talleres literarios


El sueño de aprisionar el corazón de los lectores

Claude Nogueras es muy joven. A veces olvido su edad cuando la oigo defender con pasión un proyecto o una idea literaria, y más aún cuando leo sus textos. Bien sabe Claude que la literatura es la pieza esencial en el laboratorio de su vida, en el acertijo y en el rompecabezas de su espiritualidad. Reciente ganadora del Primer Premio Laboratorio de Escrituras “Encrucijada†en las categorías de Narrativa y Proyecto de Libro, esta joven escritora comienza a abrirse paso en el mundo de la literatura, convencida de que este es su camino inevitable.

¿Cuándo decidiste que la literatura iba a ser el camino que acompañaría tus pasos?

De una forma u otra, nunca tuve dudas. Desde niña me interesé mucho por la literatura. Cuando me preguntaban a qué quería dedicarme en el futuro, mencionaba todas las profesiones habidas y por haber pero, al final, “contaba los votos†y eran mayoría aquellas relacionadas con las letras. Tengo guardados poemas y cuentos que aún hojeo de vez en cuando. Verlos me saca una sonrisa porque, a pesar de que no eran gramatical u ortográficamente perfectos, recuerdo haberlos escrito con mucha pasión, durante horas de dedicación e ilusiones. Siempre disfruté leer, sobre todo las obras de José Martí; me acompañó durante preciados años de mi vida el libro La noche, de Excilia Saldaña, y viví también grandes romances con Bécquer, Lorca y Rubén Darío. En mi etapa estudiantil participé en concursos nacionales de Español Literatura y tuve el gusto de ganar en varias ocasiones. Me vinculé también a talleres literarios y Casas de Cultura. En resumen, me gusta pensar en la literatura como un refugio, una pieza que completa el rompecabezas de mi vida y una parte inevitable de mí.

Entre el momento en que el artista descubre el llamado de la vocación y ese otro momento en que sigue sin frenos su llamado puede transcurrir un buen tiempo. ¿Sucedió así en tu caso?

Totalmente. A pesar de amar la literatura, hay momentos en los que ciertos caminos dentro de uno mismo se bifurcan. Estudié Licenciatura en Turismo en la Universidad de La Habana y mi escritura pasó a habitar un segundo plano. Dejé de contemplarla como una profesión a futuro. Nos casábamos y nos divorciábamos muy seguido pero, tarde o temprano, retornábamos juntas al punto cero, al espacio en el que solo éramos ella y yo, al espacio de la creación. Considero ese un método muy efectivo para saber si algo te apasiona. El secreto está en preguntarte si alguna vez has logrado sacudírtelo del alma. Mi respuesta siempre ha sido no. La escritura me acompaña. Crece y evoluciona conmigo. Todos los días aprendemos juntas.

De ahí que pueda decir, con absoluta certeza, que el momento en el que decidí emprender un camino sin frenos con destino a mi vocación de escritora fue hace pocos meses. A través de un gran amigo, a quien le estaré por siempre agradecida, conocí el proyecto Laboratorio de Escritura “Encrucijadaâ€, que de manera online diriges. Este espacio y mis compañeros de laboratorio me han inspirado e impulsado a redescubrirme o, quizás, a descubrirme como autora, a asumirlo con todas sus letras. A todos agradezco por formar parte de una experiencia tan enriquecedora.

¿Por qué decidiste usar un seudónimo en vez de tu nombre? ¿Qué evocaciones te trae el nombre que elegiste para firmar tu obra o a quién rinde homenaje?

Utilizo el seudónimo Claude Nogueras en lugar de mi nombre porque la escritura es un acto tan introspectivo para mí, que a veces me produce la sensación de ser una persona distinta, conformada solo por letras e ideas que logro moldear durante las horas de creación. Es mi alter ego.

Claude es una modificación del nombre Claudia, personaje principal del libro El cuervo dijo nunca más, de Carlo Frabetti. Leí esta novela en mi etapa adolescente y me causó un gran impacto. Me convirtió de manera súbita en amante definitiva de la poesía y la prosa. Despertó en mí un instinto de indagación que me llevó a conocer, posteriormente, las creaciones de disímiles poetas y escritores. Marcó un antes y un después en mi relación con la literatura. Por otra parte, Nogueras hace honor al apellido de Luis Rogelio Nogueras, escritor cubano cuya poesía me cautivó desde el primer instante. Entendí enseguida su obra y leerlo se me pareció a una conversación, en la que me familiarizaba de manera increíblemente fácil con la intención de su voz y su forma de expresar.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus principales influencias creativas?

En todo momento, cuando hable de influencia, hablaré de inspiración. No me referiré al hecho de partir, quizás, del estilo de algunos autores para conformar el mío. Nunca me ha resultado de esa manera. En realidad, tengo serios problemas para responder cuando me preguntan cuál es mi autor o mi libro favorito. La lista es tan extensa como alcanzo a recordar. Antes que escritora, me gustaría considerarme una admiradora de todo tipo de autores y artes. No me cierro a ninguna creación. Tal vez me aferro a unas más que a otras porque conectan conmigo desde un punto de vista íntimo. La cuestión es que, para mí, las influencias se traducen en golpes de motivación, en lo que se siente cuando “se te prende el bombilloâ€. Es el caso de las historias que nacen de observar una fotografía, una escultura o, simplemente, del estado de ánimo que me provocan las actitudes de los personajes de un libro. También pueden surgir de la letra de una canción o de la música; incluso de las personas del día a día, que son grandes artistas y ni siquiera lo sospechan.

¿Cómo definirías tu estilo?

No sabría definirlo. Diría que mi creación se encuentra en fase experimental. Estoy concentrada en explorar varios géneros dentro de la literatura y, a medida que lo he hecho, he encontrado nuevas formas de contar historias y conformar personajes. Probablemente me ubico en uno de los momentos más importantes de mi desarrollo como autora; por eso aún no me atrevo a caracterizar mi estilo de escritura. Queda un largo camino por recorrer. De hecho, siento una gran curiosidad por saber cómo me percibirán los lectores. Soy toda oídos.

Y tu proceso creativo, ¿cómo transcurre?

Puedo definirlo en dos etapas. La primera corresponde al momento en el que fundo a mi personaje: sus características, sus conflictos y el espacio en el que habita. Se asemeja a crear un universo, uno que empieza de cero cada vez que se inicia una historia. Puede demorar días, una semana o más, en dependencia de los ritmos de la vida y las exigencias de labores adyacentes a la escritura. Llega a ser un proceso lleno de cuestionamientos, frustraciones, desesperanzas, expectativas traicioneras; pero se torna similar a la sensación de subir a una montaña rusa, pues sabes que se acerca el punto de inflexión y, de ahí en adelante, será una caída libre, a la que puedes dilatarle el aterrizaje tanto como prefieras. Concibo ese momento de caída como la fase de creación literaria en sí, cuando ya soy capaz de monitorear los signos vitales de mis personajes y comienzo a escribir sin ataduras. En mi caso, las citas con la página en blanco deben transcurrir en absoluto silencio y completa soledad; razón por la cual a veces despierto temprano para escribir de madrugada.

A tu criterio, ¿un escritor tiene que ser necesariamente un buen lector o basta con que sea un buen intérprete de su propia realidad?

Considero que la lectura es para la escritura lo mismo que la afinación para la música. En mi caso, leer me ayuda a escribir, me hace “entrar en el tono adecuadoâ€. Por otra parte, la realidad de un escritor es tan transformable como alcance a diseñar su imaginación. La realidad nos ofrece valiosas libertades de construcción literaria. Así que definiría ambas opciones como métodos de estudio, fuentes de inspiración e impulsoras de la creatividad.

¿Cuál es el lugar que ocupa el escritor en el mundo contemporáneo?

El escritor puede ser tan poderoso y versátil a través de su arte como se lo proponga. Puede convertirse en un magnífico showman de las letras, entretener y moldear lo increíble en la mente de sus lectores. Puede también darles voz e identidad, al crear personajes con los que las personas logren empatizar. Puede ejercer el derecho a la crítica mediante sus obras, desde puntos de vista históricos, sociales, culturales, económicos y proponer nuevas formas de entendimiento. En el mundo contemporáneo, específicamente, tan marcado por el intercambio en redes sociales, el escritor se convierte además en vocero, consejero, promotor directo de sus obras e ideas. Se ubica más cercano a sus lectores, tiene la posibilidad de conocerlos mejor y viceversa. En este sentido, adquiere también mayor responsabilidad y competencia al reinventarse constantemente y al generar un impacto en cadena que se propaga con alarmante rapidez.

¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?

No me lo había preguntado hasta ahora; pero me encantaría adentrarme más en el mundo de la escritura cubana actual, y conocer todas las posibilidades de colaboración que existan. Me interesa la transversalidad entre las diferentes formas del arte, por lo que me gustaría llevar a cabo proyectos que mezclaran la literatura con otros medios de expresión artística. Por el momento, alcanzo a pensar en mis maravillosos y talentosos compañeros del Laboratorio de Escritura y en lo interesante que sería llegar a concretar una propuesta de obra literaria entre todos, una colección de nuestras creaciones. Por otra parte, fantaseo con la idea de lograr la puesta en escena de mis obras teatrales. Me sentiría muy honrada y sería un sueño cumplido verlas interpretadas por actores y disfrutadas por el público.

Un escritor es siempre un analista de su tiempo, ¿hasta qué punto lo real es importante en tu obra?

Lo real podrá llegar a ser tan importante en mis obras como lo sea el objetivo supremo de estas. Soy bastante fiel a la idea de que el escritor debe escribir acerca de lo que sabe. Y si hay algo que sé o al menos siento, con toda certeza, es mi realidad. Esto no significa que no pueda reinterpretarla o ponerla de cabeza a la hora de plasmarla en una historia, al punto de llegar a transformarla en una realidad distinta. Tampoco significa que sea la misma realidad del lector o de otros escritores. Es completamente relativa. Creo que de este principio parte la originalidad y la genialidad de la escritura o de cualquier otra manifestación artística. Lo real, percibido de manera diferente por parte de todos, enriquecerá las obras con interpretaciones diversas, válidas y enfocadas en tantos puntos de vista como autores y lectores sean capaces de imaginar.

Eres una autora que juega con disímiles géneros (el teatro para niños, la ciencia ficción, la narrativa, etc.), ¿por qué te interesa cruzar esas fronteras genéricas?, ¿qué nuevas visiones otorga ese cruzamiento a tu escritura?

El trabajo en disímiles géneros constituye la línea trazada en ese plan experimental que había mencionado anteriormente. Soy una escritora recién nacida, diría yo, me resulta imprescindible explorar todas las formas de locomoción, expresión y gestualidad dentro de la escritura. Estoy convencida de que, en algún punto, sabré delimitar mi zona de confort; sin embargo, no ofrezco garantía de que me quede ahí. Me gusta plantearme desafíos y enfocarme en diferentes perspectivas. Por eso me interesa cruzar estas fronteras genéricas. Se trata de aprender y lograr sorprenderme a mí misma. Si el año pasado alguien me hubiese dicho que estaría escribiendo teatro, por ejemplo, quizás no me hubiese reído, pero al menos hubiese hecho resistencia ante la credibilidad de ese augurio. Sin embargo, he encontrado un género en el que me siento bastante cómoda y que ha llegado a resultarme fascinante.

No voy a negar que, a veces, encontrarme ante un océano tan vasto de posibilidades genéricas me ha provocado cierta parálisis como escritora, o me ha hecho correr el riesgo de brincar de un género a otro sin llegar a vincularme con ninguno. No obstante, he logrado dedicarle el tiempo necesario al estudio de las particularidades que se requieren para la escritura en cada caso y continuaré haciéndolo. Tengo claro que la base para desarrollar la experticia en cualquier campo parte de la constancia y la paciencia, así como del esfuerzo realizado en la medida correcta.

cortesía de la entrevistada

En tu obra abordas la reescritura y actualización de los mitos griegos, ¿qué tienen estas historias antiquísimas que contarnos y por qué volver a ella desde una mirada actualizada?

La mitología ha sido uno de mis grandes descubrimientos dentro de la escritura. Si bien había estudiado antes algunos mitos y leyendas, no había vislumbrado la posibilidad de utilizarlos en la creación. Cuando tuve conciencia de esto, me resultó tan obvio como saber mi nombre. Claro que podía transformar lo que tan ingeniosamente había sido creado hacía muchos años y traerlo a un contexto actual, incluso futurista. La mitología es como la realidad de otro mundo, nuevamente me detengo en lo relativo que puede llegar a ser aquello que conocemos o creemos conocer. Desde nociones tan distintas a las actuales, referidas a los orígenes del día y la noche, la luna y el sol, la mortalidad y la inmortalidad, hasta el replanteamiento de las reglas entre los lazos familiares, la moralidad, o las relaciones entre los hombres y los animales, entre otras cuestiones; la mitología es un universo de libertades, sin censuras, de lo inimaginable, de límites difusos o inexistentes en lo absoluto. Todo esto la convierte en un paraíso para el escritor, tan apetecible como envidiable, pues siempre me hace cuestionarme si alguna vez llegaré a crear algo tan perfecto y completo, como el gran entramado de mitos y leyendas que conforman un sistema de historias con valor universal imperecedero.

Volvería a ella una y otra vez en mis escritos por dos razones: por una absoluta fascinación personal y para mantenerla latente, de la manera más honrosa posible, dentro de la literatura. Cuando trabajo en su reescritura y actualización, lo hago con el propósito de brindar una lectura nueva de estas historias antiguas y con el objetivo también de dejar abierto el camino hacia la historia original, lo que puede resultar muy beneficioso para aquellas personas que quizás no se hayan acercado lo suficiente a su estudio.

¿El mundo del teatro infantil (en este caso específico, su escritura) es tan difícil como muchos otros dramaturgos han afirmado antes? ¿Qué particularidades has descubierto al encauzarte en esa ruta?

Cuando me dispongo a escribir en cualquier género no suelo pensar en las dificultades que pueden llegar a presentarse. Simplemente escribo con el empeño de llegar al final. En el caso del teatro para niños no fue diferente. He escuchado que muchos autores lo consideran difícil; sin embargo, pude abordarlo con tranquilidad y confianza. ¿Es particular? Por supuesto. Escribir para niños implica, al mismo tiempo, no excedernos en intentar escribirles. Creo que se puede incurrir en el error de explicar demasiado o utilizar expresiones que quizás puedan subestimar la inteligencia de los pequeños lectores. Es necesario delimitar el rango de edades para el que se escribe, definir el público meta y, a partir de ahí, modular el lenguaje, los temas a tratar, así como la manera de expresar las ideas sin que el niño lo encuentre en exceso complejo o, por el contrario, explícito. Un equilibrio en este sentido garantizará que se mantenga atento hasta el final de la obra. Una vez se hacen a un lado estas preocupaciones, la literatura infantil es muy divertida de crear. Especialmente en el género teatral, con su carácter dual, literario y de representación, la escritura se convierte en una grata experiencia, pues te permite imaginar las acciones de los niños sobre el escenario y el desborde de sus personalidades arrolladoras y espontáneas.

¿Cuáles son las principales ventajas que el mundo contemporáneo le puede ofrecer a un artista, y cuáles los principales hándicaps?

Tal y como expresaba anteriormente, son innegables las ventajas que el mundo contemporáneo le otorga al artista a través de su presencia en redes sociales. Le facilita un medio para la promoción y distribución de su obra, así como para el establecimiento de un contacto más directo e inmediato con sus seguidores. Le plantea la posibilidad de acceder a numerosos certámenes internacionales y de participar, de manera virtual, en conferencias, ferias y demás eventos desde cualquier parte del mundo. Podría hablarse entonces de la globalización del arte. Sin embargo, la creación de contenido en redes o sitios web no siempre se realiza de forma responsable y, junto al valor creativo de diversas obras artísticas, coexisten otras de conceptos erróneos y proyecciones con carácter destructivo. Por esta razón es importante desarrollar estrategias de posicionamiento, para ubicar al buen arte en las plataformas indicadas, que le permitan desarrollarse y protegerse dentro de un entorno adecuado de convivencia virtual, y en el que se canalice a un público meta determinado.

Por otra parte, si hablamos de ventajas y desventajas, me viene a la mente también el caso de las autopublicaciones en el mundo literario y las crecientes posibilidades virtuales que  llaman a la puerta del escritor. Los autores deben pensar en esta forma de publicación como en las dos caras de una moneda: funcional siempre y cuando la acompañen factores como la experiencia, el prestigio de autor y las herramientas cognoscitivas necesarias; e ilusoria cuando, desarmado de dichos factores, el escritor corre el riesgo de dejarse llevar por cantos de sirenas y convertirse en el responsable de conducir su obra a un trágico naufragio.

cortesía de la entrevistada

El a veces difícil recorrido de los premios literarios ha comenzado a abrir sus puertas para ti. Acabas de obtener el Premio Laboratorio de Escrituras “Encrucijada†en su primera edición, y además en dos categorías de las tres convocadas (Narrativa y Proyecto Literario). ¿Cuáles son los beneficios puntuales que sientes que un premio puede otorgarle a un autor novel como tú?

Aprovecho esta ocasión para agradecerles nuevamente a todos los involucrados en la realización de esta primera edición del Premio, especialmente a los jurados Eduardo Herrera Baullosa, Annalis Castillo Seguí, Milho Montenegro, Malena Salazar Macía, David Martínez Balsa y Eric Flores Taylor, por la dedicación y el arduo trabajo de deliberación realizado. Igualmente, felicito a todos mis compañeros del Laboratorio participantes del concurso, especialmente a los ganadores: Rolando Enrique Labrador (ganador del Premio de Poesía), Melissa Díaz Leyva (Mención en Poesía), Diana Mesa Levy (Mención en Narrativa), Lisandra Quirós Izquierdo (Mención en Narrativa), Shabely de la C. Botello (Primera Mención en Narrativa) y Amelia Apolinario (Mención en Proyecto). 

Obtuve el premio de Narrativa con mi relato Mujer-canción, donde abordo la relación entre los recuerdos y la música; mientras que, en el caso de la categoría de Proyecto Literario, resulté ganadora con mi proyecto de obra dramática Zona Mundo: descendientes de la ira, basada en una investigación y actualización de la mitología griega, emplazada en un contexto futurista. Para una autora novel como yo, los premios en certámenes literarios influyen mucho en la motivación y consolidan la seguridad y la confianza que uno desarrolla respecto a su escritura. A pesar de la subjetividad a la que se someten las obras en concurso, los galardones brindan la oportunidad de ganar una mayor visibilidad y ponen en valor el trabajo del escritor, avalado por el criterio de expertos. Por otra parte, triunfar en un certamen puede significar la entrada al mundo de los contratos editoriales y constituir un paso más de avance hacia la materialización del sueño de ver publicada la obra.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Claude Nogueras?

Un signo de interrogante y una corredora contrarreloj, cazadora de migajas de tiempo. Claude Nogueras transcurre entre espacios de observación, cuestionamiento y estudio. Es de una edad distinta cada día, de pensamientos indisciplinados con un común denominador: el sueño de aprisionar el corazón de los lectores. Si no habita en la página en blanco, entonces acampa en sus fronteras. No se concibe en ningún escenario distante de los dominios de la literatura y de las tierras conquistadas en su favor.

cortesía de la entrevistada

Talleres literarios, ¿son realmente necesarios?

En varias conversaciones con amigos escritores hemos caído en la misma pregunta, ¿son necesarios los talleres literarios para la formación de los escritores? Como bien reza el dicho: “para que el mundo sea mundo, tiene que haber de todoâ€. Por lo tanto, hay los que dicen que sí y los que dicen que no.

No soy un gran conocedor de talleres literarios, ya que solo he asistido de forma activa a dos: el Taller de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción “Espacio Abierto†(EA) del que soy uno de los coordinadores; y al Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, del cual me gradué en 2014. El Centro Onelio no es un taller en sí, pero le daré tratamiento de taller en este texto, ya que, en algún momento del curso, se realizan talleres a los cuentos de los matriculados. Así que plantearé mis criterios basándome en las experiencias adquiridas en ellos.

De EA se ha hablado mucho, e incluso se nos ha llamado “la mafia de la ciencia ficción en Cubaâ€. ¿Los argumentos? Varios. Entre los más frecuentes está el que “todos de los jurados de los concursos de ciencia ficción y fantasía en el país, son de EAâ€, y por esa razón, “todos los ganadores de estos concursos pertenecen a EA o se reparten los premiosâ€.

Eso es totalmente falso. Entre los jurados de importantes concursos nacionales de ciencia ficción y fantasía han estado escritores y editores que no pertenecen al taller, como es el caso de María Elena Llana, Raúl Flores y Gretel Ãvila, por solo mencionar algunos. Además, no es el taller el que selecciona los jurados. Ah, que la mayoría o la totalidad de los ganadores de estos concursos especializados en ciencia ficción y fantasía pertenezcan a un taller que se dedique a estos géneros, como lo es EA, es otra cosa. ¿Por qué será?

Y si nos repartiéramos los premios, debería ir a pedir el último en la cola para recibir los míos. En fin…

Del Centro de Formación Literario Onelio Jorge Cardoso (o el Centro Onelio) también se ha hablado, y mucho. Sin embargo, el mayor reproche que se le hace al Centro, es decir que no tiene razón de ser, o que su función está magnificada por sus organizadores. Ya que, cuando se dice que, la mayoría de los escritores cubanos ganadores de premios y menciones a nivel mundial son egresados del Onelio, afirman que el Centro no tuvo nada que ver en esos logros.

O sea, que sin el Centro Onelio o EA, la literatura cubana estaría igual o puede que, incluso, mejor.  

Es cierto aquello que dijo el Premio Nobel José Saramago durante su visita al Centro Onelio, cuando afirmó que en el tiempo de Shakespeare y Cervantes no existían talleres literarios. De hecho, Saramago confesó nunca haber estado en uno. Otros escritores alegan que, con todos los talleres existentes hoy en día, aún no ha aparecido el próximo Shakespeare, Cervantes o Saramago.

No existían, cierto. De hecho, los talleres literarios (ya como talleres) comenzaron a tener auge en la década del 60’; y antes de ellos, había excelentes escritores sin necesitarlos.

Es lógico también que, debido a que muchos de los escritores cubanos son egresados del Onelio, casi todos los ganadores de premios y menciones a nivel mundial, sean de este Centro. Al mismo tiempo, esto no es enteramente un logro del Onelio. Del mismo modo que, cuando un miembro de EA se gana un concurso de ciencia ficción o fantasía, tampoco es un logro exclusivo del taller.

Sin embargo, ¿quién tiene la herramienta para medir hasta qué punto influyeron, o no, alguno de estos talleres en su vida como escritor. Si preguntas dicen “mucho, poco o nadaâ€, pero ¿y la medida exacta? Hasta de los errores y las malas experiencias se aprende. Por eso se les llama experiencias. O sea, si pasaron el curso del Centro Onelio o asisten a los talleres y grupos de WhatsApp de EA, siempre va a existir esa mayor o menor influencia en sus logros.

¿Para qué sirven los talleres literarios?

Como dice el Maestro Heras: para brindar herramientas. El mismo Maestro en su charla de bienvenida afirma a los que entran al curso del Centro Onelio, que ellos no van a crear escritores ya que, de hecho, lo son. El Centro solo les brindará una guía (mala o buena, correcta o no, depende de cómo lo reciba cada quien, pienso yo), las herramientas necesarias y la teoría literaria para escribir correctamente. Unas de las frases que más me gusta del Maestro Heras, es cuando dice que, al terminar el curso, de ahí saldrán mejores escritores o lectores o editores y de ser posible, mejores personas. En mi experiencia personal, creo haber salido tal y como lo pronosticó el Maestro.

Hay quienes pasan la primaria, secundaria y hasta la universidad y no sabe escribir ni la mitad de bien que un joven de 18 años acabado de matricular al Centro Onelio, o miembro del Taller Espacio Abierto. ¿Eso quiere decir que las escuelas no sirven? No lo creo. Cada cual aprovecha las enseñanzas de los talleres y las escuelas a su manera. Incluso, hay quienes no las aprovechan en absoluto. Pero ya eso no es culpa de los talleres o centros de enseñanza, sino de la persona.

Algo más que se fomenta en los talleres literarios es la introducción a determinadas obras, temáticas, géneros: a abrir la mente a todo tipo de literatura y a otros autores. Una función importantísima de los talleres como EA y el Centro Onelio, es que apuesta por lo humano, por el crecimiento del escritor más allá de lo literario. En EA y en el Onelio se fomenta la competencia sana y leal: tanto personal como con el prójimo. Esa competencia en la que te alegras tanto de tus logros como de los ajenos.

En ambos talleres se ofrecen conocimientos, herramientas, ayuda y asistencia en la búsqueda de esa entelequia personal y profesional. Además, se inculca esa ética profesional y el respeto hacia el artista. Ya que a uno puede gustarle la obra de otro o no, eso es normal; lo que sí no se enseña en ninguno de estos dos talleres es a ofender al escritor.

Además, una de las funciones principales de ambos talleres es la de promover la lectura y la literatura. Ninguno de los detractores de los talleres ha podido jamás negar esta parte. Hoy en día, en Cuba (para no hablar del mundo) se ha perdido el hábito de leer. No obstante, en todos estos talleres se insiste en que se lea y se haga a diario. Tanto en Espacio Abierto como en el Centro Onelio se han realizado y se están gestando programas para la promoción de la lectura y la literatura. Ah, ¿son estas tareas propias y exclusivas de los talleres literarios? No, no lo son. Pero, ellos se suman a esta causa.

¿Son imprescindibles estos dos talleres para la existencia de la buena literatura en Cuba?

No lo son. Existía y existe excelente literatura en Cuba fuera de estos talleres. Sin embargo, es imposible demostrar que sería mejor sin ambos talleres. Los escritores que han bebido de los conocimientos de escritores más veteranos y experimentados han adquirido herramientas que, sin estos talleres, podrían haber demorado meses o años en aprenderlas y quizás más tiempo aún para perfeccionarlas.

Al igual que una persona puede construir un puente sin ser ingeniero, podemos asegurar que un ingeniero puede levantar este puente en menor tiempo y con mayor calidad. Esta es la función de los talleres: acelerar el florecimiento y formación de los escritores que se acercan a ellos.

Por supuesto, con esto no quiero decir que los talleres literarios son perfectos o lo mejor que le podría pasar a un escritor. Como muchas son las buenas experiencias en los talleres, también son muchísimas las malas. En ocasiones los talleres suelen ser contraproducentes, desmotivacionales o negativos para algunos escritores emergentes. No lo negaré nunca. Me constan varios ejemplos en los cuáles a jóvenes escritores les dijeron que “mejor se dedicaran a otra cosaâ€.

Hay que tener en cuenta que tanto el Taller Espacio Abierto como el Centro Onelio están conformados por personas. Seres humanos imperfectos por naturaleza. Siempre va/n a existir esa/s persona/s que te quiera/n hundir o desanimar, consciente o inconscientemente. También esos que, con buenas intenciones, solo hacen más mal que bien. Estos aspectos negativos se ven, sobre todo, en talleres especializados como EA cuando asiste alguien que no es conocedor o fanático del género.

¿Cuál es la solución?

Estudiar y leer mucho. Tener fuerza de voluntad, autoestima y saber discernir la ayuda de lo que no lo es. Elegir aquellos criterios, consejos o comentarios que más creas que pueden ayudar a tu camino como escritor. El resto, ignóralo. Toma el grano y deja la paja. Eso fue lo que hicieron esos escritores a los que les “aconsejaron†que se dedicaran a otra cosa. Hoy por hoy son reconocidos por sus colegas, han publicado varios libros y ganado múltiples premios a nivel internacional. Han sabido crecerse ante las dificultades.

¿Estas situaciones negativas solo se ven reflejadas en la literatura, o solo en los talleres literarios? Por supuesto que no. ¿Estos consejos solo se pueden aplicarse a los talleres literarios? Otra vez: no.

Como dije, los talleres literarios están conformados por personas, buenas y malas. Todas imperfectas. También lo es la sociedad. Si van a criticar o atacar, no dirijan sus ataques a los talleres, y sí a esas personas en particular.

Nada de esto es razón para desacreditar el trabajo de los talleres literarios. Independientemente de la existencia de malas personas o malos momentos, también hay muchísimas buenas personas, escritores que han dedicado parte de sus vidas a ayudar a los demás.

Además, lo que en verdad habla por los talleres literarios, su mayor logro, es la afluencia de miembros, la permanencia en ellos y la participación. Si EA o el Centro Onelio fueran tan malos, negativos o innecesarios como algunos dicen, ¿por qué llevan más de una década de trabajo cada uno? ¿Por qué razón muchos egresados del Onelio quieren volver? ¿Por qué, escritores que pertenecen a EA, luego de irse del país o tomar otro camino en sus vidas, siguen participando desde la distancia y defendiéndolo?

Sin embargo, en ningún momento ningún taller debe acreditarse el logro del escritor, ya que era escritor desde antes de entrar al taller. Quizás si Cervantes o Shakespeare hubieran asistido a talleres literarios, la cantidad de Quijotes, Hamlets u Otelos serían mayores. Quizás no. Eso nunca lo sabremos con certeza.

Por lo tanto, en mi opinión, ¿son imprescindibles los talleres literarios? No, no lo son. Ah, pero ¿son necesarios? Sí, y mucho: son vitales hoy en día.