crítica cultural


Guerra culta: Pensamientos para la Cuba del presente y el futuro

PalaA propósito de la presentación del libro Guerra culta. Reflexiones y desafíos 60 años después de Palabras a los Intelectuales, de Ediciones ICAIC. (2 de julio de 2021 en la Cinemateca de Cuba).

Uno imagina aquellos encuentros de junio de 1961, las palabras de Fidel, sus gestos, el ambiente. En las semanas más recientes hemos escuchado varias veces el tono de su voz gracias a la grabación de aquella emblemática intervención del día 30. Uno imagina las reacciones de los demás, ¿qué pensarían, qué sentirían mientras escuchaban al líder revolucionario, al mismo ser humano que había cambiado el destino de Cuba y en diversas ocasiones demostró su capacidad para conquistar lo aparentemente imposible, para
convertir sueños en realidades? 

En la Biblioteca Nacional, dialogaba el mismo hombre que había dirigido el asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, la lucha en la Sierra Maestra, el triunfo del primero de enero de 1959, la victoria en Playa Girón. Ahí estaba el principal impulsor de la
Campaña de  Alfabetización, el seguidor de las ideas de José Martí, el amante de la cultura, el intelectual, que era también abogado, militar, profundo humanista…

En un contexto muy complejo se sentaba a conversar con los escritores y artistas. Escuchó, habló, proyectó, pero sobre todo contribuyó a la concreción de muchos anhelos relacionados con la cultura y más allá.

En sus palabras, en el tono, palpitaba la humildad y la sinceridad, su capacidad para convencer y unir a pesar de las diferencias. Aquella pieza oratoria y el espíritu de los tres intercambios, no solo sentaron las bases de un diálogo profundo entre las vanguardias política e intelectual, el cual llega hasta hoy, sino que también confirmaron la dimensión de Fidel como pensador y líder extraordinario también en el plano creador. No impuso criterios, ni ordenó, no fue grandilocuente ni pesimista. Fue un conciliador, un encantador con la
profundidad de sus argumentos, la honestidad y sencillez, siempre palpitando el amor a la Revolución misma, eminentemente cultural. Todavía parecen retumbar los aplausos, muestras del apoyo, construido durante las diferentes partes de la intervención. “Fueron las palabras de un creador en el arte de la política”, como expresa Manolo Pérez en el libro que presentamos hoy. Al escuchar a Fidel es inevitable pensar también en Martí, otro aglutinador que jamás traicionó las esencias, fuente de enseñanzas y belleza que deberá
acompañarnos siempre.

A los jóvenes nos solían llegar escenas o textos dispersos de aquellos días, por eso es tan favorable que durante el actual año, como parte de las acciones por el aniversario 60, podamos beber de proyectos editoriales e intercambios sobre lo sucedido y su transcendencia como nunca antes. El libro Guerra culta. Reflexiones y desafíos sesenta años después de Palabras a los intelectuales, es una de esas obras que seguramente será imprescindible como parte de un mapa más abarcador y exacto sobre esos acontecimientos y Palabras, pero especialmente sobre su dimensión en constante crecimiento hasta el punto, que todavía hoy, seis décadas después, continúa siendo plataforma fundamental no solamente de la política cultural, sino del proyecto de país, que amamos y deberemos seguir construyendo.

Presentar este libro tiene para mí un simbolismo especial. La mística de aquellas jornadas y particularmente de la intervención de Fidel es cada vez más fuerte. Uno la siente gravitar, circula por las mareas de nuestras venas, en el afán de ser siempre consecuentes con sus esencias. Hacerlo en la sede de la Cinemateca de Cuba, lugar donde vivió Alfredo Guevara, un profundo cultivador del diálogo y quien tanto hizo a favor de la belleza en nuestro país tiene para mí matices singulares.

Llega esta valiosa entrega de Ediciones ICAIC en momentos de complejidad para el alma cultural de la nación. Desde voces diversas nos propone sumergirnos otra vez en Palabras, pero desde visiones y análisis muy actuales, que incluyen autocríticas y propuestas desde el apego a la nación y su corazón más puro, que es también el de su pueblo.

Confluyen en estas páginas grandes de la cultura nacional como Rafael Hernández, Ibrahín Hidalgo, Israel Rojas, Magda González Grau y los Maestros de Juventudes Graziella Pogolotti, Nancy Morejón y Manuel (Manolo) Pérez, junto a los jóvenes Karima Oliva, Fabio Fernández, José Ernesto Nováez, Fernando Luis Rojas y este servidor (Yasel Toledo Garnache), quienes forman una interesante plataforma de pensamiento, con anécdotas, profundidad analítica, dignidad y pasión para mirar la tempestad sin miedo –como nos dice Israel–, pero sobre todo con la voluntad de vencerla desde el decoro y la inteligencia, la poesía más allá de las palabras.

Aquí están las opiniones de profesores, historiadores, un cantante, una sicóloga, escritores, cineastas, y periodistas; todos participantes activos en las dinámicas actuales, incluidos algunos con un recorrido largo en el entramado intelectual y artístico del país.

Cada artículo tiene también sus estilos. A veces, uno siente la sensación de estar en una clase, oír a un contemporáneo o conversar con un amigo grande, que nos cuenta algunas de sus vivencias en la sala de su casa.

Las palabras forman imágenes, puentes, fuentes de conocimientos a veces desde lo coloquial o un rigor más académico, desde un tono pausado u otro con más impulso, como torrente de ideas e ímpetu. En ocasiones, uno tiene el impulso de responder o preguntar sobre lo leído. Ese es otro de los encantos de esta obra: su capacidad para decir y provocar el pensamiento.

Como se explica en la parte inicial, este libro dialoga con otros dos, publicados también por ese sello editorial: La historia en un sobre amarillo. El cine en Cuba (1959-1964), de Iván Giroud, y Aquel verano del 61. Primer encuentro de Fidel con los intelectuales cubanos, de Senel Paz, que junto a propuestas recientes de otras editoriales conforman una fuente de análisis más rica sobre los sucesos de junio de 1961, el panorama cultural cubano y sus desafíos.

En su prólogo, Graziella Pogolotti nos recuerda que “las conmemoraciones no pueden reducirse a un mero rescate arqueológico. Conducen a replantear la dialéctica fecundante entre el hoy y el ayer, a establecer las coordenadas necesarias para acceder a un aprendizaje indispensable, para encaminar las respuestas requeridas a las interrogantes de la contemporaneidad”. Nos alerta que “la clave de todo, para juntar voluntades y crecer ante los enormes desafíos, se encuentra en el cultivo del arte delicadísimo de seguir edificando consenso. Porque, hijos de la historia, somos también sus hacedores”.

Rafael Hernández en el primer artículo, Las palabras y las cosas. Consenso, disenso y cultura en la transición socialista temprana (1959-1965), hace un exhaustivo análisis del contexto y particularidades como la producción y distribución del cine y el mundo editorial. Argumenta que aquellos encuentros en la Biblioteca Nacional no significaron el kilómetro cero de la política cultural de la Revolución, pues ya se había hecho bastante a lo largo de los copiosos años 1959 y 1960. Recorre otros momentos de la historia cultural en torno a interrogantes como “¿qué cultura política caracterizaba a la sociedad cubana y al liderazgo revolucionario; cuáles eran las ideas de entonces acerca del comunismo y el socialismo; qué visiones tenían los cubanos sobre los socialismos realmente existentes en otros países y sus problemas; qué diferencias había al respecto entre los principales dirigentes de esta Revolución en los primeros años?

Manuel Pérez –y pido permiso para llamarlo Manolo, como le decimos desde el cariño incluso quienes no hemos tenido la suerte de compartir frecuentemente con él– a través de vivencias personales, Manolo, Premio Nacional de Cine, nos habla como una especie de hermano grande sobre tres momentos que considera trascendentes de la cultura cubana: El primero relacionado con los acontecimientos desatados en mayo-junio de 1961 que condujeron a los encuentros en la Biblioteca Nacional, el segundo fue el Primer Congreso de
Educación y Cultura en 1971, y el tercero estuvo relacionado con un acuerdo del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros en 1991, por el cual se creaba una Comisión Estatal encargada de elaborar propuestas de perfeccionamiento para estudiar «la unión de los Estudios Fílmicos de las FAR, los Estudios Cinematográficos de la Televisión y los del Ministerio de Cultura (ICAIC)». Por supuesto que hubo polémica, mensajes y cartas, incluida una a Fidel, quien respondió inmediatamente. En su texto está el espíritu de diferentes etapas, la subjetividad, el sentido de pertenencia, la capacidad para subordinar las discrepancias a un proyecto cultural mayor, el debate y el consenso, que necesita la construcción permanente.

El profesor de la Universidad de La Habana Fabio Fernández Batista, a quien también hemos visto intercambiar con estimulante pasión en encuentros con otros jóvenes, nos brinda un sugestivo análisis de los hilos que conectan aquellos sucesos con el presente y el porvenir. En Texto, contexto y futuro alerta que los usos de Palabras… son tan importantes como la intervención en sí, por eso en medio de los desafíos actuales, “merece recalcarse que el terreno de la cultura no ha de escapar de la imprescindible revisión que permitirá actualizar concepciones y prácticas a fin de atemperarlas a los tiempos que corren. Hay en sus páginas ímpetu y argumentos, conciencia crítica y confianza, seguro de que las viejas formas de hacer, ancladas a concepciones ya superadas, no son el camino. Repetir códigos en su día exitosos, no garantiza el triunfo hoy (…) Si no se prevé y no se es proactivo desde la institución, se estará siempre en desventaja para dar la batalla”, una opinión a tener siempre en cuenta, unida a otros factores como la formación y la capacidad de las organizaciones de creadores de ser vanguardias reales, siempre activas y desafiantes desde la fidelidad total a sus principios.

La sicóloga Karima Oliva, una de las voces jóvenes que ha llegado recientemente al entramado cultural cubano, mezcla sus experiencias de vida, trabajo y estudio en países latinoamericanos con consideraciones y análisis que nunca se alejan de los contextos globales. Uno lee sus párrafos y también la imagina hablando con su voz pausada y los gestos, con el tono agradable y también seguro de quien se declara marxista desde el primer párrafo.

En su artículo Sociedad cubana: pensamiento social y guerra cultural nos invita a no abandonar la esperanza de seguir avanzando en la construcción de una alternativa de sociedad socialista y soberana, más justa, más inclusiva, más equitativa y democrática. Recuerda a Martí, su visión de la prensa y dimensión de ética en un momento en que existe una fuerte disputa mediática, especialmente en el mundo hipermedial, convertido a veces en selva.

Para Nacy Morejón, poeta profunda, el Cine de barrio –título de su trabajo–, es fuente de recuerdos y seguramente también de versos. A veces con sutileza y en otras de manera directa, ella nos recuerda que las industrias culturales, medios de comunicación, redes sociales y todo el conglomerado de producción de contenido cultural al servicio del capital en el mundo contemporáneo trabajan incansablemente para presentar el status quo capitalista como lo normal, como el único posible.

Nos alerta que la hegemonía no es ganada de una vez y para siempre, el proceso político cubano se enfrenta, en el momento actual, a un escenario de reconfiguración y disputa de su hegemonía. Reconfiguración porque los tiempos son otros y las formas de construir consenso deben evolucionar, al igual que las instituciones que lo sustentan y avalan en buena medida.

Va al Che, a su proyecto guevariano de ir formando nuevas conciencias, y la necesidad de apelar a la tradición marxista con un enfoque creativo constante. “Debemos evitar a toda costa que los árboles de la crisis económica nos impidan ver el bosque del socialismo. No podemos descuidar el esfuerzo constante por la formación cultural del pueblo. La educación es más que enseñar a leer y escribir (…) Hoy más que nunca la defensa de la hegemonía socialista en Cuba es también la defensa de una alternativa al injusto orden
neoliberal. Dando la batalla por Cuba, la estamos dando también por el futuro”, dice la Premio Nacional de Poesía.

El joven escritor e investigador José Ernesto Nováez profundiza en términos como Hegemonía y contrahegemonía, atemperados a las particularidades de la Cuba contemporánea. Bebe de fuentes, como Antonio Gramsci y Karl Marx, sin desprenderse del papel central del arte y otras formas culturales en cualquier proceso de disputa ideológica. Resalta que la hegemonía simbólica de la Revolución cubana tuvo y tiene en esta relación con el sector artístico y cultural uno de sus pilares fundamentales.

En La novela contra Cuba y su alma rebelde analizamos algunos de los sucesos recientes en el cuerpo cultural de la nación, la vigencia de Palabras y lo indispensable de seguir fieles a su espíritu para navegar y vencer con éxito los retos del presente, en un mar siempre tempestuoso que abarca la guerra de símbolos, las campañas mediáticas y fake news, junto estrategias de diversos tipos, tanto en plataformas digitales como en espacios físicos.

A través de anécdotas personales y su claridad reflexiva, la filóloga, profesora y realizadora de obras audiovisuales Magda González Grau se adentra en fenómenos como creación, libertad, censura, autocensura y otras prácticas, que incluyen el oportunismo o lo que ella llama “jugar a hacerse famoso con el apoyo de la censura”, en un afán de lograr celebridad a partir de la prohibición. En su artículo Ser creador, ser joven habla también de la pertinencia de los Grupos de Creación como herramientas útiles para tomar decisiones y construir consensos.

Con el título Resistencia luminosa y su habitual buena fe, siempre enriquecida con análisis críticos, llega el popular cantautor Israel Rojas a estas páginas. Ahí palpita su pasión, preocupaciones y certezas, el amor a Cuba y el afán de ser útil. Nos cuenta que en el momento de aquellos encuentros de 1961 su padre era apenas un guajirito de 11 años en el municipio guantanamero de Yateras, que ya sentía la épica de la Revolución.

Israel asegura ser resultado de aquellas ideas y sobre todo de la voluntad creadora de quienes salieron de los encuentros en la Biblioteca Nacional con la convicción de que no bastaba con una guía doctrinal, con un discurso de Fidel. Era necesario salir a implementarlas y concretarlas.

Alerta sobre esencias culturales y la utilidad del diálogo real, sobre la importancia de la comunicación y de tener en las responsabilidades de dirección a personas con sensibilidad artística. Israel defiende la belleza más allá de lo estético, del arte y la literatura.

Tomado de Cubadebate

Con desenfado y profundidad el joven Fernando Luis Rojas analiza la Cuba más actual, en la que confluyen sucesos y particularidades del sector cultural, con otros de la sociedad toda. En su texto Apresurado inventario desentraña deficiencias en el funcionamiento institucional y la necesidad de una visión y estrategia integral en el nuevo contexto, en el cual existe un acumulado de problemas y otros desafíos más recientes.

Hace una exposición problematizadora, que siempre incluye argumentos sólidos, desde los conflictos y la claridad de las esencias y la trayectoria histórica.

El ensayo Guerra culta y enfrentamiento de ideas en el pensamiento de José Martí, de Ibrahim Hidalgo, cierra este libro, con un espíritu martiano que tuvo muy vivo en Fidel y que deberá seguir eternamente en el corazón mismo de Cuba. Nos recuerda que el Apóstol siempre consideró a la cultura inseparable de la política, “no la reducía a las manifestaciones artísticas y literarias, pues su concepción era integradora”.

Va una y otra vez al Manifiesto de Montecristi, firmado por Martí y Gómez, donde se expresa, por ejemplo, que ha de ordenarse «la revolución del decoro, el sacrificio y la cultura». Y más adelante se asegura que “… Un pueblo americano como Cuba, con carácter y elementos de vida propios, capaz de gobernarse por la cultura y laboriosidad de sus hijos […] no puede continuar en la servidumbre innecesaria de un pueblo lejano como el español, de espíritu diverso». El Héroe Nacional detestó siempre la anexión de cualquier tipo.

Tomado de Trabajadores

Hidalgo recorre otras partes del ideario de Martí en profundo vínculo con el presente del país, lo cual resulta muy favorable teniendo en cuenta que aquel hombre de honda vocación antimperialista es hoy un símbolo en disputa, que trata de ser enarbolado incluso por los anexionistas.

El trabajo constituye un final atinado para este manantial de pensamiento, que ojalá llegue a las manos de muchos lectores, pero especialmente a sus mentes, a sus almas, que forman también la de la nación.

Ojalá nos ayude para tener una visión cada vez más amplia y exacta de los fenómenos más allá de la cultura, para seguir siendo consecuentes con el espíritu de aquellos encuentros, pero sobre todo con la capacidad de convertir sueños en realidades y mantener la épica de un proyecto social, que es también símbolo internacional de dignidad.

Guerra culta motiva el pensamiento sobre el pasado y el presente, brinda visiones múltiples sobre hechos alejados en el tiempo o recientes y reafirma la necesidad de seguir construyendo una Cuba siempre mejor, que tiene como alma fundamental a la cultura.

Lo leo por segunda vez, y me recuesto del espaldar de la silla. Desde el televisor sale otra vez la voz de Fidel: “Luchar por todo lo que nos une, dentro y fuera; por todo lo que nos une”, una expresión que no fue en la Biblioteca Nacional, pero la siento muy cerca.

Gracias a la Presidencia del ICAIC, a su editorial, a Merci, a Carla Muñoz y a todo el equipo que hizo posible esta entrega. Nuestro abrazo sincero.


Salvado por el teatro

En cada obra hay parte de su alma; en cada personaje, un pedazo de sus esencias, de sus miedos y tristezas. Carlos Daniel Sarmiento Barlet, escritor, actor, locutor, realizador audiovisual y director escénico, resalta por su versatilidad y atrevimiento creativo. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), este apasionado joven, Máster en Dirección Escénica, se graduó con Título de Oro de Teatrología en el Instituto Superior de Arte (2011).

Su lista de aplausos abarca la obtención de la beca El reino de este mundo, de la AHS, en 2014 y 2018, cuando también obtuvo una mención en el Premio Aire Frío, por la puesta en escena de la obra Selfie. El premio Calendario (2020), el más importante convocado para escritores menores de 35 años de edad en Cuba, es otra de sus conquistas.

Cuando niño, veía actores en la televisión y soñaba con ser como ellos, por eso en la escuela primaria siempre estaba dispuesto a declamar e interpretar personajes. «A los 11 años mis padres, los artífices de casi todo en mi vida, me llevaron a un lugar mágico en el centro de Guanabacoa, llamado Teatro de la Villa. En ese sitio, y de la mano de Tomás Hernández, descubrí que el teatro me acompañaría siempre».

—¿Llama la atención tu versatilidad. ¿Qué prefieres? ¿Por qué?

—Me aburro constantemente y necesito hacer mucho a la vez. La actuación y la realización audiovisual quedaron en el pasado, aunque les agradezco no poco, pues me proporcionaron saberes y herramientas. Prefiero asumirlo todo como dos islas: la locución, que me relaja, me divierte y, al mismo tiempo, me aporta enormemente en lo profesional. Siento que no me podré desligar nunca de los programas de televisión y de la animación de espectáculos. El teatro es mi gran pasión, sin duda, sobre todo la dirección y la investigación. Escribo siempre pensando en una posible puesta en escena.

—Selfie ha sido una de tus obras más exitosas…

—Selfie significó un antes y un después en mi trayecto. Partió de una investigación que estaba realizando para la Maestría en Dirección Escénica acerca de la autoficción, género que consiste, precisamente, en fabular a partir de vivencias personales.

«Decidí contar mi vida en escena, los pasajes que más me han marcado, así como de las vivencias de una joven trinitaria que conocí en 2016. La intención era hablar de nuestro pasado y de nuestras heridas, a través de estas dos historias. Es un espectáculo que, curiosamente, nació desde la nostalgia. Fue la manera de aliviar un dolor personal que en ocasiones se hacía muy fuerte. Una especie de revisión de mis recuerdos, de mi familia, de mi propia existencia y, desde esa verdad personal, conectar con la memoria y las interrogantes de toda una generación.

—¿Cuán favorable es reflejar las vivencias personales en las obras? ¿Acaso es posible evitarlo?

—En mi caso es imposible evitarlo. Creo en la honestidad a la hora de hacer teatro, por eso empiezo por retratarme a mí mismo, a mi familia, amigos, a las personas que me rodean. Para escribir y dirigir me nutro de lo que veo, de lo que sueño, de las preguntas para las que no encuentro respuestas, de lo que me inquieta, de lo que no entiendo, de lo que me duele, incomoda o divierte, por eso busco cada personaje a mi alrededor. La realidad es muy seductora, y Cuba es un país maravillosamente teatral.

—¿Cómo asumes el acto creativo: como algo lúdico y espontáneo o como algo que exige una búsqueda y disciplina permanente?

—Tiene de ambas. Para mí la disciplina es la esencia de la vida. Ante cada trabajo que asumo parto de una investigación extensa, para escribir el texto. A la hora de asumir la puesta en escena y el trabajo con los actores, siempre busco otros referentes teóricos, pruebo cosas nuevas, pero después tratamos de despojarnos de la carga teórica y damos paso al juego, a la espontaneidad y a la imaginación creadora. Si llegas a La Madriguera, sede de la AHS en La Habana, te costará distinguir si se trata de un ensayo o un encuentro de amigos.

—¿Cuál ha sido tu principal desafío profesional hasta el momento?

—Lograr tener un colectivo de actores maravillosos, seducirlos para que me acompañen en cada aventura, crear una dinámica de trabajo en la cual todos seamos parte de la creación, que cada puesta en escena sea un taller de aprendizaje para todos. Mis actores participan desde el proceso de escritura, del montaje, hasta en las decisiones de mi vida personal. Ese ha sido el mayor desafío.

—¿Qué tipo de personajes prefieres? ¿Por qué?

—Los que inquietan, los polémicos, que no son blancos o negros, ni buenos ni malos, que tengan matices. Los que tienen un pedazo de mí, de mi biografía, mi credo y mi memoria. Adoro los personajes que te sorprenden, que ocultan, que callan…, esos son los más interesantes para el teatro. En mis obras las mujeres tienen un lugar importante. Me interesa polemizar y crear debates a partir de la figura femenina. Cada vez que termino una obra siempre lo hago enamorado de algún personaje femenino y hasta sueño con él.

—¿Le temes a las reacciones del público?

—Le temo a que no reaccione. El teatro es un arte de reunión e imaginación, por ese motivo me gusta trabajar con la diana puesta en el público, sobre todo en el espectador joven. Mi propósito con cada obra es inquietarlo, que salga de la función con muchas preguntas y que le tome varios días responderlas. Por eso es muy triste que salgan de la función inmunes, tranquilos. Es como si el teatro no surtiera efecto.

—Tu obra como realizador audiovisual es menos conocida. Me gustaría que nos comentes sobre el documental Alcanzando estrellas…

—Tengo engavetados algunos guiones que tal vez dirija algún día o los entregue a un realizador. Alcanzando estrellas llegó una noche escuchando la radio. Hablaban sobre un juego de béisbol para ciegos. Me acerqué a ellos y descubrí que era fascinante, por lo cual decidí hacer el documental sobre el deporte y sus beneficios para la salud del invidente.

«Me trajo muchas satisfacciones. Se ha exhibido en la televisión nacional, se proyectó en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011. Especialistas en la actividad física para discapacitados lo exhiben en sus conferencias, y lo más hermoso fue que el Presidente de la Federación Internacional de Béisbol para Ciegos estuvo en Cuba, quiso conocerme y me pidió el material para mostrarlo junto a una película que estaban realizando en Italia».

—¿Qué piensas del teatro cubano? ¿Cuáles son sus principales desafíos?

—El teatro cubano está en un buen momento, sobre todo para los jóvenes. En diversos rincones de Cuba hay nuevas voces emergiendo con poéticas significativas. Creo que no debemos acomodarnos, seguir luchando por ocupar un lugar. Salir de la zona de confort, tener proyección internacional, crear un mercado para las artes escénicas. Debemos gestionar nuevas maneras y estrategias de producción, movilizar a las instituciones que en ocasiones permanecen estáticas.

«Hay sedes en la capital con grandes espacios vacíos en su cartelera, pero no puedes acceder a esas salas porque tienen sus grupos, aunque no estén trabajando en ese momento, eso debe ser cambiado. Como buen soñador, me gustaría que se habilite una sala con una programación íntegra para el teatro joven. Me brindo para presentar y ejecutar el proyecto».

—¿Cómo valoras la crítica cultural que se hace actualmente en los medios de comunicación, sobre todo la relacionada con las artes escénicas?

—En Cuba tenemos muy buenos profesionales, pero considero que existen pocos espacios dedicados a la crítica especializada en teatro, que desmonte los espectáculos y que ayude al público a una mejor apreciación del hecho teatral. Muchas veces la reseña se publica cuando ya el espectáculo no está en cartelera. La relación creador, espectador y crítico debe estrecharse.

—¿Qué importancia le concedes a la AHS dentro del panorama creativo cubano?

—Vital. En mi caso la Asociación y su actual presidente, Rafael González Muñoz, me han ayudado a cumplir cada sueño. La beca de creación El reino de este mundo es una gran oportunidad, un apoyo importante para los jóvenes creadores. Cuando cumpla 36 y deje de pertenecer a sus filas tendré que reinventarme porque esa organización me lo ha hecho todo más fácil. Las filiales están en cada provincia, la esencia es acercarse a ellas, llevarles proyectos, ideas, inquietudes. Doy fe de su acompañamiento.

—¿Sueños en el mundo creativo?

—Muchos. El más importante: oficializar mi proyecto. Tener una sede para nuestros espectáculos. Que los actores que tengo a mi lado me sigan acompañando en cada aventura. Ver mis textos montados por otros directores y también llevados al cine. Sueños que llegarán paso a paso, por ahora solo quiero que el teatro me siga salvando.


«Crear implica ser responsable» (+ video y fotos)

«Lo poco que uno tiene es la sinceridad de decir lo que siente», así lo expresó el periodista y crítico de cine Rolando Pérez Betancourt durante la primera conferencia del Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena, convocado por la Asociación Hermanos Saíz para intelectuales y periodistas cubanos.

Los participantes en el evento debatieron sobre la censura, la función de la crítica cultural y el rol de los artistas en la sociedad cubana actual.

Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena 2020/ foto tomada del perfil de facebook de la AHS

Respecto al controversial Sueños al Pairo, pieza censurada de la Muestra de jóvenes realizadores del ICAIC, Pérez Betancourt reconoció que es un documental donde no se dice ninguna mentira, y añadió que «mientras un tema siga abierto cualquiera tiene la oportunidad y la libertad de tratarlo, pero esa libertad lleva aparejada una responsabilidad que no podemos olvidar.»

Los jóvenes creadores van a cumplir la función crítica del arte en su momento; «en lo que respecta al cine, nuestros jóvenes realizadores tienen mucho talento, pero al tratar temas que no vivieron a veces más que arte están buscando ruido, y el crítico debe desarrollar una sensibilidad extra para tener esa percepción.»

En la referida pieza !el cantante es el pretexto, la Revolución cubana es la intención, y todas las revoluciones cometen errores, pero a la hora de analizarlos hay que poner texto y contexto!, precisó.

Segundo Taller y Concurso Nacional de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena

Más de 100 obras de autores de varias provincias compiten en la segunda edición del Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena que sesiona en La Habana hasta el 14 de marzo próximo.

Publicada por Asociación Hermanos Saíz en Jueves, 12 de marzo de 2020

El conductor del reconocido espacio cinematográfico La séptima puerta explicó su total desacuerdo con cualquier tipo de censura, porque es imprescindible «enfrentar todos nuestros temas en el periodismo y en cualquier manifestación del arte, pero somos nosotros los que tenemos que hacer ese tipo de trabajo, sin mentiras.»

Añadió que mientras un tema siga abierto cualquiera tiene la oportunidad y la libertad de tratarlo, «pero esa libertad lleva aparejada una responsabilidad que no podemos olvidar. La sinceridad es un valor decisivo en el arte.»

Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena 2020/ foto tomada del perfil de facebook de la AHS

Asimismo señaló que «en el complejo contexto cultural de la Isla hay que defender las convicciones porque vamos a encontrar gente que quiere defender la Revolución pero con sus actitudes lo que hacen es daño.»

El debate sin barreras, la libertad de pensar y decir marcaron el encuentro con jóvenes de varias provincias, quienes participan en el evento que concluirá el próximo día 13.

 


El crítico en su laberinto

Los últimos episodios de las redes sociales, semanas atrás, nos mostraron otra polémica sobre el ejercicio de la crítica cultural en Cuba. Pero tranquilo lector, no me sumaré a esta batalla entre tirios y troyanosque amenaza en convertirse en notas necrológicas para la recepción de las críticas en programas televisivos. Al respecto, el razonamiento que inquieta este análisis se dirige a reflexionar sobre los problemas y cualidades del crítico cultural por la urgencia de la reflexión colectiva. 

Lo criticable es resultado de la cultura. Por su parte,el especialista con su crítica es una estructura humana que pretende explicar fenómenos y señalar sucesos, convirtiéndolo en posible termómetro del pensamiento. Por tanto, es el nexo insoluble y potable entre el emisor y receptor de la cultura. Aunque su intromisión siempre atrae recelos o estorbos.

El crítico es un sujeto con poder, tiene la facilidad de catapultar o destruir con sus opiniones. Es un personaje conflictivo por naturaleza; tan amado como vilipendiado. Su profesión es un camino laberíntico y lleno de cisma. En Cuba los espacios de gestación y formación de crítica cultural no son tan amplios, este es el primer problemaa enfrentar.

Desde la academia existen varias profesiones afines al oficio y con elementos teóricos cercanos a la crítica cultural. Cada cierto tiempo, como los fenómenos astrológicos, se dan cursos de posgrados o especialización. Pero, no contamos con espacios dedicados sistemáticamente al azaroso camino de profesionalizar la crítica cultural.

Existen diversas especializaciones como la crítica literaria, teatral, cinematográfica, audiovisual, musical, etc. A la vez, estas especialidades crean condiciones particulares, por ejemplo en la música o los audiovisuales, donde existen múltiples géneros y subgéneros. Tal situación demanda conceptos y manejos de códigos específicos. Entonces, es habitual que no alcancen los especialistas para cubrir las demandas culturales reales y las ideales o que el crítico se diluya en un torrencial de trabajos y no capte la esencia de contenido.

En la actualidad existe un staff de críticos en Cuba con un trabajo consagrado en el juiciode diversas aristas resaltando la crítica musical, audiovisual y literaria. Estos cuentan con presencia fija en los medios estatales de difusión masiva. Pero los que no entren en “este staff”, quedan subestimados por un público que legitima esencialmente a través del empoderamiento mediático de la radio y la televisión. Y cuando un experto no mediatizado o emergente cuestiona algún tema controvertido para la sociedad, acto seguido viene el registro del currículum, como si importara máslos papeles en pretéritos, que las ideas que expone. 

Al respecto el crítico también debe asumir un sistema axiológico muy diferente a los demás gajes del oficio del arte y la cultura. Entre los valores a ostentar debe primar la sinceridad, la responsabilidad, la honestidad intelectual y la valentía. El Apóstol de la independencia cubana, en desmedida lucidez intelectual, gigante en ejercer el juicio literario, caracterizó también en este aspecto. Este molde martiano deslinda un paradigma ideal:

Por supuesto que el crítico ha de ser hombre de peso, capaz de fallar contra sí propio, y obligado a hablarnos, como todo hombre digno de tener una pluma, sin una sola palabra más de las que necesita para expresar su pensamiento, ni dos imágenes por una, ni una imagen donde no concurran la claridad de la idea; pero de eso a ponerse echarse por el mundo a arriar banderas, y a negar so capa de críticas cuanta hermosura se ve, no deja de haber distancia. Criticar no es censurar, sino ejercitar el criterio.[i]

El crítico debe alcanzar el mérito en su trabajo. Parafraseando a un joven intelectual, el oficio demanda de virtudes trágicas. Muchas veces una crítica profesional gravita a lopersonal y viceversa. Entonces el oficio del criterio supone una dirección vertical con la polémica y de sufrir consecuencias lascivas al oficio e, incluso, la condena al ostracismo social.

De los mayores problemas que asume el crítico es: ¿cómo manejar a las pasiones propias y en el ejercicio de la crítica? La mayoría de los manuales esgrimen en este apartado, el llamado “objetivismo”, la condición “inhumana” de no expresar su “humilde opinión”, como si el autor fuera un amasijo sin sentimientos. Muchas veces se acusa de motivos personales una crítica y acaso: ¿no lo hay en toda obra humana?

La tendencia de no mezclar emociones personales en la crítica a veces es disfuncional para comprender la realidad de nuestro país. Nuestra condición humana nos ha moldeado de circunstancia diferente, donde lo emocional tiene un peso decisivo para desarrollar la realidad y lograr la empatía con el receptor. Es evidente, se ha malinterpretado el esencial límite de lo objetivo de ciertas verdades o conocimientos y se ha  codificado en un inoportuno recetarios de dogmas y apotegmas.

La libertad artística y creativa brinda ciertas licencias y comodidades. Frecuentemente, han existido desacuerdos y disonancias de una críticahacia determinado fenómeno, como resulta sistemático. Entonces al crítico le surge por antonomasia de sus detractores, su alter ego nefasto: el criticón.

El criticón, también bautizado como hipercrítico u otros calificativos no dignos de mencionar, es por lo habitual el personaje insidioso de críticas con tendencias negativas, detallistas y no propositivas. Pero a veces es la etiqueta para desvirtuar o simplificar con oportunismo los comentarios acertados.

Lo más efectivo para comprender a un crítico es elevar la actual cultura del criterio, a pesar de una visible anemia que atraviesa la crítica en estos momentos. La crítica, el crítico y lo criticable es como un triángulo amoroso complicado, a veces funciona bien, a veces no.

La tríada está mediada por relaciones y conflictos de criterios, poder y aspiraciones que son imposibles de disolver. Por tanto, las dos cualidades más fuertes de un crítico deben ser su conocimiento y razonamiento. Y la capacidad de la autocrítica tiene que aspirar a la sentencia martiana de ser capaz de fallar contra sí mismo de aquel que se encuentra solo en su propio laberinto.

[i]José Martí: “Críticos de Chicagos”, en Obras Completas, tomo 13, Centro de Estudios Martianos, colección digital, La Habana, 2007, pág. 462.


En Matanzas: Debate sobre el arte joven

La necesidad de intensificar la labor promocional y las relaciones con los medios, así como lograr nuevos y mejores espacios de para la crítica como elemento indispensable en la cultura, destacaron entre los principales tópicos señalados por la dirección nacional de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) durante su más reciente visita a Matanzas el pasado sábado. [+]