Crónica de una Entrada de emergencias sinestésica

Era un experimento. Nativos digitales, analógicas criaturas que pasaban los treinta, con celulares atrasados, poetas, performers, músicos, madres con niños indormibles, gente sentipensante unida en un chat de Telegram para encontrar, en medio de una noche de Romerías y en mayo una Entrada de Emergencias al verso, a la belleza, o al menos a algo diferente al tedio.

Ediciones La Luz tuvo la culpa, en la proyección de su espectro siempre se conspira por lo hermoso. Palabras Compartidas, el espacio romero de la literatura joven por excelencia, sumaba online, unas noches de música y poesía a través del famoso chat de voz de Telegram, tan socorrido en estos días pandémicos.

Los invitados, poetas de diferentes partes de la isla, por citar algunos: Reineris Betancourt, guantanamero y con un libro en el sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín que asoma sus “Bordes” para mostrarse al público; desde La Habana, Martha Luisa Hernández Cadenas, Marthica Minipunto, otra que espera por la salida de un título en la casa editora de Maceo 121 altos, “El Palacio de las Ursulinas”, adornará bellamente el catálogo de La Luz.

También desde Holguín llegaba la poesía, y Lilian Sarmiento, periodista y escritora, era la anfitriona. Ella presentó la sorpresa, la compañía de Yenisei del Castillo, instrumentista e intérprete habanera, que llevaba varios días unida a La Luz preparando el homenaje a Cintio Vitier.

Pero lo verdaderamente único vino después. Con un clic, o un toque a su celular, Lilian le hacía llegar los textos de los jóvenes autores y Yenisei, una voz poderosa y especial, guitarra en mano y frente a su teléfono volvía aquellos versos canción, en un instante, tomándoles el pulso en la mirada inmediata, volviéndolos algo suyo, nacidos de su voz, apropiándose de los poemas de un modo que los autores no habían previsto y sin embargo decía todo cuanto ellos quisieron y más. Volvía potentes las palabras unidas en constructos de nuevos significados.

Y de pronto todos parecían asistir al mismo sitio, aquellos cibernautas, en frecuencia única, literalmente conectados, sentían la emoción de estar vivenciando el momento justo de la creación, la inspiración en el acto del alumbramiento.

Las Romerías son entrañables, la presencialidad insustituible, pero hay una manera de diluir las distancias, y parece que el verso y la música tienen que ver en ello.

La noche fue mágica, cada uno en su sala, o cuarto, o baño, o sitio de mejor cobertura. En Pinar del Río o Santiago de Cuba, con vaivenes de la conexión o la torpeza por desconocimiento, con teléfonos prestados y datos escasos, con la voluntad de hacer arte pese a todo latían sincrónicos autores, lectores, gente de libros. Nadie quería abandonar el chat, pero la promesa de un reencuentro fue el aliciente. Esperando coincidir, emocionarse, encontrase con la poesía y las sensaciones múltiples y peculiares que les dejó esta noche, dejaron abierta la Entrada de emergencias para compartir otra vez palabra y música.

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