Te celebro y te canto Mario Benedetti

Conocí a Mario Benedetti de forma casual en la mañana del 17 de mayo de 2009, conocí su fallecimiento y significación poética, ensayística, teatral, novelística y literaria de su obra, que abarcó disímiles temas como el amor, la muerte, la vida, las mujeres, el hombre, el pueblo, el montevideano de clase media, la Revolución cubana. Vino a florecer en mí ese sueño utópico de ser escritor-ensayista, poeta. Ese deseo de dibujar versos en un papel, en una imitación humilde a los primeros poemas suyos que mis ojos tocaron y fomentaron esa osadía de celebrarte con las palabras maestro y guía.

Recuerdo como si fuera ayer descubrir tus Poemas de la oficina, la novela la Tregua, el primer encuentro con la escritura coloquial de tu magno trabajo que ha sido traducido a más de 20 idiomas tocando puerta a puerta la sensibilidad del hombre y mujer común, reafirmando que tu poesía es pueblo y fecunda sencillez que no necesita de tus detractores académicos que han querido encasillarte nombrándote como un poeta menor.  

Quien ha leído y estudiando su obra reconoce esa perseverancia de escribir, releer, editar los manuscritos buscando la perfección. Y que no sería hasta su octavo libro cuando alcanzaría llegar a ese público joven que lo consagraría como uno de los escritores latinoamericanos más leídos y editados internacionalmente debido a la generosidad de brindarle al lector emociones, plantearle interrogantes, trasmitirles la luz que necesita la poesía y que otros autores no han sabido explotar enmarcándose en métodos académicos de selectos grupos que no representan el canto general de los lectores.

Mi compromiso es con la literatura y la memoria de un escritor pertenece a sus lectores expresos. Benedetti reconoce la sinergia que debe existir entre el escritor-literatura y el lector. La unidad dialéctica de estos factores está implícita en su labor literaria y ahí radica su legado, su leyenda. Este año 2020 se cumplirá 100 años de su nacimiento (Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920-Montevideo), tierra de grandes escritores que te acompañaron en la generación del 45 como integrante indiscutible e insoslayable a la memoria de los leyentes. 

Cuba, como segunda patria, conoció sus pasos y ese vínculo afectivo con Casa de las Américas al ser miembro del Consejo de Dirección de Casa de las Américas y fundador del Centro de Investigaciones Literarias de la institución en 1968. Tu accionar como exiliado uruguayo en Cuba marcaria para la historia el amor incondicional y recíproco con los intelectuales y lectores cubanos, que agradeceremos por siempre su presencia y compromiso con la Revolución cubana.

La escritora Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura, expresaría sobre Benedetti:

«Tanto hemos aprendido con Mario que los que hoy cantamos y escribimos, con su lengua hablamos. Mario no asimila retóricas posibles por eso es que no cabe, no puede ser tronchado en partecitas para ser entregadas a un Olimpo de dioses trasnochados. Mario viviendo con su asma, con esa misma Luz en un breve balcón, escribiendo poemas sin cesar, burlando el rastro de sus fracasados perseguidores, oyendo siempre el grito ahogado de aquel torturador, disfrazado de fantasma azul. Mario, triunfando siempre con la verdad en la mano y, escondido, tal vez, en el capítulo inicial de una novela inconclusa donde lo espera, sentada, la marioneta de trapo con la que Gabriel García Márquez quiso pintar un poema de Mario con un sueño de Van Gogh… y sobre las estrellas montevideanas… un 17 de mayo de 2009. Ahora, sus lectores vamos a entrar, con mucho gusto, en los preparativos de su primer centenario.»

El mejor homenaje en su centenario es releerlo con la promesa de hacer un trato codo a codo con su obra. Con la estrategia simple de siempre necesitarlo.

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