Más que una isla, una reflexión sobre la historia reciente

¿Cuánto tiempo debe transcurrir para considerarse un hecho como histórico? Ya el maestro Fernando Martínez Heredia ha señalado que de niño conoció de la Revolución de 1895 y para todos era el pasado histórico que había dado origen a la nación y el Estado o que a finales de la década del cuarenta ya se consideraba un gran evento del pasado reciente a la Revolución del 30.1 A veces se soslaya la (in)trascendencia de lo cotidiano, pero en un país como el nuestro —asediado por el ritmo que impone la vida diaria desde lo económico, político y social— y desde los múltiples y cambiantes escenarios internacionales, cada momento debe ser entendido como un acto de trascendencia histórica.

A mi juicio, reflexionar acerca del presente, de sus procesos cambiantes, con sus aciertos y desaciertos, hacen de Más que una isla (Sed de Belleza, 2015), de Fernando Luis Rojas López, un libro imprescindible. Y aunque el autor propone un conjunto de artículos escritos entre 2003 y 2011, actualizados al calor de los nuevos acontecimientos políticos y sociales, su visión de pasado reciente (me permitiría decir, de presente inacabado) constituye una reflexión crítica sobre los procesos culturales, económicos y políticos de la realidad cubana y, sobre todo, de su contexto latinoamericano.

Reclamar que los acontecimientos de los últimos veinte años sean incorporados a la historia de la Revolución cubana dotan a este volumen de una voluntariosa opinión que no debe soslayarse, máxime cuando la tesis principal sostiene la certeza de que su época histórica no se ha fracturado. Visión poco aventurada frente a las diatribas constantes que se despeñan desde afuera y la poca disposición con la que muchos de los jóvenes de su generación han asumido el papel que juegan en la Cuba actual. Doblemente interesante si tenemos en cuenta que Fernando Luis no establece talanqueras ideológicas ni se sitúa en la acera de enfrente a observar y analizar ciertos sucesos escabrosos o políticamente cuestionados.

La visión otra que propone Rojas López en esta colección de artículos, cuasi ensayísticos, rehuye todo vestigio de oficialidad y, al mismo tiempo, puede entenderse como una de las versiones más oficiales por cómo asume la defensa de su tiempo y el papel de los jóvenes en la historia de un país. Paradoja descifrable si entendemos, como ha señalado Martínez Heredia, que él mismo es una fuente y que sus análisis, percepciones y cuestionamientos no proceden precisamente de los documentos, sino que dialogan continuamente con ellos en un acto de instigación dialéctica (¿cartesiana, mayeútica?), escritos al pie de los acontecimientos.

Las tres secciones o capítulos del libro tienen el aliciente peculiar de mencionar la palabra isla, no de manera decorativa ni exibicionista, sino con medular particularidad: «La isla milagrosa, sus mares», rememora los procesos fundamentales de los primeros años de este siglo xxi, tomando como antecedente la crisis de los 90 y pasando por la llamada Batalla de Ideas, para concluir en una reflexión singular sobre los derroteros futuros (los de ahora mismo) del país; «La isla antena, los tiburones» habla sobre el «cuarto poder», sobre el papel que juegan los medios en la sociedad contemporánea, también sobre la guerra cultural y la batalla de los símbolos como maneras constantes de (re)conocimiento de la resistencia mediática; «La isla roja» es una manera sui géneris de entender de dónde venimos y proponer hacia dónde vamos, con la Revolución de Octubre y la figura de Lenin como antecedentes principalísimos.

Habría que señalar, creo yo, los momentos más lúcidos de cada texto, en que la vocación pedagógica del autor resalta de manera categórica apartándose de los gastados maniqueísmos de manuales. De esa manera, analiza la llamada Batalla de Ideas; los datos y valoraciones van más allá de una mirada complaciente o burdamente crítica para adentrarse en testimonios fehacientes, vividos y generados por la crisis de los 90 en la utopía de una generación que heredó un «proyecto de sociedad herido demasiado pronto».

La defensa a ultranza de la formación de una cultura política de izquierda, hacen de otro de los textos una rara avis dentro del panorama investigativo joven cubano. Enfrentar la idea de que somos los más revolucionarios, preparados y libres por herencia histórica, parece contrastar con la media de la juventud cubana. Ser educados no nos hace cultos, pareciera decirnos Rojas en: «Una mirada al futuro: Cuba revolucionaria», donde aboga por la formación de esa cultura de resistencia que permita a los jóvenes consolidar la alternativa socialista cubana.

El alejamiento de posiciones dogmáticas es otra de las tesis defendidas en: «La batalla de los símbolos: entre falacia y legitimidad». Contra la propaganda consumista que ha creado un «Frankestein ideológico», Fernando Luis propone el estudio sistemático de las prácticas sociales para crear símbolos propios y eficientes que sean dúctiles. Divulgar la lógica de su movimiento, señala, debe ser tarea de los ideólogos de la izquierda contemporánea, incorporando nuevos símbolos, no sustituyendo los existentes.

Por último, el autor nos brinda una lección de análisis y comprensión de la historia: su intervención en el acto por los 90 años de la Revolución de Octubre parte del reconocimiento de que su generación (la mía) se ha quedado fuera del conocimiento de aquella experiencia histórica. «Volver a Lenin aunque parezca cosa de pocos», propone Fernando Luis Rojas López y la propuesta se sustenta en una agudeza analítica e interpretativa que devuelve y actualiza la figura del revolucionario más grande del siglo xx. «Conocer a Lenin», apunta, «conocer la Revolución Rusa, es apenas un paso para entender los orígenes de nuestro proceso y enfrentarnos a la contemporaneidad». Hermosa reflexión desde la cual nos convida a avivar el debate sobre la Cuba actual.

Más que una isla es un cúmulo de instigaciones cotidianas. Al historiador purista le resultará incómodo la manera natural, la mirada otra, la experiancia como fuente para sustentar los argumentos; pero, sin dudas, deberá reconocer la valentía con que este joven investigador, ganador dos veces de la Beca Ernesto Che Guevara que otorga la Asociación Hermanos Saíz, decontruye la sociedad cubana actual y enfrenta el reto de reconocerse en un pasado que se revive construyendo el futuro.

 

1 Martínez Heredia, Fernando: «Prólogo», Más que una isla, Ediciones Sed de Belleza, 2015, p. 7.

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