Diuliesys Álvarez: «Estoy convencido de que si no hago música entonces no existo»

Desde pequeño soñaba con ser como Slash, un rockero famoso, pero el destino ya tenía su camino: Diuliesys Álvarez Menor se convirtió en baterista,  compositor, percusionista y productor musical.

Comenzó en  la música por su hermano, que  estudiaba en la Escuela Vocacional de Arte hace veinte años. Con apenas 14 años se inició en la percusión en un grupo de pop rock de la Casa de Cultura de Consolación del Sur, de Pinar del Río. Luego continuó estudios en la escuela de superación profesional, y los alternaba  con su labor como músico en el grupo de Yamira Díaz.

En ese andar por la vida fue profesor de música en la Escuela de Instructores de Arte, formó parte de la banda de Consolación del Sur, e integró varias agrupaciones de música cubana del territorio. Finalmente, con 18 años, alcanzó la profesionalidad en el grupo Slancio, que marca el inicio de una larga trayectoria, en la que este joven pinareño se fue creciendo.

¿Cuál fue el incentivo para estudiar música?

«Mi hermano mayor, claro. Todos sentimos, en algún momento, adoración por el más grande.

Entre hermanos siempre hay competencia,  él era mi frontera.  Cuando empecé a crear música, me di cuenta de que ya había pasado una etapa, y sobrepasarlo era el reto principal. No solo quería tocar el bajo o la guitarra,  aspiraba a cantar, hacer más cosas… y lo he logrado; estoy dirigiendo un espectáculo, soy productor musical, y he interactuado con artistas de la plástica, de la moda y con bailarines.»

¿Por qué la percusión?

«La percusión es un instrumento que lleva dedicación y horas de estudio. Es el más caro de todos, es cierto, pero recuerdo que cuando empecé a estudiar solo quería hacer esto y lo logré.

Empecé haciendo jazz, era muy joven y este género es muy fuerte para los que empiezan, pero tuve buenos maestros a los que les agradezco infinitamente el haberme ayudado y brindado oportunidades como músico.

Comencé a tocar la batería por una cuestión de liberación de energía. Me inicié en el grupo Slancio, donde Richard, su director, me dio la oportunidad. La batería la armé trabajando y esforzándome, ahorrando cada kilo que podía. No tuve la posibilidad de que me regalaran una, pero la deseaba tanto que no me importó trabajar.»

¿Cómo fue tu formación musical?

«Estudie percusión en la Escuela Vocacional de Arte Raúl Sánchez, en Pinar del Río, luego me gradué de técnico de nivel medio en la especialidad de percusión en el Centro Provincial de Superación Profesional Técnico Artístico, y al mismo tiempo realicé un curso de habilitación como realizador para radio y televisión sobre sonido, audio y luminotécnico.

Ya con algunos títulos que me avalaban, entonces me enfrenté a la vida laboral. Fue ahí donde Yamira Díaz me dio la bienvenida a su agrupación, en la cual me hice profesional.

El trío de jazz Slancio también me acogió. Pero aunque estuviera ejerciendo como músico, me interesó el magisterio, por lo que también fui profesor en la Escuela de Instructores de Arte de Pinar en  la especialidad de taller de Conjunto de Música Cubana y Folclórica, y donde creé Dialecto de Tambores, pequeña compañía con los propios estudiantes de la escuela.

Integré además la agrupación sonera  VargaSon, acompañé al trovador Yordis Toledo, fui partícipe de la Banda Municipal de Concierto en Consolación del Sur, dirigida por el maestro Daniel Ayerbe. Estuve encargado de la percusión en los grupos Toques del Río, Sabor Café, Ireme, en la agrupación Iré, de la cantautora María Elena Lazo, y el proyecto VIDA, del cual soy su fundador, músico y productor principal.

Formar parte de todas estas grupos me permitió una formación musical bastante amplia, pero como había aclarado anteriormente, también pasé por cursos y talleres, lo que me posibilitó, en diferentes momentos, ser musicalizador del grupo  Teatro de la Utopía, dirigido por el maestro Reinaldo León, y creador de diseño sonoro para programas de televisión, spot y animados, fundamentalmente en  la música  electrónica digital.

Como compositor, tengo varios estilos, y colaboro tanto con programas de televisión como con grupos musicales, que me piden que escriban para ellos.»

 ¿Tuviste dificultades en tus inicios?

«Sí. Sufrí la experiencia de que todos me rechazaban, solo porque mi formación era autodidacta. Fue difícil encontrar la oportunidad de crecerme,  y aunque tenía miles de recomendaciones, no fue hasta que el maestro Joaquín Betancourt se dirigió al Centro de la Música de Pinar del Río y propuso mi evaluación, porque ya estaba apto para esto, que pude trabajar. Todo esto sucedió porque  en aquellos momentos aún no tenía título de una escuela de arte.

Por eso, cada vez que encuentro a un joven músico, que es bueno en lo que hace, le abro las puertas. No se puede cortar las perspectivas a los que se forman por sí solos.»

¿Tocas algún otro instrumento?

«Sí, claro. Mi abuelo, que era una persona de campo, siempre me dijo «si vas a hacer algo, hazlo bien», por lo que he tomado esa convicción para mi vida y profesión.

Con respecto a lo que me preguntabas, toco varios instrumentos, la guitarra, un poco de bajo, y casi todo de percusión. Eso sí, siempre estoy tratando de aprender los que pueda.»

¿Y si tuvieras que escoger alguno, cuál sería?

«Si escogiera uno, sería la guitarra. Cuando era un niño, me presenté a los exámenes de la Escuela Vocacional y no me aceptaron, me dijeron que tenía los dedos muy cortos. Me sentí frustrado, así que me conseguí una guitarra de una cuerda y yo solo aprendí a tocarla.

¿Qué es para ti la música?

«Es lo primero en mi vida. Es todo. Si no lo hago no puedo estar tranquilo, estoy convencido de que si no hago música entonces no existo.

Yo vengo de un pequeño pueblo, en el que solo se vive de la agricultura, la música no tiene cabida, y cuando digo que soy músico, me miran de reojo y me preguntan: «¿Y eso vende?»»

¿A quién agradeces por tu trayectoria?

«Creo que una de las personas más importantes en mi vida, no solo porque me enseñó todo lo que sé, me formó como persona, sino también por ser mi gran apoyo, mi guía, mi luz es mi mamá, Deysi Menor Cruz. Ella es mi mayor inspiración.

Recuerdo una ocasión… ella se enteró de que Robertico Carcassés iba a mostrar algunas piezas de las que pinta en su casa, era una pequeña exposición con familia y amigos. Se lo encontró en la calle y le dijo: «mis hijos tocan jazz y quiero que tú los oigas», y le dio una grabación donde mi hermano y yo tocábamos juntos, él le dijo: «déjame oírlos». El resultado, fuimos invitados a su casa a tocar en su expo. De ahí en adelante nos llevamos bien las dos familias.»

Anteriormente me mencionaste el Proyecto VIDA, sé que uno de los más importantes para ti y para la AHS en estos momentos… ¿en qué consiste?

«La misión fundamental es fortalecer las raíces culturales a través de presentaciones con carácter renovador y versátil, donde el público perciba un espectáculo novedoso y diferente, que le permita sentirse identificado con sus tradiciones. 

Fusiono el arte tradicional con las nuevas tendencias del contemporáneo y audiovisual. Se plantea la mezcla de diferentes manifestaciones artísticas, géneros musicales, diversos creadores, profesionales o aficionados, conocidos o no.

Otro de mis intereses es el trabajo para niños, fortalecer las costumbres infantiles de nuestra provincia de una manera diferente, atractiva, novedosa, y capaz de ir más allá de lo cotidiano.

En el proyecto están presentes la música, el teatro, la danza, la plástica, la literatura y el audiovisual, todas hacen el espectáculo, el cual siempre tiene una temática diferente, varía según las fechas, conmemoraciones y lo que deseemos que sobresalga y que el público deba conocer.»

¿Cómo es el apoyo de la Asociación?

«La verdad es que no tengo queja alguna de la AHS. He tenido mucho apoyo con los proyectos que he realizado. La organización se preocupa por sus asociados, me ofrece muchas propuestas para superarme, mostrar mi trabajo en disímiles escenarios y agradezco el interés en difundir lo que hago. Siempre voy a representar a esta asociación, que me ha dado mucho.

Además, gracias a ella mantengo mis peñas, los segundos miércoles de cada mes en la Casa del Joven Creador de Pinar del Río, que se convierten en un espacio para mostrar el trabajo más reciente, el cual se caracteriza por su carácter experimental, la fusión de imágenes,  fotografías… Busco que todos los músicos toquen un instrumento que no sea su especialidad, pero claro, siempre que suene bien, todo esto conmigo al mando desde la batería.»

Foto de portada: Toques del Río, banda en la que trabajó el entrevistado (imagen tomda del perfil del grupo en Facebook)

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