TRACKEAN2 en la balanza

Era la tarde del sábado 18 de marzo, Roberto caminaba con su familia rumbo a la sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Camagüey. Otra vez la ONG Camaquito lo invitaba a bailar allí con Yanet, la muchacha que junto a él conforma el Dúo Esperanza. Robertico tiene 25 años, nació con la condición de Síndrome de Down y además de la danza, lo que más le gusta es el hip hop, por eso interrumpió la marcha antes de llegar a la Asociación.

 

Frente a frente se encontró con los raperos del festival TRACKEAN2, quienes esa misma tarde disputaban una Pelea de Gallos, bastante calientica, en la escalinata del preuniversitario Ãlvaro Morell Ãlvarez, distante solo a una cuadra de la AHS.

Claudia Otazua Polo
Los conciertos se caracterizaron por la confluencia de los cuatro elementos que componen la cultura hip hop: Djs, Mcs, breakdancers y grafiteros.

Bicitaxistas, choferes, transeúntes del más amplio espectro de edades (desde adolescentes hasta señoras en su sexta década de vida); madres con sus niños pequeños, incluso un reparador ambulante de colchones con parte de su mercancía a cuestas, todos detuvieron su paso frente al pre del Casino, que así le llaman a esa institución docente.

Claudia Otazua Polo

Reunir a tan diversos públicos alrededor del hip hop, de forma espontánea, mantenerlos atentos a lo que sucede en el escenario, lograr que se queden hasta el final una vez superada su curiosidad primera, ahí reside sin dudas el mérito más elevado de la novena edición de TRACKEAN2, festival que agrupó en Camagüey a MCs (microphone controller: término que designa al vocalista de rap) de toda la Isla, del 16 al 20 del presente mes.

Momentos como el de esta Pelea de Gallos rompen todos los estereotipos con los que carga el rap, que ni pertenece solo a los jóvenes, ni lo disfrutan solo las personas de raza negra, ni se cultiva necesariamente desde la marginalidad… El vicio de «lo alternativo», también se lo sacudió el hip hop esa tarde.

Ahora bien, ya puestos a hacer un balance del cómo se comportó esta cita del evento, no se han de ignorar las sombras. El gran ausente fue el debate. La conferencia «Apoyo del sistema institucional de la cultura al movimiento del hip hop en Cuba», planificada para la mañana del sábado en la Casa del Joven Creador agramontina, no ocurrió. Las causas responden a cuestiones organizativas: los invitados no llegaron a tiempo desde la capital, los raperos, trasnochados por el concierto del viernes, no alcanzaron la guagua que los traslada desde su hospedaje hasta la AHS.

Ante este panorama más que lamentarse del enorme vacío que dejó la falta de intercambio, queda aprender. Cierto que existen contratiempos imposibles de prever, que el tema transportación no lo administra la dirección de la Asociación. Entonces, para el siguiente TRACKEAN2 se podría, por ejemplo, programar las conferencias en las tardes; de manera que los raperos consigan recuperarse de las tandas nocturnas de conciertos y asistir fresquitos a los debates.

Mucho se extrañó la polémica del año pasado en la que los raperos, motivados por la temática de género en el hip hop, discutieron por más de dos horas no solo de la presencia femenina en este tipo de música, sino además y justamente, del apoyo institucional al movimiento del hip hop en Cuba.

Las comparaciones entre una edición y otras resultan inevitables, en ese sentido, también se extrañó que el Festival se desplazara a espacios vulnerables y necesitados de esta clase de actividades.

En el 2016, los raperos llegaron al hospital psiquiátrico y a la escuela de conducta de esta ciudad. La reacción de esos públicos conmovió de manera profunda a los MCs. Aunque para ser justos se debe aclarar que el presupuesto de producción en este 2017 se redujo de manera ostensible.

La presencia femenina se echó de menos, solo La Fina (Yamay Mejías) acudió esta vez. Luz de Cuba y otras cultivadoras no asistieron por estar ocupadas con sus proyectos personales; y claro que se respetan los compromisos individuales de las artistas, pero no deja de ser una lástima, una carencia de este Festival, la falta de las damas.

Con todo, públicos y participantes siempre se van satisfechos. Queda, como se dijo antes, aprender de las fallas para que esta cita no muera por debilitamiento progresivo. El hip hop no cuenta con muchos espacios de proyección en el país y ese número se reduce si se analiza en provincia, fuera de la capital. De tal suerte, vale potenciar los espacios que ya existen, legitimarlos, enriquecerlos, ponerles seriedad tanto por parte de los organizadores como por la de los participantes. Solo así, el rap romperá y, no solo por momentos (como los narrados al principio de este texto), sino de forma definitiva, con todos los estereotipos que todavía lo lastran, en buena parte, del imaginario popular.

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