Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (10/10)

Ya obtuve el título que buscaba… ¿y ahora qué?

El último título: Doctor

En cierta ocasión, escuché a un colega recién titulado decir: “¡Ya soy doctor y no siento nada!”. Recuerdo reírnos de la ingenuidad de la frase; no obstante, en realidad, expresaba algo que todos sentimos. Has pasado tanto tiempo empeñado en alcanzar una meta que por momentos te pareció tan distante, que una vez lograda esperabas sentirte más… no sé… más alto, más bello, más rico, con un cierto brillo en la piel y venerado por tus pares. Nada eso sucede. Los días siguientes a la defensa, además de tu nuevo andar inflado por el orgullo, te insultará la descortesía de una cotidianidad que prestó muy poca atención a una victoria que, para ti, tiene magnitudes telúricas. A fin de cuentas, el sol salió a la misma hora de siempre y puso en la tarde, justo igual que el día anterior. Aparentemente, nada se ha alterado… mas, para ti, todo cambió. ¿Qué hacer ahora?

Una vez que alcanzas el grado más alto que ofrece la ciencia, tu espectro de acción dentro del medio académico se transforma considerablemente. Ahora hay nuevas responsabilidades y otras expectativas. Desde un punto de vista formativo, poco hay que añadir. No me malentiendas, esto no significa que lo sabes todo y que no necesitas estudiar más. Eso no tiene sentido. Además, si pusiste en práctica tu programa de formación de habilidades como describimos en entradas anteriores, lo más probable es que continúes con los hábitos de estudio que desarrollaste en los últimos años. No obstante, hay otros modos de actuación en los que no tienes el mismo nivel de experiencia y en los que trabajarás en lo adelante.

Me refiero, en específico, a aptitudes personales que facilitarán tu desempeño en la diplomacia social del medio universitario. Estos tejemanejes se conocen como soft skills. Mientras, por un lado, las hard skills corresponden al núcleo duro que te hizo alcanzar el título de doctor -básicamente el dominio de teorías y metodologías de tu campo- y que, obviamente, a estas alturas ya adquiriste; las soft skills, por otro lado, te proporcionan un desenvolvimiento eficiente en tu entorno a partir de la interacción con subordinados, colegas y superiores. Es decir, no se trata de cómo performas con respecto a tu objeto de trabajo, sino de cómo te relacionas con el resto de tus compañeros.

Te recomiendo atender tres de estas softskills: organización, comunicación y liderazgo. La primera, tiene que ver con la facultad para establecer un orden efectivo de elementos y eventos; la segunda, es la propiedad de conectar con audiencias y trasmitir tus ideas; y la tercera, involucra la capacidad de establecer metas y guiar a otros hacia objetivos comunes. Como ves, son artilugios transferibles a todas las actividades de la vida diaria y, en efecto, hallarás numerosas ocasiones para ponerlas en práctica. Asegúrate de hacerte bueno, muy bueno, en ellas.

Entre las actividades que tendrás que realizar dentro de los predios académicos como doctor se encuentran las siguientes:

  1. Actualización de tus cursos con énfasis en el posgrado. Sí, ya sé que has dado clases y que tu jefe de departamento tiene la docencia como prioridad. Pero también sé que estos últimos años no estuviste frente a un aula durante mucho tiempo. Y si lo hiciste, impartir tus conferencias no estuvo entre tus tareas preponderantes, ya que la investigación absorbió tus intereses y energías. Dar una buena clase no es como montar bicicleta, sí se olvida; requiere un cuidado constante y alto nivel de preparación. Además, es muy probable que te inviten a participar de claustros de programas de maestría, que exige la reconfiguración de tus materias hacia objetivos y niveles donde no has trabajado antes. Posicionarte como un buen docente es garantía de admiración entre tus estudiantes.

Asegúrate de incorporar a las clases tus temas de investigación demostrando necesidad, importancia y actualidad. Este elemento calará en tu audiencia y, si lo manejas adecuadamente, verás como pronto muchos de tus alumnos se acercan a ti en busca de guía para desarrollar sus propias investigaciones en los tópicos que propones. Esto es fantástico. Te permitirá construir equipos y te posicionará como líder en tu ámbito.

Dos consejos al respecto: Uno, disfruta el proceso. Si te dedicas a esto es porque instruir a otros y asistirlos a alcanzar el éxito te resulta placentero. La supervisión implica poner tu tiempo y esfuerzo en función de otra persona. Como doctor, tienes la obligación ética de formar a otros. Pero ello no tiene por qué estar divorciado de tus propios planes y, por eso, he aquí mi segundo consejo: articula tus tutorías en estrategias de socialización de resultados a largo plazo. Por ejemplo: proponte organizar un libro a partir de 3 o 4 tesis que supervises. Considera que tus alumnos de hoy son los colegas de mañana y planificar un resultado mayúsculo como la publicación de un libro en junto a ellos los posiciona de manera excepcional en el terreno profesional. Todos ganan.

  1. Publicaciones y redes profesionales. El periodo siguiente a la discusión es el momento ideal para sacarle partido a los cientos de páginas que has escrito y a los muchos datos que compilaste. Como sabrás, el rendimiento de un investigador se mide por la cantidad de publicaciones en revistas académicas y las citaciones que éstas reciben. Considera que el proceso que va desde el borrador hasta su salida final en el journal toma meses y, las más de las veces, años -en dependencia de tu campo-, por lo que debes empezar a preparar tus manuscritos cuanto antes.

El poder de los artículos es tal que, en algunos países europeos, para poder aplicar a un puesto de profesor debes contar con al menos cinco textos publicados en revistas indexadas en la Web de la Ciencia (WoS) o en Scopus como primer autor. Y eso solo es el requisito mínimo para poder optar. Razón por la cual es preciso que aproveches el momentum de entusiasmo luego de tu incorporación y realizar esta tarea de inmediato. De no hacerlo, te arriesgas a perder la motivación, a que tus disminuyan actualidad y relevancia o, peor, que alguien se te adelante y presente resultados similares antes que tú.

Igualmente, distingue las asociaciones que reúnen los profesionales de tu sector y cerciórate de incorporarte a ellas. Allí podrás realizar networking y de seguro surgirán nuevas posibilidades para ti.

  1. Posdoctorales. Podría decirse que este el paso natural para un graduado. Es un puesto de investigador generalmente asociado a algún proyecto de un profesor de experiencia. Seguramente, a lo largo de tu tesis reconociste muchos posibles temas que, aunque no pertenecían al núcleo de tu estudio, aun así, los identificaste como relevantes. Exploraste un poco, reconociste un camino interesante a seguir, pero comprendiste que consumían tiempo y te llevaban hacia otro rumbo, por eso los marcaste para después, para “algún día”. Bueno, esta es la oportunidad para desarrollar esos caminos.

Los posdoctorales pueden durar hasta tres años y en muchas partes del mundo, para alcanzar un puesto de profesor asistente es menester contar con uno o varios en tu currículo. Esta es una deuda del sistema académico en Cuba, que no otorga ningún valor a estos programas. Evalúa las convocatorias internacionales y ten tu propuesta lista. Ojo, para aplicar es requisito demostrar competencias en lengua extranjera, valora entonces la posibilidad de tomar los exámenes IELTS o TOEFL.

  1. Líder de proyectos. He aquí las Grandes Ligas de la ciencia académica. Ninguna investigación se hace sin dinero y los fondos se mueven a través de los proyectos. Lo sabes perfectamente porque tu propia tesis doctoral fue financiada por uno de estos. ¿Recuerdas las soft skills que te mencioné más arriba? Pues, es este es el patio donde no se sobrevive sin esas cualidades.

Un proyecto involucra un conjunto de investigadores que trabajan juntos en una rama muy específica y realizan aportes de diverso nivel en un marco estricto de tiempo (3-6 años). Ser líder de proyecto es un puesto prestigioso por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque te coloca a la cabeza de un equipo de personal altamente calificado y ejercer el trabajo conlleva no solo los títulos y experiencia requeridos, sino, además, talentos en la planificación y en la gestión de presupuestos y personal. En segundo lugar, porque los proyectos son una de las formas en que las universidades atraen capital, por lo que son muy valorados en el mundo académico. Ser una persona con experiencia trayendo dinero a la institución es un punto que se ve muy… pero muy… bien en tu currículo.  

  1. Política universitaria (Administración). Lo dejé para último, pero no es menos importante. Sí, ya me imagino lo que piensas, que no quieres tener nada que ver con burócratas y la retahíla de documentos y disposiciones legales interminables que preciso conocer para participar de la política universitaria; que no quieres salir de tu campo (donde te costó tanto hacerte un hueco) y lo tuyo es la ciencia y ya está. Lo sé y también pienso así.

Pero inmediatamente a tu incorporación, notarás que ahora tienes más que decir, ya tienes cierta experiencia y, de seguro, provees ideas frescas acerca de cómo debería funcionar tu entorno. También, te sorprenderá que los decisores de tu institución te escuchan más que antes. Encima, es muy probable que tu departamento o facultad ya previó que podrías ser una opción para dirigir alguna instancia. Mi consejo: no te cierres.

La dirección te permite conocer a profundidad la organización en la que operas y eso es una gran ventaja para maximizar tu presencia e impacto. Se aprende mucho desde dentro y, si te encuentras la silla apropiada, puedes lograr una verdadera transformación en tu colectividad. Planifica esta etapa como formativa y temporal. Al igual que la dirección de proyectos, la experiencia administrativa es un activo valioso en el campo laboral académico.

Una vez leí, en una entrevista realizada por Studs Terkel a un corredor de bolsa en los años ochenta, cómo este planteaba que en la sociedad contemporánea había una nueva clase de pobreza, la de tiempo. La expresión causó un profundo impacto en mí y me ha hecho extremadamente sensible respecto a cómo gestiono mi tiempo. La insoslayable realidad de su finitud es espeluznante. Por eso apareció esta serie, para ayudarte tomar consciencia de tus necesidades, desarrollo y medir tu progreso.  

Estas fueron mis recomendaciones para tus primeros años luego de obtención del título. Como joven investigador, son ideas con las que yo mismo lidio día a día. Espero que te sean provechosas y las puedas adaptar a tu espacio. Recuerda invertir siempre en ti mismo y visualizar las dificultades como oportunidades disfrazadas. Suerte.

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