras, facetas de tu objeto que no tomaste en cuenta, autores interesantes que omitiste, espacios de socialización donde presentar tus resultados como eventos y simposios que no sabías que existían o, incluso, publicaciones novedosas. La clave es aprovechar las experiencias de otra persona que realiza una exploración similar a la tuya. No se trata tanto de corregir como de expandir los horizontes de tu texto.

Tercero, la revisión más desafiante: las revistas académicas. Aquí ya estás en la última vuelta de tuerca, volcado por completo en la fase de publicación de tus hallazgos. Los textos enviados son revisados inicialmente por el editor, quien garantiza que la propuesta se ajusta al perfil de la revista. De ahí pasan a manos de los revisores, quienes son (doctores) especialistas del tema suscritos a la misma revista. Como todo este proceso se realiza de manera anónima, lleva el nombre de blind peer review. Hay mucho debate hoy sobre los mecanismos de las publicaciones y su naturaleza ética, debes ser consciente de ellos (ver, por ejemplo, Alexánder Sánchez. 2011. Manual de redacción académica e investigativa: cómo escribir, evaluar y publicar artículos, Medellín, Fundación Universitaria Católica del Norte, p. 118).

Los evaluadores tienen tres dictámenes para un texto: publicable sin modificaciones, publicable con modificaciones y no publicable. De ellos, el primero es prácticamente inexistente. Al menos, no he conocido a nadie al que le hayan publicado algo en un journal serio sin haberle hecho varias trasformaciones previas.

Una vez devuelto el manuscrito con las acotaciones, debes dar respuesta a todos los comentarios.Eso no entraña que debes acceder a todos los criterios de los evaluadores. Si un señalamiento supone un cambio radical en tu perspectiva o su solución conlleva más tiempo de los plazos con que cuentas, no discutas, no repliques, este no es un espacio para ello. Si no estás dispuesto a reconstruir el trabajo, te recomiendo es que cambies de inmediato de revista y vuelvas a comenzar el proceso.No obstante, en mi experiencia, una vez resueltas las anotaciones, el escrito crece mucho y se muestra muchísimo más acabado.

¿Qué hago con mi manuscrito destrozado? Identifica la naturaleza del señalamiento y asegúrate de ofrecer respuesta a todos

Ahora bien, el día que recibes la revisión, ya sea el encuentro con tu tutor o colegas o el correo electrónico con la respuesta de la revista, no esperes felicitaciones o palmaditas en la espalda. El tutor te devuelve tu manuscrito lleno de marcas rojas y dos millones de comentarios a pie de página. Eso te hará sentir mal, así que prepárate. Estarás rabioso porque crees que nadie te comprende; despotricarás contra el mundo preguntándote cómo pueden ser tan ciegos y maldecirás tu suerte de encontrarte en un terreno yermo para la frescura de tu imaginación. Esto es normal. 

Mi recomendación primera es la siguiente:recoge los restos de tu confianza destrozada y tómate un día sabático. Bajo ningún concepto te enfrentes colérico a la realizar las correcciones. Cambia de actividad, haz algo físico, en exteriores y, preferentemente, de tipo social. No hagas nada de corte académico y aléjate de tu trabajo habitual. Haz algo que te guste mucho: cocina, baila, haz yoga. Te servirá para calmar las emociones y no darle demasiadas vueltas. Como reza el dicho, la noche da consejo.

Al día siguiente, retoma el trabajo. Lo primero que debes hacer al volver sobre tu manuscrito es colocar, en un documento diferente, todos los señalamientos recibidos. Intenta recordar si son nuevos o si ya los has escuchado antes. Si este es el caso, recuerda la respuesta que les diste. ¿Los ignoraste o ya los habías cambiado y la respuesta no fue satisfactoria? Haz memoria.

Lo segundo es aprender a reconocer la naturaleza de las indicaciones. ¿Son cuestiones de retórica? Es decir, ¿no es un problema del argumento que defiendes, sino que la forma en que lo expresaste fue incapaz de convencer a tu lector? ¿Son asuntos de redacción, de estilo o de vocabulario? O, en otro sentido, ¿son críticas a tus métodos? ¿Se cuestiona tu proceder en la obtención de datos? O, en otra ruta, ¿es el análisis de la evidencia la que es puesta en duda? ¿Por qué?

Normalmente, una revisión vendrá con todos estos aspectos mezclados y es imperativo para ti aprender de inmediato a discriminar su causa.

Tercero, te recomiendo comenzar por todos aquellos que corresponden a ortografía, omisiones y formato. Eso te ayudará en varios sentidos. Por un lado, verás que el texto mejora inmediatamente, adquirirá una mayor calidad y dejará de parecer un borrador. Por otro lado, más importante aún, solventar estos asuntos que toman, cuando más, solo un día o dos de trabajo, te dará el primer soplo de autoestima que se necesita luego del mazazo de la crítica.

Y cuarto, sé realista. Si ya tienes claro las dificultades, ahora traza un plan para enfrentarte a ellas. Desintégralo en acciones pequeñas y ponle fechas que puedas verdaderamente cumplir. Quizás debes incrementar las fuentes revisadas, quizás necesites más experimentos o conducir otras entrevistas. No te apures. Aspira hacia lo verdaderamente necesario para superar el reproche recibido. Verás cuán superior estará tu texto luego de este repaso.

En conclusión, aprovecha las revisiones al máximo. Ponte en el lugar de los evaluadores y sé crítico con respecto a tu propio escrito. Aplicando una estrategia apropiada de selección de revisores y asumiendo una correcta actitud ante las mismas podrás convertir lo que es un miedo natural (a nadie le gusta sentirse inspeccionado) en una herramienta poderosa de perfeccionamiento.

Espero que estas estrategias te funcionen,no sólo para traducirlas en razones operativas a aplicar en el trabajo específico, sino también como coraza emocional que te proteja de heridas innecesarias y te permitan avanzar. Úsalas como mecanismos de motivación. No te dejes marcar por la viruela del resentimiento, no se cura con facilidad.


Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (6/10)

Habilidades a desarrollar durante una investigación científica (II)

En este post continuamos explorando el rango de competencias que debes adquirir durante tu proceso de obtención de un título académico. La primera parte estuvo dedicada al (1) Conocimiento y habilidades intelectuales y a la (2) Eficacia personal; en esta ocasión, nos adentramos en la (3) Organización de la investigación y en las (4) Relaciones, impacto e influencia.

Recuerda que cada una de estas esferas se descompone en un sinfín de habilidades y modos de comportamiento. Su dominio te ayudará a desempeñarte con suficiencia y confianza en los espacios universitarios y científicos, además de facilitarte la realización del acto mismo de la investigación. El refinamiento de tales mañas toma años de entrenamiento y algunas te serán más sencillas de adquirir que otras en dependencia de tus experiencias, circunstancias y carácter. Pero no debes descuidar ninguna de estas áreas, pues conforman los pilares de la actuación profesional en el mundo académico de hoy.

Gráfico propio creado a partir de la ilustración de Pablo Stanley (www.blush.design.com)

El objetivo de este texto es ayudarte a descomponer cada esfera en procedimientos mínimos a incorporar a tu rutina. Además, espero señalarte las amenazas fundamentales que hallarás en el camino, así podrás evitarlas o salir victorioso en su enfrentamiento. La mayoría de los eventos descritos corresponden a situaciones con las que yo mismo lidié y frente a las que estuve, en más de una ocasión, a punto de “arrancarme los pelos”. Aunque nada podrá prevenir el sinfín de atolladeros que supone hacer una tesis, quizás estos escritos te ayuden a desbrozar un poco tu sendero. Espero que así sea.

Obtener un título no tiene por qué ser un drama sórdido. Ya sabemos que es difícil, lento, y que puede tornarse un alud de inseguridades e insatisfacciones. Pero también sabemos que es gratificante, prestigioso y divertido. Debemos aprender a convertir ese periodo en una fase de crecimiento personal continuo, instruirnos en nuevos sets de artilugios y encontrar en los escollos los desafíos en los que ponemos a prueba nuestros instrumentos.     

Organización de la investigación

Ser capaz de organizar tu investigación es un requerimiento para orientarla hacia el éxito. Implica su disección en objetivos, de los que se desprenden las tareas y su adecuada disposición en el tiempo. La identificación de metas y la administración de tus esfuerzos para alcanzarlas es el primer eslabón de una conducta profesional armoniosa. Es arduo de lograr porque conlleva un alto grado de concentración de energías en un pequeño número de actividades. Generalmente, los jóvenes que comienzan sus investigaciones científicas tienen ambiciones diversas y un alto nivel de creatividad, lo cual se traduce, en ocasiones, en dispersión, agotamiento y dificultades para sostener el interés en tiempo. Llevar a cabo un estudio entraña performar con consistencia ante un elevado número de tareas que mantienen un único objetivo. Los estudiantes tienden a enfocarse en muchas cosas al mismo tiempo, a aburrirse y cambiar de interés constantemente. Eso es contraproducente con el nivel de enfoque requerido para completar una tesis. No es una tarea para finalistas y la procrastinación es tu principal enemigo.

Una de las claves para alcanzar la estabilidad en tu quehacer a mediano y largo plazos es el desarrollo de hábitos productivos. Es lo más engorroso de adquirir y no todos los investigadores lo logran. Para hacer un doctorado no es necesario madrugar, ni quedarse despierto durante noches enteras. Esas son cosas comunes durante la etapa de estudiante porque las metas son inmediatas (un examen, una presentación, etc.), pero son imposibles de sostener durante años. Te matan la motivación, la capacidad de concentración y, eventualmente, tu rendimiento baja.

He aquí, quizás, uno de los aspectos de mayor diferencia entre un nivel académico y otro. Hacer un doctorado es radicalmente distinto a otras tesis que has realizado porque, entre otras cosas, involucra la voluntad de cambiar tu forma de vida. Es imperioso desarrollar un sistema de trabajo que sea beneficioso y saludable.

La gestión de la investigación significa que, una vez que reconociste tus tareas, debes segmentarlas hasta acciones mínimas que has de desempeñar en tu día a día. Esto te permitirá no solo ejecutar los trajines con mayor celeridad, sino medir su alcance y observar, tangiblemente, tu progreso.

Organiza tu jornada, tu semana, tu mes; distingue qué acción sirve para qué; diseña tu propio sistema y practícalo con disciplina. En Internet podrás encontrar muchos modelos de organización de tu tiempo. Van a menudo acompañados de títulos pomposos como “La rutina productiva de Elon Musk”, o cosas así. En general, son una tontería, pero uno siempre encuentra elementos pequeños aplicables a nuestro contexto. Aprovéchalos. Oblígate a ti mismo a cumplirlos y, no lo dudes, verás los resultados.

Cualquiera que sea tu esquema de quehaceres no olvides dos cosas: una, tu ajetreo debe estar orientado por objetivos (específicos, medibles, alcanzables) y asegúrate de dedicar algunas horas a la semana para las siguientes tareas:

  1. 1- Revisar bibliografía de tu campo. Estar actualizado de lo que sucede en tu esfera es más que importante, por lo que te recomiendo dedicar la primera hora de tu mañana a revisar un artículo o capítulo de libro relacionado con tu investigación. Te ayudará a comenzar en el tono común empleado en tu ciencia.

  2. 2- Leer ficción.Ya sé lo que piensas. ¡Hay tantos textos científicos que revisar que no tienes tiempo para dedicarlo a la lectura recreativa! Conozco muchos colegas que tienen este criterio. Lamentablemente, está bastante expandido en el mundo científico. No es casualidad que esos mismos colegas son de los que peor escriben y de los que más sufren con las revisiones de sus propios artículos cuando los presentan a publicaciones, a pesar de estar bien preparados y tener resultados que exponer.

¡Atención a una trampa en la que no debes caer! Incorporar a tu rutina textos de ficción te ayuda increíblemente a mejorar tu redacción porque facilita el desarrollo de herramientas retóricas, amplía considerablemente tu vocabulario y dominio de metáforas, y porque te demuestra que la buena escritura (no importa el tema) no tiene por qué ser aburrida. Además, unas pocas páginas en tus horarios libres ayudan a distender el cansancio del día y potencian tu imaginación.

  1. 3- Escribir… algo. Puede ser que aun no tengas resultados concretos que llevar al papel. No importa. El trance de tener una idea en tu cabeza y articularla de manera convincente para tener un efecto persuasivo en otros no puede tomarse como una banalidad. De hecho, todos sabemos que es bieeeeen difícil y enfrentarse a la página en blanco puede ser una verdadera tortura.

La redacción productiva es una habilidad, no un talento genético, por lo que se puede aprender y entrenar. No esperes obtener todos los datos para comenzar a escribir a tu tesis. Hay muchos otros ejercicios que puedes aplicar: escribe reseñas de los libros más recientes que se publiquen en tu ciencia (así, además de ejercitarte, incorporas publicaciones necesarias en tu currículo y ya vas construyendo el estado del arte de tu propio informe); escribe críticas a procesos culturales de tu entorno (una exposición, una película, una obra de teatro).Y más, mucho más. Un libro muy útil para trazar estrategias de escritura es How to Write a Lot. A Practical Guide to Productive Academic Writing, de Paul J. Silvia (descárgalo aquí https://b-ok.lat/bokk/932163/d4d179). A mí me sirvió de mucho.

Añadir estas tareas a tus costumbres te harán mucho más eficiente a la hora de acometer los ejercicios investigativos (el núcleo duro de tu tesis). Es preciso que no las veas como una estructura rígida, sino que moldees tus dinámicas de acuerdo con el momento en que te encuentras en tu estudio.

Relaciones, influencia e impacto

Tu influencia en el terreno científico se mide a partir de tu incidencia en el trabajo de otros. Para ello, no es suficiente que el resultado de tu ejercicio investigativo tenga la calidad necesaria para ser aceptado en la comunidad académica. Esto es solo un principio sine qua non. Además, es imprescindible trabajar en tus habilidades comunicativas, ya sea en su modo escrito u oral. La imagen del científico en su laboratorio que no habla con nadie ni se relaciona con nadie es una ficción cinematográfica.

En tu carrera, encontrarás disímiles ocasiones donde tu capacidad de expresar ideas con claridad, precisión y elocuencia será puesta a prueba. Hay muchos ejemplos: en la redacción de tus artículos científicos o en publicaciones de divulgación (como este post que lees ahora mismo); en las clases que impartes, conferencias que asistes o posters que presentas; puede ser incluso en tus conversaciones informales y entrevistas con expertos de tu campo, editores o informantes clave de tu investigación.

Trabaja en tus habilidades retóricas: se consciente de estrategias de persuasión (cómo involucrar a tu receptor, ya sea lector o audiencia), organización de ideas y argumentos de manera coherente, así como de un apropiado balance entre el lenguaje técnico, coloquial y metafórico.

Además, debes sumar que la pandemia nos ha puesto ante la realidad indiscutible de que tales habilidades han de ser adaptadas también a su ejecución en entornos virtuales. Debemos reconocer cuanto antes que gran parte de la comunicación presente y futura ha de estar mediada por una pantalla. Cuanto antes lo asumamos, más posibilidades tendremos para prepararnos. Nunca es suficiente el tiempo que emplees en esto.

El último elemento que debes considerar como un pertrecho a incorporar a tu arsenal de joven investigador es el impacto. Es el último porque está relacionado con la recepción de tu actividad académica, es resultado de todos los anteriores y su logro total no está en tus manos. Esto no quiere decir que sea arbitrario. Por el contrario, encarna un mayor nivel de gestión, conlleva una administración integral de todo tu empeño a largo plazo.

El impacto es el indicador de la influencia y esta se logra tomando en cuenta una conveniente diseminación de tus trabajos. De nada sirve alcanzar un resultado científico relevante y saber presentarlo a otros, si la audiencia hacia quien lo orientas es incapaz de hacer un buen uso del mismo. El científico de hoy no puede, bajo ningún concepto, ser un anacoreta.

En un ambiente apropiado, un buen artículo puede lograr una amplia circulación, lo cual se traduce en reconocimiento y mejores oportunidades profesionales. ¿Cómo identifico mi audiencia ideal? Pues debes tener en cuenta que la ciencia es un gremio y, como tal, tiene sus espacios exclusivos de comunión. Las tres plazas fundamentales de intercambio de ideas corresponden a las publicaciones académicas (journals), congresos y sociedades profesionales. Tus pares, los especialistas como tú, se agrupan alrededor de estos espacios y hacia allí debes posicionar tus resultados.

El universo de competencias descrito te ayudará a formarte con solidez. Cerciórate de que tus acciones contribuyan a fortalecer tus aptitudes y sé reflexivo con respecto a tu propio apertrecho de habilidades y deficiencias. Ten paciencia y asegura mantenerte motivado. Pronto verás el crecimiento y, créeme, no pasarás desapercibido entre tus tutores y colegas.


Pensar la ciencia: Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (IV)

Los estilos de tutorías: microgestión vs autogestión. ¿Cuál me conviene?

¿Cuántas veces no has escuchado, al hablar con otros jóvenes investigadores, anécdotas increíbles de las relaciones con sus tutores? En la gran mayoría de los casos, hay un balance positivo. Es decir, la interacción instructiva con un mentor proveyó aportes significativos para el discípulo. Pero a veces, en estas historias los tutores pueden ser representados como tiranos egocéntricos que cortan la imaginación con su hostigamiento evaluador o, por el contrario, como una especie de anacoreta indiferente que va a su bola y que no les prestó ninguna atención. Estos polos no expresan (generalmente) una sucesión de hechos concretos, sino el sentir individual del joven que cuenta su vivencia. No habla tanto del tutor, sino de la experiencia concreta construida en el proceso de realización de la investigación.

En un trabajo anterior, mencionábamos que la independencia, o sea, la capacidad para reconocer problemáticas, hallar soluciones y acometerlas solo, es un requisito para la obtención de un título académico. Por supuesto que esto depende del nivel en el que te encuentras (licenciatura, maestría o doctorado). Mientras más alto sea tu nivel, más independencia se espera de ti. Pero también obedece al estilo de coaching que emplee tu tutor. Es decir, algunos supervisores gustan de la microgestión (orientación y control de todos los pasos que das en la investigación), mientras que otros dejan mayor espacio a la autogestión del investigador. En este artículo, te comento acerca de estas dos formas de tutoría y te exhorto a identificar cuál de ellas se relaciona con tu entorno específico.

Imagínalo de la siguiente forma: entre el título académico y tú se extiende un tupido bosque lleno de peligros. En la medida que avanzas en la investigación, te adentras en él. Con la microgestión, tu tutor marcha junto a ti, te indica y te empuja hacia adelante, te señala los peligros y te reprende cuando tropiezas. Es casi seguro que llegarás al otro lado, pero lo más probable es que no ganes la capacidad de avizorar los peligros, no tendrás perspectiva del universo que acabas de franquear y no tendrás la confianza necesaria para indicar a otros cómo superar el bosque.

Con la autogestión, el tutor se coloca del otro lado del bosque, junto al título que ansías y, desde allí, te da las instrucciones mínimas para que avances. Caminas solo. Tropezarás mil veces, te sentirás perdido y ansioso. Si no eres capaz de leer las orientaciones con claridad puede tomarte demasiado tiempo vencer los desafíos de la ruta, puedes extraviarte y perder la motivación, o lo peor, no salir nunca del bosque. Sin embargo, cuando llegues al otro lado, habrás atesorado un arsenal extraordinario de recursos y estarás increíblemente capacitado para superar lo que sea que te venga delante. La confianza y orgullo conseguido te permitirá guiar a futuros investigadores con la certeza de aquel que venció el bosque.

Las dos técnicas tienen pros y contras. Por un lado, con la microgestión tu tutor construirá junto contigo las actividades diarias que debes realizar y será muy específico con respecto a los resultados a alcanzar. Es un sistema que potencia el adiestramiento en cuestiones técnicas, en el cómo hacer. Con él, es casi seguro que adquieras un cuerpo de habilidades de manera rápida, estarás cerca de investigadores con más experiencia que tú y evitarás las incertidumbres de moverte en ámbitos epistémicos desconocidos. Si eres astuto y buen observador, cultivarás infinidad de aptitudes que de otro modo podría tomarte años dominar.

El sacrificio que trae consigo la microgestión radica en que tendrás al tutor respirándote en el cuello todo el tiempo y eso es una presión con la que tendrás que lidiar. Asimismo, esta técnica de supervisión sucede mayormente cuando el tutor tiene un interés marcado en los resultados que obtendrás, por tanto, se espera un crédito compartido.

Por otro lado, en la autogestión posees más libertad para explorar los posibles cauces de tu estudio. Tienes mayor espacio para las pequeñas equivocaciones. Además, disfrutarás muchísimo de tus logros, ya que serán fruto de tu autonomía, crecimiento y maduración. Tu tutor no te molestará con frecuencia y es común que funcione solo como un revisor atento de tu informe de tesis. Suena bien, ¿verdad?

El peligro está en que no tienes toda tu vida para completar la investigación. Tienes un tiempo limitado, por lo que el desarrollo de capacidades tiene que ser acelerado. Es muy difícil lograrlo en solitario, mantener la motivación y la disciplina de trabajo. Debes sumar que hay muchos procesos en los que la representación de un investigador de peso es muy valiosa. Por ejemplo, en los trámites burocráticos a menudo se requieren firmas y cabildeos en los que la ayuda de tu tutor es invaluable. Te ahorra tiempo y energías, te permite mantenerte enfocado. Igualmente, la participación en eventos, el encuentro con personalidades de tu ámbito y el proceso mismo de publicación de resultados, es un paisaje más llano y amigable cuando junto a tu nombre marcha un peso pesado con título de doctor.

Evidentemente, un apropiado balance entre un modo y otro es la situación ideal. Los tutores siempre, siempre, siempre, desean el buen resultado de sus discípulos. No solo porque, para el momento de la defensa ya habrá empleado mucho tiempo en ti, sino también porque en ello va involucrado también su propio prestigio.

Como ves, no hay una única forma de cruzar el bosque. Cada quien tiene su historia. Mi consejo es que, antes de elegir a tu tutor, infórmate con otros investigadores jóvenes acerca de cuáles son los estilos de cada quién. Elige de acuerdo con tus intereses. Y si no puedes hacerlo, si ya te ves embarcado en alguna de estas naves, aprovecha los beneficios que trae cada sistema. Maximízalos y suple tú mismo las carencias innatas de cada uno. No olvides que cuanto más profunda sea tu inmersión en la formación de habilidades, más fácil será para ti construir experticia, crecerá tu confianza y, como resultado, aumentará tu independencia. Entonces, ya no necesitarás que alguien te diga qué hacer.


Dark: todos frente a un espejo determinista

Agujeros de gusano, el eterno retorno, el mito de Ariadna, error en la matriz, universos paralelos o el Gato de Schrödinger. Si no sabes de qué trata esta caótica enumeración pues auxíliate rápidamente de alguna fuente de consulta, de otro modo no podrías ver Dark, la serie web alemana que ha devenido fenómeno cultural en los últimos años. 

Ciencia ficción, misterio y drama se entremezclan en las tres temporadas de la ficción de Netflix, creada en 2017 por el matrimonio de Baran bo Odar y Jantje Friese, y que ha logrado seducir a miles de fanáticos en todo el orbe.

Jonas y Martha protagonizan un conflicto infinito conducido con viajes en el tiempo.

Una tríada de fatídicos acontecimientos perturban la tranquilidad de Winden, un pueblo ficticio al norte de Alemania que vive y trabaja en torno a una añeja planta nuclear. La desaparición del niño Mikkel Nielsen; el suicidio del padre de Jonas, uno de los protagonistas, y la aparición del cadáver de otro chico en el bosque, desencadenan varias líneas argumentales para adentrarnos en una trama tan compleja como desafiante para el espectador.

Los límites de la determinación humana también son explorados en esta serie.

Poco a poco se va desentrañando una sombría conspiración de viajes en el tiempo que abarca tres generaciones, mientras salen a la luz los secretos y las conexiones ocultas entre cuatro familias del lugar. Esta indagación sobre el tiempo y sus implicaciones en la naturaleza humana se presenta como una batalla entre el libre albedrío y el determinismo donde los personajes transitan constantemente en un bucle temporal cerrado de 33 años que los lleva a distintas épocas en el desarrollo de Winden. 

Un argumento que no es nuevo, —los viajes en el tiempo—, capitaliza en una ficción totalizadora y compleja que entrelaza algo más que conflictos hogareños o pueblerinos con un túnel que permite moverse entre diferentes épocas o mundos. Se abandona aquí la linealidad clásica del relato para sumirse en una historia circular, sin embargo, los temas abiertos se van cerrando con soluciones creíbles a pesar de lo insólito de la tesis.

Una sombría conspiración de viajes en el tiempo que abarca tres generaciones de cuatro familias de Winden.

A medida que avanzan los 26 capítulos aumenta el peso de la ciencia ficción para introducir o resolver conflictos, sin dejar de lado los conceptos científicos y teorías que son parte de su discurso. Un punto a favor de los creadores es la habilidad para que en el tránsito entre cada temporada, —aun entregando un número importante de respuestas a las interrogantes abiertas—, asomen armónicamente nuevos misterios a resolver.

Una sombría conspiración de viajes en el tiempo que abarca tres generaciones de cuatro familias de Winden.

En ese sentido, pareciera que en su última temporada Dark se avoca al caos, algo que no ha pasado desapercibido para algunos espectadores y críticos. Y es que se van descartando los límites temporales tan definitorios en las primeras entregas para adentrarse en el tema de las dimensiones paralelas, el destino, la muerte y el arrepentimiento. No obstante, muchos coinciden en que el cierre de la serie, al apostar por una solución dramática sencilla, se ajusta a la filosofía de la trama y se aleja de los finales contraproducentes o cuestionables de otras producciones similares. 

Jonas y Martha protagonizan un conflicto infinito conducido con viajes en el tiempo.

Difícil resultaba sostener un puzzle conformado por una amplia cofradía de personajes, lo que nos obliga a apelar a árboles genealógicos o guías. Tan embarazoso es seguir los pasos este itinerario que Netflix creó una página específica para acceder a los nombres de cada personaje, su función, sus vínculos familiares y los cambios que van sufriendo en las diversas travesías.

Ambiente de Winden y su planta nuclear.

La producción fue capaz de crear una ambientación opresiva (por momentos me recordó la sensación que sentí al leer el clásico orwelliano 1984) que acrecienta la intensidad de un relato pausado e inquietante, certeza incontestable cada vez que vemos la entrada de la cueva donde todo tiene inicio y fin.  

En ello resalta la fotografía que refuerza la tensión dramática mediante encuadres precisos, en locaciones sumamente evocadoras con el uso de una paleta de colores más que funcional. Mientras la iluminación se vuelve protagónica en la recreación del ambiente, la belleza formal de los planos y el montaje acompañan la evolución de unos personajes atormentados por los constantes puntos de giro que introducen los creadores. A esa atmósfera subyugante contribuye igualmente una banda sonora acoplada al texto fílmico con una precisión escalofriante.

Ambiente de Winden y su planta nuclear.

La labor del reparto resulta idónea y compacta ante el reto de interpretar diferentes versiones del mismo personaje en distintas líneas temporales y espaciales. Los guionistas parecen decirnos que en esta historia no hay ni bueno ni malos, y en eso el casting no defraudó. Aquí la empatía con los personajes no se establece desde las fórmulas manidas de las series estadounidenses o latinoamericanas, sino desde un diseño que recaba de los protagónicos y secundarios el sometimiento constante a situaciones límites, muchas veces frente a las mismas disquisiciones que agobian a la sociedad contemporánea.   

Hay buen hacer detrás de Dark y eso se agradece en un contexto donde prima la simplificación argumental y formal de los audiovisuales, casi siempre pensados para un supuesto público generalista y subestimado. Por eso es de destacar que el empaque de este serial nos introduce en una experiencia sensorial apremiante y provocadora. Mantenerse frente a la pantalla es la opción de cada cual.

A medida que avanza la trama se mezclan ciencia, filosofía y ciencia ficción.

Se reafirma entonces que dentro de la variopinta oferta de las multinacionales del entretenimiento descuellan producciones de probada calidad. Dark catapulta al universo audiovisual teutón, casi siempre visto como magro, gris o encartonado. Puede que ese halo impasible y enrevesado de las relaciones humanas, el acercamiento al pensamiento filosófico germano (Nietzsche, Einstein, Schopenhauer) y los detalles característicos de su cultura conformen parte del éxito de la serie, al ubicarnos en ambiente sociológico no habitual en las producciones anglosajonas.

Todavía sorprende a muchos que la primera serie original de Netflix producida y hablada en alemán, que se acerca a la física cuántica, los viajes en el tiempo y las paradojas, haya tenido tanto éxito. El sitio más influyente de crítica de series y películas, Rotten Tomatoes, luego de una encuesta realizada a 2,5 millones de usuarios, determinó que esta ficción era “la mejor serie original de Netflix”. No es poca cosa si tenemos en cuenta que atrás quedaron icónicos títulos como The Crown, Peaky Blinders, la endiosada Stranger Things o Black Mirror.

No les diré que la aclamación ha sido universal, hay quien la acusa de ser demasiado aleccionadora, de la escasez del componente humorístico, de tener un enfoque demasiado severo, de incorporar subtramas innecesarias, de presentar un libreto ampuloso o de regodearse en imágenes bellamente filmadas pero anodinas.  

A medida que avanza la trama se mezclan ciencia, filosofía y ciencia ficción.

Ciencia, filosofía, mitología y parte de la cultura pop sustentan las ambiciones narrativas de Baran bo Odar y Jantje Friese, que hasta el desenlace de la serie indagan sobre la posibilidad o no de transformar nuestro futuro. Adelanto que la impronta determinista de esos minutos finales no deja espacio a dudas sobre la postura de ambos al respecto.      

Dark es un reto, uno muy exigente, por lo tanto no se acerque a ella desde la anhelo maratónico de ver una serie light de fin de semana. Esto es algo más. Es una serie para rumiar, pensar, revisitar.

Ficha:

Género: Ciencia ficción y Suspenso

Creado por: Baran bo Odar y Jantje Friese

Guion: Jantje Friese, Baran bo Odar, Martin Behnke, Ronny Schalk, Marc O. Seng

Reparto: Louis Hofmann, Anna König, Roland Wolf, Oliver Masucci, Jördis Triebel, Sebastian Rudolph, Mark Waschke, Karoline Eichhorn, Stephan Kampwirth, Anne Ratte-Polle, Helena Abay, Harald Effenberg, Sebastian Hülk, Deborah Kaufmann, Ella Lee, Andreas Pietschmann, Walter Kreye, Peter Benedict, Christian Steyer, Leopold Hornung, Tatja Seibt, Lisa Vicari, Hermann Beyer, Angela Winkler, Peter Schneider, Stephanie Amarell, Carlotta von Falkenhayn, Arnd Klawitter, Anatole Taubman, Luise Heyer, Lena Dörrie, Julika Jenkins, Michael Mendl, Gwendolyn Göbel, Lisa Kreuzer, Hannes Wegener

Productora: Wiedemann & Berg Television. Distribuida por Netflix

Música: Ben Frost

Fotografía: Nikolaus Summerer

País: Alemania

Idioma: Alemán

Temporadas: 3

N.º de episodios: 26

Primera emisión:     1 de diciembre de 2017

Última emisión:        27 de junio de 2020