Cuba, cine y política según Costa Gavras

A Constantin Costa Gavras el cine cubano le interesó por las circunstancias de su nacimiento, yendo a contracorriente cuando se creía que solo los países con dinero y larga tradición fílmica podían darse el privilegio de hacerlo. Y este pequeño país supo también alzarse sobre esas cuestiones, con nuevos poderes y políticas, y aun con escasos recursos, para lograr películas de calidad. Fue el origen de una cinematografía junto al de una ideología, por demás de izquierda, lo que puso a Cuba en la mirilla del director franco-griego. Y por supuesto, su amistad con Alfredo Guevara.

La relación cine-política es su constante, que lo persigue además en cada pregunta de cuanto periodista, realizador, crítico o cinéfilo se le acerque. Costa Gavras respondió al público presente en reciente conferencia en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), que el término cine político en verdad no es suyo. Viene de Roland Barthes, quien decía que hay política en todo film y puede hacerse un análisis de cada film políticamente.

La política, ante todo, es poder, no solo estatal, sino ciudadano. Poder asimismo en los nuevos medios, los que llaman sociales. Con el desarrollo digital cambian las concepciones de una película, su economía, su distribución y presentación, tanto, que pueden verse hasta en el teléfono. Hay otro tipo de relación con la obra.

Todo ello está permeando los estilos de ahora, los va transmutando. Eso sí: el estilo, la manera de filmar una historia, depende de la historia misma y cómo uno siente el cine estéticamente. Costa Gavras, en lo personal, cree que el cine es un espectáculo, como en las tragedias griegas, que termina hablándole a la sociedad.

Desde el auditorio lanzaron una pregunta sobre la tan ansiada ley de cine cubano. La respuesta pareció casi un acto de pecado: es necesaria porque los ministros y gobiernos cambian y no tanto, ni tan rápido, lo hacen las leyes. Es cuando se comprende que aunque esta no resulta su primera visita a Cuba –ni su primer contacto con profesores y realizadores de la EICTV y la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA (FAMCA) –, puede que Costa Gavras no esté al tanto de cómo anda la situación por acá. Tampoco tiene por qué. Si en los ochenta le atrajo la situación política de América Latina, en los dos mil le atrae la económica de Europa. Ahí donde él vea conflicto, va y hace una película.

Sobre Cuba, ¿cuál historia rodaría?, le preguntaron varias veces. Pero Costa Gavras insistió en que las motivaciones para hacer una película no son programadas, sino que hay intereses personales, profesionales, políticos y sociales, y cierra su respuesta. Por suerte, a los estudiantes cubanos que llevan pegatinas en sus teléfonos y laptops reclamando la ley de cine, a manera de pequeña campaña, les sobran los intereses.

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  • Lo más Leído

    Lo lamentamos. No hay nada que mostrar aún.

    Suscripción

    Para recibir nuestro boletín ingrese su dirección de correo electrónico