La sombra de los almendros: un regalo al alma

La Asociación Hermanos Saíz trae a la luz, al calor de la Feria Internacional del Libro, los títulos ganadores del Premio Calendario 2015. Para quienes habitamos la Isla de la Juventud tiene especial trascendencia el hecho de que un joven pinero haya sido merecedor de este importante reconocimiento.

La sombra de los almendros (Ed. Abril, 2016) pertenece a Daniel Zayas, quien ha encontrado ya un lenguaje literario muy propio, donde los personajes se acercan sin prejuicios al público que eligió: los adolescentes. Oficio difícil este de contar una historia a esa generación que cursa la secundaria básica, el preuniversitario o el politécnico: una generación de las nuevas tecnologías, y con un lenguaje cada vez más informatizado. Y para eso va hasta una época lejana, la Isla de Pinos prerrevolucionaria, a darle vida a Ernesto, un niño que se queda huérfano y tiene que sobrevivir a la violencia física de su padre, y entretanto conoce el amor y a dos presos prófugos de Presidio Modelo.

En estas páginas Daniel refiere problemas que persisten en una sociedad marcada por el constante ir y venir de migrantes que en esta isla han dejado su huella. No tiene miedo de abordar una etapa de la historia que ha escuchado a través de otros que sí la vivieron, y por eso el mérito de traernos a la Nueva Gerona de la primera mitad del siglo pasado es suficiente para quedar cautivados por los senderos de esa fantasía que un niño es capaz de inventarse. Con una recreación casi exacta, vuelven a levantarse edificios antiguos, a transitarse calles que quedaron en el olvido y a zarpar los barcos que antaño unían los dos extremos del mar que rodea a La Isla.

No se trata de una novela histórica, sino de un pretexto para colocar a su personaje en una etapa donde todo era diferente. Donde quienes habitaban estas tierras oníricas se preocupaban solo por vivir día a día sin necesitar el contacto con la gran ciudad. En medio de esta atmósfera se desarrolla el argumento que lleva al lector por los senderos de un camino repleto de almendros que esparcen sus hojas y olor característicos. Pero ¿tiene Daniel algo que lo une íntimamente a su personaje?, ¿acaso se trata de él mismo queriendo revivir un pasado que no le tocó?

Tal vez las respuestas a estas preguntas nunca las sepamos, porque son de esos secretos que prefiere mantener el autor bajo la mesa para que uno se crea todo lo que cuenta en sus páginas. Lo que sí es imposible es no sentir el fuerte vínculo entre la historia pinera y el protagonista. Cada paso que da por la ciudad liliputiense que fue Nueva Gerona, se convierte en una aventura donde piratas y corsarios trastocan sus espadas en juegos infantiles, y por ende, la esencia misma de quienes habitan estos muros del pasado.

Un serio trabajo investigativo le permitió al autor de La sombra… acercar al lector a eso que nos hace sentir orgullosos de vivir en esta isla. No se trata de una metrópolis superpoblada, pero sí de un sitio con esa pizca de salitre y mármol que revive cada segundo del pasado. Quizás por eso Daniel alcanza con su último libro un grado de madurez con respecto a su concepción literaria que sirve de ejemplo para mostrar el estadio superior que va ocupando entre los de su generación. No es ambicioso plantear que por buenos senderos anda y mucho menos esperar la continuidad de la historia, que en su última página deja a quien la lee con deseos de seguir la aventura, ya que desde la partida de un buque, la ciudad no dice adiós, sino hasta pronto.

Es así como hoy, en pleno siglo XXI, donde el reguetón e internet son parte de un mismo proceso, a los jóvenes cubanos es posible hablarles sin miedo e inventar personajes que se parezcan a ellos. No son súper héroes ni tampoco chicos a quienes el destino les sonrió con la mejor de las suertes. Son tan cercanos a nosotros, que sin darnos cuenta podemos llegar a ser ellos mismos. Solo queda que estas páginas perfumadas por los almendros de la ciudad caigan en las manos de aquellos que las inspiraron. Puede ser un buen regalo para enaltecer el alma.

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