Alexander Hernández Chang: Por la legitimidad de un arte reflexivo

En los últimos tiempos, en la provincia de Sancti Spíritus se ha levantado una polémica en torno a la legitimidad de ciertas tendencias del arte contemporáneo y como siempre, en este tipo de debates, hay criterios contrapuestos acerca de las producciones simbólicas más experimentales, las cuales, para algunos, carecen de elementos conceptuales que las avalen, más allá de su calidad estética.

Muchos consideran que el arte debe comprender una historia y un mensaje, tal vez porque en ese que llamamos “contemporáneo†se menoscaba lo que denominamos “artístico†o, quién sabe, quizás porque no queremos caer en el absurdo de esa enorme burbuja en la que un lienzo en blanco puede valer millones de dólares, solo con la excusa de que la imaginación corre por usted.

En este contexto, la provincia de Sancti Spíritus ha desarrollado varios seguidores de esa tendencia, aunque moldeada de conceptos locales en relación con la realidad cubana y acompañada de un discurso minimalista.

Precisamente, el joven creador Alexander Hernández Chang en su séptima muestra personal, Reflexiones, se refiere a las inequidades, debilidades, impotencias, incomunicación y falta de confianza en las posibles relaciones humanas que hoy nos agobian.

A decir del crítico de arte espirituano Luis Yero: «Hernández Chang cuenta con varios artefactos industriales que al manipularlos al estilo del más ortodoxo readymade crea nuevas formas de pensamiento reflexivo. Ese modo de travestir las cualidades de los objetos permite al autor ofrecer un sinnúmero de propuestas, desde aquellas que invocan la fe religiosa hasta las que hurgan en la condición humana maltrecha».

Hernández Chang propone al espectador interrelacionarse con sus instalaciones. Esa posibilidad de participación lúdica permite romper las barreras consagratorias entre el artista y el público, haciéndolo cómplice de sus inquietudes reflexivas, como se aprecia en las obras “Jugando a la vida†o en “Entrenamientoâ€.

Una cualidad sustancial de las obras exhibidas descansa en su factura impecable. Aquellas piezas que han sido intervenidas por el autor como los lápices (“Impotencia IIâ€), los espejuelos (“Autocríticoâ€) o la Virgen de la Caridad dentro de una urna (“Romper en caso de emergenciaâ€) revelan una labor de encomiable dedicación.

Completan la muestra que se exhibe en esta ciudad dos video-arte que buscan en la palabra o la escueta imagen visual dejar abierto el diálogo a quienes deseen reflexionar con el autor, a través del arte, sobre los casos y cosas de la vida cotidiana, y pretenden legitimarse en esta isla nuestra, que como principio de la misma contemporaneidad, apuesta siempre por la idea y el concepto.

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