El periodismo cultural es fácil si eres la foca que aplaude

El mundo de lo cultural siempre le llamó la atención. Tal vez por eso muchas veces “robaba” algunas líneas del periódico Adelante, en Camagüey, para mostrar algo de lo que le gustaba escribir, aunque le tocara, “por plantilla”, hablar primero de guajiros o vacas.

Y es que María Antonieta Colunga Olivera, joven periodista que recientemente obtuvo uno de los Premios de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena, siempre tuvo como leitmotiv a la cultura. Pero no bastaron llantos o pataletas para que pudiera escribir de ello desde su graduación. Primero tuvo que adentrarse en otros sectores hasta que… hace más de un año lo consiguió, y más tarde, presentó trabajos al concurso.

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«Si mi nombre va a aparecer (…), debo sentir orgullo por lo que hice y firmé» (Foto: Leandro Armando Pérez Pérez)

 «Es la primera vez que participo. Antes quería pero como no atendía el sector y solo escribía algunas cosas, no publicaba con la frecuencia. Por entonces yo hablaba de guajiros, boniato y vacas, y el concepto de cultura que se tiene en los medios de prensa es más estrecho», asegura antes de definir su concepto de “cultura”, que trasciende los moldes de lo artístico.

«La oportunidad me llegó hace un año, cuando la periodista que atendía la página salió de licencia por maternidad. Durante los doce meses siguientes trabajé mucho, y pude hacer una selección fructífera».

¿De qué trataban tus materiales?

Bueno, una trata de ser un poco pícara y si es para la Asociación Hermanos Saíz (AHS) vincula sus propuestas con el arte joven y las nuevas iniciativas artísticas de las generaciones que están buscando hacerse ver.

Traté de incluir trabajos que hablaran de la labor de la asociación en el territorio, no solamente porque fuera un concurso de la AHS, sino porque Camagüey tiene un movimiento artístico joven muy fuerte y siento que es de la gente que más está haciendo culturalmente por la provincia.

Además aposté por textos que me parecieron polémicos o que fueron útiles en su momento, y que hablaban de mi labor como periodista y de la visión que tengo de lo cultural. Recuerdo uno que hablaba de un artesano y otro de un rockero, dos zonas de la cultura que no son las que más vemos en los medios, motivo por el cual intenté convertirlos en un pretexto para la reflexión y el pensamiento.

¿Y en cuanto a géneros, qué llevaste?

Nunca he sido detractora de ningún género, pero realmente la información no es mi fuerte, sobre todo porque en un mundo tan mediatizado la gente se entera primero a través de la radio y la televisión. De esa forma, a los periódicos nos corresponde cercenar un poco más la roca y mostrar la causa de las cosas. Envié reportajes de investigación, comentarios y otros materiales de opinión, pues siento que son de los géneros que más le faltan a nuestra prensa.

¿Apostar por la cultura no pudiera considerarse en cierta forma una actitud facilista?

Quizás a la gente le pueda parecer que el periodismo cultural es el más fácil de hacer en Cuba. En realidad no es así. Realmente se te facilita la información, pues los artistas están muy dispuestos a salir por los medios para promocionarse y no es tan complicado acceder a ellos o a las instituciones. Pero se pierde en eso, en la promoción o en la fanfarria, y en exponer positivamente todo lo que sucede, cuando sabemos que no todas las expresiones artísticas son tan loables y muchas veces se hacen cosas solo para rellenar cifras.

Mucho más difícil es cuando quieres hacer algo valedero, pues el sector es extremadamente complicado y sensible, y cuando tocas a alguien con el pétalo de una rosa llueven cartas a la dirección de tu medio y la gente se siente personalmente agredida, aunque solo hables de su obra.

No es fácil, aunque puede parecer que el periodista de Cultura es el que mejor vive, el que más trabajo tiene para hacer, al que no le falta qué entregar todos los días y la tiene cómoda porque le traen papelitos y carteleras.

Realmente sí resulta fácil si te dedicas a hacer lo que el artista quiere de ti, si te conviertes en un vocero de lo maravillosos que se creen los artistas o de lo buenas que se consideran las instituciones. Sería fácil, si te dedicaras a ser la foca que aplaude, pero si realmente te propones tirarte del trampolín se convierte en un ejercicio que demanda mucho de ti. Criticar a un artista exige saber para que luego no seas tú el que quede en tela de juicio.

¿Tienes una idea acabada de lo que pudiera faltarle?

No me gusta hablar del periodismo cubano para no generalizar, porque se incluyen individualidades que no deben estar ahí. Por ejemplo, si dices que está en decandencia y te topas con muchachos que merecen no estar nombrados ahí, como Yuris Nórido o la gente del Noticiero Cultural, que se empeña en hacer cosas.

Es cuestión de cada quien. El periodismo cultural transita por los mismos lugares que el periodismo general: por rutinas productivas que se han pegado como el sarro y son muy difícil remover, que te hacen cumplir con coberturas intrascendentes pero que deben salir.

Sin embargo, está el compromiso que representa tu firma. La misma que te obliga a no transigir y a tratar que tu trabajo sea digno, que puedas leerlo con orgullo de aquí a veinte años. Siempre busco eso, si mi nombre va a aparecer allí debo sentir orgullo por lo que hice y firmé.

El periodismo cultural adolece de buscar un poco las historias, de complicarse. Quizás la gente no lo hace porque los artistas son muy sensibles y porque aquí, como la Salud y la Educación, la Cultura es un sector casi sagrado. No debería ser así. La creación artística, en buena medida, se solventa con los recursos, y tiene que ver la espiritualidad de todos, por eso a todos nos corresponde elogiarla, criticarla o defenderla.

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