Forjaluz, donde el metal se convierte en arte

Ingenio, destreza y mucha creatividad son los componentes esenciales de un proyecto que, gracias a la conjugación de técnicas y tradiciones de Cuba, moldea los metales para crear formas insospechadas.

Y es que poco a poco, a través del fuego y del trabajo humano, el frío metal puede renacer en obras de arte en el taller Forjaluz, de la provincia de Sancti Spíritus, donde manos jóvenes poseen la maestría para combinarlo con cerámica, madera o las artes plásticas, a fin de confeccionar los objetos decorativos más increíbles dirigidos a espacios hogareños e instituciones.

No en vano, la crítica ha reconocido a este grupo espirituano por fusionar la herrería artística, hojalatería, orfebrería, repujados y patinados al metal, la carpintería, fundición, emplomados y esmerilados en cristales; y lograr así un resultado diferente y sobre todo adaptable tanto a lugares interiores como exteriores.

Bajo la tutela de la Filial Provincial del Fondo Cubano de Bienes Culturales, una treintena de diseñadores, arquitectos y artistas de la plástica se agrupan en la tierra del Yayabo para validar un sello identitario.

Vocación de herrero

Desde pequeño, José Antonio García Echemendía se enamoró del ruido de mandarria que provenía de una herrería cerca de su casa. Le fascinaba ver domar el rudo metal y el continuo martilleo producido por los hombres que con ahínco formaban variedad de objetos y utensilios. Soñó con múltiples diseños y soñó, también, que lograba cada uno de ellos. De ahí nacería una vocación, de la cual, según revela, jamás pudo deshacerse.

Y fue tan grande su voluntad, que para el 2000 se abría paso por el mundo artesanal, al presentar sus primeros faroles. Esos que, de la impresión que causaron, lo llevaron a imponer una marca personal en la herrería cubana.

Pero fueron tantas las ideas almacenadas año tras año en su mente, y que permanecieron allí, en las cavernas de su memoria, que más tarde reunió a un grupo de jóvenes dispuestos a concretar todos los diseños imaginados.

Fue así que Iván Antonio López Beltrán, técnico de nivel medio en construcciones metálicas, comenzó en aquella primera etapa a nutrirse de los más experimentados y a perfeccionar sus habilidades.

Hoy este joven dirige el área especializada en la herrería. «A este taller le debo la consolidación de lo aprendido en la escuela y el desarrollo de mi carrera como creador. Además, nos ha permitido a los que  trabajamos aquí explorar nuevos horizontes creativos, por lo que es un referente para las más jóvenes generaciones de artistas», asegura.

Durante los primeros años, el taller produjo principalmente luminarias: lámparas emplomadas, faroles y, posteriormente, agregó la herrería en el mueble.

Esa incorporación, a juicio de García Echemendía, permitió el crecimiento del taller, por lo que se dedicaron a diseñar y ejecutar proyectos de ambientación: «Dejamos de pensar en una pieza fría y le otorgamos mucha importancia a cómo la insertaríamos en una pieza más elaborada, es decir, comenzamos a pensar en grande».

Y se hace la luz en la forja

Después llegaron nuevas propuestas. Forjaluz comenzó a incursionar en una modalidad de intervención denominada Llave en mano, término acuñado para referirse al diseño, realización y montaje total de un local; y que ya el grupo ha probado con suerte en el Restaurante Polinesio y el Coppelia, ambos de Cienfuegos.

Justo en el restaurante de la Perla del Sur se pueden apreciar obras de papel maché, fotografías y esmerilados en cristales, en alusión a la cultura de las islas situadas en el centro y sur del océano Pacífico.

Hoteles de los primordiales polos turísticos de la Mayor de las Antillas como el Meliá Varadero, Trinidad del Mar y Cayo Coco, han solicitado los servicios de los creadores espirituanos.

«No nos repetimos en ninguno y promocionamos con nuestro trabajo la obra de los artistas de la plástica que se unen a nosotros», afirma el fundador de Forjaluz.

Precisamente, ese fue uno de los principales atractivos que sedujo a otro joven para integrarse al grupo, Guillermo Estrada, experimentado creador de la plástica de la otrora Villa de Sancti Spíritus: «Me gustó mucho cómo aquí se mezclan las diferentes manifestaciones. He vinculado mis pinturas a la cerámica y la madera. Nunca nos han limitado», aseveró.

Mientras, para la arquitecta Vivian Marrero González, diseñadora principal del taller, trabajar para un cliente es un proceso muy complejo, que implica satisfacer sus exigentes requerimientos, y a la vez permite al grupo desplegar toda su imaginación y habilidades para lograr la exclusividad.

Y es que quien observa en la actualidad las múltiples lámparas o faroles, los juegos de salas o de estar, los sillones o las jardineras fabricadas a mano, apreciará el cuño de reconocidos artistas del territorio que realzan los valores de cada pieza.

En tanto, el taller no se detiene. Agrupados en diferentes áreas, los artesanos y artistas se especializan para participar en el proceso creativo, que siempre busca un diseño sui generis.

El Museo de Arte Colonial de la ciudad espirituana (para quien este grupo confeccionó las réplicas de más del 50 por ciento de sus luminarias originales), el Café Teatro del Teatro Principal o la Plaza Mayor de Trinidad, son algunos de los sitios en los que ellos han dejado su impronta.

Continuar hacia el futuro

Con el propósito de expandirse y enseñar las técnicas empleadas en este oficio a otros jo0venes con talento de la región, el precursor de Forjaluz, José Antonio García Echemendía, piensa aumentar el número de sus integrantes.

Según José Antonio, esto es un paso necesario para consolidar uno de los mayores proyectos que tiene en mente: abrir una tienda para comercializar sus producciones artísticas.

En la actualidad, García Echemendía incentiva, también, la participación de los nobeles creadores en las ediciones de la Feria Internacional de Artesanía y en exposiciones.

Entretanto, según aseguran estos jóvenes que día a día laboran para perpetuar su arte, la meta de Forjaluz es lograr su crecimiento, para cada mañana emprender el difícil reto de convertir el metal en una pieza preciosa.

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