Rasgar la cuerda en la piel de un animal imaginario

Que estudiara veterinaria no lo aparta de las clarividencias de la música. Él aprendió solfeo del mismo modo en que se instruyó sobre cómo entran las dosis en la carne del animal. «Provengo de una familia de músicos. Mi padre fue trompetista». Sadiel A. Madrazo Reyes tuvo de pequeño el impulso de las imitaciones, y ver a su papá se convirtió, con el paso de las aguas, en mucho más que una imagen.

Luego llegaron Silvio, Pablo, Joan Manuel, Sabina… a cambiarle la visión y el sentido de lo que es producir la música. Para cuando llegó el servicio militar, ya colocaba los primeros acordes en la guitarra que lo acompañaría por el resto del tiempo que estaba por venir.

No sin esforzarse en lo extenso del sendero, logró un lugar dentro de los espacios de la trova cienfueguera, que son escasos y menos potenciados de lo que debieran. Hoy Sadiel es parte de los contados jóvenes que intentan cambiar los aires de la canción al centro sur del país; que aún es verde. Eso espero que se les reconozca a no tan largo plazo.

«A los 18 años un profesor me enseñó a ejecutar la guitarra y desde entonces no he hecho más que cultivar y ensayar constantemente. Durante los cinco años que estuve en la Universidad de Las Villas me vinculé al movimiento de artistas aficionados, y llegué a participar en los festivales provinciales.

»Estar en Santa Clara fue un trampolín enorme, pues allí conocí a trovadores como Roly Berrío, Leonardo García, Diego Gutiérrez, y asistir a la peña de la Trovuntivitis en el Mejunje provocó un interés más marcado por la trova; comencé a pensar en ella como un género en el que podía incursionar».

Los cinco años de la carrera trascurrieron para Sadiel de manera enriquecedora. Una vez graduado, quizá, ya sentía más pasión por las composiciones que por las jeringuillas y las enfermedades animales. En el 2003 ingresó a la AHS como cantautor aficionado y abordó el escenario trovadoresco en la Perla del Sur.

«Participé en aquel entonces en peñas con Yunior Navarrete y Ariel Barreriro. En Cruces abrí dos espacios que se mantuvieron alrededor de tres años; mientras, trabajaba como médico veterinario.

»Luego tuve una pausa de estos escenarios por alrededor de un año. En ese tiempo estuve en La Habana. Ello, de igual manera, me dio la oportunidad de conocer a muchísimos cantautores; la relación con ellos fue extraordinaria. Cuando regresé a Cienfuegos lo hice con un objetivo más delineado y con deseos firmes de que la música fuera mi oficio y mi profesión de manera seria.

»Para mi suerte, conté con el apoyo de muchas personas e instituciones, entre ellas Pedro y Roberto Novo, Lázaro García, la propia AHS… Comencé a realizar mis propias peñas, la primera fue en la Biblioteca Provincial.

»Después de un tiempo logré presentarme con éxito a una audición y me hice músico profesional. Retomé un espacio que tenía en Cruces nombrado A golpe de cuerdas y otro en el Museo Provincial de Cienfuegos».

En 2006 Sadiel alcanzó el premio de composición infantil en el concurso Cantándole al Sol con el tema “Ojalá que fuera el viento”; en el año anterior había obtenido mención con “Soñando a cielo y a mar”. En 2012 realizó su primer disco de manera independiente, como la mayoría de los jóvenes autores se ven obligados a hacerlo. Incluye diez temas, se titula Bajo esta ciudad y se distribuye según sus propias gestiones.

Durante los nueve años que Sadiel lleva cultivando su música, ha participado en diversos eventos como en los festivales Longina (Santa Clara) y Al Sur de mi Mochila (Cienfuegos), así como en las Romerías de Mayo (Holguín).

«Se pasa bastante trabajo y es lento el proceso de hacer sentir tu obra en el público. Se logra, pero con un extra de paciencia».

La constancia de Sadiel, y la del resto de los muchachos que comparten su empeño, generará, tal vez, el cambio que impulse la débil cultura en la ciudad, y que proponga creaciones mucho más sólidas que las que se escuchan en las discotecas.

 Foto: Dorado

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