Blind memories en la Galería Servando

De las fotografías como origen de las obras de arte pictóricas, mucho se ha escrito. De los desnudos masculinos a partir de su censura y reacción, varios documentales y películas se han filmado. Ahora bien, de la novedad en la Galería Servando Cabrera a manos de Karlos Pérez, nada, o poco, se ha dicho.

El pasado 23 de enero se inauguró la exposición personal Blind memories, de Karlos Pérez. Formada por varias piezas pictóricas donde se asume el desnudo masculino como plano central de las composiciones, las obras no pretenden epatar desde la crudeza de sus morfologías, o el no-pudor de sus modelos, sino a partir de la belleza en las imágenes que pretenden dimensionar al espectador hacia otra temporalidad.

En medio de la calle 23 del Vedado capitalino, la exposición funciona como un oasis para la velocidad de los transeúntes. Al ser las obras trabajadas para crear una textura antigua, y remitir a Thomas Eakins (Estados Unidos, 1844-1916), cuando el espectador se condiciona a disfrutar la dramaturgia de la muestra, ocurre un impasse para su experiencia cotidiana.

La Historia del Arte contemporáneo está plagada de creadores que se remiten a la fotografía para realizar sus piezas. Bien para pintar sobre la proyección, bien para intervenir la impresión en lienzo, bien para crear en el proceso de impresión o revelado de la fotografía una obra intermedia; lo cierto es que, asumir la fotografía como escalón, tiene una fuerte presencia en las producciones de los creadores actualmente.

De igual modo, Thomas Eakins ha sido, en esta ocasión, quien presta su referencia para las piezas de Karlos Pérez en la Galería Servando Cabrera. El fotógrafo, y también pintor norteamericano, tuvo a finales del siglo XIX y principios del XX, una permanencia alrededor de los desnudos masculinos. Gran parte de su obra sale a partir de los estudios en su clase de la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania, donde impartía fotografía, evolucionando desde la pintura realista.

Las obras expuestas forman parte de la serie Blind memories. Haciendo una referencia directa a su condición física, el autor crea un vínculo directo con los asistentes a la muestra que pueden entrever la angustia de quien precisa de un mejor enfoque —para mantenernos en el lenguaje fotográfico—, que a la vez crea la factura específica y demuestra su punto de fuga, como trasiego en el valle de sombras.

Cuando salimos de la sala expositiva vienen a la mente los recuerdos de nuestros momentos de relajación, de las esperadas tardes en los paisajes del rococó francés, acompañados de Fragonard en un columpio o atravesando los empastes de su paleta, para llegar a un éxtasis de los sentidos visuales. Y una vez allí, perder toda la compostura de la sociedad civil y flotar en las aguas de un lago, desnudos, olvidados de todo. Esas imágenes llegan desde la pieza After Eakins I, de la serie Blind Memories, 140 x 300 cm.

After-Eakin

Las obras de Karlos Pérez llevan la osadía de su génesis. En otro tiempo lejano del referencial, todavía se sienten los embates de esa moral que fustigó a Eakins, solo que ahora se enmascara tras las capas de pintura y efectos sensitivos, para navegar en la regata del arte contemporáneo.

Para comprender los procesos de creación en la actualidad, son imprescindibles las posiciones de sus autores, pues aunque asistamos a las inauguraciones y se nos exponga la obra de arte como algo transparente, asequible, su verdad puede residir en la vuelta de tuerca escondida. Las piezas de esta serie necesitan del dato referencial, precisan de una breve muestra del autor y su corporalidad, son realmente leídas a partir de su ubicación en la espacialidad esotérica que las condiciona.  

La ceguera de nuestros recuerdos y los del pintor, Karlos o Thomas, deambulan por la sala de la Galería Servando junto a sus piezas como detonantes. El homoerotismo trasluce su valor desde las voces de la sutileza. Este canto de Blind memories puede seducir con el guiño de su imagen visual, pero enamora con la segunda cita, donde el beso tiene un significado, y el desnudo se presenta como posible umbral del matrimonio.          

Fotos: Del autor

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