Radiografía del videoclip cubano

Colores llamativos, dinamismo, cuerpos de bailes, códigos de la animación y elementos jocosos son algunos de los caracteres más evidentes en los videoclips de la contemporaneidad. Las nuevas tendencias son recibidas con beneplácito por muchos espectadores, sobre todo el público joven quien más demanda el uso de estas plataformas de publicidad musical.

Hablar del fenómeno exige, necesariamente, inmiscuirse en varios factores dentro de la producción audiovisual relacionados con la estética, la creatividad, la experimentación de acuerdo con el tema musical que representa y el usual talón de Aquiles que es la disponibilidad financiera para su ejecución.

Para nadie es un secreto la multiplicidad de músicos y realizadores existentes, lo cual está aparejado al auge que ha cobrado el género en el panorama actual. Esto, unido a la democratización de las nuevas tecnologías facilita el manejo de las técnicas; por lo que algunos ni siquiera se esfuerzan en buscar la preparación académica ni profesional, sino que se lanzan a la experimentación y el oficio de forma empírica.

Quizás estas son algunas de las razones más influyentes en que se presenten códigos que, en vez de enriquecer el contexto comunicativo, conspiran en detrimento de su funcionabilidad. Aunque, ciertamente, existe el criterio de que en el arte todo es posible mientras funcione para un determinado segmento de público y logre los objetivos para los que fue diseñado.

Desde la cosmología del reconocido realizador cubano Alejandro Pérez lo esencial es encontrar la química entre la música y la historia; lo demás es una cuestión de estilos e identidades del propio realizador.

«La gran premisa es la hermandad que debe existir entre la imagen y la música. Cuando se logra que la historia visual funcione con la canción se logra el éxito total; pero no siempre queremos contar una historia sino expresar sensaciones, y eso también es válido.

»El videoclip es un género que permite permutar y probar muchas cosas y ahí radica otro aspecto que es la belleza, lo cual es una cuestión de gustos personales o requerimientos de la disquera.

En dependencia del tratamiento visual puede verse la hermosura de las locaciones despintadas y comunes, pero todo esto depende del trabajo con la escenografía, los efectos visuales, la complejidad y los tratamientos específicos de iluminación», expresó.

Pero, ¿tiene el videoclip una identidad?, ¿se puede trabajar para la comercialización y, al mismo tiempo, lograr una obra de arte perpetua?

Según la concepción de Alejandro Pérez, la identidad del clip radica precisamente en la relatividad de las ideas y es a veces ahí donde está la mayor complejidad.

«Pueden salir muchas narraciones de una misma canción y lo que más complejiza el trabajo es el poco tiempo disponible para que tu idea llegue al espectador.

»También está el tema de la reiteración de ideas que desde el punto de vista del realizador minimiza su creatividad y esquematiza el género. Nuestro país tiene muchos realizadores con talento, pero como en todo tipo de industria existen clips que son joyas y otros que no merecen su divulgación, incluso en el panorama internacional», añadió.

Entonces, aparece otra interrogante: ¿constituye la vulgaridad un recurso negociable en este tipo de obra?

«Yo no comparto esa estética porque no está ligada a mi producción, pero puede ser usada como estrategias de los propios músicos. Hoy existen muchos materiales “calientes” que logran captar la atención de la audiencia, se divulgan y comercializan, pese a las críticas y la propia censura», dijo.

En este último punto influye mucho la difusión extraoficial por medios alternativos, los cuales logran visibilizar los materiales antes de salir por los canales oficiales.

He aquí, entonces, otra cuestión indispensable, tarea pendiente para nuestros medios institucionales. Si bien es cierto la existencia de programas como Lucas y Piso 6, concebidos para la divulgación del videoclip cubano y foráneo; así como, la apertura del Canal Clave, especializado en el género, continúan los dogmas y mecanismos enmarañados que dificultan la promoción, accesibilidad y están desfasados con la rapidez mediática que demanda estos tiempos.

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