La virtud de nombrarse Zulema Iglesias

La Sala Teatro quedó a oscuras. Cada cual se iluminó con lo que pudo. Del vientre mismo del lugar salía una voz que pareció petrificarnos. Era una noche de bohemia santiaguera en el otrora sitio del Café-Teatro Macubá y con su interpretación, Zulema Iglesias nos había llevado por el mundo.

No por buena conocida termina nunca uno de asombrase con Zulema. El peculiar timbre de su voz personaliza sus reconocidas condiciones vocales, a lo que integra el carácter que entrega en cada interpretación, los múltiples recursos expresivos y comunicativos que logra cuando se pasea en cualquier género y tesitura.

Los inicios de su carrera musical se remontan a 1982 cuando con 12 años de edad se presentaba a la usanza trovadoresca en actividades del barrio, al tiempo que afloran las primeras inquietudes en la composición. Por esta década participa en los festivales de la FEEM obteniendo lauros en sus certámenes nacionales. Mientras cursaba sus estudios en enfermería obtiene la máxima categorización como artista aficionada.

Ya en 1990 conforma junto a su hermano Adolfo el dúo Los Hermanos Iglesias. Esta cofradía según las necesidades en escena llegó a ampliarse a trío y cuarteto. En 2002 con un formato ampliado, bajo el sello EGREM, validan la producción musical Una gota de amor.

Como solista aparecen en el repertorio de la santiaguera boleros, temas de la música bailable cubana, blues, bossa, soul, jazz. Gusta de interpretar autores como Eliseo Grenet, Lecuona, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Isolina Carrillo, Enrique Bonne o Tom Jovin y los propios Adolfo y Armando Iglesias, entre muchos del pentagrama mundial.

Además de una intensa vida artística la Iglesias ha liado su virtud a la docencia como profesora de canto en la Escuela de Superación para el Arte y la Cultura.

En apurada mención vale decir que ha compartido la escena con otras también talentosas voces como Beatriz Márquez, Omara, Anaís Abreu, María Elena Pena, José Valladares, Waldo Mendoza y Coco Friman.

Para los seguidores de la música que se hace en la ciudad resulta habitual encontrar en el Iris Jazz Club, la Jutía Conga en la UNEAC, el patio del bolero Don Antonio, la Sala Dolores, entre otros epicentros del arte, a esta protagonista del arte musical que desde hace dos años ostenta la Distinción por la Cultura Nacional. ¡Qué bueno Zulema que cuando se hizo la luz, estabas ahí!

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