«Estamos escribiendo también páginas de historia y resistencia»

Palabras de Yasel Toledo Garnache, vicepresidente de la AHS nacional, en la gala por el Día de la Cultura Cubana en Bayamo.

Muchas veces he imaginado el 20 de octubre de 1868. Siempre me ha parecido admirable la manera en que aquel día se entremezclaron las balas, el valor, las heridas y también el entusiasmo y los sueños, el sacrificio y la canción.

Quiero que pensemos en aquellos patriotas enormes, sin dimensiones, pero sobre todo en sus características como seres humanos, en esa capacidad tremenda para saber que Cuba siempre es lo esencial. Aquí estaba justamente el pueblo, hace 155 años, aquí se interpretó la marcha guerrera, convertida luego en Himno Nacional. Aquí el corazón de Cuba alcanzó más fuerza. Este es indudablemente un lugar con alma especial.

Hay mucho de belleza y de poesía en los sucesos de aquella jornada, versos en las acciones de mujeres y hombres, que colocaron a la Patria y el afán de un país más justo en el centro de sus esfuerzos. Me parece ver a Perucho sobre su caballo, sentir el júbilo del pueblo luego de unas 40 horas de combate. Veo a Carlos Manuel, a Francisco Vicente Aguilera y a miles de rostros, que incrementan el orgullo de ser cubano.

Cuentan que aquel día prácticamente no se durmió en Bayamo. ¡Cómo hacerlo entre tantas emociones y anhelos! Llegaban personas de lugares cercanos. Todos querían ser parte de algo tan singular y también saludar a esos iniciadores de una gesta que todavía despierta emoción. Luego, vinieron jornadas también intensas, en las que no faltó la poesía, la música, ni tampoco un periódico mambí, en el que había informaciones y arte.

Estar hoy aquí, donde palpita parte de las esencias de la nación, donde el corazón del país y los sueños son más fuertes, tiene un significado peculiar. ¡Cuánto simbolismo hay en este sitio, apenas a unos metros de la primera plaza denominada de la Revolución en Cuba y de las casas natales del Padre de la Patria, de Perucho y de Francisco Vicente, a quien Martí llamó el Millonario Heroico, el Caballero Intachable!

Estamos cerca también del lugar donde comenzó la quema por sus habitantes de la ciudad en enero de 1869. Desde aquí uno imagina las llamas consumiendo las edificaciones, los bayameses hacia el monte, el asombro de los españoles colonialistas ante ese acto gigantesco de coraje. Los techos caían, las construcciones se volvían oscuras. Día triste y grande, de gloria y amor a un sueño. Una ciudad antorcha, todo un ideal iluminado desde Bayamo.

Tenemos la suerte tremenda de que varios iniciadores de nuestras gestas independentistas fueron también hombres de cultura. Algunos escribían poesía, tocaban música de piano o componían canciones. En la manigua, casi con los disparos de banda sonora, se improvisaban décimas. Junto al valor y al arrojo casi de ciencia ficción estaba también la sensibilidad artística. Luego vinieron otros como José Martí, Juan Almeida Bosque y sus canciones, El Che con sus poesías y la pasión por la fotografía; Fidel y su capacidad de intelectual total, que siempre mostró gran interés por la cultura.

Ahí están sus intercambios con escritores y artistas en junio de 1961, sus palabras en los congresos de la UNEAC, los debates con jóvenes de la AHS en marzo de 1988 y el primer congreso de esa organización, que le concedió la condición de Miembro de Honor y también de Maestro de Juventudes.

Aquí está con nosotros el Quinteto Rebelde, cuyos integrantes fueron esenciales con sus canciones en la Sierra Maestra. El abrazo para ellos.

¿Cómo podemos ser verdaderamente fieles a tanto legado? Nos ha tocado vivir una época de transformaciones, de grandes preguntas. El país se actualiza no solo en lo económico. Habitamos un planeta cada vez más complejo, en el que a las dificultades del mundo físico se suman las del virtual.

Eso nos confiere una responsabilidad adicional con el presente, con la historia de nuestra nación, con nuestros abuelos y padres, y sobre todo con nosotros mismos, con nuestra moral de cubanos. Una responsabilidad enorme con el futuro.

 

La pasividad, el caminar con los ojos cerrados, el preferir el silencio antes que señalar un problema no son alternativas. Tenemos que ser protagonistas, Quijotes de este tiempo, sin pesimismo jamás y aspirando siempre a la belleza.

Creo en el poder de la poesía, y en la fuerza tremenda del arte, no solamente en galerías y escenarios, también en la vida cotidiana. Hay muchos versos en el esfuerzo diario, en la sonrisa de cada uno y en el afán de no rendirnos jamás, a pesar de las dificultades. Eso nos debe acompañar. Voy por la calle y digo un piropo, saludo con entusiasmo, trato de evitar la rutina,  porque con un simple gesto o un chiste podemos mejorar el día a alguien. Eso también forma parte de ser cubano.

Una intensa jornada literaria y artística se ha desarrollado en todo el país durante los últimos días, dedicada de manera especial a los jóvenes. Las nuevas generaciones de creadores no cesamos en el empeño de hacer crecer nuestra impronta. Brindamos nuestra obra en comunidades, llegamos a grandes centros, pero también a montañas, a hospitales y escuelas.

En esta propia provincia cada agosto visitamos sitios de gran relevancia histórica, como La Demajagua, e iniciamos el camino hacia lo más alto, a la cima del Pico Real del Turquino, al encuentro del busto de Martí, un ascenso que ya también para nosotros constituye un símbolo. Desde la AHS impulsamos, además, espacios de análisis, debatimos casi con fiereza y hacemos propuestas a favor de nuestra cultura y el país, siempre acompañados por la savia de nuestros Maestros.

Quizá en el futuro nunca naveguemos por un río apacible. Debemos imponernos retos cada vez mayores y, encontrar en la inteligencia colectiva, la sabiduría suficiente para vencerlos, por eso resulta vital la superación, evitar el sedentarismo intelectual, para ser también mejores seres humanos, mejores cubanos.

 

Hagamos de la belleza, entendida como bondad y búsqueda de perfección una especie de puente interminable, de motor que impulse cada gesto, cada palabra, cada acción nuestra y nos guíe en el camino de los anhelos.

Hace poco alguien nos preguntaba qué debemos salvar de la cultura. Indudablemente la cultura es siempre la que nos salva. Ahí están las esencias, la energía, el espíritu desafiante, el afán de alcanzar lo que parece imposible, el propósito de enamorar… Ahí palpita también nuestra identidad como nación y pueblo.

Ojalá Cuba sea siempre una familia enorme a favor del bien, sin importar donde estemos sus hijos. La solidaridad, el afán de ayudar y el amor hacia la Patria es también parte de nuestra cultura. En las bellas artes, en lo popular, en las tradiciones, en el orgullo de ser cubanos y en la voluntad de conquistar aparentes utopías radica la mayor plataforma descolonizadora a la que debemos aspirar como nación.

Desde aquí, desde este lugar con tanto simbolismo, ratificamos también nuestra solidaridad con el pueblo palestino, que sufre una escalada de agresiones y muertes. Defender la dignidad y la justicia en cualquier parte del mundo es otra enseñanza que nos debe acompañar siempre.

Son muchos los motivos para sentir orgullo de Cuba, de Bayamo y de nosotros mismos. Estamos escribiendo también páginas de historia y resistencia. Algún día los libros tendrán que hablar de este pueblo de hoy, de lo que estamos haciendo, pero sobre todo de cómo vamos a salir adelante. Ese será quizás el mejor poema de nuestras vidas.

Gracias siempre a nuestros antepasados, a esta Granma que tanto amamos, a los creadores cubanos, a los que nunca dejamos de soñar. Que el arte y la belleza nos acompañen siempre.

¡Viva la Cultura Cubana!

¡Viva Bayamo!

¡Viva la Patria!

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