Daniel Duarte


Capítulo #12: El ejercicio del Chamán (notas sobre el libro Telar de Daniel Duarte de la Vega)

I

La poesía es un ejercicio para un Chamán. El acto de hacer la poesía solo es similar al acto de hacer el mundo, de interpretar el mundo, de ser mundo. Un poeta debe saber que la creación del mundo es una acción poética por antonomasia. Un poeta puede modificar la realidad o la percepción colectiva de lo real. En él la lógica de lo causal y el mundo espiritual yacen como respuesta a un mismo poder.

Un Chamán es un poeta. Su expresión posee la facultad de curar, de comunicarse con los espíritus y presenta habilidades visionarias/adivinatorias. Puede hilvanar los sucesos y reinterpretarlos para la enseñanza. Su imagen simboliza un puente hacia lo desconocido para la tribu. ¿Intermediario? Su voz es la urdimbre en tensión para sostener la esperanza colectiva.

El gesto del Chamán es visible en muchos poetas cubanos. La Editorial Letras Cubanas (por ejemplo), publicó el libro Telar. Un cuaderno del poeta Daniel Duarte de la Vega (Pinar del Río, 1983) al que un jurado compuesto por Carlos Augusto Alfonso, Alberto Marrero y Charo Guerra, le concedió el premio Pinos Nuevos 2018 en la modalidad de Poesía.

Fotos Cortesía del entrevistado
Fotos Cortesía del entrevistado

Con diseño de cubierta de Alfredo Montoto Sánchez y edición de Leymen Pérez, el libro se instala como una sinfonía de Vivaldi en la escritura contemporánea cubana. Daniel Duarte teje su interpretación sobre los fenómenos de la naturaleza mientras se repiensa como animal social/político. Su escritura es un ejercicio contemplativo de la hipervulnerabilidad de las emociones y el contacto con el mundo de los objetos.

El libro está estructurado en dos partes. El primer segmento lleva por título La urdimbre y, el segundo, Bastidores. Aunque hay que resaltar la presencia de imágenes fotográfica (de un marcado valor artístico) y puntos suspensivos en páginas totalmente en blanco que permiten dinamitar la dramaturgia del libro. El lector puede dialogar con una prosa poética bien lograda y un ritmo armónico que hace del cuaderno un ejercicio de ascensión.

Pudiera parecer que el libro está compuesto por dos poemas de múltiples pasajes. Donde los sucesos están fragmentados a un nivel sensorial solo para exponer la belleza de sus encuentros.

Fotos Cortesía del entrevistado
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La urdimbrees una fracción del cuaderno donde el mundo interior del poeta se muestra como un cuerpo meditabundo, hurgando en el próximo suceso posible. La mezcla de imágenes reales con metáforas da sentido a su existencia. El poeta permanece presente ante el ojo común, ante lo desagradable que también es bello, ante lo inmóvil. Su proxémica con el mundo colectivo se rige bajo el debate de la experiencia y la memoria emotiva.

Al igual que la urdimbre la memoria se mantiene bajo tensión durante el proceso de tejer las vivencias. En la poesía de Daniel Duarte el hilo de lo sensorial es fuerte y resistente, capaz de acoplar los hilos sueltos de cabos retorcidos.

La segunda parte del libro empieza con un ejercicio rítmico. Donde la rima y el lenguaje circulan bajo la estructura de la prosa poética. Bastidores es una exploración del mundo de los objetos y la naturaleza. El poeta en un movimiento de resilenciacontinua,indaga en imágenes referentes a su mundo exterior.

Fotos Cortesía del entrevistado
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II

Elementos múltiples dan forma y significado al gesto chamánico de la autosanación y la contemplación del otro. Como en una práctica yóguica, Daniel Duarte de la Vega se desplaza entre las leyes de la existencia. Su prosa es una meditación sobre la memoria, una búsqueda de la verdad y su estado natural en los objetos. En ese ejercicio senso-perceptivo el poeta obedece a su condición para interpretar las acciones del colectivo.

…retenida en sí misma, más allá del azar omnipresente y fálico,nuestra tranquilidad depende de lo que cada uno le otorga; de sus propias metáforas. (p. 13)

Lo desagradable del mundo común es material para interpretar las verdaderas leyes según el poeta. Allí encuentra imágenes exploratorias y su filosofía de vida.

…solo Truffaut comprende que la imagen perfecta nunca será alcanzada por un rayo de luz, solo la luz conserva su destello agobiante. (p. 14)

En medio del ejercicio de percepción, el contexto parece un elemento hostil. Una coreografía inalterable donde los actores deben ser exactos. El poeta filtra la realidad y nos avizora: todas las cosas tienen un fin. La postura del poeta es sangrar con la imagen y asumir que el lenguaje es la explicación más noble ante el desastre humano.

…todo estaba previsto para que sucediera así, la retina y los pájaros deben envejecer y lo hacen; todo estaba previsto, el I Ching lo confirma. (p. 16)     

La poesía de Duarte es un viaje hacia la verdad en el estado natural del mundo. Una meditación que hace de la memoria un sujeto-otro dentro de un mismo cuerpo. Allí lo desconocido hace mella y nos lanza más allá del deseo. El poeta nos recuerda lo que estamos destinados a ser: fruta/arboles/madera/isla bajo el agua.

…¿ves qué absoluta tu mano y el cítrico en su acidez? prevalece aquel doblez sobre la planta marchita, por eso allí resucitan la nervadura y la res. (p. 42)

Fotos Cortesía del entrevistado
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III

El carácter contemplativo de Telar permite al lector un diálogo desde una sensibilidad estética. Una relación compleja dada a partir de la posibilidad de intimar y la confrontación con lo inesperado. Una especie de retiro espiritual donde el Chamán marca la hoja de ruta como tabla de salvación. Dislocar los distintos cuerpos afectivos que inspiran a este cuaderno, es el destino del lector. Un Babel espiritual sumerge las angustias y las transforma en clavos oxidados ante el ojo que lee.

Daniel Duarte de la Vega es un poeta que actúa desde una perspectiva esperanzadora. Su obra se mueve cómodamente entre la filosofía de la compasión, los distintos materiales provenientes de las artes plásticos y la estimulación literaria.

El humus cultural que yace entre sus páginas lo muestran como un ser de luz. Sus preferencias escriturales construyen un auto-retrato que simboliza su existencia. La pluralidad de imágenes que impactan en la figura del sujeto lírico, desplazan la historia personal y la convierten en una imagen-mundo. La bivalencia de su poética es la base su motivación.

Como un chamán, convierte a los espíritus de la naturaleza y de los hombres en sus familiares. Una acción que se traduce en lenguaje/viaje/conocimiento. Puede ahondar en los múltiples estados de la conciencia y modificarlos. Así se ha ganado su estilo. Su poesía es un método de sanación.


De la indestructibilidad del telar (+ poemas)

Del telar la urdimbre, la tensión del hilo, la cosa figurando en el bastidor. ¿Cómo nombrar entonces la ciudad, la transfiguración de las cosas tan cotidianas y tan poco conocidas? el sonido inca, después, quedan enormes puntales”: la génesis, el alud de fonemas urdiendo la palabra tela. No habrá vacuidad posible para los versos-tejidos que les presento.

Habiendo leído Telar, de Daniel Duarte de la Vega, solo resta decir que de la sintaxis de este telar difiero entonces lo de simpleza, y veo su interior: de la tela el lenguaje, del telar lo indestructible, lo imperecedero infinitamente, lo que arma y desarma, pero es esencialmente lo indestructible esa capacidad omnisciente de las cosas.

En la obra de Daniel, no solo sus palabras tan bien colocadas, todo su sonido, sino esa fe terriblemente cierta en las cosas que no vemos, esa “acumulación fastuosa de posibles señales”. Dice Harold Bloom que “creer significa liberar el elemento indestructible que hay en uno mismo, o más exactamente, ser indestructible, o más exactamente, ser”. En efecto, en el libro de poemas Telar asistimos a conocer el yo más profundo en lugar de la psique fragmentada. La esencia. El telar que somos. La urdimbre necesaria.

Como si la palabra transgredir no tuviera obcecadas las entrañas, y en su giro semántico se descubra castigada por todo verso potente, así de peligrosa y bella será la ciudad que “espera ser transgredida”, la ciudad llena de símbolos tejida por Daniel Duarte en este libro. La paciencia (pienso en la paciencia como método de conocimiento kafkiano), también parece advertirse en estos poemas desde una distancia responsable: observar pacientemente el mecánico gesto del telar, y ser para siempre con el cosmos.

He aquí entonces la indestructibilidad del telar, lo pertinente de la simbología tela-ciudad-naturaleza-hombre-miseria-urdimbre-cosmos que se mezclan para formar la ontología de las cosas prístinas, o al menos las cosas más comúnmente olvidadas.

Las frases entrecomilladas son de Daniel Duarte de la Vega. Telar (Poesía). Premio Pinos Nuevos 2018. Editorial Letras Cubanas, 2018. La Habana, Cuba. (Disponible en librerías de la capital cubana). Daniel Duarte también fue merecedor de Calendario 2018 con Las Transiciones (Casa Editora Abril).

 

Poemas de Daniel Duarte de la Vega

la ciudad -transgredida- coquetea con uno cruzándose de brazos; «todo es un ejercicio, dice, un grosero ejercicio de irrumpir en la piedra».

obsesionado entonces, bajo el cálido asfalto de su lengua materna arde el ojo y escucha, reflexiona -inclinado- sobre la actividad frenética que el pesamiento suele dejarle a uno en el estómago, ve que en la telaraña psicológica de una imagen cualquiera prevalece su enigma; y en la piedra, tatuadacon esa tinta china: «la nada universal» -su pared psicológica-: otra ciudad que espera para ser transgredida.

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del lenguaje su aspereza, sus rendijas clausuradas, la imagen lábil y cruenta revolviéndose en la nada; también la doble explanada por sobre los arrabales, la letra exhibe canales, brotes de ámbar: ¡palidez!, el sonido inca, después, quedan enormes puntales.

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dentro del grito está el hilo temporal que lo atraviesa (el susrro, contenido) y el júbilo en la certeza. mientras, invaden fluidos de plantas ornamentales, la embriaguez brota a raudales, sobre la espera !la letra!, tan obstinadas penetran o bien tan accidentales.

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del hilo blanco a la máquina (terca como la locura) se ha transformado en usura el calor, la mano errática. ¿qué nos confunde y nos cura? las espirales se invierten tal como el hilo o la suerte de signos que se bifurcan, y hacia la máquina apuntan igual la vida y la muerte.

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sabiendo como cuestan las grandes decepciones hemos sido también parte de ellas.

cierta luz anodina se multiplica así y esplende y en la grieta infalible de esas oscilaciones (tan emocionales) resplandecen fragmentos, una estría que irradia cierta hospitalidad. allí anidan señales demasiado precisas, canta el pez azaroso su canción infinita y el ridículo muerde su pedazo de pan, allí la ira escupe sobre esa cuerda floja (sin apenas saberlo), sobre esa superficie que tampoco es real.