Flashazos al corazón

Frank Lahera O´Callaghan es uno de los jóvenes artistas cubanos que ha despuntado por su multifacética labor creativa y por la calidad, tanto conceptual como estética, de sus propuestas. Su interés por recrear las esencias lo ha llevado a incursionar en un sinnúmero de tópicos, permeados de un perfil antropológico. Se apropia de las posibilidades expresivas de la fotografía, el video arte o el performance, aunque también maneja con mucho soltura los códigos del diseño gráfico y la publicidad.

Considerando que un acercamiento a la obra de Frank exigiría más de una entrevista, prefiero establecer con él un diálogo parcial sobre su trabajo. Como febrero es todo un mes-jornada de celebración por el día del amor y la amistad, le propuse conversar sobre sus recientes fotos de boda.

Soy de ese grupo de personas  –no estoy segura si es un grupo mayoritario– que considera que las fotos de boda son, generalmente, bastante convencionales, muy apegadas a los artificios de la moda o las bisuterías de los tiempos. No obstante, siempre espero que la vida me sorprenda. Y esta vez, el ingenio creativo de Frank me hizo corroborar que el arte se encarga de exorcizar todo tipo de convencionalismos.

Frank, tengo entendido que es la primera vez que realizas una sección de fotos para una boda. ¿Qué te motivó a hacer un trabajo de este tipo?

fotos: Frank Lahera O´Callaghan

La experimentación. Como has mencionado, nunca había trabajado intenciones o temáticas similares, pues en la fotografía he estado más enfocado en lo creativo y la fotografía documental. La propuesta fue algo rara al principio, pero con calma me di cuenta que sería un interesante reto. ¿Por qué no? Me dije. Y me puse en función de pensar las que serían luego las obras, cuáles serían mis motivaciones y mi visión como fotógrafo. Era, hasta cierto punto, un auto-cuestionamiento.

La idea era nutrir de otra mirada o enfoque la típica fotografía de bodas, buscar poner a dialogar el arte y lo comercial, romper un poco las reglas cotidianas de las fotografías de bodas llevándolos a la calle, fuera del estudio, y hacerlo un poco más cotidianos, más irreverentes a las supuestas reglas de este tipo de fotografía. Y a la vez que tuviera su trasfondo documental, donde el contexto y los modelos estuvieran en un solo plano, sin jerarquías.

Por supuesto, siempre cuidando de no colocar la intención como creador por encima de lo que esperaban o deseaban los que me contrataron, por eso el diálogo entre todos fue primordial. Disfruté el proceso porque pude explorar nuevas formas de hacer y experimentar la fotografía. Siempre se está aprendiendo algo nuevo, entrando en nuevos terrenos, y eso me gusta.

Con bastante frecuencia los teóricos, críticos o historiadores del arte realizan una distinción entre la fotografía artística y la fotografía para acontecimientos festivos, dígase bodas, cumpleaños. Varios creadores del ámbito fotográfico han realizado, en algún momento de sus vidas, trabajos de esta naturaleza por razones, fundamentalmente económicas. ¿Crees que ambos modos de hacer pueden complementarse? ¿En qué circunstancias?

Por supuesto, para eso hay que tener claro qué buscas como fotógrafo y qué deseas. Es ante todo tener claro cuál es tu postura: hacer arte o solo ser un ente que ofrece un servicio. Pero cuando se desea verdaderamente puedes fusionar ambas intenciones o posturas, y lograr sorprendentes resultados.

fotos: Frank Lahera O´Callaghan

En la Historia del Arte hay miles de ejemplos donde se ve que se puede lograr este equilibro, en la moda, el diseño, la publicidad, donde la fotografía es una herramienta indispensable. Creo que hoy, más que nunca, se está buscando esto. Tal vez para distinguirse como fotógrafo, lograr un sello.

Pero, creo que también porque es lo más lógico. Hacer una fotografía comercial y, a la vez que tenga potencial creativo, es mucho más llamativo. El cliente y el fotógrafo quedan complacidos, y tienen el gozo de haber disfrutado la sesión y tener un resultado diferente y coherente con lo que estaban buscando.

Claro, hay fotógrafos y fotógrafos, como mismo hay clientes y clientes, como dicen popularmente. Para eso hay un diálogo previo y la presentación de la propuesta, y cada cliente puede decidir. Pero creo que si saben que eres fotógrafo creativo y te buscan, es por algo, porque quieren algo diferente, y eso facilita las cosas, así fue en esta ocasión.

Cuando uno observa cada una de esas fotografías resalta el sello artístico. No es la foto de boda convencional. Persiste ese plus que podríamos denominarle vuelo o espíritu artístico. ¿Crees que la presencia de ese vuelo artístico en este tipo de trabajos es inevitable o crees que también es posible adaptarse a los convencionalismos? Por otro lado, ¿cuánto influyen los modelos en poder entrar y salir de esos convencionalismos conceptuales y estéticos?

fotos: Frank Lahera O´Callaghan

Una cosa va con la otra. Cuando ya tienes claro lo que deseas conseguir, el camino se torna, hasta cierto punto, más fácil. Tienes como una escaleta mental, tienes ya imágenes prediseñadas en el pensamiento y te adaptas, por supuesto, a la improvisación. Es tener los sentidos bien abiertos y aprovechar todo lo que surja en la sesión.

¿Dónde está lo creativo en estas fotografías? En el ver, el saber aprovechar cada detalle y ponerlo en sintonía con lo que se está buscando, y algo tan sencillo como usar el blanco y el negro, pues de esta manera deseas que los que vean las fotografías se den cuenta que va más allá del momento festivo. Deseas captar además el contexto, donde está presente no solo la fotografía de boda sino la intención documental.

Hasta cierta forma, también, un anarquismo formal. Las poses, las formas en que se desarrolla la narrativa, usando prácticamente una historia progresiva, la intención performática, cada cosa nutre la plasticidad que pueden observarse en dichas piezas. Este vuelo creativo como mencionas, es inevitable. Eso sí es primordial, es preciso ver esa poética, sino terminaríamos reproduciendo lo mismo que vemos en todos los álbumes que proliferan diariamente, es muy aburrido y hasta mortal, en el sentido creativo.

Y como decías, los modelos ayudan mucho, pues tenían el mismo deseo, tener un resultado diferente. Y sin esto último, tal vez sería complejo, aunque no imposible, pero habría que trabajar más, y pecaríamos de egoístas como fotógrafos, pues estaríamos pensando más en nosotros como artistas que en lo que desean los clientes. El equilibro en los intereses es importante.

Frank, las imágenes muestran lo que en la actualidad se llama una pareja interracial, crees que eso le aporta mayores significados a la composición. En la medida en que puede erigirse en un símbolo del amor, más allá de los colores de la piel. ¿Eras consciente de ello cuando hacías las fotografías?

Eso era parte de la narrativa y por eso deseaba que esparcieran su amor por el aire, que llenaran el espacio de esos sentimientos, libres, sin ningún tipo de prejuicios. El amor no cree en prejuicios y limitaciones. Por ello les propuse un performance, que recorrieran la ciudad, queriéndose, siendo ellos, sin ningún tipo de esquematismo. De esta forma no solo tendría una fuerza visual sino además una tremenda carga simbólica. El amor en toda su plenitud. Qué mayor ejemplo que eso para los clientes, se aman y se quieren, y no les da miedo decirlo a los cuatro vientos, no importa lo que las mentes anquilosadas piensen.

¿Realizarías otras fotos de boda en el futuro?

Claro. Y si me permiten hacerlo de esta forma, ¡mejor! Siempre es interesante explorar nuevas psicologías y hacer todo lo posible por visualizarlas a través de la imagen. Por eso cuando hago fotografías semejantes, dígase para diseño, artistas y demás, les entrevisto. Deseo saber sus interioridades. De esta forma saco a la luz esas maneras de percibir y sentir su vida. Creo que la fotografía es un espejo que permite ver(se) a cada cliente. Y se disfruta. Cada sesión es una nueva experiencia, como fotógrafo y como ser humano.

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