Norge Espinosa: algo que contar a los demás

Los Encuentro con…, que organiza la Asociación Hermanos Saíz, cada vez se convierten en intercambios de importantes vivencias, que me atrevo a decir, serán únicas para los invitados y los asistentes.

Antes de iniciarse el diálogo con la figura protagónica, uno posee de ella una información estadística que va desde sus publicaciones, obras, frases apuntadas por ahí, hasta sus premios, pero luego que se termina la entrevista uno siente que ha vivido o por lo menos se lleva el privilegio de un trozo de testimonio que puede ser una parte importante de la historia cultural cubana. Esto pude corroborarlo en la tarde del pasado jueves 18 de agosto cuando Marleidy Muñoz, en el papel de entrevistadora, provocó a Norge Espinosa, dramaturgo, poeta e intelectual -no solo reconocido en el mundo de la tablas- sino en la cultura cubana, por los innumerables textos aportados al mundo poético pero igualmente a la crítica.

Durante más de una hora, Norge nos reveló la voluntad que emergía de los jóvenes creadores -que confluyeron en medio del marasmo que significaron los finales de los ochenta e inicios de la década de los noventa-: la necesidad de sustentar un patrimonio cultural, de divulgarlo, de llevarlo a las zonas más recónditas, la inconformidad contra «el no se puede», la unión a través de la creación artística…, el espíritu que sostuvo y tiene que seguir sosteniendo a la organización que ya se alista en sus 30 años.

Sin dudas, el período en que la Brigada Hermanos Saíz se fusionó con otros movimientos artísticos para convertirse en la asociación que es hoy no fue un camino armonioso y eso lo narró Norge como testigo privilegiado de algunos desencuentros; las relaciones tortuosas con determinadas instituciones…; sin embargo, esas sombras fueron bien encausadas para convertirlas en las luces que hoy ostenta la AHS y que hace que los que alguna vez fuimos miembros y los que hoy están reconozcan una pertenencia hacia un ente vivo que significa además un estado de ánimo; y es que una asociación que se reinventa con nuevos miembros y despide a muchos que alcanzan los 35 años no puede ser estática, ese dinamismo, en ocasiones, la hace agónica, pero ese mismo dinamismo la nutre.

Esto pudimos contactarlo en cada intervención, pues el dramaturgo –que tiene mucho que contar y además posee el don de los antiguos aedas y sabe empatizar con las palabras- nos trasladó a un tiempo en el que la primera casa del joven creador en La Habana quedaba muy cercana al puerto, y unos jóvenes inconformes, hiperquinéticos creativamente y ávidos de socializar sus creaciones se daban cita en aquel sitio, que casi iba siendo de los pocos en aquellos duros años donde se podían reunir y encontrar desde el espíritu; los retos a los que se enfrentaron, las incomprensiones, pequeñas luchas internas -algunas hoy convertidas en anécdotas jocosas-, surgimiento de concursos, tertulias donde se leían textos inéditos, proyectos…; eventos como Los días de la música, el Yorick; premios como el Calendario y el Maestro de Juventudes; publicaciones para salvar la obra literaria de tantos a los que las editoriales en ese momento no podrían dar respuestas, exposiciones de artes visuales, encuentros por toda la isla compartiendo con un público ávido -recordemos que eran los 90-, de ser tomado en cuenta, necesitado -quizás como ahora- de una buena dosis de espiritualidad que indudablemente transforma siempre para mejor. La función que jugó la Asociación, como otras organizaciones culturales, en aquellos años de escasez material e indigencia humana, en algun momento habrá que reconocerla.

En un momento de su intervención, Norge expresó algo que me parece justo destacar, cuando decía que si algo les dio la organización en aquel tiempo fue la necesidad de no quedarse de manos cruzadas frente al desamparado de eso difíciles años, ese espíritu de inconformidad les convidó, al decir de él, si no un estado de fe, al menos a un estado de esperanza de por qué seguir haciendo arte en Cuba, de por qué permanecer en Cuba, por qué seguir apostando por la cultura y defendiéndola.

Fue una tarde de nostalgia evidente, de satisfacción por el camino trazado y por supuesto, Norge Espinosa –y como él tantos otros- tendrán mucho qué contarle a los demás y seguir trasmitiendo ese estado de ánimo que hay que seguir alimentando.

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  • Es bueno saber que en estos 30 años de la AHS se estén reconociendo a muchos de los miembros que le aportaron toda su creación y prestigio a esta organización en la que creo tanto y ellos me enseñaron a tener tanto sentido de pertenencia con ella, aunque muchos me dicen que a veces se me va la mano, espero que estén otros, también que se haya rescatado parte de Los días de la música que era el evento que le daba paso a los músicos que se ganaban un puesto como proyecto nacional para poder ser profesionales tiempo después, espero que a alguien se le ocurra hacer un concierto con los trovadores del primer disco que realizó la AHS TROVANONIMA, es bueno recordar esos buenos tiempos y casi todos están en Cuba creo que solo falta Yunior Navarrete, felicidades a la AHS en sus 30 años.

    1. Tienes razón, Yoanis, y personas como tú, Inalvis Rojas en Gtmo, Niurka, en La Habana, la de Holguín, que ahora no recuerdo su nombre, craso error, y tantas y tantas personas que nos han apoyado desde las casa del Joven creador, con una militancia, aveces ni reconocida, también a esas personas habrá que reconocer, sin en el apoyo de todas y todos muchos de nuestros sueños y locuras hubieran sido imposible…
      Un abrazote

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