“Lo que me habita siempre es la incertidumbre”

En un panorama literario tan plural como el de nuestra Isla, seguir los embates de las promociones de autores noveles que, de manera constante, se suman a la creación ya existente es siempre un desafío para cualquier lector o escritor. Entre estos autores, la voz de Ray Veiro es, a mi criterio, una de las más interesantes.

Desde su incertidumbre, el llamado del oficio es una constante que Ray defiende. Atentos: este es un joven escritor que puede, si continúa en la ruta adecuada de lo creativo, sorprender y atraer. En cualquier caso, Ray Veiro es ya una voz a tomar en cuenta.

¿De dónde nace tu certidumbre de ser escritor?

Lo que me habita siempre es la incertidumbre, a cada paso, a donde quiera que voy. Nunca me presento como un escritor si alguien no me dice “muchacho sí, deja la bobería”. El problema de ser escritor/artista es que eso no se forma, uno siente que tiene el deber de escribir, que no puede hacer otra cosa en la vida. Si no escribo me siento inútil. Yo escribo aunque no me haya ganado el “título” de escritor.

¿Cuán difícil resulta, para un autor novel, insertarse en el panorama literario del país?

Un autor novel es como un recién graduado, entrenas rigurosamente para no hacer nada.

¿Piensas que existe competitividad o competencia entre las voces literarias del patio? ¿Es este un proceso negativo o tiene sus aristas positivas? ¿Cuáles?

La competencia siempre es buena, lo que pasa es que la gente compite con la persona, no con la obra. Ese es un fallo soberbio. Aquí todo se torna personal. Realmente uno no supone competencia para otro. Actualmente hay muchísimos autores con poéticas diferentes, incluso con antipoéticas, y todos tienen cosas que decir de diferentes puntos. Eso es lo bueno de la subjetividad, que hay cierta democracia. Lo que pasa es que a veces esa democracia es desbalanceada, y se le da toda a ciertos poetas que casi son omnipresentes en los medios y se callan a otros.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

El momento de escribir es, para mí, estresante. Siempre tengo sueño. Estudio dos carreras y el único tiempo que tengo para hacerlo es en la madrugada. Por eso siempre escribo molesto, frustrado conmigo mismo por dedicarle tiempo a otras cosas que no sé para qué me van a servir. Pero siempre me mueve la obligación de escribir.

A la hora de pensar en un libro, ¿cómo lo construyes, qué buscas?

Tengo poemas y relatos sueltos que nunca van a llegar a ser libros. Pero ahora estoy comenzando una relación bonita con el teatro. El teatro te permite tantas cosas maravillosas. Lo que busco para construir un libro, es que las historias tengan vida, memoria. Todo tiene cosas ricas que contar, a veces cosas que ocultar…

Ray Veiro (Cortesía del entrevistado)Ray Veiro (Cortesía del entrevistado)

¿Cuál es el papel del lector en los tiempos que corren?

Esta generación es visual, quedan escasos lectores. Hay gente que lee para encontrarse “frases chulas” y para repetir “cositas bonitas”, para que sepan que saben. Pienso que tenemos que leernos entre escritores. No nos queda un público amplio.

¿Piensas que se ha hecho poco de novedoso en las generaciones literarias posteriores a Generación Cero? ¿Hasta qué punto su influencia continúa permeando la creación?

La Generación Cero siempre está ahí, es un referente y sí influencia a muchísimos autores. He leído ya varios poemas que son Legna “pasada por agua”. Debe ser feo parecer una Legna desteñida, debe ser terrible no ser tú. Una vez leí en Facebook algo que Jamila le mandó a Legna diciendo “aquí se continúa hablando en idioma Legna”, y eso lo he comprobado muchas veces.

Pero también hay autores que hacen cosas novedosas. Puedo mencionarte a Martica Minipunto, que es performática desde sus letras hasta su imagen, o a Daniel Duarte y Noel Alonso que tienen una forma inquietante de abordar la filosofía. Y otro hombre, para mí, “monstruoso” es Jorge García Prieto. Hay muchos más que tendré la oportunidad de leer, debe haber muchísimos, pero escondidos.

En los últimos años se ha entrado en un proceso de contacto, parcial en todo caso, con la literatura de la diáspora, ¿piensas en la escritura cubana como un gran bloque, dividido por diversas distancias geográficas, o lo diaspórico es un fenómeno independiente de lo que se gesta dentro de la isla?

La literatura cubana definitivamente es un gran bloque, pero no se divide por distancias geográficas únicamente. A veces estamos dentro del territorio y sufrimos una rara especie de exilio interno. Eso del contacto parcial va más sobre la rectificación de errores que otra cosa, sobre ser bienvenido a medias.

¿Cuán importantes son las conexiones y las asociaciones en materia de promoción? ¿Piensas que los escritores se valen de relaciones de amistad para, por ejemplo, publicar o promocionarse?

Las personas escaladoras tienen su mérito, un atractivo risible. Y el mundo literario no está exento de ello. La buena literatura es la que permanece siempre. El tiempo dirá.

¿Qué libro te hubiera gustado escribir? ¿Tienes algún autor “de cabecera”?

Ningún autor es para mí un ídolo supremo. El fanatismo afecta las aperturas al progreso. Me gustan los autores que me muevan, que me desordenen dentro. La última que leí y me provocó millones de cosas lindas fue Nara Mansur.

¿Cómo definirías a la literatura joven cubana? ¿Qué la caracteriza?

No me atrevo a dar una definición de esta naciente generación, por ahora muy dispersa. Es como un niño malcriado que quiere una cosa y la quiere ya, pero falta consistencia. No se puede correr sin aprender a gatear, y eso he tenido que aprenderlo en carne propia.

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