De cuando el Inferno tiene dos dioses

De todos los instrumentos del hombre,

el más asombroso es, sin dudas, el libro.

 Los demás son extensiones de su cuerpo.

El microscopio, el telescopio, son extensiones

de su vista; el teléfono, es extensión de la voz;

luego tenemos el arado y la espada,

extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa:

es una extensión de la memoria y la imaginación

Jorge Luis Borges

Si alguien me hubiese dicho que encontraría este libro, justo en ese momento en el que analizaba qué podía presentar a este evento por el aniversario 700 de la muerte de Dante Alighieri, y la influencia de la cultura italiana en Cuba, la verdad, no me lo hubiese creído. El azar, tal vez, haciendo de las suyas, o el karma, tras haberme encontrado esa mañana con la organizadora del espacio, y retribuir con ideas para la organización del mismo… no sé. Quizá fue cosa de energía y lo atraje mientras pensaba en Dante, en la gracia de su nombre, la armonía indisoluble de su obra. Lo cierto es, señores, que en el peregrinar por toda Enramadas, llegarme hasta la Librería Manolito del Toro, fue un golpe de suerte. Y son estos los libros con los que realmente establezco un vínculo más allá del habitual, esos libros “sorpresa” que traen consigo el misterio de su llegada. Pero si además de esa magia, resulta que te topas con el equilibrio perfecto entre goce y conocimiento, pues, ahí sí ya, reconócete bendecido.

Arassay Carralero

Tal como estoy segura se sentirá usted, lector, cuando avance entre los recovecos de este ensayo, en el que no basta la presencia de Dante, sino que además, Borges y su literatura lo protagonizan, siendo Alighieri ese túnel por donde se desplace, transformando las palabras tal cual trozo de nube. Peregrinaje de Borges por los laberintos de Dante, de la autora Arassay Carralero, premio Pinos Nuevos de ensayo, 2016, publicado por Letras Cubanas, es esa cita con lo inolvidable en la obra de un autor.

La presencia de la obra de Dante Alighieri en las creaciones de Borges se puede constatar desde textos muy tempranos del autor. No solo es reiterada a lo largo de su quehacer intelectual, sino que se va fortaleciendo hasta cobrar la dimensión de uno de los laberintos por los que mejor adentrarse en los modos de asumir su ficción, y en su particular mirada sobre nociones claves como canon literario. Alusiones, citas, comentarios, paralelismos ficcionales, críticas a los estudios dantescos… dan fe de un diálogo modélico de un gran escritor con sus mentores. (Nota de contracubierta)

Todo en Dante, desde la fecha de su nacimiento, hasta los recovecos de su creación, tiene ese sabor enigmático, y Borges también hace alarde ante tal condición en su obra. No sé si para ustedes saber si Durante o Dante, llamado así hipocorísticamente, sea algo que despierte una curiosidad arrolladora, o si la alusión a su posible signo: Géminis, lo cual estrecha el rango en la fecha de su alumbramiento, o las conclusiones a las que los estudiosos de su vida han podido llegar solo tras el escudriño de su obra, signifique, como para mí, esa suerte de dato escondido que alimenta el interés en este “poeta supremo”, como se le clasificara, pieza indispensable en el trance del pensamiento medieval al renacentista con la Divina comedia, cumbre de la literatura universal. Tal vez Borges se sintiera presa, además de por su verbo, también por la historia que encierra la figura de este italiano, cuyo nombre nunca escapa a la referencia.

Ya por los años treinta del siglo pasado, Borges comenzaba los esbozos dantescos en su obra, pero no fue hasta la segunda mitad cuando realmente se consolidó el vínculo entre ambos escritores, arraigándose al universo cultural del poeta. Su decir sobre la obra del toscano adquiere una magnitud tal, que las afirmaciones hechas por él, la de los comentaristas, las de otros estudiosos, se entrecruzan y van instaurando un saber alrededor del texto dantesco hasta tal punto que podríamos afirmar que resulta otro de sus laberintos. (Fragmento del libro, pág.10)

… Leí muchas veces la Comedia, afirma, en distintas ediciones, y pude gozar de los comentaristas de todas ellas, dos me reservo particularmente: la de Momigliano y la de Grabher. Recuerdo también la de Hugo Steiner. Leí todas las ediciones que encontraba y me distraía con los distintos comentarios, las distintas interpretaciones de esa obra múltiple. Comprobé que en las ediciones más antiguas predomina el comentario teológico, en las del siglo XIX, el histórico, y actualmente el estético. (Jorge Luis Borges: “Siete Noches”, Obras completas, 1975-1985, pág. 209) 

Como si no hubiese opción al escape, página a página la necesidad que se instala es tal, que imposible no continuar siguiéndole la pista a Borges por los episodios dantescos que engalanaron su obra. Realmente había de sentir una pasión tremenda, lo delata el estudio incansable de todos los trabajos que hicieran alusión al poeta Alighieri, seguro de que cada una de ellas lo haría aproximarse más a la verdad, a las disímiles lecturas que ofrece. Es apreciable, además, la recurrencia a Ulises, personaje de Inferno, quien será pilar en no pocos de sus ensayos. Comprendemos entonces, la eficacia de sus métodos, tal vez, o la importancia de sus estudios interpretativos a la obra de este autor italiano que revolucionó desde siempre, como tantos otros que se le sucedieron.

Se utiliza en el libro recursos borgeanos, estrategias discursivas, puntos apreciativos sobre la obra de Dante, que permiten al lector disfrutar cognitivamente los modos de hacer de dos grandes escritores a la vez, encerrados en esa dicotomía antiguo-contemporáneo. Las confrontaciones que establece Borges respecto a los comentarios de autores diversos en cuanto a lo dantesco, resultan realmente interesantes, y hasta retroalimentan al obligarnos al ejercicio de nosotros, así como poner también los criterios en tela de juicio y replanteárnoslo, ahora, una vez descubierto el suyo.

No temas, te exhorto a que en confianza te dejes caer en este pozo donde el conocimiento será la única profundidad que te cubra. Son páginas para entender lo que no te fue posible antes, en el Inferno.

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