Sobre «espacio abierto» y algunas mentes negadas a cerrarse

Resumir siete años de labor del taller literario «Espacio Abierto» resulta una tarea titánica, hercúlea, cuando no imposible, debido a la notoriedad que —gracias a los resultados de sus miembros— ganó este desde sus comienzos. Reconozco la brevedad del texto, ya que el presente trabajo solo aspira a ser un paneo histórico de las faenas del taller, de sus coordinadores y de los principales logros alcanzados en este tiempo. Realzo asimismo la importancia del aporte de cuantos asistieron a sus sesiones, por lo cual me duele saber que más de uno quedará sin ser mencionado, pero ellos saben que también están aquí. Sin más preámbulos: la epopeya de «Espacio Abierto», tal y como la viví en carne propia.

De manera oficial, el taller tuvo su inauguración en marzo del 2009, siendo la Casa de Cultura «Mirtha Aguirre», del municipio Playa, la primera institución patrocinadora del espacio. No obstante, las sesiones de lecturas y debates ya habían comenzado desde mucho antes. Durante tres meses, antes de que el proyecto fuera adoptado por el centro cultural, la propia casa de la fundadora, coordinadora líder y progenitora de la idea original del taller, Elaine Vilar Madruga, fue el recinto que acogió al grupo de amigos y escritores bisoños que conformábamos en aquel entonces las primeras líneas de asiduos. Gracias a Elaine se debió también el paso al sector institucional, pues ella en ese momento trabajaba como profesora de guitarra y de música en la «Mirtha Aguirre» y es así como se logró ese auspicio tan necesario para cualquier empresa que se digne de seriedad.

De aquellos días anteriores a la Casa de Cultura, recuerdo los muebles de mimbre de la terraza de Elaine, la lucha por un asiento que casi siempre acababa rasgándote con sus clavijas el pantalón o short de turno y sobre todo, esos primeros pasos para ir conformando la estructura del taller, las pautas para criticar un cuento y más aún, los intentos desesperados de cada integrante por traer una obra maestra lo más pronto posible. Eran días de incertidumbre para las tropas de la Ciencia Ficción (CF) y el Fantástico en Cuba. Faltaban años antes de que las puertas de las editoriales nacionales y provinciales se abrieran para nosotros. Pocos o ninguno de los más jóvenes pertenecíamos a la Asociación Hermanos Saíz y solo los consagrados más veteranos poseían la preciada filiación a la UNEAC. Para colmo el premio Calendario de CF se encontraba a punto de caer en una etapa de peligrosa intermitencia, de la cual, gracias al esfuerzo y reconocimiento concedido hacia nosotros por la presidencia de la AHS, emergió años más tarde con nuevos bríos y una calidad insuperable. Pero cuando el mundo editorial y literario del país te considera prácticamente un tumor dentro de las artes, ¿qué puedes hacer? Esa era la pregunta del momento y la respuesta de todos los asistentes a «Espacio Abierto» la sabíamos: seguir escribiendo y ganando en calidad escritural. Más temprano que tarde la razón demostraría estar con nosotros.

Las tareas del coordinador de un taller son demasiadas como para que puedan recaer en solo un par de integrantes. Además, la ley universal de la distribución de los recursos hizo imposible que una misma persona consiguiera reunir las facilidades necesarias para consolidar las metas del espacio. Razones de sobra para constituir una camarilla de coordinadores que en su momento inicial fue conformada por ElaineVilar, Jeffrey Dueñas, Carlos Duarte, Eliette Lorenzo y Juan Pablo Noroña. Estos dos últimos apenas estarían el tiempo suficiente para que sus nombres fueran historia, pues motivados por la postrimer zombificación del fallecido taller «Espiral» abandonaron su integración a «Espacio Abierto» para acudir a los encuentros que, casualmente, tenían lugar los mismos días, a la misma hora, al otro lado de la ciudad. Mucho más pudiera decir sobre la desunión de las tropas de la CF cubana, pero ese tema es mejor dejarlo para un artículo propio.
En cuanto a nuestro taller en sí, continuó desarrollándose por algunos meses más en la Casa de Cultura, hasta que Raúl Aguiar consiguió abrirle un espacio los domingos en el Centro «Onelio Jorge Cardoso», el cual sería su punto de encuentro habitual y más conocido. Una de las características inalienables con las que contó «Espacio Abierto» desde su inició fue el transmitir los cuentos por vía digital a todos aquellos miembros que tuvieran correo electrónico; labor ésta en la cual Carlos Duarte resultó fundamental durante los años que duró el taller. A partir del 2011 esta función se expandió de forma nacional hacia las provincias y el alud de escritores y cuentos provenientes de las áreas extra-capitalinas fue arrollador, llegando incluso a superar los trabajos presentados por los residentes en La Habana.

Otro de los logros que archiva esta historia son los eventos que con nombre homónimo comenzaron a organizar los coordinadores y miembros fundadores a partir del primer año del espacio. Entre el primer evento y el segundo hubo solo cuatro meses de diferencia debido a la gran recepción por parte del público y la expectativa generada con los temas abordados en la primera entrega. El tercero de estos encuentros constó con una proyección internacional, contando con invitados y panelistas foráneos; algo que no volvería a repetirse hasta el año 2015. Durante los siete años que «Espacio Abierto» se mantuvo activo, se realizaron en total ocho eventos, dos de ellos en la UNEAC. En el 2010, como parte de dichas actividades, se instauran los premios «Oscar Hurtado» que comenzaron siendo solo de cuento, en las modalidades de CF y F. Más tarde la expansión de estos alcanzaría la poesía (2011) y el controvertido premio de ensayo que entraría en el 2012 y del cual nada bueno se puede decir.

En el mismo 2012, Jeffrey Dueñas abandona la coordinación entrando por él Gabriel Gil y Raúl Aguiar, quien hasta ese momento fungía como colaborador especial. Siguiendo la escalada de triunfos, el 2013 trajo consigo lo que considero el segundo mayor éxito del taller: la antología de cuentos Hijos de Korad, publicada por la editorial Gente Nueva, en la emblemática Colección Ámbar. Dividida en dos segmentos, CF y F, esta obra recoge a más de treinta autores miembros de «Espacio Abierto». La acogida del título por parte del público fue tal que en 2014resultó ganador del Premio Jurakán en la modalidad de libro de cuento; galardón este otorgado por el fandomcubano a la obra más popular enmarcada en un determinado año editorial. Por esas mismas fechas, Gabriel Gil sale del equipo de coordinadores por motivos de trabajo. No podría tampoco dejar de mencionar la revista digital Korad, la cual desde el 2011 hasta la actualidad produce Raúl Aguiar y donde se han publicado en la red cuentos, poesías, ensayos, críticas, ilustraciones y opiniones personales de los talleristas, así como contribuciones de amigos del resto del mundo.

Quisiera ahora hacer una escalada en la máxima conquista a la que, en mi opinión, cualquier taller literario debe aspirar: el crecimiento profesional de sus asistentes. Todo proyecto de este tipo consta con alguna estrella natural, el clásico diamante en bruto que opaca con su talento al resto y al que seguirle los pasos acaba siendo el objetivo común de cada participante. Sobra decir que en nuestro caso fue/es ElaineVilar Madruga quien, por solo mencionar algunos de sus logros en el panorama nacional, ganara en 2013 el Premio Pinos Nuevos de Narrativa con una obra de corte fantástico, La hembra alfa, y luego en el mismo año, dos Premios Calendarios, el de CF y el de Narrativa Infantil y Juvenil, con Salomé y Dime, bruja que destellas, respectivamente. Mas, no se podría hablar de un buen taller si solo uno de sus integrantes cosechara laureles. Por tales motivos es hora de mencionar los Premios Calendarios que siguieron al de Elaine: 2014, Dennis Murdoch con En la boca del lobo; 2015, Eric Flores, En La Habana es más difícil; 2016, Alejandro Martin, Chunga Maya y otros cuentos. Por si fuera poco, Malena Salazar se alzó con el Premio David de CF en 2015 con su obra Nade, luego de más de veinte años sin convocarse este apreciado certamen. Y si fuera poco, incluyo otro Premio Pinos Nuevos de Narrativa con temática fantástica y mudas de realidad; además de un sinnúmero de menciones en los susodichos concursos que validan a los jóvenes escritores del país. Sumemos entre estas últimas, la obtenida por Gabriel Gil en el importantísimo Premio Cortázar de cuento con un relato de CF y también las archivadas por Daniel Burquet, quien en 2016 ganara el Premio Aquelarre de Cuento. Lo anterior es una simple muestra de la fuerte presencia de los talleristas en el circuito de concursos nacionales para escritores noveles.

Paso, entonces al plano editorial:

Elaine fue la primera de los jóvenes en publicar. Su libro Al límite de los olivos conformó el cierre de la Colección Impacto, de la editorial Extramuros en el 2009. Es una selección de cuentos de CF con la cual obtuvo una Mención Especial en el Premio Calendario.

En 2012, Gabriel Gil rompe el hielo para los jóvenes de manera personal dentro de la Colección Ámbar, en la editorial Gente Nueva, publicando Por casa tengo el espacio, un libro de cuentos con lo mejor de su obra. Yoss y Michel Encinosa, dos de los autores consagrados del género e integrantes del taller, habían conseguido insertar títulos como La quinta estrella, En la noche salen las quimeras y Leyendas de los cinco reinos, pero la mayor gloria del libro de Gabriel fue despejar las dudas del resto de inéditos: era hora de presentar y abarrotar las editoriales. Vendrían luego libros personales como Historias de los altipuertos/Guerra de dragones; Promesas de la tierra rota; El vuelo del Ilirith; Cerrar los puños; Ingenieros y jenízaros; Historias de Vitira; Danzario mecánico; entre otros… Las antologías también han sido un ambiente propicio para la cofradía de «Espacio Abierto». Además de la ya citada, el taller participó en otras pertenecientes a Gente Nueva como son AxxisMundi y En sus marcas, listos… ¡Futuro! También la antología Tiempo Cero, de la Editora Abril y más recientemente contamos además con la colección de cuentos de fantasía épica Viejos magos, jóvenes guerreros, de la editorial Letras Cubanas; Los mil y un zombies, editorial Ácana y la edición de «Los mundos de la guerra» que aún se encuentra en trabajo editorial en los planes de Gente Nueva.

Por desgracia, por simple ley natural de las cosas, «todo lo que sube…» y el taller, como buen representante de la CF, no pudo sustraerse a los efectos negativos de la gravedad. A partir de 2014, la calidad de los cuentos que se leían comenzó a decaer y el desarrollo de los nuevos integrantes que entraron en «Espacio Abierto» fue casi nulo. Desde ese entonces, salvo honrosas excepciones, solo los antiguos miembros concursaban, discutían, promovían, publicaban y defendían a capa y espada los principios de la F y la CF en el panorama literario. Los que llegaron después no poseyeron nunca el ímpetu que caracterizó a las primeras generaciones.

Por aquellos días, Elaine empezaba a hacerse una figura reconocida internacionalmente y tras la llegada de viajes de trabajo al exterior, comenzó a difundir la CF cubana más allá del Malecón. Antes que ella, solo Yoss había conseguido vencer los límites de la cortina de bagazo, llevando con él los nombres de los autores del patio y paseándolos por los cinco continentes. La ausencia de Elaine y su voto definitorio se hizo sentir, cuando fue imperioso renovar y expandir la labor de «Espacio Abierto». 2014 era el año vital y se dejó escapar. Entre los proyecto que jamás vieron la luz estuvo una Peña Literaria dedicada a la CF y F nacional, de carácter mensual y con cita en la UNEAC. También varias propuestas de actividades que animaran más los encuentros teóricos que ya desde esos días se veían en plena decadencia. Además, no se pudo lograr que los coordinadores activos decidieran unir fuerzas con los grupos propios del fandom para programar un evento de escala nacional que pudiera unificar la labor de divulgadores y creadores en un mismo objetivo.
Algunos de los más jóvenes en el taller tienen la opinión de que la caída de este se motivó porque los miembros que alcanzaban por aquel entonces el plano profesional, con Premios y libros publicados, se alejaron y ya no participaban de manera activa en él. La respuesta a esto la da Raúl Aguiar, quien en un sinnúmero de ocasiones ha referido que la vida de un taller literario es efímera y que los talleristas que cumplen su etapa en él, es natural que se retiren a desarrollar sus carreras personales. Además, también según Raúl, los talleres tienen la tarea primaria de formar a los novicios en el arte literario, ofreciéndoles las técnicas adecuadas para ello e incentivándolos durante el proceso de creación. Partiendo de estos conceptos, ¿qué función cumplían los más viejos y que representaba el taller para ellos, sino un lugar de recuerdos y pertenencia al cual sentirse ligado? Si para colmo, durante las sesiones de «Espacio Abierto» los cuentos a leer padecían de tan baja calidad y los nuevos miembros demostraban a todas luces una completa negativa a la evolución literaria, ¿es de extrañar que la mayoría de los que sí apostaban por el progreso escritural y los logros se fueran para no volver? Aún así, varios de ellos continuaron asistiendo con relativa regularidad al taller, ofreciendo opiniones e ideas que cada vez eran más ignoradas por la media asistente y el ejecutivo. Con el tiempo, menos de un año después, reventó la soga y el eslabón más débil resultó ser el propio «Espacio Abierto».

El 2015 fue año de pura inercia, a pesar de contar la presencia de invitados extranjeros en el Encuentro Teórico. El 2016 fue el acabose. La asistencia, hasta entonces establecida, contaba usualmente con más de una docena de miembros. Durante el último año esto decayó a menos de la mitad de ese número. Prácticamente no había cuentos que leer y ni hablar de su calidad. Yoss mantuvo la bandera en alto, leyendo una saga completa de cuentos suyos, pero ese esfuerzo fue insuficiente. Se necesitaba motivación, participación en concursos y renovación en general de las huestes de la CF y la F. Para colmo, ciertos síntomas propios del campo literario cubano y que ya venían haciéndose notar dentro de nuestro gremio, empezaron a recrudecerse. Entre ellos estaba el dañino y letal síndrome de la invisibilidad post-publicación, que no es más que el efecto de ignorar a un autor luego de que haya alcanzado algún logro importante en las letras nacionales.

Usando el latinajo característico de Yoss, el non plus ultra de esta enfermedad tuvo lugar durante un encuentro en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, donde la AHS invitó a algunos conocidos representantes del género a dialogar sobre la CF y la F cubana. Cualquiera pensaría que en semejante marco, auspiciado por una institución que promueve el arte joven, se hablaría de las nuevas generaciones de escritores de F y CF, conformadas por miembros del taller «Espacio Abierto»; que además se mencionaran sus nombres, obras y lauros, pero no, el síndrome de la invisibilidad había mordido fuerte. De los cuatro panelistas, solo la representante de la rama femenina citó con nombres y apellidos a la vanguardia joven de las mujeres en el género. Otros dos salieron limpios de la justa. Uno al realizar el habitual paneo por la historia antigua del fantástico en Cuba y el otro al enmarcar su intervención en el plano editorial actual y los intereses de las editoriales con respecto a la temática que nos interese. Pero la última intervención fue la que hundió el barco, al referirse su locutor a nada más y nada menos que a la Ciencia Ficción Latinoamericana moderna. ¿Dónde quedó entonces la merecidísima mención de los jóvenes que con sudor y esfuerzo mantienen vivas las letras del género fantástico en Cuba?

Ignorados públicamente, degradados al olvido y siendo aún hoy, mal vistos por varios de los nuevos miembros del gremio y al mismo tiempo usados por otros para magnificar su propia relevancia en esta historia y galardonarse con méritos y beneficios inmerecidos, ¿cabe esperar apoyo incondicional por parte de los viejos talleristas? Y que conste, que no somos de la opinión de que un palo hace monte, ni que un libro consagra; mas, duele y desanima que personas con las que compartimos vicisitudes en el pasado, desestimen nuestros logros y más aún, intenten minimizarlos, ocultarlos e incluso acusarnos de tener la culpa de las malas decisiones tomadas por ellos en lo referente al taller «Espacio Abierto».

En el verano de 2016, se declaró que «Espacio Abierto» estaba en receso por tiempo indefinido. En los meses siguientes, ha tenido al menos dos intentos de reanimación cardíaca que han resultado ser un fracaso total. Nuevos planes de colocar un marcapaso en lo que otrora fuera el corazón de la CF y la F en nuestro país se avecinan en el futuro cercano. Pensando solo en el buen estado de la literatura fantástica cubana, les deseo la mejor de las suertes; aunque, pienso, que en no pocas ocasiones, es mejor retirarse a tiempo y dejar un buen sabor en la boca, antes de convertir el pastel en una amalgama sin base ni sostén alguno.

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