La mirada atenta y milimétrica de Verónica Aranda

Verónica Aranda no es haijin “accidental”, sino que ha logrado calar en el corazón de ese género casi desconocido que es el haiku. Para ahondar un poco sobre esta arista de su obra creadora, el Portal del Arte Joven Cubano se acerca a ella, agradeciéndole de antemano la amabilidad de acceder a responder las siguientes preguntas:

—En pocas palabras, ¿qué es el haiku para ti?

Es una forma de contemplar y reverenciar la naturaleza a través de los cinco sentidos, y al plasmar algunos asombros derivados de esa contemplación, sentir hondas sensaciones estéticas.

—¿Cómo llegas a él?

En la feria del libro de Madrid de 2001, visitando casetas, me encontré en la de la editorial Miraguano con un libro de Basho que me atrapó, Haiku de las cuatro estaciones. A partir de ahí, llegué a otros clásicos como Issa Kobayashi, Yosa Buson y Shiki, cuya lectura me impulsó a escribir mis primeros haikus y a profundizar en la teoría.

—Algunos estudiosos y haijines, como Javier Sancho, han dicho que el haiku no es poesía. ¿Es o no es?

Su clasificación dentro de los géneros literarios es un tema complejo. Podría encasillarse dentro del subgénero de la poesía breve e incluso de la poesía mística. Pero, es verdad que técnicamente escribir un haiku supone emprender el camino contrario al de escribir poesía: es desaprender la técnica, la construcción de metáforas, olvidarse de las figuras retóricas para llegar a la sencillez y espontaneidad fruto del aware. Así se lo explico a los alumnos en los talleres de iniciación al haiku.

—Haiku y poesía occidental, dos expresiones completamente distintas. ¿Qué recibes de cada una?

Del haiku recibo la mirada atenta y milimétrica sobre las cosas. De la poesía occidental, la indagación en experiencias vitales y en el lenguaje que propician el autoconocimiento.

—En la práctica, hay común acuerdo respecto a que lo divino es precisamente lo que el hombre no sea”, dice Vicente Haya en su tesis doctoral El corazón del haiku: la expresión de lo Sagrado. Pero Río Mekong nos muestra un mundo inclusivo donde el hombre persiste en armonía con la Naturaleza, donde el Aware[1] es eminentemente místico. ¿Haces divisiones o consideras al haiku, al igual que R.H. Blyth, “religious poetry” en su totalidad?

Concuerdo con Blyth, pues considero el haiku poesía mística, y lo percibí con mayor claridad cuando profundicé en el estudio del hinduismo y del budismo. En el haiku no hay jerarquías, todas las criaturas son sagradas por igual, desde el hombre hasta las plantas y los insectos más diminutos. Forman parte de un Todo, del Atman. Esto se percibe especialmente en la obra de haijines como Issa y Hôsai.

—Hoy se habla del “síndrome Benedetti”. ¿Aumenta o disminuye?

Aunque en España se está escribiendo haiku de mucha calidad y en consonancia con los cánones japoneses y la filosofía zen, me temo que, por otro lado, el “síndrome Benedetti” aumenta. Estamos en la era de la inmediatez, de la hiperconexión y del narcisismo, que no invitan a profundizar en nada. Esto y un exceso de ego son la antítesis del haiku, cuyo camino de aprendizaje puede llevar años, incluso una vida entera.

Se publican demasiados haikus y libros de haikus (algunos incluso ganan concursos) que son más bien poemas amorosos o aforísticos. Mucha gente piensa que si lleva la métrica 5-7-5 ya es un haiku, y nada más lejos. Además, no es un requisito indispensable del haiku esa distribución de versos ni que tenga 17 sílabas.

—¿Qué te parece el uso de metáforas en el haiku?

Me parece que las metáforas se deben usar de forma muy dosificada. Aunque, en algunos haikus específicos, pueden aportar mucho y ayudar a la transmisión de una escena o impresión poética. Es más perjudicial, a mi modo de ver, el exceso de purismo, sobre todo, teniendo en cuenta que muchos clásicos, en ocasiones, incluyeron metáforas en sus haikus.

La poeta y filósofa española Chantal Maillard creó el término anti-haiku. ¿Cómo te parecería mejor llamar a esos poemas que no son haiku?

Según el texto, los denominaría poemas breves, micropoemas, aforismos, máximas o incluso seguidillas, pues ciertos “haikus” se acercan más a la poética del flamenco. 

—Alguno que hayas escrito.

Leo a Li Po.

En mi copa de sake

los equinoccios.

—En el libro La poesía zen de Santoka, Maillard cita palabras de Anandavardhana, extraídas del Dhvanyaloka o Teoría de la resonancia, para mostrar la capacidad de sugerencia de la palabra poética. ¿Es el haiku la mano, o lo que ella apunta?

Pienso que ambas cosas. Me viene a la mente la definición de Basho: “Un haiku es un dedo que apunta a la luna, pero si el dedo está ensortijado, el lector se fijará en el dedo, y no en la luna”.

—Referentes que has tenido y que recomiendes para el estudio y comprensión del haiku.

R.H Blyth y su enciclopédico estudio sobre el haiku, cualquier libro de Vicente Haya (recomiendo especialmente: Haiku: la vía de los sentidos y El espacio interior del haiku), El haiku japonés, de Fernando Rodríguez-Izquierdo, y Kigo, de Seiko Ota y Elena Gallego. A un nivel más panorámico, Budismo Zen, de D.T. Suzuki y Claves y textos de la literatura japonesa, de Carlos Rubio.

—Haijines y haikus donde encuentres zenmi (sabor a zen). Uno japonés, otro español y otro cubano.

Taneda Santôka:

Yuki e yuki furu

shizukesa ni oru

 

Sobre la nieve

cae la nieve.

Estoy en paz.

 

Isabel Pose:

Sin nadie a quien hablar.

En la montaña

esperando el invierno.

 

Sinecio Verdecia:

tarde nublada

mi vecino ciego

fríe pescado

 

Síntesis biográfica de Verónica Aranda:

Nacida en Madrid, filóloga, gestora cultural, traductora, antóloga, fadista y viajera, Verónica Aranda, es una de las poetas españolas actuales más admiradas en Cuba. Algunos títulos de sus poemarios son Poeta en India (Ed. Melibea, 2005), Tatuaje (Ed. Hiperión, 2005), Alfama (Ed. Centro de poesía José Hierro, 2009), Postal de olvido (Ed. El Gaviero, 2010), Cortes de luz (Ed. Rialp, 2010) Café Hafa (Ed. El sastre de Apollinaire, 2015), La mirada de Ulises (Ed. Corazón de mango, Colombia, 2015), Otoño en Tánger (Ed. Trabalis-Aguadulce, 2016), Épica de raíles (Ed. Devenir, 2016), Dibujar una isla (Ed. Reino de Cordelia, 2017), Senda de sauces. 99 haikus (Ed. Amargord, 2011), Lluvias Continuas. Ciento un haikus (Ed. Polibea, 2014), Río Mekong (Ed. Cartonera Island, 2018), Mapas. Antología poética (Ed. Matanzas, 2000- 2015).  En los cuatro últimos, podemos ver su labor como haijin[2], también la prestigiosa y selectiva Colección española de haikus de la Editorial UNO: Haibooks, en 2018 recibió gustosamente algunas de sus composiciones en la antología Trece Lunas.

Notas:

[1] Conmoción o asombro del haijin ante cualquier suceso de la naturaleza.

[2] Nombre que se le da al escritor de haiku.

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