El arte se niega a encerrarse dentro de un diccionario

Conocí a Fernando Fernández Tito gracias a las redes sociales y a una persona a la que quiero mucho, la cual fue la primera en llamarme la atención sobre su trabajo. “Estoy segura de que te va a encantarâ€, me dijo, y no se equivocaba ella. La obra de Fernando es una búsqueda de sentido, una exploración mágica sobre los sentidos y las cosas, un giro de tuerca al mundo que nos ha tocado vivir. Este joven artista, graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, se niega a encerrarse dentro de un diccionario, pero nos abre las páginas de su libro de vida a través de estas preguntas.

¿Cómo llegas a la creación? ¿Tuviste siempre claro que ese sería tu camino?

No sabría decir con exactitud, creo que desde pequeño sentía comodidad dibujando e interactuando inconscientemente con las artes. Es decir, todo provenía del instinto y el ocio; supongo que dibujaba no para ser dibujante sino más por la simple distracción de hacerlo. Considero que es algo común para casi todos cuando evocamos la infancia.

Decidir mi camino hacia la creación es algo que lleva poco tiempo conmigo, a pesar de no haberme dedicado a nada más en estos últimos años. La decisión ha sido gradual y principalmente ha estado motivada por la diversión que encuentro al crear. De niño estuve muy influenciado por los dibujos animados, el baile y la música; con esta última aún tengo un vínculo bastante especial.

Me gustaban mucho las canciones que se ponía mi abuela en la radio, al punto de llegar a reinterpretar muchas de ellas. Artistas y bandas como Soda Estéreo, Maná, Charlie García, Polo Montañez y Shakira son de los que más recuerdo; e incluso hoy, muchas veces, sus letras me sirven de apertura para nuevas ideas. Por aquel entonces, cuanta cosa veía era un detonante a la curiosidad y por consiguiente al aprendizaje. Considero que los períodos en mi vida han transcurrido con evidentes diferencias: en la niñez y la adolescencia existió mucha incertidumbre, pero el tiempo es quien crea patrones y nos define a través de aquella idea que se repite en nuestra mente, a veces sin explicación, a veces por pura pasión. Entiendo que me era imposible tomar otro camino distante a la creación, de haber sido así, ahora mismo no podría sospechar siquiera qué hubiera sucedido conmigo. Aseguro haber confiado en esa verdad que está dentro del instinto de cada uno y he podido ver como se ha vuelto algo más grande que cualquier conocimiento.

fotos cortesía del entrevistado.

¿Con qué palabras defines a las artes visuales?

Si tuviera que definir a las artes visuales con una sola palabra, sin duda usaría “juegoâ€. Opino que en general lo que ocurre en las artes y en casi todos los aspectos de la vida se puede equiparar a un juego. Ya lo que existe se nos presenta con una serie de reglas establecidas y las artes visuales no son una excepción, sus esquemas dependerán de lo que nosotros mismos seamos capaces de hacer con lo ya establecido. Cada artista puede desempeñar su propio arquetipo, con lo cual se puede llegar a influir sobre el rumbo que tomen las cosas desde nuestra propia mentalidad. Es un ámbito tan versátil y dinámico que definirlo sería igual que matarlo. Justo pensaba en el jugar porque es un espacio donde caben nuestros propios códigos, lo cual siempre está sujeto a reflexión o adaptación. A veces es tan abarcador que resulta hasta fácil perder el control, por eso creo que el discurso de un artista debe poseer un grado importante de responsabilidad y constancia a la hora de conectar con un público; ya que, dentro de todo juego, hay atajos para subir rápido de nivel, hay trampas y evidentemente muchos caminos, que más que nada, obtendrán sentido según nuestras propias decisiones. Un artista debe ver sus propios actos como una gran pieza para sí mismo y tratar de mantener su obra en evolución, más que todo. El arte se niega a encerrarse dentro de un diccionario, incluso para los más escépticos, aquí se juega con lo que cada uno diga que es arte.

Por estos motivos, intento no descartar ninguna posibilidad a la hora de crear. Claramente tengo predilecciones, la poesía, la música y las conversaciones son ingredientes fundamentales en mi proceso de creación, pero trato de mantener mi mente disponible a todo cuanto me rodea. De hecho, después de cada día, tengo un espacio conmigo mismo donde repaso lo ocurrido, a veces subordino hechos a ideas que conservo ya dentro de mi obra, otras veces exploro nuevos caminos que rozan la utopía, la reflexión, la crítica y, en especial, cosas que no he experimentado; en un principio todo aplicado a mi persona.

En su mayoría entiendo el arte como la traducción de lo explícito de la vida, a una posición metafórica que puede hacernos ver los momentos más oscuros a lujo de claridad, los días más felices a lujo de sus colores, la realidad más cruda a lujo de todo un manjar, a veces más visual o intelectual, da igual. Para los sensibles es un escape, para los no tan sensibles, un paso más para moldear una sensibilidad.

Citando al escritor de comics Allan Moore: “No es el trabajo de los artistas darle al público lo que quieren. Si el público supiese lo que quiere, no serían el público, sino serían el artista. El trabajo del artista es darle al público lo que necesitaâ€. Me atrevo a afirmar que necesitamos jugar a aprender, a reflexionar sobre lo ya reflexionado y a divertirnos con el conocimiento a favor de una constante superación.

¿Qué es, para ti, lo trascendente en el arte? ¿Importa en realidad la trascendencia?

Entiendo lo trascendente en el arte como la vida que puede llegar a adquirir una obra dentro de una generación, aquellas pautas que pueden marcar la memoria colectiva a punto de ser referentes para nuevas obras. En todos los tiempos queda mucho arte bajo las sombras de los hitos y esto no significa que sea de mayor o menor calidad. Creo que es misión del artista adentrarse a descubrir más allá de lo trascendente. Qué más distinguido que La Fuente de Marcel Duchamp, qué más notable que los estudios anatómicos de Leonardo Da Vinci, a día de hoy seguimos enlazados a su sombra, desde lo filosófico, hasta incluso en otros campos, como la medicina y la sociología. Considero que lo trascendental es una condición que puede adquirir cualquier obra de arte según el contexto que la rodee.

De cierto modo todo artista busca trascender, entiendo que es algo necesario para dejar constancia, o bien de un artista, o bien de un momento. Abre muchos caminos para las nuevas generaciones, para que existan nociones de todo aquello que se ha hecho y del papel que deben jugar los artistas a partir de eso. Personalmente no creo que tampoco la trascendencia deba limitar las ideas, decir que “ya todo en el arte está hecho†me parece que es negar el propio acto de la creación, con lo cual se debe concebir la trascendencia como un desafío hacia la propia creatividad.

fotos cortesía del entrevistado.

¿Sientes que el llamado “arte joven†es joven por su naturaleza o espíritu artístico, o solo por la condición biológica de los creadores?

Realmente creo que el llamado “arte joven†es eso que representa el arte en sí mismo. Si un artista con varios años de experiencia es capaz de afrontar riesgos conceptuales y visuales en su obra; creo que su arte es joven por igual. Para que exista un arte joven basta con trabajar sobre lo que aún desconocemos. Por consiguiente, los jóvenes artistas toman referencia de los más experimentados para simplemente conocer, y muchas veces habrá tiempo antes de dar a luz una idea novedosa. Creo que a lo que llamamos arte joven hoy día es a la condición biológica de los creadores, existen artistas con varios años de experiencia que aun poseen el arrojo hacia lo desconocido y están en constante búsqueda de nuevas formas de llegar a su público. Es precario pensar que un artista debe ser solo un instante, cuando puedes renacer con tu arte en todo momento.

¿Tienen los jóvenes suficientes oportunidades de llegar a un mercado nacional o internacional?

Creo que el mayor desafío en Cuba parte de cómo el artista debe insertarse dentro del medio. A veces es más importante tener también buenas relaciones que obra y ganas. Es una verdad que todos conocen, pero que a la vez no se expone a diario. Sería bueno arriesgarse un poco más con aquellos artistas que muchas veces quedan en silencio, así sea por introspección o porque simplemente el mismo medio ya establecido los inhibe.  Creo que la creación cubana debe tener en cuenta que también hay obra más allá del espacio de las galerías, de San Alejandro y el ISA. Considero que no se debe caer en la saturación de un pequeño grupo de creadores y por consiguiente en la marginación de otros. La historia del arte a cada rato nos da lecciones sobre esto, cuando reconocemos la obra después de la muerte de su creador, algo que en mi opinión debe ser desmitificado a favor de un mayor interés sobre lo que está pasando a diario con cualquier tipo de autor.

Por otra parte, está el tema del mercado, creo que todo artista busca vivir de su arte en algún momento y, siendo honesto, aquí en Cuba el mercado no es algo que tengas a la vuelta de la esquina. Definitivamente es un circuito cerrado, donde se mueven piezas con nombres consagrados y acceder a él tal vez no sea imposible, pero sí es algo engorrosamente afortunado. Normalmente quienes se dedican a mantener su obra deben tener otra ocupación que le genere algún tipo de ingreso. En este punto el artista se vuelve autogestor en cuanto a fondos y promoción de su trabajo. Es algo que igual he tenido que ejercer: mantener siempre actualizado el dossier de obra, mover el trabajo por las distintas galerías e indagar a su vez por las claves del mercado internacional. Por otro lado, las oportunidades son de quien permanece en el medio, un arqueólogo descubre algo inédito cuando trabaja a diario para ello, no hay muchas diferencias en el arte. Siempre las oportunidades exigen eficacia y una entrega a tiempo completo. Citando a Picasso: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajandoâ€.

fotos cortesía del entrevistado.

Entonces, ser un artista joven, ¿es un hándicap o una oportunidad en los tiempos que corren?

En estos tiempos ser un artista en evolución es todo un privilegio. El canalizar opiniones a través de la creación es algo que para mí posee un valor cultural gigantesco, de alguna forma todo cuanto hacemos es el reflejo de lo que se vive, tanto a nivel mental como real. Considero que la parte de hándicap es el momento donde existe la lucha entre los dogmas de la realidad y lo que realmente podemos querer. Depende de uno mismo la tolerancia y la motivación que se pueda tener. El arte exige mucho de sus creadores y por muy adversas que sean las circunstancias, como creador, siempre trato de enfocarme en los detalles que de una forma u otra pueden brindar una imagen más optimista de las cosas. Siempre me funciona como apertura al conocimiento, es un espacio para decir la verdad y plantear nuevas ideas, nuevas visiones, esa utopía que cada uno puede formular a su manera y que nadie nos puede quitar. Hoy en día debemos saber evolucionar, no solo como artistas, sino más como personas, entender que todo viene con matices y equilibrar la dificultad todo cuanto podamos.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Intento generar ideas prácticamente a tiempo completo, cosa que a su vez me resulta bastante ambiciosa y algo que no he podido conseguir del todo. Muchas veces repaso experiencias, conversaciones, instantes que por retentiva se han quedado en mi mente, lo mismo personas, canciones, escritos, películas y a veces hasta otras obras. Pienso que, si han quedado en mi mente entre tantas, ha sido por algún enlace en especial. Desde ese inconsciente nace el punto de partida para la mayoría de mi trabajo. Me resulta imprescindible experimentar cualquier tema en cuestión mucho antes de trabajarlo, y de no conocer ni siquiera una parte, pospongo el trabajo para otro momento. De igual manera me dedico a escuchar todo tipo de respuestas de la gente sobre cualquier cosa y a experimentar con lo que percibo. Soy muy fan a trabajar por las noches, encuentro ahí un espacio de meditación bastante curioso, e incluso prefiero andar las calles cuando la gente se va a dormir, me asienta aún más las ideas y puedo concentrarme mejor. Pero entonces aprovecho la luz del día para hacer eso que pensé en la noche, principalmente en forma de fotografías y dibujos. Me he dado cuenta que ambos momentos están en perfecto equilibrio y trato de obtener partido de ello: de día ocurren cosas que no me dejan indiferente, me he inspirado mucho en el comportamiento rutinario de las personas, lo que esto genera y en especial cómo afecta en la vida de otros.

A rasgos generales, mi proceso creativo es algo que tengo en constante reinvención, está integrado a mi persona. A veces vivo a tope con el tiempo y mucho después revivo todo en recuerdos como si fuera un filme en cámara lenta. De igual manera no es mi objetivo únicamente hablar de mí, al final busco poder empatizar con las personas, lo mismo a través de poesías que escribo para canalizar un momento determinado, que a través de cualquier otra obra. Debo decir que en ocasiones tengo la sensación de estar escribiendo un libro junto con cada obra que hago, entiendo el llamado statement como un spoiler de todos los trasfondos que pueden quedar plegados dentro.

¿Qué valoras, por encima de todo, a la hora de crear?

Realmente a la hora de crear cualquier obra lo que más valoro es ese acto de empatía que puede existir con el público. De pronto, a través de nuestra obra, tenemos pues la gran posibilidad de conectar con muchas personas al mismo tiempo, de dialogar con ellas y de algún modo intercambiar experiencias. El acto de comunicación se vuelve un instante donde puedes hacer llegar al espectador a muchas reflexiones, como artistas podemos dirigir esa conversación a caminos estéticos y conceptuales. Esto es, para mí, toda una cualidad extraordinaria del arte. También es bastante difícil encontrar a un público que no reaccione y permanezca indiferente hoy en día; tal vez no se exponga a los cuatro vientos, pero confío en que el arte cambia internamente al público que lo aprecia. Esa comunicación es el mayor objetivo que persigo a través de mi obra, pero al mismo tiempo, valoro mucho la capacidad que puede tener el acto de creación para utilizar todo tipo de situaciones para procesarlas y mucho después devolverlas a las personas que tal vez forman parte de ellas, con un giro de diferencia, así sea respondiendo a patrones estéticos, utópicos o poéticos. El hecho de brindar ese nuevo acercamiento a algo que percibimos prácticamente a diario es un proceso que, para mí, ha adquirido un valor incalculable: me mantiene activo saber que por difícil que pueda ser cualquier situación, siempre que existe un espacio para dirigirse hacia ella con otros ojos. Esa retroalimentación con las adversidades es lo que me hace crear a través de ellas, enfrentarme a ellas y encima hacer que la gente empatice con ellas.

fotos cortesía del entrevistado.

¿Hay temas o motivos que obsesionen tu creación, o estos fluyen y mutan en ti?

Sí, considero que mi obra es una completa obsesión, o sea, yo mismo estoy obsesionado todo el rato con el acto de estar generando ideas. Me interesa mucho la imagen cotidiana, sus estéticas e improntas, y he concluido en una serie de constantes que a cada rato evolucionan según mis propias motivaciones. Traduzco de esa cotidianidad, de las mismas texturas en las calles, de los ambientes de barrio, de los comentarios en el argot popular, fenómenos que están inscritos en la identidad y que muchas veces pasan inadvertidos. Ya ninguno de nosotros debería poder pintar un escenario de rosas cuando realmente debemos concientizar ciertas realidades y avanzar a partir de ellas. Tal vez no a modo de denuncia, ni a modo de un extremo crítico, sino más bien a las puertas de una reflexión que nos ayude a crecer, en principio desde la individualidad y, por qué no, a abstraernos en ciertas ocasiones. Es innegable que mi principal obsesión radica en las problemáticas sociales que nos inundan, en ese segundo mundo que existe en los ojos del cubano más común y corriente; y muy en especial el mundo religioso. Ya es algo que llevo investigando desde hace varios años y se ha convertido en el centro de atención de mi obra. Me he dedicado a consultar fuentes orales, contrastar información, documentar mucho de sus cultos más comunes, coleccionar inclusive varios de sus artilugios y en especial corroborar cómo, desde, ahí se desprende otra infinidad de temáticas.

A día de hoy me obsesiona entender cómo ha funcionado la fe sobre la mente del ser humano; más aún me domina conocer cómo en un momento dado se puede llegar a radicalizar ese pensamiento. Me refiero a este último punto ya que me ha llamado mucho la atención cómo a lo largo de la historia hemos sido víctimas de nuestros propios dogmas, así sean políticos, o así sean puramente religiosos, todo cuanto hacemos está iniciado por un sentimiento de fe… es entonces donde no podemos perder el criterio ante el fanatismo. Está muy de moda en la política moderna propiciar el no cuestionar, la escasez de sentido crítico y callar ante la imbecilidad del prójimo; personalmente opino que sin crítica y cuestionamiento no puede existir avance. Los mecanismos de control y la mentalidad de rebaño son cosas difíciles de admitir para cualquiera; y pienso que la mayoría de los problemas que hoy padecemos están derivados de ahí. Aun así, me motiva mucho saber que existe el día a día y que lo podemos usar como una gran oportunidad para hacer que las cosas cambien.

¿Crees que las redes sociales pueden impactar en el futuro a corto o mediano plazo en la forma en que consumimos arte? ¿Impactarán también en la forma en que se crea?

Opino que las redes sociales forman parte de un mecanismo de control, que ya a estas alturas es algo que está implícito en la vida de todos, desde las altas esferas hasta el ciudadano más común. Es ya prácticamente imposible escapar de su alcance. En política, los twists han ganado peso mediático, en el arte los perfiles de Instagram casi se han convertido en la certeza de existencia de un artista, la compra y venta existe ya dentro del ambiente digital; y todo eso me hace pensar que el uso de la red trae consigo una gran responsabilidad.

A través de las redes, una vez más nos ponen a prueba los extremos. No podemos remplazar el ir a una exposición, por ir a un sitio web de la exposición, a pesar de sus facilidades, nos estamos perdiendo de un sinfín de detalles que existen y solo son perceptibles con el contacto directo. Dentro de todo este instrumento mediático intento hacer prevalecer mi propio proceso de creación, es decir, no trabajo con el fin de llenar un perfil en primera instancia y mucho menos soy sincero con las redes. Fácilmente puedo postear una imagen del proceso de una obra ya realizada y encontrarme trabajando en una nueva serie completamente diferente. Si soy franco, manejo las redes con el cinco por ciento de lo que realmente hago, e incluso me gusta pensar que lo que se ve en las redes de mi obra es solo una de las visualidades de la misma. Al mismo tiempo creo que cada artista puede lidiar con las nuevas tecnologías a su gusto, pero es importante ser consciente de cómo esto puede llegar a incidir sobre su persona y sobre su propia obra.

Me resulta curioso como tristemente hoy en día vivimos envueltos en sociedades machistas, racistas, clasistas, muy atrasadas culturalmente, pero con tecnologías muy avanzadas que se han encargado de propagar las ideologías enfermas de nuestra cultura a través de un tipo de arte; es entonces donde las redes pueden hacer sombra sobre esa mayoría que ignora la importancia que tiene el arte en sus vidas. Toda obra de arte refleja la cultura que la creo y la cultura que la consume. A través de las redes esto queda más que claro cuando vemos cómo los artistas, en esta era de extrema comunicación, pueden ser distinguidos como influencers cuyo valor radica únicamente en cuantas cosas te pueden llegar a vender. Debemos saber convivir con este fenómeno y hacer que nuestro trabajo prevalezca, moldeando la cultura con los nuevos medios a favor.

En materia creativa, ¿qué te da miedo y qué te enciende?

Bueno, en cuanto a la creación debo decir que mi mayor temor es el tiempo en sí, el hecho de por algún motivo no poder crear más, o peor aún, no poder cumplir todo lo que quisiera cumplir. Creo que eso sería muy frustrante ya que, hasta el día de hoy, en su mayoría, mis ideas por muy disparatadas o atrevidas que resulten en un momento determinado, las he conseguido llevar a cabo con todo tipo de experiencias guardadas en ellas. Pero a la par estoy constantemente motivado, en especial cuando encuentro empatía con mi trabajo, cuando sé que no estoy completamente solo en esto y puedo acceder a compartir puntos de vistas con mis amistades. El debate en sí me mantiene activo, el contraste con opiniones que no necesariamente deben estar al corriente con las mías son detalles que me encienden a la hora de seguir adelante. Le debo mucho a mis amigos y familia, que han sido siempre el primer público al cual me he tenido que enfrentar.

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