El compromiso con la verdad

Periodistas que hablan de periodistas, no es tautología. Una prensa introspectiva y que medita sobre sí misma no es autofagia, narcisismo, o mirarse el ombligo como si allí estuviera el centro del mundo. Por eso son necesarios libros como El compromiso de los informes, publicado por Ocean Sur hace pocos meses.

Se trata de un texto con una cuidadosa redacción, de estilo diáfano, en el que se distingue la pluralidad estilística de los interlocutores. En alrededor de una decena de entrevistas los autores reflejan diversas caras de la realidad cubana, una realidad poliédrica pero donde puntos comunes convergen entre las vidas de estos personajes/individuos y la de cualquier cubano no público, por llamarlo de algún modo.

Hecho y prologado por contemporáneos de los interrogados –Liudmila Peña y Rodolfo Romero, autores; Karina Marrón, prologuista–, resulta un título deseable para quienes pretenden saber más de esos que ante la cámara despliegan matices de la realidad; sobre la biografía sintetizada y en primera persona de aquel que no es solo la firma en el periódico; profundizar en los motivos de la voz en el aparato de radio.

Pero el libro resulta, además, un medidor de la prensa cubana actual, un botón de muestra bastante elocuente de los valores, vicisitudes, angustias de quienes viven por y para la información noticiosa.

Hurgan Liudmila Peña y Rodolfo Romero, en intimidades quizás no hechas públicas antes, de profesionales de los medios que se encuentran entre los 30 y 40 años de edad y que han sido termómetro fiel de los avatares sociales del país e incluso fuera. Profesionales exitosos, si se les mide por premios, cargos, reconocimiento social.

En El compromiso de los inconformes se agrupan entrevistas de estilo directo. Aterrizadísimo, transparente, audaz resulta el cuestionario de cada conversación, con hondura temática que no deja espacio a conformismos, facilismos y otros ismos perniciosos.

Con preguntas inteligentes, a veces atrevidas, casi quirúrgicas en su acercamiento a las interioridades de la vida y el quehacer profesional de los entrevistados, los autores se acercan a las rutinas productivas, deudas del periodismo y con el periodismo cubano, hablan de una generación que creció en un tiempo difícil, de su compromiso a pesar de ello, o por causa de ello.

Cada entrevista es un marco donde se permite el lucimiento del retratado, más allá de la habilidad del interrogador, hábil sostén de la pieza en su interior. Se desmenuzan aquí la vida, el talento, la obra de cada joven periodista, en una relación dual, pues cada uno pasa de ser generador del texto, del producto comunicativo, a ser el sujeto, el centro del mismo.

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