Sonidos auténticos: el arte de Adrián Berazaín

En el patio de la Casa del Joven Creador, en el epicentro de la creatividad juvenil avileña, se encontraba Adrián Berazaín, un cantautor lleno de energía y pasión. Sus dedos danzaban sobre las cuerdas de la guitarra, interpretando melodías que resonaban en los corazones de todos los presentes.

Era la cuarta y última jornada del XXI festival de música fusión Piña Colada.

Sus canciones, recopiladas en discos con BisMusic, llenaron el aire durante más de una hora, testamento de su talento y dedicación.

El ambiente estaba cargado de la electricidad y el espíritu libre de la juventud. Los asistentes levantaban sus manos, dedos índice y meñique en punta; gesto de rebeldía y amor por la música y el rock.

Adrián, un cantautor en la flor de la vida, padre y diseñador, es un portador orgulloso de la tradición familiar de amor por el arte y la identidad cubana.

Foto Michel Guerra.

Originario de La Habana y ya en la cuarta década de su vida, ha visto cómo su carrera ha florecido, ganándose el afecto de un público variado, pero principalmente joven. Ha tenido la fortuna de colaborar con grandes de la música cubana, como Silvio Rodríguez, entre tantos otros.

Sus composiciones están impregnadas de símbolos cubanos: las calles de La Habana, chicas, barcos, ciudades, rock, corazones, cielo y libertad. Aunque se considera un tradicionalista irreverente, no puede imaginar su vida sin la creación artística.

En este concierto cantó, a pedido de este redactor, el tema Libertad, de su más reciente producción, Julián. Un disco que tiene la impronta martiana no solo desde su portada sino, también, desde el tratamiento de los temas como la paternidad, los hijos, el concepto de libertad. Además, La desilusión y otras.

A lo largo de la tarde, fue común que le pidieran canciones que ya no formaban parte de su repertorio, así como interpretar temas de otros autores como Pablo Milanés, Joaquín Sabina. Su carisma y dominio del escenario permitieron que varios miembros del público se unieran a él para recitar o cantar algunas de sus composiciones.

Un ejemplo de esto fue Lorena García de la Torre, exestudiante de clarinete de la escuela vocacional de arte avileña Loña Sahíg Saínz, quien se le unió para interpretar “Club de los corazones rotos”, como si hubieran ensayado juntos.

Estos momentos ocurren, en primer lugar, en la casa de la vanguardia artística juvenil y, en segundo lugar, porque Adrián logra conectar con el público joven como uno más, abriendo las puertas para que todo fluya.

En un intermedio, invitó al dúo Alma a subir al escenario. Estos jóvenes supieron destacar y ganarse los aplausos del público. Sin embargo, ya necesitan empezar a componer, dejar de hacer tantos covers y defender su obra con la pasión propia; sus propuestas sonoras.

Cuando Adrián regresó al escenario, el público ya quería escuchar lo más popular de su repertorio: “Por una camarera”, “El Friky”, “Guajira rockanrolera”, entre otras. Y él complació con entrega total.

El concierto no terminó sin que le dedicara el tema Fátima, a Ray Cruz y Claudia Zaldívar por la puesta en escena de Fátima o el parque de la Fraternidad.

Al final, el público rodeó a Adrián para tomarse fotos y demostrarle, con corazones en mano, que en Ciego de Ávila se le quiere.

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