Los gnomos están tristes, una historia con final feliz

«Estudiar danza separada de mi madre que vive en el extranjero ha sido muy difícil, más cuando estoy aquí en Guantánamo siendo holguinera» —confesó Surianny Hidalgo cuando la entrevisté sobre su preparación como bailarina. Dianet Lobaina, en cambio, me habló de sus miedos a partir de cómo afecta su desempeño la separación de la familia, que vive en el exterior y tampoco puede visitarla con frecuencia.

Conflictos de su vida particular, como la migración de las familias o el divorcio de los padres, me confiaron Sarah Elena Sánchez y Osvaldo Cardero, todos estudiantes del tercer año del Nivel Medio en la Escuela Provincia de Danza de Guantánamo, cuyas problemáticas personales les valieron para representar la obra que alcanzó el máximo galardón de ballet contemporáneo en el Sexto Encuentro Internacional de Academias para esta instrucción.

Y es que la recreación del relato Los Gnomos están tristes perteneciente al escritor guantanamero Eldys Baratute, fue mucho más que un premio para la vida estos jóvenes.

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La historia empezó con los pasos, maniobras e imágenes danzarias creadas por el bailarín y profesor Yoel González, director de la reconocida agrupación de danza contemporánea Médula, quien en su afán creador me expresó: «encontré la manera de llevar el libro a la danza y decidí buscar entre mis alumnos de la escuela dones y aptitudes naturales que les resultaran dables a su coreografía, otra de las tantas que salen pero más rebelde y espectacular. Después que hurgué en sus vidas, los reuní, les mostré el libro, lo leímos juntos, repasamos el cuento, les expliqué mis nociones y lo que quería de ellos, y resultó lo que esperaba: ninguno expresó que no podría hacerlo…» – me comentó Yoel González, también miembro de la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo.

«Tuvimos clases de actuación luego del trabajo de mesa, para ayudarnos a lograr armonía entre gestos, expresión facial y cuerpo. Fue muy emotivo porque sentimos cada momento, incluso  salíamos sensiblemente marcados de las horas de ensayo», —confesó Sarah Elena.

Fue así que se conjugaron lo enunciativo y lo experimental, la apoyatura y el ingenio, y cobró fuerza un mensaje tras el movimiento.

«La historia va entorno a Bastián, un niño cansado de que sus padres le digan NO, NO y NO, al cual la vida rodea de otros niños a quienes también su padres han negado la niñez, y luego pasan a vivir la vida de sus padres tan ocupados en sí mismos, al traste de la conquista de los sueños de sus hijos, sus necesidades; es por eso que también hablamos del robo de la edad, del diálogo trunco entre padres e hijos, y de la mala educación y sus resultados fallidos y estrepitosos que trascienden a la sociedad» —me expresó Yoel.

Y porque de mensajes e intertextos, también se traduce un libro a quien lee, Eldys Baratute, presidente de la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo y autor del texto original, me comentó que era «siempre interesante para un escritor que su obra fuera llevada a otras manifestaciones del arte, sobre todo porque hay un público al que le interesa la danza, no así la literatura, además esta constituye otra manera de invitar a la gente a leerla; en este caso, se trata de una obra en la que recreo varias obras artísticas bebiendo al mismo tiempo de la música, de las artes visuales. La primera edición salió en el año 2007 por Ediciones Santa Clara, y la segunda por la Editorial de la Mujer, donde tuve el placer de que ilustrador fuera Maykel Herrera».

Ya en la academia, el profesor César Reynier Simón Reyes, profesor de la Escuela Provincial de Danza en Guantánamo y Especialista principal de la carrera, accedió a contestarme que la obra es impresionante por el nivel técnico complejo y porque los estudiantes se crecieron y la capacidad pedagógica y talento del profesor Yoel González, mostró que es posible a partir de la comunión de las clases que ellos reciben lograr un bailarín integral.

Este 27 de abril, en homenaje al Día Internacional de la Danza, la escuela profesional guantanamera presentó en función única y como tributo al aniversario 30 de la Asociación Hermanos Saíz desde el teatro Guaso de la urbe más oriental de Cuba, la obra Los gnomos están tristes, una oportunidad para que jóvenes como Surianny, Dianet, Sarah Elena y Osvaldo, salgan airosos de sus conflictos humanos, a través de la posibilidad de sentir, pensar y hacer que les brinda la danza.

 

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