Lina de Feria sobre el estilo y la palabra

En una computadora de escritorio amarilleada por la incidencia de las luces y los años, escribe, a sus setenta de edad, Lina de Feria, la poeta a quien está dedicada la próxima Feria Internacional del Libro. Su apartamento tiene un aire escueto, con algo de lobreguez y con mucho del ruido que proviene de la calle Línea. La contaminación sonora penetra justo por la única ventana a la derecha del ordenador. Le pregunto si no le estorba a la hora de redactar. Ella dice que no, que es así como labora. Ya por costumbre.

Vive en el edificio Línea 207, desde el año 1967, el mismo en que recibió el premio David por el libro Casa que no existía.

Otros azares o signos que apuntan algunas de sus biografías son que nació en Santiago de Cuba, que fue Jefa de Redacción de la revista cultural El Caimán Barbudo y redactora de la página cultural del periódico Juventud Rebelde. Fue redactora de notas en Radio Enciclopedia. Fue asesora literaria en Güines. Trabajó para la Editorial José Martí. Presenta una extensa obra en la poesía cubana. Más de una veintena de libros. El diez de diciembre la AHS le otorgará el premio Maestro de Juventudes.

Pero desbrocemos un punto de iniciación en Lina de Feria.

¿Cuáles son sus comienzos en la literatura?

Desde niña tuve vocación artística. Tuve una buena formación; a eso de los trece se me planteó escoger entre ballet, piano y violín, pero me di cuenta de que mi verdadera vocación era la literatura, porque apareció desde muy pronto, creo que desde los nueve, cuando empecé a recibir premios en la escuela por la redacción de algunos trabajos de clases. Luego ya fue mi inmersión. Conocí por la lectura a Gustavo Adolfo Bécquer y a Juan Ramón Jiménez. Con esa poesía superior, y después la obra de Rafael Alberti, empecé a constituirme de una poesía propia. Todo ocurre desde muy joven y, en verdad, la carrera ha sido la que ha querido para mí el destino.

¿Por qué escoge la poesía?

La poesía, porque decididamente cuando proyectaba mis ideas alrededor de lo poético me sentía plena, mucho más que tecleando el piano, mucho más que tocando el violín. Cuando me convencí de esto, decidí formarme. Estudié Filología. Estudié Artes. Y así fui estableciéndome, junto a la lectura. Aprendí a leer desde una edad muy temprana. Fui dilucidando que la literatura era ese mundo maravilloso donde uno no descansa nunca, donde uno está fraguando continuamente.

¿Qué memorias conserva de los tiempos de estudiante?

Fueron los mejores. Es la razón de que esté tan ligada a la juventud ahora, porque como se diría, siento nostalgia por la persona que yo era cuando estudiaba letras. Era una gente vital, una gente completa, por los estudios de entonces. La escuela era la mejor que teníamos por aquellos años. Estaban, por ejemplo, Mirta Aguirre, Graziella Pogolotti, Retamar. Fue una escuela imperecedera. A mi paso por ella entregué mis ánimos y llegué a ser responsable de Cultura de la escuela, de la Facultad de Letras. Con certeza significaron años de los más preciados de mi vida, en los que la pureza se ligaba a una inocencia natural de la cual, después, se despierta.

¿Cómo valora la literatura cubana de los jóvenes autores, de la poesía que se hace hoy por jóvenes, cuando se imponen nuevas formas, nuevos discursos?

Es obvio que la juventud quiere decir trasgresión. Pero miro las cosas desde el ángulo de la esperanza. También la juventud, la gente joven, está llena de posibilidades, de hope como se diría, de ilusión, y es este el ángulo que en lo fundamental me interesa de la juventud de hoy. Esto de que son capaces de tener la suficiente flexibilidad en los estados de ánimo como para crear una nueva plataforma de acuerdo con los cambios que se necesitan. Creo que los jóvenes son cercanos a mí. Pienso en un Lázaro Castillo, en una Elaine Vilar. Ambos con mucho talento. Una juventud que ha dado a la Revolución la frescura de sus mentes, y eso es lo que en realidad hay que buscar: nuevos modos, pero nuevos modos con una calidad determinada. No todo lo que es trasgresor, es necesariamente joven.

¿Cómo describiría el período en que estuvo al frente de la Redacción del Caimán Barbudo?

Yo viví el Caimán Barbudo por los años sesenta. Hasta el setenta. Etapa dura. Estaban los trabajos productivos. Aunque se le llama la década encantada, la década maravillosa. Fueron años de estímulo para contribuir a la formación económica del país. Sin embargo, hacer cultura era difícil, puesto que había determinadas reglas, dogmatismos. Se daba una actitud negativa muy fácilmente. Entonces la lucha era por sembrar buena cultura, aparte de todo, para lograr desde el Caimán Barbudo ir introduciendo en el conocimiento de los jóvenes quién era, por ejemplo, García Márquez, Roque Dalton, otras grandes figuras de ese momento. Del llamado Boom de la literatura latinoamericana. Ciertamente nos tocó hacer revistas muy difíciles. Algunas fueron incluso vetadas por considerarse demasiado trasgresoras. Algunas traían formas del erotismo que eran muy fuertes, cuando había una cierta censura alrededor de lo erótico. Pero podemos decir que aquello sirvió de antecedente para la gran cultura que hay en la actualidad.

Este año recibe el premio Maestros de Juventudes. ¿Qué representa para usted?

Mi madre era pedagoga. Fue ella quien me enseñó a ver cómo, mediante el magisterio, se impulsaban a veces altos valores que el propio pedagogo ponía en práctica. Influir para bien es gratificante. El premio me hace muy feliz, ya que reconoce que participo en la formación de los jóvenes, que en ellos está, de alguna forma, mi trabajo.

Con todo, ¿cuál ha sido el mayor logro de Lina de Feria?

Es difícil de ver. Mas el logro, sin dudas, está en la obra. Yo tengo ya veintiséis libros, y salen seis más para la próxima Feria Internacional del Libro. En 2016. Como decía, el resultado va en la obra. Justamente porque yo nunca pensé que estaría creando al cabo de siete décadas de vida. En la Feria se presentará un nuevo libro de mi autoría, dedicado a Luis de Góngora, con el título Las nuevas soledades. Este libro reciente todavía imprime un trabajo que tiene que ver con mi estilo y mis características. Es mi estilo y mi palabra. He ahí, creo, un logro amplio a destacar. Haber conseguido un estilo propio. Y una obra propia.

Foto: AHS

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  • Muchas FELICIDADES PARA Lina de Feria en lo particular la tengo bien de cerca por participar junto a la AHS de Ciego de Avila en Los Juegos Florales y en el Area de la AHS de la feria del Libro Sin Pestillo bien merecido todos sus Premios y espero que se haga justicia con entregarle el Premio Nacional este año

  • Es cierto, Lina, la juventud posee una fuerza trasgresora que a menudo no sabe qué hacer con ella; pero confío en que siempre habrán Linas que nos inspiren a focalizar el telescopio.

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